CAPÍTULO VIII
Daud estaba en sus aposentos leyendo un libro cuando comienza a toser fuerte y vé que en las páginas del mismo hay unas pequeñas gotas de sangre. De inmediato se preocupó, y mandó a llamar su médico personal.
-¿Me llamó majestad?- preguntó el médico cuando estuvo ante el Sultán
-sí Efendi, lo que pasa es que...- dice Daud pero no termina de hablar porque vuelve a tener toz, se cubre con la mano y cuando se la quita ve que hay sangre -por esto te mandé llamar- le muestra la mano
-dejeme revisarlo majestad- comienza a revisar al Sultán y termina en unos 15 minutos -no es bueno lo que le voy a decir-
-¿Qué cosa Efendi?-
-me temo que la enfermedad que tuvo cuando se enfrentó a los persas ha empeorado su salud-
-¿Cómo es posible? Eso pasó hace 6 años y me tomé la medicación que me resetaste-
-al parecer la enfermedad es mas fuerte de lo que creiamos, encontró una forma de ocultarse y de resistirse a la medicación-
-¿Qué se puede hacer?-
-le daré esto- le da al Sultán un pequeño frasco que habia sacado de su maletín
-¿Y qué es?-
-esta medicina es un poco mas potente que la que estaba tomando, debe poner tres gotas en sus bebidas de la cena. Debe ayudarle a mejorar-
-eso espero-
Pasó un tiempo desde que Daud estaba tomando la medicina y parecía haber mejorado, pero un día por la mañana, cuando se estaba levantando, volvió a tener esa tos fuerte, pero esta vez, le salió mas sangre y comenzó a sentirse débil.
-ağas- dijo Daud con algo de dificultad y casi inaudible, pero los guardias lograron escucharlo y entrar
-majestad- dijo uno de los guardias
-llamen al...al médico ahora-
El médico llegó a los aposentos del Sultán tan pronto lo llamaron.
-esto no puede ser- dijo el médico -usted debia estar bien para este punto- comenzó a revisar al Sultán y luego el frasco con la medicina que le habia recetado -no puede ser-
-¿Qué pasa?-
-esto no es la medicina que le receté-
-¿Qué es entonces?-
-es un veneno-
-¿Veneno?-
-sí, uno que tenía para experimentar. En pocas cantidades no hace mas que generar un malestar pasajero, pero si se consumen esas cantidades muy seguido, llega a ser mortal-
-¿Quieres decir que me envenenaron?-
-me temo que sí majestad-
-¡Tú tienes la culpa!-
-claro que no majestad, le juro que yo no tuve que ver en eso. De hecho, yo estaba buscando este veneno desde hacia un mes porque me lo habían robado-
-eso puede explicar algo que noté hace precisamente un mes-
-¿Qué?-
-que la medicina se habia vuelto mas oscura-
-la cambiaron por el veneno, seguro fue la persona que me lo robó-
-ordenaré que...- no pudo terminar la oración porque volvió a toser y el aire le comenzó a faltar
-majestad-
-¿No tendrás un antídoto?-
-me temo que no, para eso experimentaba con él, para buscar uno-
-¿Entonces moriré?-
-sí su majestad, usted ha estado consumiendo el veneno por un largo tiempo-
-dile a uno de los ağas de la entrada que venga-
-como ordene- va a la entrada y le dice a uno de los ağas que pasara
-¿Me necesitaba majestad?- pregunta el ağa haciendo una reverencia
-ve y trae a mi hermano el gran visir Alí Shakir Paşha- ordena Daud
-sí majestad- sale de la habitación y hora y media después regresa con el gran visir
-su majestad- dice Alí Shakir
-dejenos solos- ordena el Sultán y tanto el médico como el ağa se van -hermano, me envenenaron y ya no me queda mucho tiempo de vida-
-no puede ser, debe haber algún antídoto-
-el médico me dijo que no habia-
-por Alá-
-ya no hay nada que hacer-
-¿Qué vamos a hacer?-
-ve a Manisa y avisale a mi hijo Mohamed de mi muerte y que él es el nuevo Sultán. También quiero que averigüen quién reemplazó mi medicina por el veneno-
-eso haré-
Alí Shakir vió como la respiración de su hermano se hacía mas lenta hasta que ya dejó de hacerlo, le tomó el pulso y confirmó que habia partido al reino de Alá.
En Manisa, totalmente ajeno a lo que acababa de pasar en la capital, Mohamed estaba en el jardín reunido con su madre.
