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Capítulo 4. Mundos distintos

¡¡¡TARAAAAN!!! Apuesto a que pensaron que ya no volvería, pero he resurgido de las cenizas >:) Ya en serio, no quería abandonar el fic y nunca fue mi intención hacerlo pero en la vida pasan tantas cosas... En fin. Le prometí a mi hermana que lo terminaría, después de todo, lo empecé a escribir por ella, así que pienso terminarlo.

[ . . . ]

Tras escuchar el breve y extraño relato de los labios del joven rey, Norte se quedó helado y en silencio, una reacción rara en él dado su personalidad efusiva. Tal suceso llamó poderosamente la atención de Frost.

— ¿Y bien? ¿Sabes qué pasó? —lo cuestionó curioso por su falta de palabra.

Con una expresión muy seria, le respondió:

— Sí... Atravesaste un portal espacio-temporal.

Mientras que el joven rey contrajo las cejas en una mueca desconcertada y sorprendida, Jack puso una cara como si se preguntara si había escuchado bien.

— Espera, ¿un qué?

— Portal espacio-temporal; un vortice que abre una brecha a través del tiempo y espacio, ¿no es obvio? Tu amigo debió pasar por uno si pudo llegar hasta aquí.

— Wow... Eso... ¿Eso es posible? ¿Cómo lo sabes? —Conejo intervino.

— Porque yo los cree... —la confesión del guardián dejó a todos en silencio, aprovechando para continuar—. En mis primeros años como guardian, trabajé en crear una forma mas eficiente para transportarme de una ciudad a otra. Las noches no son lo suficientemente largas para visitar a cada niño del mundo, ¿saben? Así fue como hice las bolas de nieve, pero antes del resultado que ustedes conocen, hubo muchas fallas, entre ellos, vórtices que abrían la brecha a dimensiones más allá de la nuestra. El hombre de la luna me advirtió que eso podría causar desequilibrio entre este y otros mundos, así que los deshabilité... O eso pensaba, hasta hoy.

— Entonces, ¿el portal del lago que me trajo aquí, fue obra tuya?

— Aplaude después... ¿De dónde dices que eres?

— Arendelle —el hombre y el conejo se miraron con una complicidad que Jack solo pudo interpretar como algo que no implicaba buenas noticias.

— ¿Qué?

— Jack, mucho antes de que tú nacieras, ese reino fue destruido. Para ser preciso, un siglo antes de que emergieras como Jack Frost, el reino de Arendelle fue arrasado por un tsunami hasta los cimientos.

— ¡¿Qué?! Eso es ridículo. Estuve ahí hace años

— ¿Cómo dices? —los ojos azules de Santa se abrieron como un par de grandes lunas llenas.

Levantó ambas manos pidiendo tiempo fuera para procesar mejor lo que acababa de escuchar.

— ¡Aguarda un momento! ¿Dices que visitaste un reino que desapareció hace cuatro siglos?

— Eh... Sí, pero no fue hace cuatro siglos, pasó hace una década... Creo.

Norte analizó sus palabras mientras acariciaba su barba.

— Si lo que dices es cierto... Entonces es posible que hayas llegado allá por un portal también.

Exon escuchaba en silencio, abrumado por la gran cantidad de información que su cerebro intentaba maquinar torpemente sin éxito. No podía creer ni una palabra emitida de esos extraños individuos, comenzando por la cuestión más intrigante de todas: ¿Qué edad tenía ese chico albino que lucía como un adolescente?

— Norte, puedes regresarlo al lugar de dónde vino, ¿verdad?

— No lo sé. Únicamente creé tres portales; ustedes ya usaron dos, sino es que el último ya fue activado sin que lo supiéramos.

La emisión de esa posibilidad hizo a Exon temblar preocupado, lo que lo hizo dar un paso al frente remarcando su presencia que había momentáneamente ignorada.

— Por favor... ¡Tiene que hacer algo! Mi hermano y mi reino me necesitan. ¿No podría... Crear otro?

— Muchacho, quiero ayudarte, en serio, pero esa es magia prohibida. Fue algo que cree por accidente y nunca aprendí a controlarlo del todo. Sería demasiado peligroso para nuestros mundos. Lo único que podemos hacer por ahora, es buscar el último portal y rezar por qué aún no haya sido usado.

El rey de Arendelle sintió la impotencia ante esas palabras. Cerrando ambos puños , giró sobre sus talones alejándose del pequeño grupo de quienes para él eran extraños y dirigiéndose a la ventana más cercana mientras era observado de forma compasiva por los tres guardianes.

El más viejo de los tres, sobándose la nuca, soltó un largo y pesado suspiro de culpabilidad al ver los desánimos del rey.

— Haré todo lo posible, pero necesitamos la ayuda de Hada y Sandman para resolver esto.

Se dirigió a Jack, quien no había podido apartar la vista del rubio al sentirse mal por él.

