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Capítulo: 15: Haciendo nuevas amistades

Capítulo 15: Haciendo nuevas amistades

Vaya mierder de día, joder. Todo me había salido mal desde el principio. Para empezar, me había quedado dormida. No había escuchado el despertador y las muy traidoras de mis amigas se habían largado sin mí. Lo segundo, llovía a cántaros y yo sin paraguas. Genial. Llegué chorreando de agua a la editorial. Por último, me pasaba aquello.

"Error. Archivo no detectado."

Estupendo.

Me llevé las manos al pelo y tiré de él con frustración. Hoy no podía dejarme tirada el ordenador. Ingrid quería revisar mi trabajo y si este no estaba listo, me regañaría. Buff.

Volví a intentarlo.

—Vamos, cariño. Sé que puedes.

Le di a abrir y crucé los dedos.

"Error. Archivo no detectado."

Joder.

¿Por qué hoy no quería trabajar? Necesitaba que abriera el puñetero archivo. Si no, estaría jodida.

¡Un momento! De pronto, recordé que el día anterior había guardado una copia en el disco duro por si las moscas. Rápidamente, fui hacia allí y, ¡bingo!, funcionaba. Suspiré de alivio. Menos mal.

Justo a tiempo.

—Señorita Jones, ¿tiene todo listo?

Ingrid parecía que se había materializado a mi lado así, de repente.

—Sí, señorita Land. Aquí lo tiene.

Le mostré todo lo que había hecho durante la semana. En total había traducido una media de dos mil palabras al día, más o menos. Me sentía orgullosa de mi trabajo. Pero, claro, Ingrid siempre tenía que tocar las narices un rato.

—No me gusta lo que has hecho. Se nota que lo has escrito de corrido. No sé por qué estás trabajando en esta editorial si se nota que no tienes la experiencia requerida.

"¿En serio, Ingrid? Tengo mucho más experiencia que tú, pedazo de perra. No me digas cómo tengo que hacer las cosas cuando está claro que sí he puesto empeño.", pensé, pero obviamente no le dije. Solo me limité a quejarme de manera más educada.

—He hecho todo como se me pide, señorita Land.

Ella me miró con desdén.

—No es suficiente. Su falta de experiencia es inaceptable. Le diré al señor Brooks que...

—Pero si he sido profesional. Mire sino el vocabulario que he usado y cómo me he ceñido al estilo del autor —me defendí mirándola a los ojos. Estaba que echaba chispas. Odiaba que la gente menospreciara mis trabajos cuando yo sabía de antemano que eran buenos.

—Cariño —dijo al mismo tiempo que esbozaba una sonrisa más falsa que su cabellera—, está bien que te creas una experta en la materia, pero lo que dices no es cierto. Tendrás que repetirlo.

—Pero... —Ingrid me dejó con la palabra en la boca.

Me clavó su mirada severa en mí.

—¡Nada de peros! Y ahora póngase a trabajar. ¿O quiere que se lo cuente al señor Brooks?

—¿Contarme qué?

Ahí estaba mi amigo, que, como si hubiese escuchado la conversación, salía en mi recate.

—Señor Brooks —empezó a decir Ingrid con toda la calma del mundo—, le estaba diciendo a la señorita Jones que...

—La señorita Land quiere que repita todo lo que he hecho esta semana porque según su criterio mi trabajo no es correcto —dije con resentimiento.

Si creía que ella llevaba las de ganar, lo tenía claro. Esa perra no sabía lo mucho que había trabajado aquella semana, ¡incluso había metido horas extra!

—Porque usted no se esfuerza lo suficiente. No es una trabajadora competente.

—Claro que soy competente.

—¿Y por qué la calidad de su trabajo no lo demuestra?

Landon nos miraba de la una a la otra como si estuviese viendo un partido de tenis. Primero ella hacía el saque y yo le devolvía la pelota con más potencia. Esa rubia oxigenada me estaba dando dolor de cabeza.

—Señoritas, tranquilícense —nos pidió él con seriedad.

