Capítulo 4: Marcos
La noche anterior no volví a la habitación hasta saber que el mocoso híbrido por fin había caído dormido, sin embargo, no es como que eso representase paz. Tobías no dejó de entrar en mi mente y de sacarme de mis casillas con bromas sobre Logan, aunque entre broma y broma también hablamos sobre su bienestar y sobre las marcas que recorren tanto sus brazos como sus piernas. No me agrada la raza de híbridos y Tobías que me conoce desde hace algunos milenios sabe que tampoco simpatizo con los seres humanos; no obstante, que desarmado puede tortura tanto a un niño de esa manera.
No soy un alma de Dios ni nada por el estilo, he matado más vidas de las que puedo recordar, aun así, sobre mi conciencia no recae la muerte de nadie tan joven. A esta edad Logan no debería estar pasando por torturas o transformaciones, y desde luego no debería verse metido en medio de una guerra; todo lo contrario. Logan ahora mismo debería estar de fiesta, estudiando, saliendo con chicas o divirtiéndose a su manera. Sin embargo, no puedo evitar pensar en qué clase de vida debió llevar para terminar justo como ahora.
Finalmente, la noche acabó y, para mi desgracia, mi labor de niñera no llegó a su fin.
—Fuiste tú quien juró protegerlo. —Me quejo a Tobías—. ¿Por qué debo ser yo quien lo escolte al pueblo?
—Primera vez desde que estamos juntos que te veo desafiar una orden.
La voz de Tobías se siente como una burla y yo suelto un gruñido.
—Solo digo que puedes llevarlo tú y yo me marcho con Dereck y Michael.
—¿En serio quieres ir con la pareja enamorada que acaban de tener su primera noche juntos? —Frunzo el ceño, esa tampoco es una idea demasiado agradable para mí. Ahora mismo si tuviese que decir algo malo sobre ser un vampiro sería tener un oído desarrollado y haber sentido los jadeos de Michael la noche anterior—. Además, quizás los híbridos me vigilen pensando que seré yo quien lo lleve, por eso es que te envió antes con él.
—Sigo pensando que no es bueno que sea yo quien le escolte, el mocoso ni siquiera sabe respetar el espacio personal.
—¿Saben algo ambos? —La fina voz proviene de la puerta que conecta el baño y la habitación, ni siquiera tengo que girar la mirada para saber que se trata del pequeño híbrido de ojos carmesíes con vetas doradas—. No es necesario que hablen de mí como si no estuviese presente, no soy un maldito perro callejero que se estén sorteando.
Noto la risa de Tobías dentro de mi mente y solo entonces giro la mirada hacia Logan y, para mi sorpresa este tiene sus ojos fijamente sobre mí.
—Un mocoso como tú no debería ser tan mal hablado, si acabas de tomar un baño bien pudiste lavarte la boca con jabón. —Ni siquiera me inmuto al responderle.
—No me trates como un niño.
—Entonces no te comportes como uno. —Gruño por haberme arrastrado yo mismo a esta discusión y darle a Tobías tantos motivos de diversión—. Vístete ya.
Logan solo lleva puesto unos simples vaqueros que, por lo que sé, se los había comprado Michael al llegar a este hotel, por lo visto la ropa que poseía antes estaba demasiado rota, llena de sangre y lodo como para volver a utilizarla. Su torso continúa desnudo, aun con las gotas de agua cayendo desde sus oscuros cabellos hasta su cuerpo, sin embargo, lo que más llama mi atención y provoca que observe el cuerpo del mocoso más tiempo del debido es su tatuaje. En el costado izquierdo de su abdomen, desde la zona de la pelvis, se visualiza la figura de una serpiente, su delgada cola inicia en la ya mencionada zona de la pelvis y poco a poco va ascendiendo en vertical, enroscándose en sí misma dándole a su cuerpo la forma del símbolo del infinito en el centro y luego de eso la cabeza de la serpiente continúa subiendo hasta el pectoral izquierdo de Logan. La serpiente tiene la piel de un negro intenso en la parte superior, el único color que posee el animal son los ojos pintados de un rojo tan intenso como los de Logan.
«¿Por qué un niño como este tiene un tatuaje así?»
—No me digas que te intimida mi cuerpo desnudo. —Se burla el híbrido con sarcasmo, automáticamente mi vista abandona la tinta negra sobre su piel y vuelve a centrarse en su burlesco rostro—. ¿Te ha gustado mi tatuaje? —Sonríe más al darse cuenta de lo que estuve haciendo—. Tengo uno en la nalga también, si quieres te lo enseño.
Noto como Tobías hace un gran esfuerzo por no romper en carcajadas frente a nosotros y mi enojo solo va en aumento. ¡Será sinvergüenza el crio este! ¡Joder!
—Como vuelvas a abrir la boca te juro no vuelves a hablar en tu vida. —Doy media vuelta y me dirijo hacia la salida—, les espero abajo.
Con solo cerrar la puerta tras de mi puedo escuchar como Tobías le pregunta si no aprecia su vida y Logan tan solo ríe encantado, aunque para mi sorpresa luego murmura.
—No quiero que se moleste, solo no puedo evitar desafiarlo.
Cierro los ojos y exhalo un suspiro; llevo mis dedos a mi rostro para masajear la zona del tabique y disipar el estrés acumulado: Esto no es bueno, no puedo explotar tan fácil por un niño que solo se centra en la provocación. Algo no está bien y Logan no ha contado toda la verdad. Puede que sí necesitase ser rescatado, puede que fue un humano transformado, pero hay más, sino ¿Por qué los híbridos se fijarían en un simple niño mortal?
