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Capitulo 14

Cariño, de todas las locuras que he cometido, enamorarme de ti ha sido la más normal y maravillosa💖
A🌙 A

Presente.

La música de la disco retumba fuerte, las personas bailan sin descanso alguno y yo permanezco sentada sintiendo la mirada de Gideón en mi nuca. Le he dicho que esta noche no caería y subí al auto con Moni y sus amigos, los cuales me han aceptado como parte de su grupo y me han hecho sentir cómoda en todo momento. 

Sin embargo, don insistente, o sea; Gideón, nos ha seguido a la discoteca y ni siquiera se ha molestado en ocultar su presencia. No, se ha sentado justo a nuestro lado, le estoy dando la espalda, pero su mirada es tan potente que siento como calienta mi cuerpo. No he querido bailar, la verdad es la primera vez que vengo a una discoteca, sé que bailaba en un club nocturno, pero no era una disco, era un sitio donde los hombres iban a ver a mujeres con poca ropa. 

Con Sebastián nunca fuimos a un lugar como este, se le caería el pelo si me ve ahora acá. Muero por bailar, pero temo que Gideón monte una escena. Sin embargo, he decidido que en una hora más adelante, cuando ya el alcohol haga efecto en mi sistema, bailaré y no me importará su estúpida presencia. 

—Ven a bailar, vamos. —Moni insiste tirando mi mano. Niego por enésima vez. 

—Más tarde. Deja que entré en confianza —repito lo mismo, ya hasta empieza a convertirse en un mantra. 

—Amargada —dice resignada y se va a la pista con Fabrían; uno de sus amigos.

Ambos chicos son muy lindos, Fabrían es de ojos cafés y rulos del mismo color, me encanta como le caen alrededor de su cara. Marcos es de labios gruesos y ojos pequeños, da mucha ternura su aspecto, no es para nada rudo, aunque su voz es fuerte, él es de ojos negros y su cabello está cortado muy bajo, pero creo que es liso. Cabe resaltar que ninguno llama mi atención.

Por supuesto que tampoco estoy en plan conquista, pero digamos que desde que probé la rudeza de estar atrapada entre fuertes brazos tatuados, es difícil encontrar un estereotipo igual.

Suspiro cansada y alzo la mano para pedir otro trago, dicho trago casi lo escupo al ver a Gideón en la pista con una rubia despampanante que anda como si le estorbara la ropa. Trago hondo, la chica parece disfrutar de las destrezas de Gideón y puedo notar que también se le da bien bailar, aunque ya me lo esperaba. Alguien que se mueve como él en la cama, no puede ser un mal bailarín. 

Muerdo mi labio al ver como le coge una nalga a la chica, a ella parece gustarle, puesto que se le pega más. Asiento con la cabeza cuando Moni desde la pista me hace señas de que vea a Gideón. Lo estoy viendo, lo estoy viendo y siento ganas de levantarme y mostrarle a la rubia lo que es bailar con una latina. Su mirada encuentra la mía y me sonríe lobuno, le devuelvo la sonrisa para demostrarle que no me importa. 

—¿Bailamos? —Marcos extiende su mano en mi dirección, me hubiera gustado que otro chico me pidiera bailar, no él que se ve tan tierno. Pero asiento cogiendo su mano, si ya Gideón está bailando, no debería montar una escena por yo hacerlo. Además, no somos nada. 

Llegamos a la pista de baile y Marcos no pierde tiempo, coloca una mano en mi espalda baja y me pega a su cuerpo, coloco las mías a cada lado de su cuello y empezamos a bailar al ritmo de Juan Luis Guerra. 

Nos movemos con destreza, meneo mi cuerpo suavemente y disfruto del baile y de mi pareja, Marcos baila muy bien, lo reconozco. La música acaba y comienza una muy diferente, de merengue cambiamos a bachata. Romeo Santos nos deleita con "El Malo", me preparo para bailar esa canción, pero Gideón tiene otros planes y aparece a nuestro lado. 

—Bailemos esta. —Él, por supuesto, no sabe de modales y llega exigiendo. Niego con la cabeza y me pego más al cuerpo de Marcos.

—Ya estoy bailando con Marcos —respondo obvia. Gideón mira a Marcos como si apenas se diera cuenta de su presencia. Ruedo los ojos.

—Podrás bailar las demás con él, solo te pido esta canción. —Vuelve a centrar su mirada en mí.

—Yo no tengo problema. —Hoy no es mi día. ¿Por qué Marcos debe ser tan tranquilo? Amigo, no hubiera estado mal si ponías más resistencia. Aunque tampoco lo culpo, ver a Gideón tan alto, fuerte e imponente, debe doblarle las rodillas. Bufo. 

—Solo esta —aclaro. Gideón sonríe satisfecho, da vuelta y se va dejándome en medio de la pista. ¿Qué es lo que sucede con él? No demora mucho en volver, solo lo necesario para verme como idiota. Me percato de que la música acaba de volver a empezar. 

¿Ha sobornado al DJ? ¡Qué fácil se venden! 

Llega directo al grano, me da una vuelta sobre mi propio eje y al tenerme nuevamente de frente me aprieta contra él. Mi feminidad responde a su contacto humedeciendose en el acto. Una de sus manos se ubica en mi trasero, mientras la otra toma mi mano. Si desde el asiento veía que era un buen bailarín, ahora puedo sentir que es más que eso, es como un amante en la pista, seduciendo, tocando y haciendo que recuerde lo que es tenerlo entre mis piernas. Suspiro. 

