capitulo 45 corregido
Gabriela
Había pasado una semana desde lo sucedido en casa de los Black, una semana que se había sentido como un interminable ciclo de sombras y susurros. No había querido salir de mi habitación, atrapada en un torbellino de emociones que no sabía cómo manejar. Amanda había sido mi salvación en medio de este caos; había estado a mi lado, viéndome llorar, comprando helados y ahora, nos encontrábamos en la gran sala de su casa, rodeadas de un silencio que pesaba como una losa.
—Los hombres son una mierda, Amy —exclamó, dejando que la frustración se desbordara.
—No lo diría así, pero tienes razón —respondió Amanda, mirándome con compasión.
—¡Claro que la tengo! Sabía que esto no funcionaría. No tengo nada, Am. No tengo casa, mis mejores amigos se han ido, y mi madre no para de llamarme. Y lo peor de todo es que los extraño, y duele.
—Habla con ellos —sugirió Amanda, su voz suave pero firme.
—No, ellos tienen que olvidarme. No quiero lastimar a nadie más —respondí, sintiendo cómo las lágrimas volvían a agolparse en mis ojos.
—Solo te estás lastimando a ti. Y por más que lo niegues, te mueres por llamarlos —insistió.
—Amanda, claro que me muero por llamarlos, pero no quiero ser el centro de los chismes del pueblo. No puedo soportar eso.
—Nunca nos ha importado lo que piensen de nosotros —replicó, con una determinación que me sorprendió.
En ese momento, la puerta se abrió de golpe, y una presencia familiar irrumpió en la habitación.
—¿Qué hacen aquí? —pregunté, sintiendo que mi corazón se aceleraba.
—Vinimos a buscarte —respondió Dayron, su voz llena de anhelo.
—No quiero que me busquen Izar —dije, intentando mantener la firmeza en mi tono.
—Pero es que no podemos estar sin ti —insistió, su mirada suplicante atravesando mi resistencia.
—No es mi problema —respondí, ahogando un sollozo.
—Amor, por favor, escúchanos —rogó Izar, dando un paso hacia mí.
—¿Para qué? ¿Para escuchar cómo planearon este estúpido plan para que cayera? No me importa —dije, sintiendo cómo el dolor se convertía en rabia.
—Es cierto que al principio era un juego, pero después nos enamoramos —confesó Dayron, su voz temblorosa, como si cada palabra fuera un intento de desarmar mis defensas.
—Y yo soy estúpida, Dayron. Ustedes no saben lo que es amar. Nunca lo han hecho. Son tan egoístas que prefieren destruir todo a su paso antes de que los lastimen. Y saben qué, me importa una mierda, porque de estúpida me enamoré de ustedes.
—No digas eso —intervino Izar, avanzando un paso más—. No eres estúpida. Eres la mujer más maravillosa que existe. Joder, Gabriela, lo que sentimos por ti no nos pasa con nadie más.
El aire se volvió denso entre nosotros, y en un instante, deseé que se acercara, que me besara y borrara todo el dolor. Pero no podía. No quería traer más problemas.
—Vaya, vaya, pero si está la familia completa —una voz familiar interrumpió el momento, resonando con una frialdad que me heló la sangre.
—¿Qué haces aquí, Angie? —preguntó Amanda, su tono de sorpresa rápidamente transformándose en preocupación.
—Imaginé que estarían aquí, así que vine, pero no vine sola —respondió Angie, y de las sombras emergió Dylan, empuñando un arma, su mirada tan fría como el acero que sostenía.
—¿Qué mierda? —exclamé, el miedo paralizándome instantáneamente.
El ambiente se tornó tenso, y el rostro de mis amigos se transformó en una mezcla de incredulidad y alarma. La amenaza en la sala era palpable, y en un instante, todo lo que había creído importar se desvaneció, dejando solo la urgencia de sobrevivir.
—¿Qué es lo que quieres, Dylan? —pregunté, mi voz temblando, pero decidida a enfrentar la realidad.
—Solo un pequeño recordatorio de que no puedes escapar de tu pasado, Gabriela. Y que esta vez, no habrá forma de que te salgas con la tuya.
Una oleada de adrenalina recorrió mi cuerpo mientras me preparaba para lo que pudiera venir. Sabía que la lucha apenas comenzaba, y que en este juego de amor y traición, las líneas entre el bien y el mal se desdibujaban cada vez más.
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