Epílogo: Logan
3 meses después.
Marcos entra corriendo a la habitación de hospital en la que me encuentro, sus ojos me observan preocupados, pero a su vez la chispa de felicidad reluce en ellos. Al notar mi sonrisa sus hombros se relajan perceptiblemente y entonces es que se fija en la bebé entre mis brazos. Su sonrisa aumenta aún más mientras se acerca con suavidad a mi lado y estira su mano para acariciar la pequeña cabecita de nuestra hija.
—Es preciosa.
Reyes tuvo razón, poco después de que regresé al pueblo mi barriga comenzó a crecer a un ritmo mucho más apresurado que cualquier embarazo normal; lo que originalmente debieron ser nueve meses terminó en cuatro casi cinco y por fin, esta mañana, luego de varias horas de dolor, he conseguido tener a mi pequeña hija entre mis brazos.
Sus cabellos son del color del ébano más puro y se expanden por su cabecita en abundancia, sus mejillas son bastantes infladas y resalta su piel de porcelana; es tan pequeñita y hermosa que por instantes da miedo cargarla ante el pensamiento que pueda caerse de mis manos. Aunque, sin duda alguna, lo que más me sorprende de mi pequeña es que uno de sus ojos es de color dorado y el otro de color verde. No pude evitar soltar una tonta sonrisa ante ese detalle porque, a pesar de que sé que esta característica aún puede variar, siento que nos representa a mí y a Marcos por igual.
No puedo evitar recordar cuando mi hermano me preguntó sobre a quien quería que se pareciese la niña y yo solo deseaba que fuese igual a Marcos, sin embargo, mirándola ahora y aunque no recuerdo el color de mis ojos en el pasado, estoy casi seguro de que eran dorados como dijo mi vampiro. La pequeña nos describe a los dos. Es la bebé ideal.
En el primer momento en que nos toca a Marcos o a mí con sus tiernas manitas podemos sentirla en nuestra mente llamándonos mamá y papá; una lágrima resbala por mi mejilla al rememorar mi propio nacimiento: Mientras que a mí me odiaron por hacer lo mismo Marcos solo le sonríe a la pequeña como si fuese su más grande tesoro.
—Bienvenida al mundo mi niña hermosa.
Pasan las horas y Marcos no se separa de mí o de la niña en ningún momento, incluso la carga entre sus enormes brazos habiendo que se visualice más frágil de lo que es. Marcos, aun con la niña cargada, se acerca a mi lado para besar mis labios, no ha dejado de agradecer por haber tenido a su hija ni un solo segundo.
—¿Interrumpimos?
Las risas vienen desde la puerta de la habitación y cuando alzo la mirada puedo ver a nuestros amigos observándonos. Michael porta un enorme oso de peluche de color azul celeste con un gran lazo negro en su cuello, Marcos trae cajas de chocolates que me ofrece sin dudarlo; incluso Ryan y Dereck traen varios ramos de flores que dejan por cada centímetro de la habitación, no puedo evitar sonreír ante tantos regalos. Michael y Tobías corren sobre Marcos para poder ver a la niña, aún pelean entre ellos para decidir cuál será el padrino oficial.
—¿Cómo se llama? —Ante la pregunta de Michael, Marcos me observa y asiente con la cabeza para que sea yo quien da la respuesta y el no tener que apartar sus ojos de la pequeña.
—Su nombre es Ayana.
Ahora es Dereck quien da un paso hacia nosotros para observar a la pequeña mientras envuelve sus brazos alrededor de la cintura de Michael y lo jala hacia él de tal manera que la espalda del rubio queda pegada al pecho de la pantera.
—Es un nombre poco común, ¿tiene algún significado?
—Significa flor bonita—responde Marcos acercándose a mí para depositar un beso en mi frente, la verdad es que fue él quien eligió el nombre pues dice que su hija sería como la más hermosa de las flores.
Tobías de un solo salto se junta con Ryan y envuelve sus brazos alrededor del cuello del líder lobo.
—¿Por qué no adoptamos uno? —Los ojos del vampiro muestran un brillo deseoso—. ¿Te imaginas un lobito como tú?
—Pues en ese caso. —Prosigue Dereck con un puchero contra el cuello de Michael—. Yo también quiero uno, ¿por qué no me complaces bebé?
Tanto las mejillas de Ryan como las de Michael adquieren el color del carmín más puro y todos rompemos en sonoras carcajadas. Por lo visto, ninguno de los hombres lobos de esta habitación están preparados mentalmente para tener hijos. Deseoso de cargar a Ayana estiro mis manos hacia Marcos en una silenciosa petición de que me entrega a la niña y el vampiro complace mi deseo para luego de dejarla en mis brazos abrazarme a mí.
—Si es que te has vuelto un osito cariñosito —Se burla Tobías con descaro—. Te juro que no te reconozco.
