Gabriela

El pasado es algo de lo que no podemos escapar, por más que tratemos. Después de lo de anoche, no salí de mi habitación en todo el día. Noah había decidido encerrarse conmigo; era demasiado amable.

—No tienes que hacer esto —le dije.

—No, pero quiero hacerlo.

—¿Por qué?

—Porque eso hacen los hermanos, ¿o no?

—No lo sé, no tengo hermanos; soy hija única. Pero gracias.

—De nada. Y, por cierto, te volví a ganar, lo que significa que tú y yo saldremos.

Noah tenía razón. Le había prometido que, si él ganaba, saldríamos un rato. ¿Por qué no? Su compañía me haría bien.

—Vale, un trato es un trato.

—Genial, voy a cambiarme. —Salió de mi habitación.

No podía evitar la sonrisa que se formaba en mis labios. Noah era como un niño pequeño en el cuerpo de un hombre, y vaya hombre. Sus ojos eran azules como el cielo y tenía una boca tan apetecible.

En cambio, Izar se mantenía alejado de mí, o más bien, yo me alejaba de él. No quería que estuviera cerca; me pone nerviosa. Sin embargo, Noah me daba paz, me hacía reír: era como un niño pequeño, uno muy sexy.

—Joder, Gabriela, eso no; es tu hermano —dije para mí misma.

—No, no es tu hermano. Además, nadie dijo que me lo fuera a tirar, solo digo que es sexy.

—¿Con quién hablas? —me sorprendió Vida, haciendo que cayera de culo.

—Hablaba conmigo misma. ¿Algún problema?

—No, solo que habla contigo misma con la puerta cerrada; la gente pensará que estás loca.

—Gracias por el consejo. ¿Quieres algo?

—No, bueno, sí; esta tarde vendrán unas amigas a la piscina, así que ni te aparezcas.

He aquí el imbécil de Izar Black. Había tardado mucho. No lo soporto; por mí, le estampo la lámpara en la cabeza.

—No te preocupes, no me voy a aparecer; además, tengo una cita —solté más rápido de lo que pensé.

—¿Con quién? No quiero tener que ir a rescatarte otra vez.

—No tendrás que rescatarme, pero para que te sientas mejor, saldré con Noah. Se lo prometí.

—Ah, qué bien; que lo disfrutes —dijo y salió de la habitación dando un portazo.

Es oficial: en esta familia no hay nadie normal. ¿Qué le pasaba a este hombre? Bueno, ya lo pensaré; ahora no tengo tiempo. Voy hacia el armario, saco un vestido sencillo de flores, lo más fresco posible (hay un calor de cojones), y unas sandalias blancas, y empiezo a arreglarme.

**Noah**

Saldría con Gabriela. Al principio pensé que diría que no, pero me sorprendió cuando aceptó. Estaba muy segura de sí misma cuando aceptó el trato; lo que ella no sabía es que los Black somos buenos con las cartas. Algunos mejores que otros, pero bueno, siempre supe que ganaría.

Termino de arreglarme cuando la puerta de mi cuarto se abre de un portazo.

—¿Se puede saber qué haces?

—¿De qué hablas?

—No te hagas el tonto; sé que saldrás con Gabriela.

—Ah, eso. Sí, saldremos. ¿Algún problema?

—Noah, no habíamos quedado en eso.

—No, perdona; habíamos quedado en que sería su amigo, y eso es lo que hago.

—Ya, y yo soy tonto. A ti te gusta ella.

—Sí, ¿cuál es el problema?

—En serio, no eres más que un niño.

—Yo no soy un niño. ¿Y qué tiene de malo?

—Noah, ella no es para ti.

—A ti lo que te jode es que sea conmigo y no contigo. Desde la fiesta de presentación cambiaste completamente. Pero no te preocupes, tendré cuidado; ahora tengo una chica que me espera.

**Gabriela**

¿Qué voy a hacer? Esto está mal, muy mal; no puedo salir con mi hermano.

Espero a Noah sentada en el columpio —de verdad tengo obsesión con este columpio.

—Ya estoy aquí; perdona la tardanza.

—No te preocupes.

—Estás hermosa.

—Gracias. Tú… tú también te ves bien.
Y vaya que se veía bien. Dios, ayúdame a no caer en la tentación; este hombre es un ángel. Lleva puesto un pantalón de mezclilla negro, una sudadera roja y unos Jordan blancos.

—Vamos.

—Claro.

**Izar**

Niñata del demonio. ¿Por qué me tenía tan cabreado que saliera con Noah?
Ella es el mismo demonio con esa carita de ángel. Cuando la saqué del gimnasio, temblaba y se sujetaba de mí como si su vida dependiera de eso, tan frágil.

—¿Qué te pasa?

—No te importa.

—Vale, estás de mal humor; me puedo imaginar por quién.

—Cállate.

—Vamos, Izar; hay un montón de chicas esperando por nosotros. Ya tendrás tiempo de engatusar a nuestra hermana y hacer lo que quieras con ella.

—Tienes razón.

**Angie**

Caracterizada como la niña débil, la chica que no será suficiente mujer para estar con los Black, a la que solo ven como su amiga. Estoy cansada de esto. ¿Por qué todas podían tenerlos menos yo? Incluso ella, Gabriela, había conseguido la atención de los hombres más sexis del planeta, mientras yo no era más que un cero a la izquierda. Pero nadie sabe lo que puede pasar; la vida da muchas vueltas y quizás… quizás podamos terminar lo que empezamos. Ahora solo necesito encontrar su punto débil para luego destruirlos por todo el daño que me han hecho, así tenga que lastimar a personas buenas. Mi abuela decía que la venganza es un plato que se sirve frío y yo quería venganza.

—Angie.

—Dylan. ¿Qué quieres?

—Necesito tu ayuda, por favor.

—Estás loco; jamás te ayudaría.

—Vamos, Angie, crees que no sé quién eres realmente.

—Cállate.

—Ayúdame y te prometo que los haré sufrir.

—No entiendo.

—Solo necesito que seas mi espía, nada más; nadie tiene que saber que me estás ayudando.

—¿Estás loco? No te ayudaré.

—Sí, lo harás. Ambos sabemos lo enamorada que estás de los hermanos, y más desde que te dieron a probar. Por favor, Angie.

—Está bien, pero nadie puede saber que te ayudé o me matarían.

—Hecho; será nuestro secreto.