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Capítulo 10: Te necesito

Capítulo 10: Te necesito

Es extraño lo mucho que una persona puede querer a alguien. De un día para el otro en lo único en lo que podía pensar era en Derek y en lo que provocaba en mí. Sus ojos, tan relucientes como las esmeraldas; sus labios, tan suaves y sabrosos; su sonrisa, tan encantadora y candente; su forma de ser, tan buena y humilde.

Derek Foster era una gran persona y yo toda una afortunada por tenerlo a mi lado.

Los días se me hicieron cortos. Mi día a día se basaba en teclear hasta las cinco de la tarde y marcharme, a no ser que Ingrid quisiera que me quedara a recuperar las horas perdidas que ella creía convenientes. A veces esa mujer era toda una perra.

Había terminado de redactar Las sombras de la rosa, un manuscrito en el que llevaba meses trabajando. Alec y Susan podían descansar en paz de una vez. Asimismo, me había prometido a mí misma revisar toda la trilogía para posteriormente subirla a Wattpad.

Hablando de eso, no os he contado las cosas maravillosas que me habían pasado. Cada día recibía nuevos comentarios de personas que habían empezado a leer la historia que había subido hacía un par de meses. Estaba a un par de capítulos de terminarla y se notaba que mis lectores no querían hacerlo. No obstante, esa novela tenía dos libros más que había estado revisando. 

Muchas personas me escribían cosas como "Me encanta tu novela" o "Eres mi escritora favorita". Eso me llenaba de un orgullo y satisfacción que nunca antes había sentido.

—Eso es maravilloso, Elli —me dijo Winter una tarde cuando le hube contado lo mucho que estaba creciendo Como un cuento de hadas.

—¿Ves cómo debías confiar en tu talento? —Esa era Genevieve.

Nunca antes me había sentido así, tan feliz y llena. Por primera vez sentía que mi trabajo era bueno y que podía gustar al público. Según había podido observar, mi historia ya había llegado a Europa, ¡e incluso a Asia! Madre mía, menuda locura. Estaba en España, Inglaterra, Escocia, Turquía, Italia...

Me sentía plena pese a los intentos de Ingrid y Lillian de menospreciarme. Ellas dos siempre intentaban atacarme cuando Derek no estaba delante. No le había contado nada; lo que menos quería hacer era preocuparle. Además, me avergonzaba de mi reacción. Todavía seguía dándole vueltas a una misma pregunta: ¿por qué no fui capaz de defenderme?

Se suponía que mis padres me habían enseñado que nadie estaba por encima de mí. En el colegio era igual, siempre me dejaba pisotear por Grace Hanks, la chica más popular y guapa de mi promoción. Suerte que tenía a Winter y, posteriormente, a Genevieve conmigo. Ellas intentaron desde el principio que no me dejase ser menospreciada por ella, pero para mí, una persona pacífica, era imposible hacerlo. No era una mujer de una gran voz y si podía solucionar las cosas hablando, lo haría.

Quizás los abusones buscaban víctimas débiles porque, de lo contrario, quedaría a la vista su debilidad. En mi opinión, solo eran una panda de cobardes que buscan la atención de los demás agrediendo a otra persona.

.   .   .

El buen tiempo ya se dejaba notar con timidez. A medida que los días se iban haciendo más largos el buen tiempo era más notorio. El sol cada vez calentaba más nuestra piel, aunque también solíamos tener días de lluvia y tormentas primaverales.

Un día, en una de esas tormentas, se nos fue la luz en el trabajo. Por fortuna, había guardado recientemente mi trabajo, por lo que cuando la pantalla se fundió en negro, no perdí mucho. Varios compañeros, en cambio, sí, incluido Landon.

—Dichosa tormenta —refunfuñó él en el almuerzo. Tenía el ceño fruncido y parecía cabreado.

—Dímelo a mí. He perdido todo lo que he estado haciendo las últimas dos horas —se quejó Luke.

Connor se limitó a bufar.

Un relámpago iluminó nuestros rostros. Como no había luz, habíamos decidido ir a un restaurante que estaba cerca de la sede central de FosterWords. Hacía un día de perros, la verdad, y no es que nos apeteciera volver dentro. No sabíamos si al regresar podríamos reanudar nuestros proyectos o no, y si se nos restaría del salario.

Pinché una hoja de mi ensalada con salsa de queso y me lo metí a la boca. Um... Cómo me gustaba su sabor y textura.

—Yo no he perdido nada —dije al tragar—. He guardado todo un poco antes de que sucediera el apagón.

Cuatro cabezas se volvieron hacia mí. Connor y Luke se lanzaron una mirada cómplice al mismo tiempo que Landon agachaba la cabeza. Anna sonrió triunfal.