EL ataque que hizo la noche anterior hacia mi persona también me mantiene pensativo, sobre todo por el hecho de que él también parecía sorprendido. Y sus ojos, esos ojos tan únicos e inigualables, maté a varios híbridos en el antiguo hospital psiquiátrico donde Tobías había sido capturado y ninguna de estas bestias presentaba el rasgo dorado que posee Logan en las pupilas.
Con estos pensamientos en mente bajo hasta el parqueo y monto en la camioneta, como Tobías no podía venir en su moto trajimos el coche de Ryan, hay que admitir que es mucho más cómodo para desplazarme si tengo que ser yo quien lleve de regreso a Logan; no sé si sería capaz de aguantar su tacto a su cercanía si fuésemos en moto.
Unos die minutos después ya el híbrido está montado en el asiento del pasajero, se ha puesto una camisa que es tres tallas más grandes que su pequeño cuerpo, es evidente que Michael no encontró algo que le pudiese encajar al niño, pero lo importante es que tiene ropa limpia. Tobías, por otra parte, me da las últimas instrucciones necesarias para nuestro viaje antes de desaparecer de regreso al hotel, necesita despertar al lobo y al cambiaformas que aun duermen, lo más lógico es que ellos emprendan su viaje como mínimo una hora luego que nosotros para darnos ventaja en caso de que nos sigan. Emprendo la marcha por la carretera, mis instintos siempre alerta de que ningún vehículo se mantenga tras nosotros más minutos de lo necesario, por suerte Tobías debía tener razón, no esperaban a Logan viajando conmigo, sino con él. Yo aún soy un desconocido para el clan híbrido.
Han pasado casi tres horas desde que iniciamos el viaje, no he llamado a Tobías para saber cómo están en caso que rastreen la llamada; no es probable, pero la acción tampoco se descarta. A las malas hemos debido de aprender que incluso los más cercanos a nosotros nos han traicionado.
—¿Falta mucho? —No aparto la mirada de la carretera mientras Logan pregunta.
—Aún debe faltar un poco. —Mi tono es cortante y si el híbrido lo notó lo ignora por completo.
—¿Anoche cuando maldecías en que idioma hablabas? —No respondo y el continua—. Me pareció francés o italiano, aunque no estoy del todo seguro.
Silencio.
—¿Cuántos años llevas con Tobías?
—Los suficiente.
Se calla como pensando mi respuesta y, para mi desgracia, el silencio dura poco.
—Parecen buenos amigos ustedes dos y deben serlos, no imagino de qué otro modo estarías sirviéndole si ambos son alfas.
Freno el coche de repente provocando que el carro que venía tras nosotros toque el claxon con fuerza. Aprieto con tanta fuerza el volante del coche que mis nudillos están más pálidos de lo natural. Dándome cuenta de lo mucho que llamo la atención vuelvo a arrancar el vehículo, pero no por mucho tiempo. Solo lo suficiente para parquear a un costado de la carretera en una zona donde los árboles cortan la visión de los vehículos que continúan pasando a toda velocidad. Sin dar tiempo a nada me giro hacia Logan y, zafándole el cinturón de seguridad, le arrojo a los asientos traseros del coche para luego moverme yo.
Todo ha sido tan rápido que cuando el híbrido quiere darse cuenta de lo que ha sucedido, al igual que la noche anterior, mi mano aprisiona su cuello, solo que esta vez con su espalda atrapada entre yo y los asientos del coche.
—¿Cómo sabes eso? —No hay paciencia ni comprensión en mi voz, solo un enojo desmedido, se supone que esa información es secreta, si sale a la luz podría crear problemas y guerras en el clan, nunca se han visto clanes con dos alfas como dirigentes, siempre trae problemas, y eso por no decir que la palabra alfa pertenece a un pasado oscuro en mi vida. —¿Quién te lo dijo?
Noto como a Logan le cuesta hablar debido a que mi mano presiona demasiado fuerte sus cuerdas vocales, aun así, la furia es tanta que no la aparto.
—No me lo dijeron, lo sé por tu olor.
La tensión se apodera de mi cuerpo y Logan aprovecha este momento de debilidad para apartar mi mano de su cuello, a pesar de su corta edad la mezcla de sangres sobrenaturales en su sistema parece haberle otorgado la fuerza necesaria para ello; no obstante, en vez de empujarme, acerca el dorso de mi brazo a su rostro para olerlo más.
—No entiendo, nadie más parece olerlo, pero yo sí.
Por unos instantes todo pensamiento lógico se aparta de mi cuerpo, solo me mantengo observándole mientras Logan continúa olfateando mi mano; jamás he visto algo así. Ni siquiera a las personas que se identifican como ¨parejas destinadas¨ actúan de tal manera; obvio que este niño y yo nos mantenemos bastante lejos de esa categoría.
—¿Qué haces?
—No lo sé. —Y lo peor de todo es que sus confusos ojos parecen sinceros en la respuesta…y también me confunden a mí.
Siento una inquietud en mi interior, una inquietud que no sentí ni cuando murió…
¡No! No puedo pensar en ella, me lo prometí. No puedo dejar que esa grieta vuelva a abrirse…
Aparto la mano de un tirón y me reincorporo en el asiento delantero dejando a un confundido Logan en la parte trasera de la camioneta. Nuestras miradas se cruzan por el espejo retrovisor e intento que mi voz salga lo más fría posible.
—Cómo le cuentes a alguien lo que acabas de decirme, los híbridos no serán lo único a lo que debas temer.
Enciendo el auto y vuelvo a la carretera y, esta vez, el viaje se mantiene en silencio.
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