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Capítulo 17: No puedes escapar del pasado

Capítulo 17: No puedes escapar del pasado

¿Por qué todo se tenía que ir a la mierda cuando todo estaba bien?

La velada estaba siendo perfecta. ¡Había conocido a la increíble Madison Price! No solo eso. Había mantenido una charla con ella y su hermano. Derek no sabe cuánto le amaba en ese momento.

También había conseguido mantener mis nervios a raya y disfrutar de la fiesta en compañía de mi hombretón. Me había presentado a socios y amigos del oficio, y la mayoría eran mucho más amables y majos de lo que parecían.

Sin embargo, toda esa burbuja de felicidad reventó en cuanto él apareció. Derek me estaba contando una anécdota muy divertida de su infancia (en la que de pequeño se le ocurrió hacerse el enfermo para no ir a clase y cuando su madre se enteró, lo tuvo castigado sin televisión durante un mes) cuando sentí una leve caricia en mi cuello que me puso los pelos de punta. En cuanto me giré, me sentí desfallecer.

Sentí horror, pavor y dolor al verle. Estaba tan guapo como le recordaba, si no lo era más. El muy canalla tuvo el descaro de guiñarme un ojo.

La copa de agua que tenía en mis manos se me resbaló de la impresión y terminó echa mil pedazos en el suelo. Sentía unas ganas irrefrenables de llorar. Se me hizo un nudo en la garganta que me imposibilitaba tragar.

Intenté arreglar el desastre, aunque todo fue a peor. Sin querer, le tiré una copa de vino encima a la mujer que estaba a mi lado, estropeando seguramente su caro vestido.

—Lo... Lo siento... Yo... Yo... —intenté disculparme.

No me salían las palabras. Sentía un peso pesado en mi pecho que me imposibilitaba respirar.

¿Por qué? ¿Por qué aparecer ahora que todo marchaba como la seda?

—Bella flor, ¿qué ocurre?

Estaba asustada. Tenía miedo de él. ¿Qué querría ahora, cuando había pasado tanto tiempo desde nuestra ruptura? ¿A caso no me había hecho sufrir ya bastante? ¿Quería seguir jugando conmigo?

Miré a Derek. Estaba tan preocupado... Era toda una afortunada de tenerlo a mi lado.

—Ha vuelto, Derek. Tyler ha vuelto.

Ya no pude soportarlo más. Empecé a llorar como una magdalena. No pude evitarlo. Toda esa situación estaba por encima de mí. Me superaba.

Lo siguiente que recuerdo es a Derek. Ya no estaba en frente de mí, sino que estaba a mi lado. Me envolvió entre sus brazos en un cálido y acogedor abrazo.Su olor me tranquilizó, mas aún mi corazón latía con fuerza por lo ocurrido. Me sentía tan tonta y tan asustada, como un corderito que sabe que va a ser devorado por un lobo feroz.

—Lo siento —dije entre lágrimas, aún abrazada a él.

—Elli, no pasa nada. Ese cabrón no volverá a hacerte daño —me susurró en el oído.

Ese era mi mayor temor, volver a sufrir. Verlo había abierto viejas heridas que creía cerradas. No estaba preparada para eso. No era justo.

—Siento... Siento haber estropeado la noche. —Incluso yo noté lo débil que salió mi voz, en apenas un hilillo audible. ¡Qué patética era!

—No has estropeado nada. Ha sido un pequeño contratiempo. —Pero yo me sentía fatal. Me sentía culpable de haber echado a perder todo. No obstante, Derek no pensaba lo mismo. Era tan bueno—. Eh, no te preocupes por él, ¿vale? Demuéstrale a ese capullo integral que ya has pasado página. —Tenía razón, mi hombretón tenía razón—. Restriégale en la cara lo que se ha perdido.

Después de la cena, Derek me sacó a bailar. Mi ánimo mejoró un poco. De vez en cuando mi hombretón me decía cosas al oído que me sacaban más de una sonrisa mientras guiaba mis pasos con cuidado de no enredarse con mis pies de pato. Me hizo girar sobre mí misma al mismo tiempo que me soltaba algún que otro piropo.

En un momento dado, cuando ambos volvíamos a nuestra mesa, Kevin Graham se acercó a mi novio.

—Derek, quiero presentarte a alguien. Es un gran amigo mío y, por desgracia para ti, uno de tus pequeños competidores en el mercado editorial.

