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capitulo 6 (corregido)


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**Gabriela**

Miedo, miedo fue lo que sentí al venir a la universidad para esa estúpida fiesta. Todos me observaban como si fuera un bicho raro; no debí venir a este lugar. Y para colmo, mis hermanos habían desaparecido.

—Te ves hermosa —me dijo Angie mientras se acercaba a mi lado con una sonrisa.

—Gracias, aunque esto fue lo primero que encontré.

—Ahora me muero por ver tu armario.

No entiendo su reacción. Llevo un conjunto de saya corta, color rojo, ajustada a mi cadera, un top blanco y un par de converses negros.

—Solo es ropa normal.

—Oh, nena, no tienes idea de lo ardiente que te ves. Ven, vamos a beber algo, lo necesitarás.

—Claro, tú mandas.

Angie me guía a través de una multitud que tiene los ojos fijos en mí. Algunos se besan, otros bailan muy pegados. Finalmente, llegamos a una mesa repleta de bebidas.

—Un daiquiri de fresa, por favor, y para mi amiga…

—Nada —me apresuré a responder.

—¿Estás loca? Eres la homenajeada.

—Más razón tengo.

—A ti no te pasará nada, por Dios.

—No sabes eso.

—Sí, lo sé, todos aquí le temen a los Black.

—Si tú lo dices.

La fiesta continúa entre risas y bailes. Me estaba divirtiendo, y mis hermanos seguían desaparecidos, pero ya no importaba. Sin embargo, como toda diversión, siempre hay algo que lo arruina.

—Vaya, pero si es la nueva adquisición de los Black.

—Perdona, ¿quién eres tú?

—Vámonos, Gabriela.

—No se vayan, apenas comienza la fiesta. Además, por mucho que seas propiedad de los Black, debes pasar la prueba.

—Déjalo, Claudia.

—Por favor, Angie, no seas aburrida. Todos pasamos por la prueba.

—Sí, de seguro tu prueba y la de tus amigas fue ver quién chupaba mejor la polla de los Black. Según escuché, ninguna lo hizo bien.

—Mira, niña, me importa un bledo que estés protegida por ellos. Debes pasar la prueba.

—En primer lugar, tú no me mandas, y en segundo, nadie me protege. No lo necesito.

—Qué novedad, eres la primera chica que se resiste.

—Y tú no eres la primera puta que quiere asustarme, así que no te sientas especial —digo, dándole la espalda para salir de ahí.

Camino hacia el área del gimnasio; necesitaba estar sola antes de matar a alguien.

¿Por qué todos creían que me acostaba con mis hermanos? En esta escuela no hay nadie normal.

La puerta se cierra detrás de mí con un ruido sordo, las luces se apagan y mi corazón comienza a latir con fuerza. No me gustaba estar encerrada; me hacía recordar el pasado, y eso no me gustaba.

**Noah**

En toda la fiesta no habíamos apartado la mirada de Gabriela (órdenes de nuestro padre), pero ahora no se encuentra por ninguna parte. Izar está muy ocupado con dos morenas como para darse cuenta, y Dayron… Dayron lucha contra sus propios demonios.

—Noah, ven, únete a nosotros —habla Izar, y una de las morenas se acerca a mí.

Comienza a besarme, acariciando lentamente mi miembro, y este late.

—Veo que alguien está muy necesitado aquí abajo.

La morena se arrodilla, desabrocha mis pantalones y deja libre mi miembro. Una sensación de placer me invade, haciéndome soltar varios gemidos. Miro a mi derecha y encuentro a mis hermanos embistiendo a la otra morena como si el mundo se fuera a acabar. Los tres estamos a punto de corrernos cuando la puerta se abre de pronto, asustándonos.

—Siento interrumpir su orgía, pero Gabriela no aparece.

—Estará por ahí, ahora cierra la puerta —demanda Dayron.

—No, si estás aquí, es porque algo pasa, ¿verdad? —interroga Izar mientras sale de la chica, que se queja.

—Lo siento, chicas, pero ahora no podemos terminar. Así que, afuera —digo, y las chicas salen muy cabreadas.

—Espero que lo que tengas que decir sea importante —gruñe Izar.

—Sí que lo es. Claudia está aquí. Ella y Gaby tuvieron un pequeño encuentro, y ya saben lo vengativa que puede llegar a ser.

—Al grano, Angie —le dice Dayron.

—El punto es que Gaby se encuentra encerrada en el gimnasio, y por lo que escuché, fue idea de Claudia. Eso no es lo peor. El problema es que Gaby no puede quedarse encerrada.

Eso era cierto. Nuestro padre nos pidió que, por nada del mundo, le hiciéramos ninguna broma a Gabriela, al menos no una que la mantuviera encerrada, porque eso la ponía muy nerviosa.

—¿Algo más?

—Sí, hay una serpiente pitón en el gimnasio.

—Genial.

**Izar**

Esta niña nos traería más problemas de los que imaginábamos, y no hablo de Gabriela, sino de Claudia. Hace unos años, ella era nuestro juguete sexual, pero eso cambió cuando comenzó a sentir cosas por nosotros. Digamos que no se lo tomó muy bien cuando todo terminó, y esta es su forma de vengarse.

Llego al gimnasio y la puerta está trancada. Los sollozos de Gabriela me hacen saber que aún está consciente. Mis hermanos llegan a mí.

—Abre la puerta —dice Noah.

—La única manera de abrir la puerta es rompiéndola —confirma Dayron.

—Hagámoslo.

Una multitud de personas nos rodea, queriendo saber el chisme. Damos un paso atrás para golpear la puerta, pero esta no cede. Los gritos de Gabriela se escuchan más fuertes.

—Tenemos que sacarla.

Miro sobre la multitud y encuentro a Claudia. Camino hacia ella, la jalo por el brazo y ella chilla.

—¿Qué haces? —grita.

—Abre la maldita puerta —es lo único que digo.

—¿Por qué? Todos pasamos una prueba cuando llegamos aquí. ¿Qué tiene ella de diferente?

—Abre la maldita puerta de una vez —repito.

—Claudia, no empeores las cosas. Tenemos el poder de destruirte con solo una palabra —interviene Noah.

—Los gritos han parado. Creo que se ha desmayado —informa Dayron.

Mierda, esto no… mi padre se enfadará y no estoy para sus discursos. Miro a Claudia por última vez antes de girarme hacia la puerta. No quiero romperla, ya que eso traería problemas, pero no seríamos nosotros si no termináramos en problemas.

—Juro que, si le ha pasado algo, todos los implicados pagarán por esto —digo y luego rompo la puerta de una patada.

La puerta se abre, dejando ver a una Gabriela sentada en el suelo con la cabeza entre las piernas y los brazos debajo de esta. Me acerco a ella, y nuestras miradas se encuentran. Me agacho para ayudarla a levantarse.

—¿Están aquí? No dejes que me lleven, por favor —me susurra antes de desmayarse.

Genial, esta chica está más jodida de lo que creí. ¿Qué escondes, Gabriela Montes? ¿Por qué quiero descubrirlo?

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