Capítulo 12: Logan
El silencio en el carro mientras vamos hacia el hospital es bastante incómodo; Tobías va conduciendo mientras Marcos se halla a su lado enajenándose de todos dentro del coche, o por lo menos eso parece. Ambos van en los asientos delanteros y yo me mantengo atrás; por el espejo retrovisor voy notando como Marcos frunce su ceño de vez en cuando y emite bajos gruñidos, no puedo evitar pensar que esos dos van teniendo una conversación telepática de la cual no me entero de nada, pero por las risas y algunas miradas de Tobías siento que soy parte del tema de conversación.
Nunca he odiado a Tobías, todo lo contrario, lo respeto y le agradezco todo lo que ha hecho por mí, sin embargo, cuando estábamos en el sótano sí que sentí mucha frustración y rencor hacia el vampiro líder por el instante de interrupción.
Antes de su llegada, por pocos momentos, sentí que Marcos y yo llegamos a un punto de conexión emocional que ninguno de los dos esperaba; desde mi celo las cosas han cambiado mucho en nuestra poco convencional relación y, por unos instantes, sentí como si hubiese sido capaz de ver parte de su alma. No pensaba contarle tanto de mi pasado, simplemente una vez que comencé a hablar no puedo detenerme y, aunque yo también le pregunté, me tomó por total sorpresa que Marcos respondiese a mis preguntas.
Ahora lo entiendo un poco mejor, comprendo el odio que presenta por la raza humana, aun así, siento que hay más, mucho más detrás de esas pocas palabras que me dijo y quiero saber. Quiero saber qué es lo que no le deja avanzar, porque tiene visiones tan pesimistas. Juro que aún puedo sentir el tacto de la yema de sus dedos sobre mi cuello y la sensación de ardor en mis labios con su beso; no puedo dejar de preguntarme si me hubiese contado algo más de no ser porque Tobías llegó. Luego de eso fue como un duro choque contra la realidad.
Sé que al querer saber estoy rompiendo un trato que yo mismo propuse, pero la verdad es que ya no hayo en mí la convicción para mantenerme lejos. Simplemente no quiero.
Intento encontrar la mirada de Marcos por el espejo retrovisor, pero el vampiro en ningún momento desvía su mirada de la ventanilla y, a cada segundo que pasa, suelta un nuevo gruñido; voy a darme por vencido cuando es a Tobías a quien encuentro observándome.
—Veo que han aprovechado bastante bien el tiempo que he estado fuera. —Puedo sentir la voz del líder vampiro en mi mente, sus poderes telepáticos son parecidos al mío, solo que él los utiliza para conversar y yo en un parpadeo puedo ver toda una vida.
—¿Qué te importa?
Noto la sonrisa en los labios del vampiro.
—Veo que Marcos no es el único molesto por esa interrupción.
—Se supone que no llegabas hoy.
—Se supone que ustedes estarían entrenando.
Hay burla en su voz y no puedo evitar que mis mejillas se sonrojen ante la sugerencia del vampiro.
—Entrenamos.
—Ya imagino de qué manera, a mí también me encanta entrenar así con mi lobito.
—¡Eres idiota!
El silencio se crea por unos instantes en mi cabeza a medida que nos acercamos al hospital, no veo la hora de llegar y escapar de la rara atmósfera que se ha creado entre los tres. Sin embargo, cuando vamos a bajar para entrar al centro médico vuelvo a sentir la voz de Tobías en mi cabeza.
—Me alegra que estén juntos, le hará bien a Marcos.
—No estamos juntos.
—Lo están mocoso, créeme, solo necesitan que el gruñón de mi amigo se dé cuenta.
Doy una vuelta hacia Tobías para preguntarle a que se refiere, sin embargo, el vampiro ya se encuentra caminando hacia el hospital. Me mantengo observándole hasta que siento la puerta del coche a mi lado abrirse y, por primera vez desde que estábamos en la casa, los verdes ojos de Marcos se fijan en mí. Su rostro permanece serio, no obstante, no puedo decir que sea su seriedad habitual, hay algo más, quizás hasta ternura. Comenzamos a caminar al interior del hospital y cuando estamos solos en el ascensor para dirigirnos hacia la planta donde tienen a Dereck, finalmente, el vampiro me habla.
—¿Qué te ha dicho Tobías cuando veníamos en el coche?
Le observo de reojo planteándome si debo contarle o no lo que Tobías acaba de decirme minutos antes, sin embargo, finalmente abandono esta idea. Creo que si Marcos llega a enterarse solo volvería a mostrarse frío y distante.
