Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 20: Bienvenido a la familia Jones

Capítulo 20: Bienvenido a la familia Jones

Llegué a casa sobre las ocho de la tarde. Winter no estaba y Genevieve se había adueñado de la sala de estar. Había papeles desparramados por toda la mesa y ella estaba sentada en el sofá revisándolos una y otra vez. De vez en cuando, tomaba un sorbo de café. Tenía el cabello despeinado. Nunca la había visto así de despreocupada por su aspecto. Llevaba una camiseta que le quedaba enorme y unos pantalocillos cortos que le tapaban lo suficiente como para no ver sus bragas.

Bufó.

Yo aún seguía en la puerta, sin poder creerme la escena que estaba presenciando. Tomaba apuntes, leía y releía documentos y volvía a bufar.

—¿Qué voy a hacer contigo? —decía.

No quería desconcentrarla, pues parecía que era de suma importancia lo que estaba haciendo, pero tenía que hacerlo si quería ir a mi habitación. Intenté hacer el menor ruido posible en vano. Sin querer tiré el pequeño bol en donde dejábamos las llaves al suelo, haciendo un ruido estruendoso.

Típico de mí.

Genevieve se sobresaltó y se giró en mi dirección.

—Joder, Elli. ¡Qué susto me has dado!

—Lo siento. —Sonreí como si fuese una niña buena—. No quería molestarte. Parecías muy concentrada en tu trabajo.

Genevieve me miró. La veía más cansada y tensa. Incluso diría que tenía ojeras bajo los ojos. ¿Habría dormido aquella noche?

—Sabes que no molestas —me dijo con un poco más de ánimo—. Sabes que puedes pasar aunque esté trabajando, ¿verdad? No muerdo, aún.

Por primera vez en lo que llevaba de día entré en mi casa. Vi que Winter no estaba y eso era raro en ella. Por la hora, debería estar ya en el apartamento, puesto que ella era una de las primeras en llegar después del trabajo.

—No está en casa —respondió a la duda silenciosa Genevieve—. Lleva todo el día trabajando en su desfile benéfico. Me ha llamado para decirme que no la esperemos despierta.

—Vaya, debe estar hasta el cuello de trabajo.

Ella suspiró, sentándose al mismo tiempo en el sofá. La imité. ¡Qué ganas tenía de sentarme!

—Se está presionando mucho. Ya sabes que este desfile es uno de los momentos más importantes de ella y que quiere que todo salga a la perfección.

Winter era un tanto perfeccionista con sus trabajos y esa perfección era lo que le había llevado a tener tanto talento. Su pasión desde siempre había sido la moda. Recuerdo que una vez, cuando éramos pequeñas, me dijo que un día haría su propio desfile de pasarela. Solo tenía once años y ya tenía una meta en la vida. Yo, en cambio, solo estaba interesada en los libros y no sabía lo que quería ser de mayor. Ya a esa edad sabía hablar español y chapurreaba algo de francés y alemán, pero aún no sabía qué era lo que quería estudiar. Winter, en cambio, ya había planeado su futuro con precisión.

—Es su pasión, lo sabes. Es normal que en un momento como este quiera que todo vaya bien.

Ojeé con disimulo los papeles que había desperdigados por la mesa de cristal del salón. Eran oficiales y, a pesar de que intenté leer sobre qué trataban, no fui capaz.

Genevieve volvió a suspirar, mirando los papeles con la mandíbula apretada. La miré con preocupación. ¿Qué estaría pasando para que ella estuviera así?

—Genevieve, ¿estás bien? Pareces distraída.

Ella bufó. Se llevó las manos a su cuero cabelludo y tiró de él con fuerza. Sí, en definitiva, estaba frustrada.

—Estoy estresadísima. En mi clase tengo una alumna que tiene discapacidad auditiva. Tengo que hacerle la adaptación curricular individual*. Se suponía que Henry, el profesor terapeuta del colegio, me ayudaría. El muy canalla me ha dejado en la estacada. Llevo varias horas intentando cambiar lo mínimo. Sé que Mia puede. Es una niña inteligente, mucho más de lo que pensamos. Lo que pasa es que también tiene una autoestima baja. No se ve a la altura de sus compañeros cuando a veces les da mil vueltas. No es algo que tiene que ver con esto —dijo al mismo tiempo que se tocaba la cabeza con el dedo en señal de inteligencia—. El problema es que no oye.