— Bueno, supongo que debería irme adelantando —Conejo estaba preparado para irse, no sin antes despedirse con algo de fastidio por el reciente problema—, aún tengo muchas cosas que hacer en la madriguera antes de ayudarlos a arreglar tus desastres —. Exclamó con algo de ironía dirigiéndose al hombre de rojo.

— Agradecemos tu colaboración, amigo —le respondió tranquilamente con una ligera sonrisa apenada por su comentario.

Después de eso, el conejo de la Pascua se marchó a través de un túnel que se abrió en el suelo.

— Jack, avisaré a los otros y les explicaré lo que pasó. Mientras tanto, puedes tratar de hablar con él —el albino se giró hacia su amigo.

— ¿Yo? ¿Sobre qué podría hablarle a alguien que fue enviado a otro mundo por accidente? —una mano sostuvo el hombro del chico como un gesto reconfortante.

— Eres bueno para hacer que la gente convierta sus problemas en algo más... Divertido —pero Jack no estaba tan seguro en esta situación. Era bueno con los niños, pero...

— Por favor, no es para tanto —desvió la mirada, acción que desencadenó una expresión pícara y burlesca en la cara de Santa.

— Anda, ¿Desde cuándo Jack Frost es tan tímido? —se mofó, recibiendo nuevamente la mirada atónita del muchacho.

— ¿Tímido, yo? ¡No lo soy!

— Entonces ve a entretenerlo mientras preparo todo, ¿estamos? —dio por sentado un respuesta afirmativa y se dió la vuelta para alejarse sin detenerse a escuchar algo que Frost tuviera que decir.

Jack no le tomó importancia, era bueno para hablar, le gustaba hablar. No sabía por qué pensó que podría ser difícil con aquel sujeto.

El autoproclamado rey de Arendelle se hallaba en uno de los balcones, observando con su azul y melancólica mirada a la nada, perdiéndose en la penuria de la eterna noche que cubría con su manto estrellado aquel extenso y helado continente.

— Hey... ¿Estás bien, amigo?

Se desconcertó un poco al escuchar una voz tan repentina cerca suyo sin ver a quién pertenecía, pero rápidamente se dió cuenta que el muchacho albino estaba flotando de cabeza sobre él.

Se había olvidado momentáneamente de esa habilidad tan especial y única.

Pero no pensaba mucho en ello en ese momento debido a su angustia y la probabilidad de no poder volver a su hogar jamás. Pensaba en qué haría él si se llegaba a quedar para siempre.

— Aquí Arendelle no existe. Y si no puedo regresar, ¿qué será del reino y de mi hermano? Estuvimos muchos años separados y apenas hace un año, recuperamos lo que creí que habíamos perdido. Cuando amanezca y no me encuentre, pensará que volví a irme. Estoy seguro que saldrá a buscarme, pero está vez, no me encontrará —bajó la mirada sintiendo un gran peso abrumando su corazón sólo de pensarlo

Jack se posicionó a su lado y levitó más bajo sin llegar a tocar el suelo.

— Oye, no te preocupes. Norte llamará a los demás guardianes y entre todos, buscaremos el portal para que puedas volver —eso llamó la atención del rubio, dirigiendo su atención a él.

— ¿Guardianes?

— ¡Sí! Ya conoces a Santa y al Conejo de Pascua; también está el Hada de los dientes, Sandman... ¿No?

La mirada incrédula de Exon le daba a entender a Jack que quizás sus mundos eran más distintos de lo que pensaba, y eso lo llenaba de intriga.

— ¿No celebran Pascua ni Navidad de dónde vienes? ¿Los niños no ponen dientes de leche bajo la almohada esperando encontrar una moneda al día siguiente? ¿Los niños no duermen esperando que sus sueños se hagan realidad?

— Soñamos, pero probablemente de una forma diferente a como lo hacen aquí. En cuanto a la Navidad, claro que la celebramos, pero el tal Santa Claus no existe. Los padres inventaron eso para ilusionar a los niños cuando son ellos quienes ponen los regalos bajo el árbol.

— Oh, eso suena... algo desalentador, ¿no crees? —Jack no pretendía ser grosero, pero escuchar cómo eran las cosas en ese otro mundo, sin magia, sin seres que protejan las ilusiones y sueños de la niñez haciendo que estos crecieran dándose cuenta de que nada de eso existía, sonaba algo... Decepcionante.

— No lo sé. Siempre ha sido así. Es normal para mí.

Ese hombre hablaba con normalidad, pero Jack Frost percibía algo en él que iba más allá de su apariencia; sus ojos, su voz... Percibía un aire de melancolía en ellos, muy pequeño pero notorio a sus ojos como el guardián de la diversión.

— Dime, ¿qué es lo que más te gusta de tu mundo? —Exon pensó en su respuesta un momento, respondiendo rápidamente, pues no tenía que pensar demasiado.

— Supongo que estar con mi hermano.

Jack tomó asiento en el barandal rústico del balcón y uso su bastón para apoyarse mientras ponía toda su atención en Exon.

— ¿Cómo es él?