—¡Genial! ¡He ganado la apuesta! Ya os lo decía yo, solo que no queríais creerme —se burló de ellos.

Landon apoyó una mano sobre la mesa.

—¡No me lo puedo creer! Cómo no he sabido deducirlo.

Connor y Luke se encogieron de hombros al unísono.

—No lo sé, es tu mejor amiga.

Anna estaba a rebosar de felicidad, tanto que sus tacones repiqueteaban en el suelo de mármol.

—Me debéis cada uno cincuenta dólares. Ha sido el dinero que más fácil he ganado en mi vida.

Así que habían apostado a mis espaldas... ¡Qué bien! Vaya amigos tenía.

Los tres hombres de la mesa le extendieron un billete de cincuenta dólares cada uno y Anna los aceptó gustosa. No me extrañaba. ¿Quién no aceptaría semejante suma de dinero?

—Elli, ¿qué te parece si esta tarde, después de salir de trabajar, nos vamos tú y yo de compras? Ya que ha sido por ti que los he ganado, quiero que pasemos una tarde de chicas. Así podré ayudarte a elegir un modelito para que dejes a ese hombre tan guapo con la boca abierta. —Me guiñó un ojo con todo el descaro.

—¡Anna! —Sentía que toda mi cara me ardía.

—¡Anna Bell, no digas esas cosas! —Landon la fulminó con la mirada. Luego sus ojos se posaron en los míos—. Aún me debes unos detalles.

Oh, claro. Los detalles, como él los llamaba, eran parte de su permanente sobreprotección. Desde lo del innombrable de mi ex ya no se fiaba mucho de los hombres que me rodeaban. Pensaba que todos querían jugar conmigo. Creía eso mismo de Derek en cuanto le comenté que habíamos empezado a salir, pero con el paso del tiempo me dio su visto bueno.

—Nosotros también queremos saber cómo es ese hombre tan guapo en la cama —dijo Connor suspirando con dramatismo y abanicándose con una servilleta—. Soy yo o hace calor aquí.

—¡Qué teatrero eres! —exclamó Luke mirándolo con una sonrisita dibujada en los labios.

Connor le tiró un beso sarcástico, como lo llamó él.

El resto de almuerzo siguió así, entre risas y pullas cariñosas. Haber logrado ese grupo de amigos junto a conocer a cierta personita había sido lo mejor que me había pasado en ese trabajo.

.   .   .

Al final la luz volvió un poco antes de que regresásemos del restaurante, lo que fue toda una fortuna. Tenía bastantes palabras que traducir y me negaba a hacerlas en casa, no señor. Así que en cuanto apoyé el trasero sobre la silla, me puse a teclear sumida en mi mundo. Nada me distrajo. Solo cuando alguien me abrazó por la espalda salí de esa burbuja de concentración.

Me sobresalté al sentir unas manos en mi cintura y unos labios en mi cuello. Una risa masculina muy conocida para mí me llenó lo oídos.

—Serás bobo.

Me volví hacia él. Derek me miraba con un brillo travieso en la mirada.

—Eres muy asustadiza. —En su voz había matices burlescos.

—Estaba concentrada —me excusé, aunque era cierto.

Una sonrisa de lado se pintó en su rostro.

—¿No me digas? Fíjate que no me había dado cuenta de ello.

Me era extraño ver a Derek en esa sección. Su lugar estaba en la última planta de todo el complejo, en donde estaba su despacho. Según Landon, ese sitio era enorme, como dos veces su lugar de trabajo, y no era pequeño que digamos. Me pregunté qué estaría haciendo allí en horas de trabajo.

—¿Cómo vas con la traducción?

Alcé una ceja. Así que era eso...

—Estoy en ello. Admito que el libro me está gustando mucho, aunque eso es fácil, teniendo en cuenta que leo cualquier cosa.
Era una lectora apasionada. Adoraba leer un buen libro de cualquier género menos el terror. Podía pasarme horas y horas perdida entre sus páginas sin darme cuenta del paso del tiempo. Ya me había pasado más de una vez. Recuerdo que un día me pasé toda una tarde encerrada en mi habitación porque quería saber quién era el asesino. Asimismo, tenía la costumbre de cuando me enfermaba coger un buen libro y pasarme todo el día leyendo.

—¿Has terminado ya o tienes que hacer horas extra?

—¿Eh? —No lo estaba siguiendo.

Él rió. ¿Qué sería aquello que se causaba tanta gracia? ¿Acaso tenía monos en la cara?

—Ya es la hora de salida, bella flor.