—Pero... —empezamos las dos. No obstante, Landon nos lanzó una mirada determinante que nos cerró la boca.

Silencio, un tenso silencio precedió. Ingrid me lanzó una mirada asesina que dejaba claro una cosa: "No me caes bien". Perfecto, el sentimiento era mutuo.

—Ya sé lo que haremos. —Landon chasqueó los dedos al venírsele una idea a la cabeza. Me miró. Cuando estábamos en el trabajo, siempre se mostraba profesional, aunque a veces su vena sobreprotectora salía a flote, como era el caso—. Como está claro que de otra manera no van a detenerse, le voy a pedir, señorita Jones, que me envíe por correo el trabajo que haya hecho esta semana. —Ahora miró a Ingrid y se mostró lo más amable posible—. No se preocupe, señorita Land, me encargaré personalmente de revisarlo y si creo que su trabajo no es bueno, se lo haré saber. Y, ahora, vuelvan a sus puestos.

Uf, salvada por la campana... o por Landon.

Tal y como me había pedido, le envié un correo antes del almuerzo que decía lo siguiente:

"Para: Landon Brooks.

De: Elliana Jones.

Estimado señor Brooks:

Mediante este correo electrónico le envío todo el trabajo que he realizado esta semana en referencia a la traducción de La magia del amor.

Esperando una respuesta,

Elliana Jones.

Pulsé enviar y crucé los dedos. Solo esperaba que todo el tiempo que había (más de lo que ponía en mi contrato) hubiese servido para algo.

. . .

A la hora de comer me reuní con Connor, Luke, Anna y Landon. Este último les contó nuestro altercado con la zorra de Ingrid.

—Últimamente está insoportable —comentó Anna mirándola con un falso disimulo. Ingrid estaba a unas mesas de nosotros, almorzando con Lillian Murray, su fiel perrito faldero. Anna les daba la espalda, así que al mirarla, dio un giro demasiado descarado.

—Siempre es insoportable —recalcó Connor pinchando en su tenedor un trozo de carne y llevándoselo a la boca.

—No entiendo por qué la toma contigo. ¡Si eres una trabajadora ejemplar! —Luke siempre se sorprendía. Pensaba que una persona currante como yo no tenía enemigos como ella. Cuán equivocado estaba.

Lo miré como si fuese un niño pequeño.

—Yo sí que lo entiendo.

—Pues tendrás que explicármelo.

Me encogí de hombros.

—Derek —me limité a decir.

No era tonta y tampoco me chupaba el dedo. Sabía que ella también quería que Derek le hiciese el mismo caso que a mí, incluso más, y estaba celosa. Su forma de hacerme saber su envidia era tratándome mal en el trabajo. Pensaba que así me alejaría de él.

¡Qué enrevesadas éramos las mujeres a veces!

La envidia era mala, os lo dice una servidora. No es sano que una mujer (o un hombre) se compare con el resto, y quiera lo que los demás consiguen. Peor era pisotear a los demás para apaciguar ese sentimiento negativo. Ingrid era así, siempre tenía que estar por encima, llamando la atención. Con lo bien que se está oculta en las sombras, sin flashes de cámara molestos o sin tener que hablar en público.

Nunca entenderé a mi jefa.

—Solo está celosa, ya verás cómo se le pasa —dijo Anna con tranquilidad.

¿Pasársele? Me reí, captando la atención de mis amigos.

—No creo que se le pase. Si antes me tenía martirizada, ahora su odio a mí ha aumentado. No me malinterpreteis, amo a Derek, pero creo que eso ha sido lo que ha desencadenado el huracán Ingrid.

—Ella de por sí ya era una zorra y ahora que ve en ti lo que ella no quiere, se desquita contigo —dijo Landon.

—¡Pero eso no es justo! —me quejé. Estaba harta de ella y de si comportamiento infantil—. Yo no le he hecho nada.

Landon me miró con pesar,

—Por eso va a por ti. Cree que eres la más débil de la empresa, la víctima perfecta para descargar toda su ira. Asúmelo, bichillo, siempre fuiste un blanco fácil, incluso en la universidad.