Él lo escuchó con atención y una chispa malévola brilló en sus ojos.
—Claro, será un placer conocerlo.

Kevin nos guió a ambos a una de las tantas mesas que habían decorado con todo lujo de detalle. Estaba de espaldas e iba acompañado con una mujer. Ambos estaban de espaldas y reían sumidos en su propia burbuja.

Al instante mi instinto me dijo que algo no marchaba bien. Un nudo se creó en la boca de mi estómago y mi pulso se aceleró sin que yo pudiese evitarlo.

Al llegar a ellos, Kevin los saludó:

—Chicos, quiero presentaros a alguien.

Los dos se volvieron y en ese momento sentí que mi mundo se venía a abajo. Quería correr, huir, y esconderme en mi cuarto. No quería que él jodiese toda la confianza que había ido ganando poco a poco. No otra vez.

Tyler, mi ex, y Ruby, mi ex mejor amiga, estaban allí.

Mierda.

Ambos seguían igual a como los recordaba y, al mismo tiempo, veía una versión muy mejorada de ellos. Mientras que él se había dejado una barba incipiente que lo hacía verse más maduro, ella había sufrido lo que yo llamaba un aumento de pechos. Además, ella estaba muy guapa con su vestido de gala y su maquillaje caro, mientras que yo, en comparación, seguro que sería todo un desastre de emociones.

—Derek, quiero presentarte a Tyler Gallagher y a su novia, la encantadora Ruby Snow. Tyler, él es Derek Foster y ella, es la dulce y bella Elliana Jones.

A mi lado, mi hombretón hizo una mueca rara.

—Encantado —les dijo tendiéndoles una mano. Después se acercó a mí y me susurró en el oído—: ¿Es él?

Asentí con la cabeza, incapaz de hablar. Sentía de nuevo las lágrimas acumulándose en mis ojos y mi garganta cerrada. No quería llorar delante de ellos. No merecían mis lágrimas.

—Te juro que lo mato —habló en voz bajita—. ¿Quieres que nos vayamos? Podríamos hacerlo si quieres.

Sopesé la idea. Por un lado, era lo que más deseaba en ese momento, desaparecer de la mira de todos. Pero, por el otro lado, no podía hacérselo a Derek. Era su noche.

—No, bastante ya he estropeado la gala.

—Que no has...

Pero mi hombretón fue cortado por la voz de ese gran gilipollas.

—No has cambiado nada, Elliana.

—Creo que estás un poco más rellenita de lo que recordaba —añadió Ruby—. ¡Qué mal!

Puse los ojos en blanco. Sí, claro.

—Veo que sigues siendo la misma zorra que recordaba.

Hasta que no terminé la frase no fui consciente de lo que le había dicho. Mierda. ¿Por qué siempre tenía que cagarla?

Todo era tan incómodo. Kevin nos miraba sin entender la situación del todo.

—Espera —dijo—, ¿vosotros ya os conocíais?

Creo que la situación le era extraña.

—Por desgracia.

—Derek, Tyler tiene una pequeña editorial que poco a poco se está haciendo un hueco en el mundillo del libro —nos explicó—. Ellos ofrecen una oportunidad a los escritores nóveles que varias editoriales de renombre rechazan por su falta de experiencia.

Él miró a mi ex con curiosidad. Se había puesto en modo jefe.

—¿No me digas? Nosotros también ofrecemos esa oportunidad. Ahora mismo estamos a punto de firmar un contrato con un escritor que ha escrito una novela juvenil impresionante.

—Nosotros ofrecemos una calidad y un asesoramiento mucho mejor que el de las grandes editoriales —contraatacó Tyler, clavándole sus ojos marrones en él como afiladas dagas.

—FosterWords tiene un gran servicio de traducción. Desde el castellano al ruso pasando por el alemán y otros.

—Todo es más fácil cuando se tiene ya un nombre. A nosotros nos está costando lo suyo.

—Empezar siempre es difícil, que te lo diga mi padre. Los primeros años son los peores, pero merecen la pena.

Mientras mi novio y mi ex (ironías de la vida) hablaban, yo iba mirando de uno a otro como si estuviese en medio de un partido de tenis. Era curioso ver cómo se pasaban la pelota. Me sentía incómoda y fuera de lugar.