¡Qué! ¿Tan rápido? Si hacía solo unos minutos que... Me volví para mirar la hora en la pantalla de mi ordenador y maldije. ¡Rayos! Hacía media hora que debería de haber salido. ¿Cómo se me pasaba algo así? Encima un viernes por la tarde.

Reí. Eso solo me pasaba a mí.

—No me he dado cuenta. Espera que termine el párrafo. Después podré dejarlo —prometí.

—Todo tuyo. —Derek me dio un beso en la mejilla antes de dejarme volver al trabajo.

Comencé a teclear aquellas dos escasas líneas. Sonreí con satisfacción al comprobar que eran muy simples. En un abrir y cerrar de ojos ya estaba listo.

Guardé el documento tanto en el ordenador como en mi pendrive. A continuación apagué el aparato y lo guardé con cuidado en su funda. Era mi bien más preciado puesto que sin él no podría pasar a limpio todo lo que escribía.

Me levanté y ordené mi escritorio con parsimonia. Siempre tenía esa manía de dejar todo impecable antes de marcharme, por eso tardé un poco más de la cuenta. Armé el bolso (o como yo lo denominaba "el bolsillo mágico de Doraemon", por la cantidad de utensilios que metía en él.

—Ya podemos irnos —le dije a mi hombretón, el que me había esperado. Estaba apoyado en uno de los tantos cubículos que había desperdigados por la estancia. Su traje de tres piezas le sentaba de miedo, y solo de verlo me entraban unas ganas irrefrenables de desnudarlos ahí mismo.

—Si sacas una foto, la imagen te durará más.

Hice una mueca.

—Ja, ja. Muy gracioso.

Me situé a su lado y juntos salimos de la empresa bajo la atenta mirada de varios compañeros. De vez en cuando cuchicheaban entre sí con descaro. En el camino nos encontramos con Ingrid y Lillian, y en cuanto me vieron, sus ojos se clavaron en mí como dagas. Su mirada tan fulminante me hizo recordar el día en el que esas dos arpías me pillaron desprevenida en el baño.

Al instante un nudo se instaló en mi garganta. Aún no había superado el hecho de no haber sido capaz de defenderme. Debía aprender a valerme por mí misma. Ya era hora de que personajes como esos dos bichos me dejaran en paz de una vez por todas.

—¿En qué piensas?

La voz de Derek me sacó de mi ensimismamiento.

—¿Eh?

Mi mirada debía de ser todo un poema porque él esbozó una sonrisa muy bonita.

—Estás muy callada —se limitó a decir encogiéndose de hombros.

—Oh —fue lo único que se me ocurrió decir. Llevaba días pensando en si debería decirle a Derek lo que había pasado en su ausencia. Por alguna extraña razón mi instinto me decía que no era necesario.

—¿Oh?

Derek era todo un encanto. En ese momento supo que no me apetecía hablar, por lo que no insistió. Se limitó a acompañarme a mi apartamento en silencio, conduciendo por las calles. Puse la radio para romper el silencio y sonreí al escuchar una de mis canciones favoritas.

De repente me vino una gran idea a la cabeza. Saqué con ansiedad mi cuaderno de escritura y la plasmé sobre él. No me di cuenta de que habíamos llegado hasta que sentí la mano de Derek en mi rodilla. Por instinto, levanté la mirada.

—Ya hemos llegado, bella flor.

Me puse roja como un tomate. ¿Cuánto tiempo llevaríamos parados frente a mí bloque? ¿Habría leído algo? Esperaba que no, puesto que esa idea estaba muy relacionado con él y las sensaciones y orgasmos que me hacía tener.

Guardé todo de nuevo en el bolso que combinaba a la perfección con mi atuendo, una falda negra Lisa, una blusa blanca y una americana del mismo color de la falda.

—Lo siento, estaba en modo escritora —me disculpé esbozando una sonrisa tímida.

—Ya veo. —Derek se inclinó un poco sobre su asiento y se acercó a mí. Su mirada ardiente me llegó al alma. Cuando habló de nuevo, su voz salió en apenas un susurro—. Te pones muy sexy.

Me derretía ante él. Siempre tenía una palabra bonita para mí, un halago o simplemente un gesto que para mí significaba mucho.

—Mmm... Y tú cuando tu voz se vuelve tan ronca como ahora. —Le guiñé un ojo con descaro.

Un gruñido gutural salió de su garganta.

—No me tientes, Elli. ¿Sabes lo tentador que es llevarte bien lejos y hacerte mía de las miles de formas que se me ocurren? Lo haría de no tener una reunión muy importante en una hora.

Uf, ¿era yo o la temperatura había aumentado notoriamente? Qué intenso se volvía a veces mi hombretón. Me gustaba.

