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Capítulo 27

Hay dolores que matan y otros que te recuerdan que sigues vivo.
Aixa de Alsina
A🌙A

Flashback

Diciembre 22 de 2017

—Señora, hoy llega el señor Sebastián. ¿Gusta ir a recogerlo al aeropuerto? —Levanto la vista de mi plato de comida y asiento. He estado retrasando el ver a Sebastián, pero sé que es lo mejor. Debo verlo y contarle de una vez sobre mi infidelidad.

Termino mi desayuno y subo a mi habitación, veo mis maletas junto a la puerta del baño y suspiro. Debo pedirle a James que las lleve, el problema es que no sé dónde puedo ir luego de acá. Tampoco puedo pedirle a James, él le contaría a Sebastián en donde las dejó.

Froto mi rostro con mis manos mientras camino al baño. Me ducho y me coloco un vestido, sé cuánto le gusta a Sebastián que lo espere bien arreglada. Me calzo unos tacones de aguja y cojo un abrigo, salgo sin aplicarme maquillaje, solo un labial rosa para no estar tan pálida.

James me espera recostado en el auto, subo en la parte trasera. Mi celular vibra, es un mensaje de Gideón, quedé en verlo hoy en la noche, también le pondré un fin a nuestros encuentros. Dejaré a Sebastián, sí, pero eso no quiere decir que me iré con Gideón, además, nadie me asegura que él me quiera en su vida.

James estaciona frente al aeropuerto, tomo una respiración profunda y bajo cuando él me extiende la mano para ayudarme.

—¿Se encuentra bien, señora? —Parpadeo varias veces y enfoco mi mirada en James. Asiento—. Se ve muy pálida —insiste. Niego con la cabeza, me contengo de pasar mis manos por el rostro. Eso solo demostraría lo nerviosa que estoy.

—No dormí muy bien anoche —confieso y es la total verdad. James asiente.

—No se preocupe, ya hoy podrá dormir nuevamente con el señor Sebastián. —Introduce más el dedo en mi herida. Finjo una sonrisa y asiento.

Mi corazón se detiene momentáneamente cuando Sebastián conecta su mirada con la mía, el amor que sentía cuando se fue de viaje, no lo siento ahora y me siento mal por eso. Ya no acelera mi pulso ni mucho menos me hace sentir cosquillas en el estómago, nada. Ahora que lo veo de frente solo siento dolor. Dolor por lo que hice con nuestro matrimonio. Sin embargo, no siento arrepentimiento, solo culpa. ¿Qué clase de monstruo soy?

—Preciosa —susurra, antes de depositar un suave beso en mis labios. No lo alargo, frunce el ceño por eso, le sonrío para aliviar el ambiente—. Fue tan productivo el viaje, tienes que conocer a los señores Morales, tiene una hija tan parecida a ti. —Sebastián no para de hablar emocionado, llegamos al auto y me sorprende subiendo a la parte de atrás conmigo—. Ya quiero que tengamos una hija tan bella como tú. —Hago puño mis manos, clavándome las uñas en las palmas. Debo mantener las lágrimas a raya, al menos, hasta que lleguemos a la casa y pueda hablar con él—. ¿Estás bien, cariño? —Asiento repetidas veces.

—Quiero llegar a casa y poder hablar contigo. —Sebastián sonríe confiado. Intenta besarme y me alejo. Me mira confundido—. Lo lamento, cariño. Amanecí con una vejiga, me duele —miento. Sebastián asiente.

—Que mal, pequeña. ¿Quieres que compremos algo para eso? —No me deja responder y le ordena a James, parar en una farmacia para comprar algo. Me pongo el doble de nerviosa cuando quedamos los dos juntos en el auto—. Quiero que cenemos hoy fuera de casa, tengo tantas buenas noticias que contarte. —Su emoción es atrapante, pero no conmigo. Sonrío forzada.

—Yo también quiero hablar contigo. —Sebastián arruga sus cejas, estoy confundiéndolo—. Lo haremos en la casa, tranquilo. —Coloco mi mano sobre la suya y la aprieto. Sebastián asiente y sonríe. James regresa al auto con el medicamento y me lo ofrece.

—Dijo que se lo coloque directamente sobre la vejiga y evite comer cosas duras. —Le sonrío agradecida y tomo la bolsa.

—Muchas gracias, lo haré cuando lleguemos a casa —determino. Ambos hombres asienten y James arranca nuevamente.

Fin del Flashback.

Necesito un trago para poder seguir escribiendo. Coloco la portátil sobre la cama y me levanto, afuera todo está en silencio. Moni pasará la noche en casa de no sé quién. Decido colocar música desde el TV y camino rumbo a la cocina, busco en la nevera cerveza y no hay. Hago puchero, necesito suficiente alcohol en mi cuerpo para escribir ese capítulo. De solo recordar todo ese día, me tiemblan las manos.

Regreso a mi habitación para buscar una sudadera y mi cartera. Cierro la puerta del apartamento y bajo.