En un momento dado sentí que alguien me miraba y, al alzar la cabeza, me encontré con la mirada de suficiencia de Ruby.
Ya está. No podía aguantar más.

Le di un pequeño toque en el brazo a Derek. En seguida su mirada se encontró con la mía y una chispa cálida me recorrió el cuerpo.

—Voy al baño. En un momento vengo.

—¿Estás bien? —me preguntó. Era tan atento.

—Sí, solo necesito refrescarme. En nada estaré de vuelta. —Le sonreí, aunque creo que mi sonrisa no me llegó a los ojos.

—Está bien, si tú lo dices...

Le di un pequeño beso en los labios y me alejé del grupo.

El excusado estaba en la otra punta de la estancia. Mientras daba ese paseo y a medida que me iba alejando de ellos, me iba sintiendo mejor. De vez en cuando saludaba a algún que otro socio de Derek con la mano en un intento por ser amable.

No tardé mucho en llegar al baño. Como pasaba con el resto del lugar, todo estaba decorado con lujo. Los suelos eran tan elegantes que me gustaría poder costearme un aseo así y los lavabos, de mármol grisáceo, me enamoraron. Me acerqué a estos últimos. Abrí el grifo y me refresqué un poco con el agua. Llorar había causado estragos en mi maquillaje, lo que era toda una pena.

Saqué de mi bolso todo mi arsenal de maquillaje que tanto Genevieve como Winter me habían obligado a llevar. Al principio las había escuchado con escepticismo y, sin embargo, en ese momento me daba cuenta de lo mucho que lo necesitaba. De mis ojos se había corrido parte de mi maquillaje dándome el efecto mapache.

Menos mal que tenía unas amigas que pensaban en todo.

Me apliqué un poco de sombra de ojos intentando crear el efecto ahumado y puse un poco de delineador en ellos. Me volví a aplicar la máscara de pestañas y el pintalabios. Me estaba dando los últimos retoques cuando alguien entró en el baño. Al principio no le presté ninguna atención, simplemente continué con lo mío. No obstante, una voz familiar me hizo girarme por completo.

—Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos, Elli.

Hice una mueca amarga al ver a Ruby allí, tan tranquila, como si fuésemos viajas amigas que se reencuentran tras largos años de separación.

Y un cuerno.

—Para mí ha sido poco.

Ella lanzó una mirada a la entrada, quizá asegurándose de que estábamos solas allí, entre esas cuatro paredes llenas de lujo. La estancia, de por sí enorme, ya no me lo pareció tanto. ¿Desde cuándo un lugar podía sentirse como si fuera el mismísimo infierno cuando la persona con la que se está no es de nuestro agrado?

Ruby se acercó a mí y me miró con una mirada de superioridad. Retrocedí un poco, intimidada.

—No te recordaba tan descarada como para liarte con tu propio jefe. —Las palabras de ella estaban cargadas de puro veneno.

No me dejé hacer. Saqué pecho dispuesta a luchar.

—Oh, se me olvidaba que tenías el cerebro del tamaño de una mosca. Cariño, déjame explicarte una cosa —dije y empecé a poner el mismo tono de voz que le ponía a la pequeña Leyre—. No estoy con Derek porque quiera sacar provecho de su puesto. Le quiero.

Una carcajada seca y gutural salió de sus labios.

—Eso no se lo cree nadie, monina.

Me encogí de hombros.

—Cree lo que quieras.

—Además, seguro que él está contigo porque te ve como una mujer fácil. Seguro que eres tan zorra como para haberte acostado ya con él.

—¡Habló aquí, la más virgen de todas! No me hables de zorras, Ruby, porque tengo a la emperatriz de ellas delante de mis narices.

No sé cómo pasó realmente, pero de pronto tenía a aquella mujer delante de mí, agarrándome del pelo. Sus labios estaban tan cerca de mi rostro que daba miedo. Sus ojos brillaban con tanta perversión que me puso los pelos de punta.

—Escúchame bien, eres un ser insignificante y grotesco.

—Creo que lo que ves es solo tu propio reflejo —le devolví la pulla.

—¿Tú crees? ¿Por qué crees que Tyler me eligió a mí por delante de ti?

Mis dientes rechinaron. Eso había sido un golpe bajo. Estaba a punto de decirle unas cuantas palabras a eso cuando una mujer entró en el baño. La tensión que se respiraba en ese momento se evaporó.