Solté una risita.

Acorté la distancia que nos separaba y junté nuestros labios en un beso apasionada que lo decía todo. Todos mis sentimientos hacia él salieron a flote en ese contacto labio contra labio. Le mostré cuánto le quería y le transmití mi amor por él.

Se separó de mí de manera brusca.

—Mierda, si esto sigue así, no podré controlarme y lo que menos quiero es hacerlo en el coche.

Le di otro beso, pero esa vez fue solo un leve roce.

—Sabes más que nadie que estaría encanta de ello, pero si no subo ahora, Winter y Genevieve bajarán a por mí. Ya sabes lo que significa eso.

Su mirada se tornó en una mezcla entre el horror y el espanto.

—¿Otro interrogatorio incómodo?

Hacía dos semanas Derek me acompañó a casa y pensando que mis amigas no estarían en casa, lo invité. Tremenda sorpresa me llevé al descubrir que ni la una ni la otra habían salido. Pobre Derek, mis amigas lo incomodaron con todas esas preguntas como "¿Utilizáis protección?" O "¿La quieres o ella es solo un juguete?". Creo que se ha llevado una mala impresión de ellas, aunque al día siguiente me confesó que ese duo dinámico le caía bien.

Reí.

—Antes de que te vayas hay algo que quiero comentarte —me dijo él pensativo—. Es una tontería y quizás no quieras venir, pero...

—Derek, no le des tantas vueltas —le animé. ¿Qué era eso tan importante que tenía que decirme?

Hinchó las mejillas y soltó todo el aire de su cuerpo.

—Verás, dentro de dos semanas hay un evento benéfico. El dinero que se recaude irá destinado a Bronx, para que los jóvenes en riesgo de exclusión social tengan una biblioteca decente y una ludoteca, ya sabes, un lugar en donde reunirse. Me han invitado. Como puedo traer acompañante en seguida he pensado en ti.

Derek era un hombre adorable, eso estaba claro. Me sentía halagada y a la vez abrumada. Nunca en mi vida había ido a un evento así. Se suponía que era exclusivo de los grandes magnates del dinero. No era extraño que mi hombretón fuese a esas galas, teniendo en cuenta que a pesar de ser joven, tenía ya una importante suma a su nombre.

Tenía miedo, no os lo voy a negar. ¿Y si metía la pata? ¿Y si le dejaba en ridículo?

—No sé. No quiero hacer un escándalo público.

Me mordí el labio inferior con nerviosismo, apartando la mirada de él con tristeza. Pero él me obligó a mirarlo, colocando una mano en mi barbilla. Su mirada era intensa.

—Quiero que vengas. Sin ti sentiré un vacío en mi interior. Te necesito a mi lado.

Su confesión me dejó estupefacta. ¿Cuándo habíamos llegado a ese punto?

—Por favor —añadió poniendo ojitos.

Sonreí con ternura. Había ganado el asalto.

—Está bien, iré. Pero no me hago responsable de lo que pase.

Me dio un par de besos más, lleno de euforia.

—Gracias, eres la mejor.

—Lo sé. —Le guiñé un ojo.

—Ya no te entretengo más. No queremos que esas dos bajen, ¿verdad?

Cierto. Le di un último beso antes de salir del coche.

—Te quiero —le dije antes de alejarme.

—Yo más.

Sonreí y entré en mi portal sintiendo un huracán en mi estómago. Ay, Derek. Cada día mis sentimientos por él iban en aumento. Estaba tan feliz que nada ni nadie podía hacerme daño... o eso pensaba yo.

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Nota de autora:

¡Feliz lunes, mis enredadas! ¿Quién más a parte de mí quería que llegara ya este día?

Me siento feliz de deciros que ¡Pasiones Enredadas tiene ya más de 10K! Muchas gracias por todo el apoyo que me dais. Os quiero mucho. Por otro lado, gracias por felicitarme en mi cumpleaños. Sois un amor.

Os traigo un notición. Voy ha hacer una novela a parte (cuando acabe con Derelli) de Landon. ¿Os gusta la idea?

Repasemos:

1. Elli está triunfando en Wattpad.

2. La tormenta y sus consecuencias.

3. Landon y sus detalles.

4. La apuesta que ha ganado Anna.

5. Momento Derelli.

6. ¿Por qué narices no le cuenta Elli el incidente de Ingrid y Lillian?

7. ¡Derelli está que no para!

Quiero dedicar este capítulo a TrueAlog por la ilusión con la que lee cada capítulo.

¿Qué os ha parecido el capítulo?

Esto ha sido todo. ¡Nos vemos el lunes! Un beso.

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