Oh, vaya. Pobre niña.

<<Estoy intentando amoldar la clase para incluirla en ella. Es muy difícil, ¿sabes? De momento he pensado que los niños podrían aprender lenguaje de signos a la par que ella para comunicarse. Yo ya estoy en ello. También había pensado en hacer simulaciones de sordera para que los niños se pongan en el lugar de su compañera.

Suspiró mientras mirada con agobio los papeles.

<<Lo que más me preocupa es su autoestima. No se tiene mucho aprecio a sí misma, a pesar de que estoy intentando hacerla ver que no pasa nada que no pueda oír. Eso no quiere decir que sea menos inteligente. Significa que necesita más ayuda. Sé que si se esfuerza, puede conseguirlo.

—¿Es la misma niña que se te asignó a comienzos de curso debido a que había repetido curso? —pregunté.

La mirada marrón de Genevieve se clavó en mí como dagas. ¿Qué había dicho?

—Oh, Elli, ni se te ocurra volver a decir esa palabra. Un niño no repite curso, se le alarga la estancia para que pueda interiorizar mejor las competencias que se dan durante toda la etapa de la Educación Primaria.

Genevieve dijo todo eso de corrillo. Vaya, cuando se ponía en modo inteligente no había quién la parase.

—¿Lo siento? —Sonreí como una niña buena—. ¿Es la misma niña a la que se le alargó la estancia en cuarto? —reformulé.

Mi amiga asintió con la cabeza.

—Es la misma. Ha sido difícil incluirla en el aula y es difícil aún. A veces la veo sola en los recreos. Y no sé qué hacer para que se sienta parte de esta nueva etapa. Por eso creo que necesita la adaptación curricular individual, para que así pueda adquirir y desarrollar toda esa inteligencia que sé que late en su interior. Es una niña que siempre quiere aprender.

Conocía muy bien esa sensación de no sentirse parte de un grupo social. Me había pasado. Siempre fui una persona que no necesitaba estar dentro de un grupo de amigos grande. La amistad era mejor y más verdadera cuando se estaba en un círculo pequeño. Winter y yo desde pequeñas fuimos amigas. Lo que no tenía la una lo tenía la otra. Nos complementábamos. Quizás fue por eso que cuando pasé al instituto y me enfadé con Winter mis compañeros empezaron a etiquetarme como un bicho raro. No era mucho de maquillarme ni de ponerme ropa llamativa. Además, prefería mil veces un buen libro a una conversación forzada. Winter y yo conseguimos arreglar ese bache y, poco después, a nuestro duo se unió Genevieve. Juntas fuimos inseparables, como Los Tres Mosqueteros. Eso sí, a veces me seguía sintiendo fuera de lugar.

Quizás por eso era tan tímida y reservada. No quería que esa niña fuera así. Sé lo duro que es sentirse excluida del grupo.

En ese momento recordé a Abigail y sonreí. Puede que ella pudiese ayudar a la pequeña Mía con ese problema de autoestima que tenía.

.   .   .

El viernes llegó antes de lo esperado y con él, mis padres y mi hermano Jay. Los tres me habían avisado de que vendrían de visita desde la pequeña ciudad de Phoenix en donde vivían. ¡Qué ilusión me hacía verlos! ¡Qué ganas tenía de darles un abrazo de oso!

Esa mañana había hablado con mamá antes de que tomaran el vuelo que les llevaría al aeropuerto internacional John F. Kennedy. Estaba nerviosa y eufórica.

Llegarían por la tarde, sobre las cinco y media. Me daba tiempo para salir del trabajo e ir a recogerlos. Tenía muchas ganas de recibir un buen abrazo de mi madre y un beso de mi padre. También quería achucar a Jay y revolverle el cabello.

La mañana se me hizo lenta. Los nervios no ayudaban mucho, la verdad. Parecía que el tiempo se había detenido. Tecleé y tecleé sin parar, esperando que así mi tiempo pasara con rapidez. Pero no, siempre que veía el reloj este me marcaba que solo habían pasado cinco minutos desde la última vez que lo había revisado.