Me recoloqué el cabello y salí del baño dirigiéndole mi más bella y falsa sonrisa.

—¿Todo bien? —me preguntó Derek en cuanto llegué a su lado. Seguía al lado de mi ex, charlando quién sabe sobre qué cosas.

—Bueno...

No me dio tiempo de decir nada más, puesto que Ruby llegó a nuestro lado. Estaba tan tensa e incómoda a su lado. Mi hombretón pareció notarlo. Me envolvió entre sus brazos, apoyando mi espalda contra su pecho y sus manos en mi cintura. Me dio un beso suave en la coronilla.

—Ha sido un gusto conocerle, señor Gallagher —le dijo él con amabilidad, extendiéndole el brazo en un apretón más rudo de lo usual.

—El placer ha sido mío. —El muy imbécil tuvo la desfachatez de guiñarme un ojo. Argh.

Derek me llevó lejos de él y de todos. Me sacó fuera, a los jardines tan bonitos que tenía el edificio lujoso. Caminamos juntos bajo la luz de la luna cogidos de la mano hasta llegar a un banco junto a un arroyo.

Permanecimos en silencio un buen rato. Aún no había asimilado el hecho de que el muy imbécil de Tyler estuviera de vuelta tras tanto tiempo en el que creí sanar las heridas que él causó en mí corazón. ¿Por qué tenía que aparecer de repente? ¿Y por qué tenía que restregarme en la cara que me había engañado con Ruby? Eso era muy injusto.

La vida es tan perra a veces.

—Elliana, ¿estás bien?

La voz a lo lejos de mi hombretón me sacó de mi ensimismamiento. Me giré hacia él y sonreí al ver la preocupación reflejada en sus rasgos marcados. Era tan afortunada de tenerlo a mi lado.

—He tenido días mejores —le dije sin apartar mis ojos de los de él.

—Lo siento. Siento haberte traído. Si hubiese sabido que ese cabrón vendría, no te habría invitado. Lo que menos quería era verte lastimada.

¿Qué haría yo sin él? Era tan bueno conmigo... Todo un encanto.

—No debes disculparte —dije al mismo tiempo que me encogía de hombros—. Era imposible que supieras que mi ex estaría ahí.

—Pero por lo menos debí haberlo supuesto al decirme Kevin que iba a traer a su amigo Tyler.

Puse los ojos en blanco.

—Hombretón, Tyler es un nombre común. Era muy improbable que su Tyler y el mío fuesen la misma persona —intenté que entrara en razón.

Pero él seguía en sus trece. En fin.

Hacía bastante frío ahí fuera, tanto que se instalaba en cada recoveco de mi ser. Me abracé a mí misma, maldiciendo el no haber cogido una chaqueta. Estaba helada y lo que menos quería era pillar un catarro o, peor aún, una pulmonía.

Derek se dio cuenta de mi estado de congelación, puesto que se quitó la chaqueta y me la tendió.

—¿Estás seguro? Hace mucho frío, eh. No quiero que luego el que se ponga malo seas tú —le dije.

—Toda tuya, bella flor.

Me la puse y al instante agradecí el calorcillo que desprendía y el aroma a Derek que capté. Sonreí al mismo tiempo que aspiraba su fragancia.

Él me atrajo hacía sí y me envolvió entre sus brazos. No hablamos, no hacía falta. A pesar de todo lo que había pasado, me sentía bien, segura. Sabía que a su lado no había nada ni nadie que nos parara.

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Nota de autora:

¡Feliz lunes, mis enredadas!

Traigo noticias. Adivinad qué novela ha ganado un concurso. En efecto, ¡Palabras Enredadas ha ganado el concurso Historias de Wattpad!

Asimismo, últimamente Wattpad está teniendo unos problemillas técnicos, así que no os alarméis si durante la semana tenéis problemas con Wattpad.

Ahora sí, repasemos:

1. Tyler.

2. La reacción de Elli.

3. Derek, siempre tan guapo y encantador.

4. Otra vez Tyler y Ruby.

5. Elliana se suelta un poco.

6. La zorra de Ruby.

7. Momento Derelli.

Muchas gracias por leer esta historia y motivarme tanto semanalmente. Para mí es un placer compartir con vosotras esta historia de amor. Espero que este capítulo os haya gustado. ¡Nos vemos el lunes! Un beso enorme.

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