—Nada importante, solo estaba molestando.
El vampiro da un paso adelante y presiona el botón que sirve para detener el ascensor y acto seguido se gira para encararme, su mano sostiene mi mentón obligándome a alzar la vista hacia sus verdes ojos, intento apartar la mirada, pero Marcos me lo impide.
—¿Qué te ha dicho Logan? Y no quiero que me mientas.
—Me ha dicho...—Mi voz se va perdiendo poco a poco y me doy cuenta que no puedo mentirle, al menos no mirándole tan fijamente—. Me ha dicho que se alegra que estemos juntos. —Una pizca de desilusión invade mi cuerpo cuando noto como la mirada de Marcos se hiela y sus hombros se tensan—. Tranquilo, le he dicho que no lo estamos.
La decepción en mi voz y la manera en que me aparto de su toque es una muestra directa de los pensamientos que pasan por mi mente, los ojos de Marcos se llenan de culpa, pero eso no me consuela, no es culpa o lástima lo que quiero de él.
—Logan necesito que entiendas porqué nada de esto puede suceder.
—¿Si no lo entiendo me lo explicarías?
Las manos de Marcos se cierran en puño y retrocede dos pasos para dar en el botón que hace que el ascensor continúe su camino.
—Lo siento Logan.
Continuamos en silencio hasta que el elevador se abre en la planta correspondiente. Muerdo mis labios con impotencia. ¿Entender?, ¿qué se supone que entienda?
Quiero hacerlo, pero mientras que Marcos no me dé una explicación completa no podré. Además, ¿si de verdad no hay nada más porque me toco de una manera tan suave y cariñosa hoy? Caminamos por el pasillo que da del ascensor hasta la habitación donde tienen a Dereck, fuera hay dos figuras que se encuentran conversando. Uno de ellos es Tobías y el otro es el divertido rubio que ya comenzaba a echar de menos: Michael.
En cuanto le veo le doy un abrazo, nunca olvidaré que gracias a él salimos de la jaula en Los Ángeles y, aunque todo fue una trampa para atrapar a Dereck, le debo mucho al lobo blanco. Michael comienza a narrarnos lo que sucedió en casa de Erick en Los Ángeles, la batalla y los sucesos del despacho; incluso Tobías se siente curioso por esto último dado que él no estuvo presente en ese lugar.
Michael nos narra la injusta batalla contra Erick y como este le disparo el veneno a Dereck, también nos cuenta sobre un híbrido misterioso que apareció y que en una primera instancia confundió conmigo, mi piel empalidece solo de oír este pedazo. Michael cuenta como el híbrido mató a Erick que parecía ser su único objetivo y, luego de ello, le dio el antídoto para Dereck.
—EL antídoto que le dieron es el correcto.
No me cabe duda de ello; la persona que estaba en ese cuarto no era cualquier híbrido, sino mi hermano. La ligera confusión que tuvo Michael es lo que me lo confirma, no necesito nada más para saberlo. Reyes estaba descontento hace tiempo por lagunas de las decisiones de Erick y como estaba creando su propio grupo de híbridos para quitarle el poder, estaba llamando demasiado la atención; es obvio que por el momento no quiere hacernos daño a nosotros, de otro modo hubiese atacado a Michael y a Dereck cuando ni siquiera podían defenderse.
Me ofrezco a continuar dando sangre para intentar sacar alguna réplica del antídoto, sin embargo, comienzo a marearme y mi visión también se nubla un poco; la noticia de la reaparición de Reyes no me ha asentado bien, sé cuál será su siguiente objetivo: Yo.
La mano de Marcos sobre mi hombro me hace volver a la realidad, me brinda una sonrisa para reconfortarme, pero solo quiero irme de aquí.
—Llévame a casa.
Las palabras casi salen en un susurro, el nudo de emociones que se forma en mi garganta y provoca nauseas en todo mi cuerpo casi que no me deja hablar. Noto como Marcos y Tobías intercambian rápidas miradas y luego de eso Marcos me carga entre sus manos, ni siquiera me di cuenta lo mucho que están temblando mis piernas hasta que el vampiro me levantó del suelo.
Todo a mi alrededor da un poco de vueltas y siento mareos así que solo dejo caer contra el pecho de Marcos, un dolor fuerte llena mis entrañas como si mi propio estómago exigiese algo y de repente sé lo que anhela.
—Necesito sangre.
—Bebiste esta mañana. —Me susurra Marcos al oído mientras regresamos al ascensor.
—Necesito más.
Marcos solo asiente y no digo más nada, por algún motivo, siento que debo alimentarme ahora más que nunca.
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