No solo eso, Ingrid también hizo de las suyas. Fue un pequeño altercado de nada, por suerte. Ella y Lillian me habían seguido hasta el baño femenino de nuevo y allí habían aprovechado la ocasión para criticar mi manera de vestir.

—Con esa falda pareces una abuela —dijo Ingrid.

Yo hice caso omiso. No formaría parte de su juego.

—No sé cómo el señor Foster se ha fijado en ti si vistes fatal.

Mientras me lavaba las manos, les dije con tranquilidad:

—El aspecto no lo es todo. Lo importante es cómo sea la persona por dentro.

—El envoltorio siempre ayuda mucho.

Me encogí de hombros con indiferencia.

—Una persona puede ser hermosa por fuera y estar podrida por dentro. —Esas palabras me las había repetido mamá muchas veces durante mis años de adolescencia. Tenía razón. La belleza no solo formaba parte del exterior.

Salí de ahí sin darles tiempo a replicar y me concentré en mi trabajo. Soy una mujer muy profesional, por lo que siempre intento dejar mis problemas personales a un lado mientras realizo cualquier encargo que tengo. Ese fue el caso. Hice a un lado los problemas y me concentré en lo que tenía que hacer.

Al final, el resto del día no se me hizo tan largo. Comí con Landon, Anna, Connor y Luke para después volver a ponerme manos a la obra. Tenía que terminar la traducción del capítulo para la semana entrante y no es que fuera un capítulo corto. Su autor era un experto en enredar las palabras de tal manera que era muy difícil ceñirme a su estilo. Intentaba mantener su esencia en todo momento, dejando mi forma de escribir al margen.

En un instante puntual tuve que sacar mi diccionario anticuado de alemán, ese que había usado durante todos mis años de estudio de ese idioma, y busqué una palabra en concreto que en ese momento no era capaz de traducir a dicho lenguaje. ¿No os pasa que a veces tenéis tantos idiomas en la cabeza que no sabéis cómo queréis decir algo? A mí me pasaba a menudo. Ah, y en ocasiones mezclaba idiomas, como cuando estaba a punto de examinarme de español y todo lo que hablaba era una mezcla extraña de spanglish. Pero, ¿a quién no le pasa?

A las cinco menos cuarto salí del edificio acompañada de Derek. Él había insistido en venir. Según él, quería conocer a mis padre y como yo no tenía carné de conducir y pasaba de coger el autobús o un taxi (la línea del metro tardaría más de una hora en llevarme), acepté su oferta.

Durante todo el trayecto fui canturreando una canción que sonaba por su reproductor de música. En un momento dado escuché una que me gustaba un montón y subí el volumen.

—Vaya, no sabía que esta canción te gustara.

Lo miré. ¿Estaba de broma? Si sabía que amaba los musicales y aquella estaba sacada de una de las películas de ese género que más me habían gustado y sorprendido, sobre todo porque aparecían dos grandes actores: Hugh Jackman y Zac Efron. Canté a pleno pulmón el estribillo, totalmente motivada. Confieso que esa era una de las canciones que utilizaba para escribir y que en ocasiones ponía en bucle para no dejar de escucharla.

—Me encanta —dije totalmente emocionada en cuanto Zac Efron hacía su aparición.

—Um, ¿la canción o el actor? —Aun sin despegar la mirada de la carretera, en sus labios se formó una sonrisa ladina.

Sonreí.

—Ambos.

Él soltó una carcajada y yo lo imité.

El trayecto continuó igual de animado y al final llegamos a nuestro destino con unos minutos de antelación. Fuimos a la terminal y allí esperamos a que el vuelo de mis padres llegase. Estaba nerviosa por verles, al fin y al cabo iban a conocer por primera vez a mi novio.

—Eh, no debes preocuparte por nada.

—Solo quiero que les caigas bien.

Me mordisqueé el labio inferior con temor. ¿Y si a mis padres no les caía bien Derek? ¿Y si a Jay no le hacía tanta gracia la presencia de él?

Por fortuna para mí y mis pensamientos, mis padres y Jay aparecieron por la puerta de embarque cargando con sus maletas de mano. En cuanto me vio, mi hermano corrió en mi dirección.

—¡Elli!

Lo abracé con fuerza. Lo había echado tanto de menos.