Estaba harta de todo ese tema. Siempre fui una chica invisible hasta llegar a la universidad. Empecé a salir con Tyler en segundo curso de carrera y, desde entonces, un par de chicas empezaron a hacerme la vida imposible. Yo no tenía la culpa de nada, solo trataba de ser invisible.

Después de comer, todos volvimos a nuestro trabajo. En un momento dado, Landon vino a verme. Como tenía la mirada fijada en la pantalla del ordenador no supe que estaba allí hasta que unos golpecitos en una de las paredes de mi cubículo me hicieron alzar la cabeza.

—¿Molesto?

Sonreí.

—¿Tú? ¿Siempre? —me burlé.

Él se llevó una mano al pecho, dolido.

—Auch. ¿Oyes eso? Es mi corazón resquebrajándose.

Reí.

—¿Pasa algo? —pregunté, poniéndome seria. Guardé el documento por si acaso y le presté toda mi atención.

Él asintió, pero no borró la sonrisa de su rostro. Sus ojos azul cielo no se apartaban de mí.

—Quería decirte que he revisado el material que me has enviado esta mañana.

Uf. Cogí aire.

—¿Y?

Él amplió la sonrisa.

—No debes repetirlo. Es más que correcto.

—¡Lo sabía! —exclamé como una niña que se salía con la suya.

—Le diré a Ingrid mi veredicto y hablaré con ella sobre esa manía de molestarte. No quiero que se repita. No voy a permitir una conducta así. Avísame si...

Pero Landon no pudo terminar la frase, puesto que de uno de los ascensores salió alguien que lo hizo cerrar la boca. Desde mi posición, no podía ver a la persona. Me pregunté quién sería.

—¿Estás bien, guapo? —pregunté, pero él ya no me hacía caso. Seguía mirando hacia los ascensores.

Me volví con todo el descaro del mundo para encontrarme con mi hombretón seguido de Emily. Les sonreí, un gesto que ambos me devolvieron en cuanto me localizaron entre tantos trabajadores.

—¡Elli! —chilló ella corriendo hacia mí.

—¡Emily! —la imité.

Me levanté de mi puesto de trabajo y le di un abrazo bajo la mirada risueña de Derek.

—Lo siento, pero mi hermana quería verte. ¿Interrumpimos algo? —dijo Derek.

Lo miré. Estaba tan guapo vestido con aquel traje, tan irresistible y varonil. En sus facciones cinceladas se había dibujado una sonrisa genuina. Miraba la escena divertido, al igual que Landon, aunque este último también parecía un poco fuera de lugar.

—¡Qué va! Solo me estaba poniendo al día con el señor Brooks.

Derek lo miró y luego a mí.

—¿Por qué me da la sensación de que ha pasado algo malo? —En su tono se notaba la preocupación a leguas de distancia.

—Luego te lo cuento —le prometí mientras me separaba de Emily. En ese momento me di cuenta de que no le había presentado a Landon—. Oh, Emily, él es Landon Brooks, mi jefe de sección y mi mejor amigo. Landon, ella es Emily Foster, la hermana pequeña de Derek.

Emily se acercó a Landon y, sin borrar la sonrisa, le dio dos besos en las mejillas. Mi amigo miraba con extrañeza sus ojos, que eran lo primero que a uno le llamaba la atención. Ella tenía heterocromía, una mutación genética que altera el color de los ojos. En su caso, tenía un ojo verde y otro azul.

—Es un gusto conocerla, señorita.

—El placer es mío. Derek me estaba enseñando la empresa y le he suplicado venir al piso de traducción —nos explicó, aunque sus ojos no se apartaban de los de mi amigo.

Sonreí de lado al percatarme de que Emily había sentido un pequeño flechazo por Landon, y de cómo este no se había ni enterado. Hombres, qué necios eran a veces.

—Así que estás de visita en FosterWords.

—Cómo no hacerlo cuando dentro de unos meses me pondré a trabajar aquí mismo.