A unas calles hay un supermercado, ahí deben vender cervezas. Apenas llego, camino directo al fondo que es donde están las neveras de exhibición. Tomo dos six pack de la marca que más me gusta y las cancelo.

En el camino de regreso a mi apartamento, decido que es mejor comprar de una vez algo para cenar, compro un hot dog. Al llegar de nuevo, escucho mi celular sonar. No me apresuro en contestarlo, guardo las cervezas en el refrigerador dejando una afuera, tomo mi hot dog y lo acomodo en la mesa para ir a mi habitación en busca de mi portátil. Le doy el primer trago a la cerveza y comienzo a escribir.

Flashback.

Diciembre 22 de 2017

—Princesa, necesito saber qué tienes. Me estás preocupando. —Suspiro y abro la puerta de la habitación, Sebastián mira mis maletas y luego a mí, repite eso varias veces hasta que centra su mirada solo en mí. Mis ojos se llenan de lágrimas—. ¿Qué sucede? —Las seco como puedo y me obligo a hablar.

—Me voy. —Sebastián me mira confundido—. Te fui infiel —lo suelto. La mirada de Sebastián pasa de confundido a dolida y regresa nuevamente a estar confundida.

—¿Qué? —susurra bajito.

—Lamento haberte lastimado, no quería hacerlo —confieso. Sebastián me mira con los ojos encendidos.

—No querías, ¿qué? ¿Acostarte con otro hombre? —escupe con rabia. Me trago mis lágrimas, no debo llorar.

—Lastimarte, no quería lastimarte —explico. Sebastián bufa y me da la espalda.

—¿Con quién? ¿James? —Señala la puerta a mis espaldas. Arrugo la frente y niego repetidas veces con la cabeza—. ¿Entonces, quién? —insiste.

—No tienes que saberlo —sentencio. Sebastián alza las cejas.

—¿No tengo que saber con quién es que te revuelcas? —Está sumamente enojado. Por un segundo me permito tener miedo.

—No, solo debes saber que te falté el respeto y me iré —declaro decidida.

—¡Por Dios, Alejandra! No puedo entenderlo, no puedo hacerlo. ¡No quiero que te vayas, eres mi esposa, te quiero aquí conmigo! —Su pecho sube y baja rápidamente. Está tan alterado que temo por su salud.

—Pediré el divorcio. —Sebastian se sienta sobre la orilla de la cama y me mira fijamente. En sus ojos puedo ver el océano alborotado. Trago saliva.

—¿Es para tanto? Puedo dejarlo pasar, no tenemos que hacer una tormenta en un vaso de agua. No quiere perderte. —Su voz es apenas un susurro. Cierro los ojos, él no puede estar diciendo eso.

—No quiero que lo dejes pasar, Sebastian. No quiero seguir aquí, ya no puedo verme como tu esposa. —Un gemido lastimoso brota de sus labios y comienza a llorar. Me derrumba verlo así, seco mis lágrimas y me acerco a tomar mis maletas. Si me quedo un poco más, no podré irme. Ya hice suficiente daño—. Perdóname, Sebastian, perdóname por causarte este daño. —Estoy llorando, Sebastian levanta su mirada del suelo y al verme, todo se quiebra en mi interior. Me duele verlo así, me duele haberle causado tanto dolor.

—Yo te perdono, pero de nada sirve hacerlo si igual te irás. —Suspira melancólico.

—Te estoy haciendo un favor, créeme. No te mereces a una mujer como yo —zanjo. Me dirijo a la puerta arrastrando mis maletas. Sebastian me deja salir, continúo mi camino hasta la salida de la casa y justo después de cruzar, Sebastian se arrodilla frente a mí. Es la segunda vez que lo veo hacer tal cosa, la primera fue para pedirme matrimonio.

—No me importa que me merezca a alguien mejor, solo te quiere a ti, pequeña. A nadie más —promete. James nos mira confundido mientras está apoyado sobre el auto. Me arrodillo también.

—Lo siento mucho, cariño. No te merezco, eres demasiado bueno para mí. Te quiero. —Dejo un último beso en sus labios y vuelvo a levantarme. James me abre la puerta del auto y me ayuda con el equipaje. Le pido que me deje en el aeropuerto, así no sabrán a dónde me dirijo. Ni siquiera yo lo sé.

Fin del FlashBack

Me levanto en busca de otra cerveza, es la última que me queda y no quiero seguir recordando ese día, por hoy es suficiente. Suspiro y apago el portátil, camino hacia mi habitación y me tiro sobre la cama viendo el techo.

Odié tanto el mes de diciembre, ahora que ya estamos entrando a Febrero, puedo ver todo lo que cambié en ese tiempo y me pregunto qué hubiera sido de mi vida si Gideón no hubiera aparecido en ella. De seguro seguiría viviendo con Sebastián, quejándome en silencio de las mismas cosas, no hubiera conocido el placer de tener más de un orgasmo y, mucho menos, andaría libre por el mundo. Aunque eso último creo que aún no sucede.

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