El rubio sonrió levemente, dudando un poco si sería correcto hablarle a un extraños sobre cosas personales; sin embargo, ver esos ojos azules tan puros como el hielo despejó sus dudas y le hicieron sentir que podía hablarle con confianza.

— Siempre ha sido muy entusiasta, gracioso y muy ingenuo. Una vez, quisó desposar a una mujer que acababa de conocer y cuando me negué a darle mi bendición, él se molestó mucho, pero no cambié de opinión y ese día... Ese día pasaron muchas cosas —Jack escuchaba con atención la historia del hombre que ya no se sentía como un extraño en compañía del albino, el cuál, como era de esperarse, hacía la conversación más amena y entretenida soltando comentarios y chistes de vez en cuando que arrebatan pequeñas risas de los labios del rey.

Los jóvenes de hielo conversaron por un largo rato, cuyos minutos se transformaban en horas a medida que el tiempo pasaba.

El joven guardián se dio cuenta que Exon de Arendelle no lo recordaba, pero no se le hacía nada raro, después de todo, no podía verlo en ese entonces y probablemente nunca se dio cuenta de su presencia. El recuerdo de su primer encuentro permaneció sólo con él junto con el anhelo de volver a verlo y saber más del pequeño príncipe con el que compartía el don del invierno, en quien no dejó de pensar desde el día en que lo vio usar su magia, desde el primer momento, mientras que para Exon, era su primer encuentro y recién se daba cuenta que quería conocer mejor al albino con el que sentía tanta seguridad y la confianza suficiente para conversar con él y contarle su vida a pesar de que sus miradas se habían encontrado por primera vez hace tan sólo un par de horas atrás.

— Y, ¿sabes? Ander también es muy testarudo... Aún recuerdo cuando huí dejando todo atrás. Creí que no me buscaría, pero me equivoqué. Arriesgó su vida por mí y... le hice daño —la tristeza volvía a los ojos del rubio y Jack no permitiría que eso volviera a suceder.

— Pero ahora están bien, ¿verdad?

— Sí, lo estamos —la curvatura en sus labios volvió a alzarse.

— Hey... —sin pensarlo mucho, Jack puso su mano en el hombro del rey—. Te prometo que haremos todo lo posible para que puedas volver.

Exon se giró a verlo y no pudo evitar sonreír agradecido por la inmensa amabilidad e (irónico decir esto), calidez de ese muchacho.

— Gracias.

Un temblor se apoderó del cuerpo de Jack y un extraño cosquilleo se alojó en su pecho ante ese simple gesto.

La extraña reacción de su cuerpo le hizo sentir la necesidad de desviar la vista a otro lado.

Se rascó la cabeza y buscó cambiar de tema.

— Bueno, creo que tendrás que quedarte esta noche. Hablaré con Norte. Todo se resolverá mañana.

— ¿Nos quedaremos aquí?

— En realidad, yo tengo que ir a otro lugar, pero prometo estar cuando despiertes —Jack volvió a elevarse en el aire ante la mirada desconcertada de Exon.

— ¿Qué? ¿A dónde irás a esta hora?

— Aún tengo trabajo que hacer como guardián en el otro lado del mundo donde aún es de día.

— ¿No duermes?

— No lo necesito. El sueño y el cansancio es una de las cosas que dejé de sentir hace mucho —de alguna manera, esa información entristeció un poco al rey de Arendelle. Si lo que decía era cierto, ¿qué otras cosas había dejado de sentir? Probablemente el hambre y el calor sean algunas de ellas también.

Afirmar eso, le daba una perspectiva diferente del joven mago de hielo que le dejaba una sensación amarga. Era como si... Estuviera muerto.

— ¿Qué eres? —aquella pregunta la hizo sin siquiera darse cuenta al anunciar sus pensamientos en voz alta.

Su voz había sonado rígida, lo que tal vez la hizo sonar demasiado directa.

En cuanto a Jack, aunque extrañado por la pregunta, lejos de tomárselo personal, respondió con simpleza y una amplia sonrisa decorando su blanco rostro.

— Ya te lo dije: Soy Jack Frost y soy un guardián.

Su respuesta no había aclarado del todo sus dudas, pero se conformaría con eso por ahora.

— Jack —su nombre pronunciado por el rey de hielo con voz grave y serena, lo hacía sonar... interesante—, ¿qué tal si no puedo volver? —. Exon lo miró con la luna reflejada en sus preciosos y afligidos ojos azules, de los cuales, Frost no pudo evitar apiadarse.

— En ese caso... —suspendido en el aire y con la blanca luz pura de su creador a su espalda, el albino ofreció su mano a un rey que añoraba una pequeña chispa de esperanza—, déjame enseñarte mi mundo.

[ . . . ]

Notas: Ya saben lo que dicen, lo bueno se hace esperar. No me peguen u.u me encanta lo que tengo planeado para esta historia. Me sirve para salir de mi bloqueo de escritor.

Pequeña hermana, espero que estés feliz :v

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