-hace tanto que no pasabamos tiempo juntos madre- comenta Mohamed
-es verdad hijo- dijo Fatma -la ultima vez que estuvimos así fue cuando aún eras un niño-
-sí y a medida que crecia, también lo hacían mis responsabilidades-
-así es-
-¡Atención! ¡El gran visir Alí Shakir Paşha!- dijo un guardia que estaba allí
-¿Qué esta haciendo aquí?-
-no lo sé madre- dice Mohamed y se dirige al gran visir -tío ¿Qué haces aquí?-
-vine aquí visitarte y a avisarte de algo que pasó-
-¿Qué cosa?-
-tu padre, el Sultán Daud Khan ha muerto-
-¿Qué?-
-sí, ahora eres el nuevo Sultán del Imperio Otomano y debes partir lo mas pronto posible a Estambul para tu coronación-
Mohamed estaba en shock, nunca había pensado en ser Sultán tan pronto, pensaba serlo al menos a los 25 años y no a los 20. Pero debia aceptar la realidad y con la frente en alto.
Mohamed estaba de regreso en el palacio de Topkapi y se encontraba en los que ahora son sus aposentos. Unos ağas le estaban poniendo un caftan rojo con bordados dorados, le pusieron un anillo que le pertenecia a su padre y el mismo se encargó de ponerse su turbante.
-dejenme solo un momento- dice Mohamed
-sí su majestad- dijeron los ağas antes de retirarse
Mohamed se vió al espejo con detenimiento, se sentía un poco raro usando esas ropas que tenia puestas ahora y que solia ver a su padre con ellas. Pensó en toda la responsabilidad que ahora tenia y también en que haría todo lo posible para que el Imperio progresara durante su reinado.
Mientras tanto en el patio en donde se llevaria a cabo la coronación, los Paşhas estaban hablando sobre la muerte del Sultán Daud y en como el joven Mohamed iba a manejar el Imperio.
-es una lástima que el Sultán Daud haya muerto- comenta Ishak paşha -aún podia hacer cosas por la nación-
-opino lo mismo paşha- dijo Alí Shakir -aún le quedaban cosas por hacer, una vez me comentó que quería conquistar las ciudades sagradas de Medina y La Meca-
-que curioso que diga eso Paşha- comenta Murad, que había sido nombrado paşha hacia un año -pues nuestro ahora Sultán me había dicho precisamente eso y que era uno de sus mas grandes sueños-
-espero que algún día lo haga- comenta otro Paşha -era una prueba que demostrará que tan buen Sultán será-
-¡Atención! ¡Su majestad el Sultán Mohamed Umar Khan!- dijo un jenízaro cuando Mohamed atravesó la puerta para salir y sentarse en el trono
Luego el mismo jenizaro nombró a cada uno de los hombres mas importantes del Estado, primero nombró al Shayj al-islam Orhan Efendi, luego al gran visir Alí Shakir Paşha y así siguieron con los demas, pasando por Burak, Ishak y Murad.
-no puedo creer que mi hermano ya sea Sultán- comenta Handan, quien estaba con su madre, la ahora Valide Fatma Sultán, su hermana Selma y Nurgül Hatun, la madre de esta en la torre de la justicia viendo todo
-yo tampoco lo creo- dice Fatma -y tampoco creo en el hecho de que ahora soy madre sultana-
-es verdad, se me habia olvidado mencionarlo-
-Alá mediante será un buen y justo gobernante y que solo le traerá prosperidad al Imperio-
-amén madre, amén-
Mientras tanto en el mercado, Bayaceto se encontraba en un puesto comprando unas cosas y oyó que dos Efendis estaban conversando sobre algo.
-¿Estás seguro de que será un buen Sultán?- preguntó uno de los Efendis
-solo Alá sabe lo que va a pasar en su reinado- responde el otro Efendi
-disculpen que los interrumpa- dice Bayaceto -pero ¿De qué estaban hablando?-
-¿Acaso no se ha enterado Efendi? ¿Acaso vive debajo de una roca? Todos en Estambul y el Imperio lo saben ya-
-¿Qué cosa?-
-el Sultán Daud murió y su hijo, el príncipe Mohamed Umar acaba de ascender al trono- dice el primer Efendi
-¿Enserio?-
-así es Efendi, en este momento deben estar en su coronación-
-ascendió muy joven al trono-
-su abuelo el Sultán Kasim también ascendió muy joven, mucho más que él-
-pero al menos su majestad Mohamed Umar tiene la experiencia de gobierno de una provincia, a diferencia de su abuelo-
-eso es verdad-
Después de aquella conversación con los Efendis, Bayaceto se dirigió de regreso a su hogar y en todo el camino no dejó de pensar en que el hombre que había llevado a la muerte a sus padre por fin había muerto y en que ahora Mohamed tendrá tantas responsabilidades que ya no va a volver a visitarlos.