Marcos solo se encoje de hombros.
—Logan me ha embrujado.
Todos vuelven a romper en risas, solo que esta vez duran poco. El ambiente de la habitación cambia ante el olor de un nuevo invitado entre nosotros. Miramos a la puerta al mismo tiempo y no puedo evitar que mis labios se curven en una sonrisa al percibir los carmesíes ojos que mantienen su vista fija en mí.
—¿No pensabas que me perdería el primer día de vida de mi sobrina? ¿O sí?
Ninguno habla, solo observan sorprendidos a Reyes como si fuese un verdadero desquiciado por haberse aparecido totalmente en público y sin guardia; Marcos es el primero en moverse y con un asentamiento de cabeza se levanta de mi lado para que Reyes ocupe su sitio junto a mí. Creo que luego de la última vez que nos encontramos con mi hermano, justo antes de que yo regresara al pueblo, Marcos comenzó a tomarle afecto. Reyes sin fijarse en el resto de sobrenaturales en la habitación se acerca a la camilla y se sienta en el espacio libre que acaba de dejar mi vampiro.
Cuando le tengo totalmente cerca puedo notar como entre sus manos trae un pequeño peluche de conejito verde.
—¿Es para Ayana?
Reyes asiente y por un instante puedo jurar que se siente nervioso.
—Pensé que te gustaría el color verde, son como los ojos de tu vampiro y, por lo que veo, como uno de los ojos de ella. —Reyes pone el conejito a un costado y acaricia con suavidad mi mejilla juntando nuestras frentes al mismo tiempo—. Me siento muy orgulloso de ti bebé.
—¿Quieres cargarla?
Ante mi pegunta, por el rabillo del ojo, puedo notar como Michael y Ryan dan un paso hacia delante nerviosos, pero Marcos, quien no deja de observarnos con una sonrisa, les detiene alzando una de sus manos. Internamente le agradezco esa muestra de confianza hacia mi hermano. Reyes, por su parte, cambia su semblante y ahora luce más serio, quizás preocupado.
—¿Y si le hago daño? —Por instantes no luce como el temeroso líder híbrido, sino como un adolescente temeroso ante un bebé, como si un mal toque pudiese destruir la preciada vida que cargará entre sus manos.
—No seas tonto, eres su tío.
Reyes sonríe dejando ver parte de sus colmillos bajo sus labios y, con suavidad, se acomoda junto a mí para cargar a la pequeña. Poco a poco la deposito entre sus brazos y puedo notar el instante exacto en que Ayana roza con sus manitas la piel de Reyes y se comunica con él. La sonrisa de Reyes se vuelve incluso más nerviosa.
—Mira Logan, mi sobrina me reconoció, recuerda mi vos de cuando le hablaba mientras aun ella estaba en tu barriga.
Todos se relajan observando a Reyes y por ahora creo que nadie le considera una amenaza, sin embargo, de un momento a otro, el rostro de mi hermano se tensa y observa hacia la puerta vacía. Luego de ello se coloca en pie y vuelve a dejar a mi hija entre mis manos.
—Tengo que irme bebé. —Se agacha y besa mi frente como siempre—. Pero créeme que volveré muy pronto. —Va a salir caminando cuando de repente da dos hacia atrás y se detiene justo frente a Marcos—. Solo para que quede claro, se parece más a mí.
Rompo en una risa con el narcisismo de Reyes mientras que Marcos evidentemente les pide paciencia a los cielos para no tomar por el cuello a mi hermano; por lo visto alguien es un papi celoso. Reyes le hace una reverencia al resto y corre hacia la puerta, no obstante, en ese momento comprenso porque Reyes se tensó. En la entrada de la habitación se manifiesta Dylan con un ramo de flores, por lo visto también venía de visitas, pero por su ceño fruncido puedo jurar que notó a Reyes incluso antes de entrar.
El aura asesina se apodera en el ambiente y la tensión vuela entre todos; pero, para nuestra sorpresa, Dylan levanta sus ojos hacia la bebé y luego, soltando un largo suspiro, se hecha a un lado para dejar ir a Reyes. Por lo visto ninguno de los dos montará una escena el día del nacimiento de mi hija y yo se lo agradezco a ambos.
Reyes comienza a caminar, pero el líder cambiaformas le sostiene del antebrazo impidiéndole que siga su rumbo.
—Hoy no, pero voy a matarte. —El odio es la emoción más perceptible en su voz.
Reyes solo sonríe con superioridad y colocándose de puntillas deposita un efímero beso sobre los labios de Dylan.
—Entonces ven a por mí y cázame, te estaré esperando cambiaformas.
Todos quedamos tan anonadados por ese acto que mi hermano le da tiempo desvanecerse como si fuese humo en el viento sin dejar señal y dejando a un muy sonrojado cambiaformas a sus espaldas.
Por lo visto los problemas nunca terminan en este lugar.
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