Hola aquí Amy siento la demora con el epílogo pero la verdad he estado muy ocupada con otras proyectos, me gustaría invitarlos a leer la segunda parte de esta historia ya disponible en mi perfil llamada la tentación del diablo espero lo disfruten los amo

**Gaby: 18 años después**

—¿Dime, por favor, que no es cierto? —preguntaba la menor de mis hijos, la hermosa Stark.

—Jessie, por favor, no seas dramática —respondió Jack, mi hijo mediano.

—¡Drama! No es ningún drama, Jack. Ni loca viviría con ustedes dos. Si quería vivir sola, era por algo.

—Querías vivir sin tus padres, y así será, pero vivirás con tus hermanos, te guste o no —intervino Izar, abrazándome.

—Pero papá...

—Pero nada. Respetamos tu decisión de que no quieras vivir con nosotros, pero tus hermanos irán contigo. No creerás que dejaré a mi pequeña princesa sin protección.

—¡Ya no soy una bebé, papá! Ustedes y los demás no me dejan vivir.

—Vamos, no es tan malo —dijo Noah—. ¿Dónde está Jack?

—¿Dónde crees que esté ese chico? —comentó Dayron, parado al lado de su hijo.

—¿Otra vez se fue de fiesta? Estoy comenzando a pensar que, a la hora de crear las personalidades, nos equivocamos de hijos —dijo, y todos nos reímos.

—¡Estoy aquí! —exclamó Jack, entrando a la sala sin camisa.

Mis bebés eran la perfección personificada. Jack es alto y robusto, con el pelo negro como su padre. De los tres, es el más serio; siempre parece que está molesto.

Jackson es todo lo contrario: un niño dulce, delicado y amable. Le gusta ayudar a las personas, tal como su padre. Él y Noah son muy parecidos, aunque a la vez son muy diferentes.

Y luego está Jessie, la más complicada de todos mis hijos. Le encantan las fiestas y, sobre todo, desobedecer. Es rebelde, pero sabe cómo cuidar de los suyos. Es más conocida por su apodo, "Snow Princess", debido a que solo se enamoró una vez y este amor la traicionó, lo que la volvió fría.

—¿En qué piensas, amor? —dijo Izar, abrazándome.

—En la vida. Sabes, me da miedo que nuestros hijos no encuentren a quien los ame.

—Cariño, los niños saben cuidarse. Además, nos tienen a nosotros —dijo, besando mi cuello.

—Izar, eres insaciable —respondí, inclinando la cabeza hacia atrás y dándole acceso a mi cuello. Él me mordió, haciendo que se me escapara un gemido.

—De ti siempre, mi dulce esposa.

Sus manos bajaron por mi cuerpo hasta llegar a mis senos, comenzando a apretarlos. De un tirón, rompió mi blusa, bajó la cabeza y comenzó a lamer mis pezones, causando que se pusieran duros.

La puerta se abrió, y sonreí al sentir dos pares de manos acariciando mis piernas mientras Izar seguía lamiendo y mordiendo.

—Jugando sin nosotros —susurró Dayron en mi oído.

—Eso jamás —respondió Noah, metiendo su cabeza entre mis piernas.

No puedo describir la delicia que sentí al sentir la lengua de Noah recorriendo mi sexo mientras Dayron me besaba e Izar seguía lamiendo mis pezones.

No sé en qué momento terminé sobre Dayron, con su miembro dentro de mí, mientras Izar estaba en mi vagina y Noah en mi boca. Quería que no se detuvieran. Los tres se movían a un ritmo frenético, y podía sentir cómo todo mi cuerpo se tensaba en un intenso orgasmo, acompañado por chorros de semen tanto en mi interior como en mi boca.

—Eso fue increíble —susurré.

—Sí, que lo fue, cariño —dijo Noah, abrazándome—. Pero ahora, a descansar.

—¡Pero yo quiero más!

—Cariño, tendrás más de esto todo el tiempo que quieras, pero llegó la hora de contar la historia de nuestros hijos.

—¿Quién crees que encontrará pareja primero? —pregunté.

—Yo digo que Jackson. Los otros dos son más reservados.

—Siendo sincera, yo digo que Jessie. Quién sabe, ella podría encontrar a alguien que la valore y le dé lo que ustedes me dan a mí.

—Me niego a que a mi hija le den mucho sexo, lo siento, pero no —dijo Izar, asqueado, y yo me reí.

—Hablo de amor, cariño. Alguien que dé la vida por ella, que le dé todo lo que se merece.

—Tienes razón, pero no creen que Jessie sería una Caperucita esperando a su lobo.

—Yo diría más bien que ella será la tentación de ese lobo. O quizás, el mismo lobo.