-Hadassa, ya llegué- dice Bayaceto entrando a la casa
-bienvenido hermano, ven te ayudo con eso- dijo Hadassa y ayudó a su hermano a cargar con las canastas
-me enteré de algo en el mercado-
-¿Qué?-
-acaba de morir el Sultán Daud-
-¿Quieres decir que ahora Mohamed es Sultán?-
-así es-
-¿Y seguirá visitandonos?-
-yo creo que no-
-¿Por qué dices eso?-
-porque ahora Mohamed tendrá muchas mas responsabilidades que antes y no le dará tiempo para eso. Así que será mejor que te hagas la idea de que no lo volverás a ver jamás-
-¡Claro que no Bayaceto!- dice casi al borde de las lágrimas -¡Me niego a la sola idea de no volverlo a ver!-
-pero Hadassa-
-¡Me niego!- se va a su habitación dejando a Bayaceto pensando
No le gustaba ver a su hermana sufrir así, pero queria convencerla de que Mohamed no regresaría y lo intentó por mucho tiempo hasta que logró que se resignara.
Una semana después de la coronación de Mohamed, un barco había llegado al puerto de Estambul proveniente del cáucaso y que llevaba a varias muchachas jóvenes que irian al Harén del nuevo Sultán.
-¿A donde nos van a llevar?- preguntó una de las muchachas
-al palacio Topkapi para ser concubinas del Sultán- dijo el capitán del barco
-¿Seremos sus esclavas sexuales?-
-tal vez-
-mi querido hijo- dijo Fatma entrando a los aposentos de Mohamed
-madre- dice el joven Sultán besandole la mano y llevandola a su frente -me alegra verte ¿Cómo te ha ido siendo la madre sultana?-
-aún me cuesta un poco adaptarme a mi nueva labor-
-a mi también madre, y eso que solo ha pasado una semana desde que soy Sultán-
-hijo, quiero contarte algo-
-¿Qué?-
-acaba de llegar un barco con muchachas del cáucaso y están teniendo una revisión médica en esos momentos para asegurarse de que sean virgenes-
-debo pasar la noche con una de ellas ¿Verdad?-
-así es y ya no puedes negarte a hacerlo, ahora eres el Sultán del Imperio y debes de tener un heredero-
-ya lo sé-
-sé que esperas que Hadassa fuera la madre de ese heredero cuando tuviera la edad suficiente, pero no podemos esperar tanto-
-lo sé madre, lo sé-
Había llegado la tarde y Mohamed estaba en sus aposentos viendo bailar a algunas de las muchachas que venían del cáucaso y una de ellas llamó su atención, era una de cabello castaño claro, ojos grises y piel blanca. Cuando había llegado el turno de aquella muchacha de hacer su solo, el Sultán tomó un pañuelo morado y se lo lanzó cuando su rutina terminó. Luego, todas regresaron al Harén.
La chica no entendía el significado del pañuelo hasta que Amina Kalfa le explicó que cuando un Sultán se lo lanzaba a una muchacha era porque la había escogido para pasar la noche con ella.
-¿Enserio el Sultán me eligió a mi?- preguntó la muchacha
-así es- respondió Amina
-¿Pero por qué? Habia muchachas mas bonitas que yo allí-
-eso no importa ya, lo que importa es que has llamado la atención de su majestad y que estarás esta noche en su cama e incluso, si tienes suerte, le darás un heredero y te convertirás en sultana-
Los preparativos para la noche del Sultán con la muchacha ya estaban listos. Mohamed estaba recostado en su cama con la sábana cubriéndolo de la cintura para abajo esperando a que la chica llegara y se deslizara por debajo de sus sábanas como era la costumbre. Y no pasó mucho tiempo para que eso pasara.
La chica entró a los aposentos del Sultán y procedió a hacer lo que le habían indicado y cuando estuvo sobre Mohamed mirandolo a la cara, este la tomó de la cintura y la volteó cambiando de posición: él arriba y ella debajo.
-¿Cómo te llamas?- preguntó Mohamed
-mi nombre es Iris su majestad- respondió la muchacha
-¿Ese nombre te lo dieron al llegar?-
-no, es mi nombre de nacimiento y a la Kalfa le pareció bien que lo conservara-
-y fue una buena decisión, es un nombre hermoso-
-gracias majestad-
Mohamed acercó sus labios a los de Iris y la besó apasionadamente para luego tener intimidad con ella.
Iris salió de los aposentos del Sultán después de dos noches de haber entrado. Cuando llegó al Harén, las demas concubinas se acercaron para preguntarle sobre su momento con el Sultán.
-el es realmente apuesto y fuerte- comentó Iris -fueron las mejores dos noches que pasé en mi vida-
-¿Por qué lo dices?- preguntó una concubina
-porque gracias a ellas tendré un príncipe y me volveré sultana-
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