Me separa un poco de su cuerpo para hacer uno que otro movimiento, me da varias vueltas en la que me hace pasar por debajo de su brazo y ahora me encuentro bailando de espaldas pegada a él y con sus manos sujetando las mías en mi vientre. Sentir su hombría pegada en mi trasero no ayuda al aguacero que se está formando en mi braga. 

Romeo canta afirmando que sigue siendo el malo que no dejo de querer y ya veo porque Gideón me pidió bailar justo esta canción, está recordándome que no importa lo que haga, lo seguiré queriendo.

Muy a mi pesar, debo admitir que lo sigo queriendo, pero entre mis piernas.

Un jadeo se me escapa cuando suelta una de mis manos para acariciar mi cintura y descender. Lo escucho respirar en mi cuello erizándome la piel.

Me da otra vuelta dejándome de frente justo cuando la canción termina, no me sorprende el beso que me planta en los labios, mucho menos el encontrarme correspondiéndole. Después de semejante baile solo quiero que hagamos lo que le aseguré que haríamos si veníamos para acá juntos. Cualquier esquina o lugar parece ser buena opción en este momento con tal de sentirlo dentro de mí. 

—Duerme conmigo hoy —pide al separarnos. No respondo. Dormir con él es no dormir. Lo conozco, nos la pasaríamos cogiendo y mañana iríamos juntos al trabajo y él querría hacerlo de nuevo ahí y después me invitaría a cenar, yo lo rechazaría y le recordaría que no quiero nada y volveríamos a pasar por el mismo ciclo una y otra vez. Y es que seguirá pasando mientras yo siga dejando que me bese, pero en mi defensa: Gideón sabe como hacerte caer.

No sigue esperando mi respuesta, toma mi mano y nos lleva a la mesa en la que estoy compartiendo con Moni y sus amigos.

—Estaré justo al lado, no vuelvas a bailar con nadie, por favor. —Aunque está exigiendo algo que no le corresponde, creo que es la primera vez que dice por favor. Asiento sin querer pensar mucho—. Acepta, por favor. —súplica. Parpadeo repetidas veces al volver a escucharlo decir por favor. ¿Qué está pasando? Lo veo sentarse en la mesa de al lado y servirse un trago de lo que parece ser whisky. Suspiro sentándome junto a Moni.

—Ya veo porque te tiene embobada —comenta apenas me siento. Sonrío apenada.

—Si como baila lo hace, necesito que le dé clases a mi novio —dice Gloria, la amiga de Moni. Todas reímos.

—No creí que tuvieras novio —confieso para cambiar de tema. Se acomoda un mechón de cabello detrás de la oreja, tiene unos hermosos ojos color zafiros y tiene la cara llena de pecas, es como esas muñequitas de porcelana.

—Está de vacaciones con sus padres. —Hace una nueva de desagrado. ¿Vacaciones a finales de enero? Asiento sin querer preguntar más—. Es de esos niños ricos de papi y mami que hace lo que ellos quieren, debería estar aquí terminando su semestre y está viajando. —Bufa, ahora sí molesta.

—Es un idiota —sentencia Moni, con determinación. Gloria asiente dándole la razón.

—Pero es lindo —añade Gloria, segundos después.

—Eso sí —la apoya Moni.

—Enséñamelo a ver —pido queriendo integrarme más. Gloria sonríe, saca su celular del bolsillo de su chaqueta y busca un momento para después enseñarme una foto de un chico pijo, esa es la única palabra que pasa por mi mente al verlo.

En la fotografía se ve vestido con un pantalón jean con una camisa Armani y unas botas que a legua se ven costosas. No se ve bien el rostro porque es tomada desde lejos, pero creo que tiene los ojos claros, cabello castaño claro y es blanco. Sí, es lindo, aunque creo que a ese cuerpo le falta tinta. Muerdo mi labio.

—Es bonito —reconozco. Gloria sonríe asintiendo.

—No tanto como el tuyo. ¿Por qué no está aquí con nosotros? Podemos hacerle espacio. —Suspiro.

—Larga historia —responde Moni por mí. Asiento.

—No es mi novio —aclaro.

—Pues, te besa como si lo fuera. Además, te mira como si deseara poseerte —argumenta. 

—Y eso que no has visto cómo la posee. —Moni sube y baja las cejas de manera sugerente. Reímos.

—Era mi amante y ahora no sé qué somos —admito. No me gusta ir por ahí contando que le puse los cuernos a mi esposo, pero no tengo como explicar mi relación con Gideón sin hablar de eso.

—¡Oh! Esta historia me gustará —asegura colocándose cómoda. Los chicos ya se han ido a buscar con quién bailar y sigo sintiendo a Gideón mirarme.

—No sabe explicar lo que siente por él, aún no lo define. Se niega a darle una oportunidad y también a dejar de follar con él, así que está más perdida que un lunes en verano. —No podría haberlo explicado mejor que Moni. Le sonrío agradecida.

—¿Te gusta? —Asiento sin dudar. ¿A quién no podría gustarle? Es un morenazo sexy de ojos grises y cuerpo tatuado. ¡Por favor, debe ser la fantasía sexual de muchas mujeres! Incluyéndome, claro está—. ¿Lo quieres? —insiste. Suspiro.

—Lo quiero, pero no al punto de amarlo. No quiero empezar una relación con él, me gusta como me toca, me mira, me besa y me lo hace, pero no quiero estar con él definitivamente —explico.

—Entonces deberías ir al médico, tener a un hombre así a tu disposición y no querer despertar con él, es de locos. —Volvemos a reír ante las palabras de Gloria. Me agrada esta chica. Miro a Gideón por encima del hombro, él me devuelve la mirada. 

¿Será que estoy desaprovechando mi oportunidad?

Obvio sí. Estás loca, hermana.

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