Eso me sorprendió, aunque no debería de haberlo hecho. La empresa la había creado el padre de Derek y, ahora, la dirigía su hijo con mano experta. Era increíble lo bien que se desenvolvía en en un ambiente plagado de tiburones. Que su hermana trabajara para él no era de extrañar.

—¿Ah, sí? —pregunté con curiosidad.

—Sí, seremos prácticamente compañeras de trabajo, aunque no de piso —dijo con pesar—. Tendré un pequeño puesto en la sección de Propuesta Editorial. Allí me tendrás, leyendo manuscritos y evaluándolos. —los rasgos juveniles de Emily estaban curvados en una gran sonrisa.

Sentí un poco de envidia. Ese puesto también debía de ser una pasada... Y todo un reto. No me imaginaba estar en un puesto de tal importancia.

—¡Qué bien! Tengo ganas de que te incorpores al equipo y así verte todos los días.

—Y yo. ¡Por cierto! Tenemos que quedar un día para tener una tarde de chicas para que así me pongas al día de muchas cosa. —Subió y bajó las cejas de manera pícara y sugerente.

Me puse roja, sabiendo al instante a qué se refería.

—Claro, cuando quieras.

Derek se aclaró la garganta. Volví mi mirada y le presté atención.

—Emily, debemos irnos ya. No quiero que el señor Brooks y la señorita Jones se retrasen en su trabajo o que tengan que hacer horas extras.

—Claro. —Emily me dio un gran abrazo. Miró a Landon y le tendió la mano sin borrar esa adorable sonrisa que ella tenía—. Nos vemos.

Derek se acercó a mí y me dio un rápido beso de despedida y, antes de irse, me susurró:

—Te veo luego, bella flor.

Cuando se fue de la planta, mi humor había mejorado notoriamente y el de Landon también. Lo miré. A pesar de estar más callado se le veía contento.

—Es encantadora, ¿no crees?

—¿Eh? —Guió sus ojos de la pared a mí, en donde había tenido la mirada perdida.

—Emily. Que es encantadora.

—Ah, sí. —Landon era muy malo para fingir y en ese momento estaba intentando venderme una bola enorme. Le tenía pillado.

Sonreí de forma ladina.

—¿No te parece guapa?

—¡Elli! Es la hermana del jefe, ¿cómo puedes pensar eso?

Mi mejor amigo se estaba poniendo colorado.

—Yo solo digo que haríais una bonita pareja —me defendí ampliando mi sonrisa—. Además, yo, una mujer del montón, soy la novia del gran jefazo. Piénsalo. No es tan descabellado como suena.

Bufó.

—Debo volver al trabajo.

Su cambio de tema me hizo reír a carcajada limpia, pero no dije nada más a parte de un "Te veo luego".

Cuando Landon se metió en su despacho, me dije a mí misma:

—Estos dos van a acabar juntos.

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Nota de autora:

¡Feliz lunes y feliz navidad, mis enredadas!

Ya sé que os dije que no actualizaría esta semana, pero al ser navidad decidí daros una sorpresa. Espero que os haya gustado. Eso sí, hasta el día ocho de enero no volveré a publicar un nuevo capítulo por razones de estudio.

Derek, Elliana, Landon, Genevieve, Winter, Emily y Scarlett os desean feliz navidad, al igual que yo. Que paséis unas buenas fiestas. Este ha sido mi regalo.

Repasemos:

1. Elliana y sus problemas.

2. La zorra de Ingrid intenta joderle la existencia a Elli.

3. Landon al rescate.

4. Emily en FosterWords.

5. ¿Emily y Landon?

6. Elliana de celestina.

Como hoy es navidad, os dedico el capítulo cada una de vosotras por todo el apoyo que me dais en todo momento y por el entusiasmo con el que leéis esta novela. Gracias por estar ahí.

Esto ha sido todo. Como no nos vemos la semana que viene, ¡os deseo un feliz 2018! Que este año entrante sea mejor que el 2017. ¡Feliz navidad! Un besazo enorme.

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