capitulo 40 (corregido)
Gaby
Estábamos en la playa los cuatro, disfrutando del sol y la brisa marina como una auténtica familia. "Sí, sí, familia", pensé con una sonrisa mientras me quitaba la ropa, quedando solo en traje de baño. Llevaba un bikini color morado claro con tiras cruzadas en el abdomen, que resaltaba mis curvas de una manera que me encantaba. Sin embargo, había ciertas personas a mi alrededor a las que no les hacía mucha gracia.
Me cubrí con una toalla, tapando mi cuerpo por completo, cuando escuché una voz familiar.
- Oye, - dijo Dayron, con un tono serio.
- Ni pienses que andarás por aquí con esa cosa, - continuó, señalando mi bikini con una mezcla de desaprobación y preocupación.
- Esa cosa, Dayron, se llama bikini, por si no te has dado cuenta. Todos aquí lo usan. - Respondí, intentando mantener la calma.
- Todos no, tú no, Gabriela, - intervino Noah, mirándome con un semblante que parecía más serio de lo que pretendía.
- Vamos, chicos, es solo un puto bikini, - insistí, sintiendo cómo la frustración comenzaba a acumularse en mi pecho.
- No, - fue la tajante respuesta de Dayron.
- Está bien, - murmuré, resignada. Me quedé sentada en la arena, sintiendo cómo la calidez del sol me envolvía mientras mis pensamientos daban vueltas en mi cabeza.
De repente, unas chicas se acercaron a nosotros con sonrisas brillantes y una energía contagiosa.
- ¡Hola! ¿Les gustaría jugar voleibol de playa? Es que nos faltan cuatro, - dijeron, con un entusiasmo que era difícil de rechazar.
"Sí, claro, y yo soy tonta. Ustedes lo que quieren es que mis hombres se les acerquen", pensé, pero me callé.
- No creo que...
- Claro, ¡jugaremos! - respondió Izar, sin dudarlo un segundo.
- Bien, - acepté, sintiendo que la competencia y la diversión se apoderaban de mí.
Los chicos se pusieron de pie y comenzaron a quitarse las camisetas. Mierda, ¿acaso podían ser más atractivos? La forma en que sus músculos se definían bajo el sol me hacía sentir un torbellino de emociones.
- Tú también juegas, - me dijo una de las chicas, con una sonrisa.
- Eh... - titubeé.
- ¡Vamos! - insistió, animándome.
Noah, al ver la situación, se acercó y me puso su playera sobre los hombros.
- En serio, ¿ellos pueden mostrar y yo no? - protesté, sintiendo que la injusticia era palpable.
- Gabriela, no vas a jugar con esa ropa, - fue la firme respuesta de Dayron.
- Pero...
- Te dije que no, y punto. - Su tono era innegociable.
- Mira, Izar, en primer lugar, no eres mi padre, - le respondí, tratando de mantener mi independencia.
- Eres mi mujer, y no me da la gana de que todos estos babosos te miren, - afirmó, con una mezcla de pasión y celos que me sorprendió.
- Nuestra, - corrigió Noah, intentando suavizar la tensión.
- A ver, déjenme aclarar una cosa, hombres de las cavernas: no soy de nadie, y es mi cuerpo. Hago lo que me da la gana. - Dije, con un tono desafiante.
- ¿Quieres apostar? - preguntó Dayron, con una chispa en sus ojos que sugería que esto iba más allá de un simple juego
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