Jay era unos centímetros más alto que yo. Su cabello era castaño. Se lo había cortado, puesto que la última vez lo llevaba más abultado y con más volumen. Había heredado de papá el color de los ojos, grises y misteriosos, como si guardase un secreto.

—Jay Jay —dije aún envuelta entre sus brazos. Así era cómo le llamaba de pequeña. Era un mote con el que le mostraba todos mis sentimientos y emociones, y cuánto lo había añorado.

—¿No hay un abrazo para nosotros?

Sonreí al escuchar a papá y me separé de mi hermano para darle un gran abrazo de oso y un beso en la mejilla. Él, por su parte, besó mi coronilla y pasó sus manos por mi espalda. Su colonia masculina me hizo recordar a mis años de estudiante y lo mucho que me reconfortaba llegar a casa tras pasar largas horas en la biblioteca, estudiando. Olía a casa, a la que teníamos en una pequeña ciudad en Phoenix y en donde yo me crié.

Mamá no tardó en unirse al abrazo y con ella Jay. Habíamos hecho una pequeña piña humana. Estaba feliz de verles. Los quería. Eran de las personas más importantes que tenía. Creo que incluso lloré de felicidad.

A regañadientes me separé de ellos. Me giré y miré a Derek. Él solo sonreía. Pobrecito, se debería sentir un poco excluido.

—Papá, mamá, Jay, quiero presentaros a Derek, mi novio. Derek, ellos son mis padres y mi hermano pequeño, Jayden.

—Encantado de conocer... —Pero él no llegó a concluir la frase, puesto que mamá lo aprisionó bajos sus brazos—... os.

—Hijo, ya eres parte de la familia —le dijo ella y cuando se separaron, le dio dos besos en la mejilla. Papá, por su parte, le dio un gran apretón de manos, al igual que Jay.

—Bienvenido a la familia Jones. Espero que las locuras de mi pequeña no te ahuyenten.

—¡Papá!

Tanto Derek como él rieron.

—Créame, señor Jones, es lo que más me gusta de ella. —El muy descarado me guiñó un ojo con coquetería. Bufé.

Mi padre le puso una mano sobre los hombros y le sonrió mientras nos movíamos hacia la salida del aeropuerto.

—Oh, llámame Steve. Nada de señor Jones. Me hace ver muy anticuado cuando aún estoy en la flor de la vida.

Vaya, a papá le había caído bien. Eso era bueno. Además, no había sacado a relucir su faceta de padre  sobreprotector. Aún recuerdo cuando le presenté a mi primer novio. Pobre de la joven Elli y de la de vergüenzas que tuvo que pasar. Prácticamente me tenía controlada y se pasaba de protector. Pero, ¿qué se le iba a hacer? Ahora que lo miraba desde otra perspectiva lo veía normal. Era joven e inmadura.

Como aún teníamos tiempo, Derek y yo los acompañamos al hotel a que dejaran todo y, después, cenamos todos juntos en uno de los mejores restaurantes que he probado en mi vida.

Conclusión: presentar a Derek había sido todo un acierto.

........................................................................................................................................................................................

Nota de autora:

¡Feliz lunes, mis enredadas, y feliz semana del amor!

¿Qué tal os ha ido la semana? ¿Qué tal el inicio de semana? En este capítulo he metido algo de mi carrera universitaria y por eso es un capítulo especial para mí.

*Adaptación curricular individual o ACI: son todos aquellos ajustes o modificaciones que se efectúan en los diferentes elementos de la propuesta educativa desarrollada para un alumno con el fin de responder a sus necesidades educativas especiales (n.e.e.) y que no pueden ser compartidos por el resto de sus compañeros.

Ahora sí, repasemos:

1. Genevieve en modo seria.

2. Pobre Genevieve.

3. ¡Por fin conocemos a la familia Jones! ¿Qué os han parecido?

Este capítulo está dedicado a DanielaRojasRdguez  por todo el apoyo que me da en todo momento. Eres grande, amiga mía. Espero que nadie pare tus pies. Estos son varios regalos suyos. ¿No os parecen preciosos?

Esto ha sido todo por hoy. Espero que tengáis una buena semana. ¡Nos vemos! Un beso enorme.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro