Capitolo 6: Maledetto Sorriso.
Capítulo Editado.
Capítulo 6: Maldita Sonrisa.
Tenía que ser él, ¿por qué no se me hace raro? Él siempre llegue en el momento indicado. De manera rápida y algo brusca retiro el brazo de mi rostro sintiendo un ligero pinchazo. Mis ojos se encuentran con los suyos y en su rostro se asoma una sonrisa, esa maldita sonrisa.
—Hola Emma.
—Ian —pestañeo rápidamente y evado su mirada—, hola, ¿qué haces aquí?
—¿Cómo te sientes? —pregunta sentándose en un sofá que ni siquiera había notado que estaba en la habitación— Tu papá me avisó, ¿Estás mejor? ¿Has descansado?
¿Por qué le habrá avisado papá?
—Estoy bien, gracias por preocuparte —sonrío—, sí descansé, eso creo, aunque me sigo sintiendo cansada.
—Me alegro de que estés bien —asiente—. ¿No te duele?
—¿Qué? —pregunto mirándolo.
—La mano, por la intravenosa —señala la mano que efectivamente está conectada a la bolsa transparente con el gotero del suero.
Levanto un poco mi mano izquierda viendo el tumulto de cosas sobre el dorso; la intravenosa conectada con un esparadrapo encima, esa zona de la mano algo rojiza y un poco hinchada a comparación con la otra. Él se levanta y camina acercándose lo que la camilla permite
—Siendo honesta, no había caído en cuenta que la tenía, pero ahora que la veo, sí me duele —reímos—. No me gustan las agujas.
Él se levanta y camina acercándose lo que la camilla permite, acaricia el dorso con la aguja.
—Creo que a nadie le gustan.
—Eso creo.
La puerta se vuelve a abrir y entra mi mejor amiga, Ian al darse cuenta de eso retira su mano de la mía y se acomoda en el sofá.
—Emm—Dice mi amiga mirándome con angustia—¿Cómo te sientes?
—Estoy bien —sonrío mirándola—, ¿crees que te librarás de mi tan fácil? —bromeo haciéndolos reír.
Irisha al escuchar su risa lo mira con algo de pena.
—Oh, lo siento, no los presenté —menciono mirando al mayor—. Ella es mi mejor amiga, Irisha —la señalo.
—Soy Ian —responde estirando su mano en forma de saludo, inmediatamente Irisha me voltea a ver y luego acepta con una sonrisa ladina—, mucho gusto.
—El gusto es mío —responde mi amiga retirando su mano.
—Oh, olvidé algo y debo hacer una llamada —dice la rubia guiñándome un ojo— Regreso en un momento, cuídala.
Al decir esto sale rápidamente de la habitación dejándome de nuevo a solas con Ian. El ojiazul siguió sentado en sofá, ahora con una sonrisa.
—Entonces, ¿en qué nos quedamos?
—En que deberíamos besarnos para romper la tensión —respondo mirándolo seriamente para después soltar a reírme, él solo entrecierra un poco sus ojos y esto hace que empiece a ponerme roja. ¿La cagué?
—Bueno ya que insistes —menciona levantándose directo hacia mí, logrando que por impulso quede casi sentada sobre la camilla.
Mi respiración se volvió pesada y mi corazón comenzó a latir a mil, cada paso que dio lo sentí en cámara lenta. En frente de mí, con menos de 10 cm separándonos, con su mirada fija en mis labios y mi lengua humedeciendo la resequedad de estos. Acortó el espacio entre nosotros, dejándome sentir su tibia respiración sobre mi boca. Con mis ojos cerrados y mi corazón martillando mucho más fuerte, el rose ligero de sus labios sobre los míos —Mi respiración se detuvo—, ascendiendo hasta mi frente, sellando el contacto de forma cálida.
Acercó sus labios a mi oído y susurró cual secreto—No juegues con algo que no puedes controlar, Emma.
Salió de la habitación. El aire salió de mis pulmones.
Mariposas y calor llenaban mi cuerpo.
Maldita sea, Ian.
***
Febrero 17, 2019.
Había transcurrido casi un mes desde aquel día. Diariamente asistía a la empresa para "aprender sobre mi futuro". Mi amistad con Mathew avanzó, ambos visitábamos seguido una heladería cercana a la empresa; solíamos escaparnos y volvíamos para actuar como si nada. Irisha me acompañaba algunas veces a mis "clases" por lo que también estaba entablando una amistad con el rubio, algunas veces papá me instruía en lo que debía hacer, otras veces lo hacía Ian con apoyo de Mathew.
Respecto a Ian, después de ese momento en la clínica, ambos congeniamos mucho más, ¿había tensión? Por supuesto ¿la ignorábamos? Sin duda. Compartíamos uno que otro comentario y algunas miradas, sin embargo, no era nada para alterarse, un simple juego tonto que no pasaba de palabras o gestos. Mentiría si no dijera que él me atraía, no de una forma amorosa, pero sí física, su atractivo era bastante notable, tenía ese no sé qué que encantaba a cualquiera —y yo no era la excepción—, ya saben, el típico empresario que está para morirse. Mi debilidad literaria.
Volviendo a Mathew, la palabra divertido se quedaba corta para describirlo, era un comediante nato, tanto Irisha como él alegraban la aburrida jornada, Matt tenía un espíritu más libre y rebelde, en cambio Ian tenía una actitud más madura. ¿Por qué otra vez Ian si estábamos hablando de Matt? Iugh.
Respecto al colegio; Irisha y yo nos desenvolvíamos de una buena manera, habíamos establecido algunas amistades, dos chicas —Mejores amigas también— Ainhoa una castaña de figura delgada y alta, con una personalidad extrovertida y espontánea, y Angie una morena de baja altura delgada, mucho más tímida y afectuosa que su mejor amiga, ambas se habían acercado a nosotras a la hora del almuerzo y desde ese día no nos separábamos.
—¿Quieres hacer algo hoy? —pregunta mi amiga desde la cama.
—Debo ir a la empresa, —respondo viendo una rutina de aeróbicos en Instagram— ¿Quieres venir? Podemos ir a comer algún postre más tarde.
—Está bien —lanzándome una almohada se levanta de la cama caminando directo a la puerta—, pero más tarde.
—Debo estar allá a las 4:30 —respondo aún sin mirarla— ¿Por qué más tarde?
—No hemos almorzado y no voy a irme sin comer —hace un ademán con las manos—, además, tú no has comido nada desde el receso, no quisiste comer nada a la salida, así que vamos.
—Es que no tengo hambre —murmuro.
—¿Te pregunté? —niego— Exactamente, vamos.
—Per-
—Pero nada, vamos, tienes que seguir las indicaciones de la médica —blanqueo mis ojos levantándome para caminar con ella—. No me hagas esa cara o le diré a tu daddy.
Frunzo mi ceño— ¿A mi qué?
—A tu daddy Ian.
—Claro que no, ¿qué te pasa?
—Es que ustedes son taaaan predecibles —se encoje de hombros.
—Claro que no.
—Claro que sí, si no terminan juntos por lo menos tendrán una buena follada.
—¡Irisha! —pongo mis manos sobre tu boca— Por Dios, cállate, alguien te puede escuchar —susurro.
—Cumples 18 años en menos de un mes, tener sexo es algo muy normal —se encoje de hombros.
—Sí, eso lo sé, pero estás hablando de alguien mucho mayor que yo, es amigo de la familia y trabaja con mi padre —susurro en el tono más bajo que puedo—. Además, ¿no deberías decirme que no piense siquiera en eso?
—Oye, tú eres libre de decidir lo que quieras y contarás con mi apoyo —alza sus manos en señal de paz—. Solo estoy prediciendo el futuro.
—Si, ajá.
El tema de Ian fue dejado de lado en cuanto la comida fue servida. La conversación fue bastante trivial, hasta que se volvió aburrida. En mi mente se repetía la palabra «Daddy» como una grabación rayada, ligeramente se cruzó por mi cabeza la imagen de una escena así.
—Además, tu daddy no es como si fuera Mario Casas o algo por el estilo.
Y volvemos a Ian.
—Me estoy enojando —advierto.
—Tranquila M&M's es solo broma —sonríe—. No lo mencionaré más.
Escucho un «Por ahora» cuando se va alejando con su plato para dejarlo en la cocina.
***
El que Irisha se cambiara de ropa tardó más de lo que habíamos pensado, Pídeme lo que Quieras* reposaba en mis manos, era por lo menos la tercera vez que lo leía. Al principio me encontraba reacia a leerlo porque creía que sería igual que Cincuenta Sombras de Grey* —claro, sin tomar en cuenta que es el empresario multimillonario con gustos eróticos excéntricos y que quiere involucrar a su interés romántico en ellos—, pero en realidad me había enredado.
Admito que Cincuenta Sombras de Grey fue el primer libro erótico que leí en mi vida, ya saben, estaba de moda la película y en ese momento yo no salía de mis libros de fantasía y el romance no me mataba —no como ahora—. En fin, termine entrando al mundo de la literatura erótica explorando sus amplios campos.
—¿Te gustaría cumplir alguna fantasía de ese libro? —me sobresaltó una voz a mis espaldas.
—Tal vez, pero eso no es algo que hablaré contigo —respondo a la rubia.
—Aburrida —bufa—. A mí me gustaría cumplir algunas de Grey.
—Por supuesto, a mí también —la miro—, sobre todo la parte donde se casan y ella se vuelve millonaria —respondo con sarcasmo.
—¡Ay, vamos! No es taaan mala.
—Ajá, es malísima, puede llegar a ser ofensiva para las personas que si practican BDSM*.
—Pues es que es fantasiosa.
—No debatiremos sobre esto de nuevo —la apunto con mi separador de páginas de Búho.
—Hay escenas buenas, lo sabes.
—Nómbrame una.
—La parte cuando le venda los ojos y la azota.
—¿Es decir todo el libro? —enarco mi ceja.
—Deja de ser quejumbrosa —murmura con frustración mientras cepilla su cabello.
—Está bien —cierro el libro no antes de colocar el separador—, admito que lo de las corbatas me gustó bastante.
—¡Ves!
—En serio movió algo en mí, desde eso siempre he querido utilizar corbatas, no importa cómo.
—Es que es caliente, a mí me gustan los azotes.
—Yo no lo sé, es decir, no he explorado mucho en la práctica, además siento que mi rango de dolor es bastante bajo.
—Menos mal no ibas a hablar de esto conmigo —se burla a lo cual respondo con ligero empujón en su hombro.
***
—Llevas todo, ¿verdad? —pregunta Irisha guardando su celular en el bolso. Asiento— Recuerda que tío Elijah pidió que lleváramos nuestros pasaportes.
—Si, llevo todo —respondo esperando a que termine.
—Okay, vamos.
40 minutos más tarde llegamos a la empresa, directo a la cafetería para comprar algo de beber; mientras Irisha pidió un café helado yo me guie por mi confiada y amada Coca-Cola, ya con nuestras bebidas en mano subimos al ascensor rumbo a la oficina de papá.
—Hola pá, lamento la demora.
—Es la segunda vez que te refieres a mí como tu padre —menciona Ian sonriendo—, ¿quieres que te adopte? —pregunta con burla, ofreciendo esa bonita sonrisa ladina.
Mi amiga pensando todo con doble sentido soltó una estruendosa carcajada, obligándola a flexionar sus rodillas y casi tirarse al suelo. Escucho un muy leve «su papá no, pero tal vez su papi»
—¿Terminaste? —pregunto mirando a la rubia con una ceja enarcada— Lo siento, no volverá a pasar —ahora me dirijo al ojiazul.
—Podrías decirle Daddy —agrega Irisha con la respiración entre cortada debido a la risa. Ahora sí, yo la mato.
—Mmm, yo creo que sería una buena opción —contesta Ian. Okay, ¿si entendió el mensaje?
—Yo creo que no —sonrío incómoda. Ay vamos, sabes que te gustaría que lo fuera—. ¿Dónde está papá?
—Vuelve en media hora, está en una reunión —despega completamente su vista de los papeles en el escritorio para enfocarse en nosotras—. En la mesita frente al sofá hay unos papeles que me gustaría que revisaran, sobre todo tú, Emma.
—¿Es algo en específico? —pregunto sacándome el bolso y dejándolo en el sofá.
—Sí, es sobre la sede en Londres, como sabrás; la decisión ha sido tomada y prontamente empezará la construcción del edificio, por lo que debe ir uno de los socios para firmar el contrato y tu padre quiere que me acompañes —habla sin dirigirme la mirada—. Irisha también vendrá, los documentos que está allí son el contrato a firmar con el arquitecto y el primer caso que tenemos en Londres, anoten cualquier inquietud, cuando llegue Elijah lo revisaremos.
—Vale.
El tiempo pasa con rapidez, la última hora estuvimos leyendo y subrayando, ¿estábamos aburridas? Sí, bastante, a pesar de que para cualquier otra persona —gente chismosa— leer los motivos de un divorcio y por qué la esposa pedía a la contraparte el 70% de los bienes sería entretenido, para nosotras no. Bueno, tal vez un poco, pero no como estudio, sino como chisme.
—Iris —hablo en medio de todo el silencio logrando que la rubia peque un pequeño brinco en su puesto—, ¿me acompañas afuera?
Asiente y salimos de la oficina con la mirada Ian siguiéndonos.
—¿Pasa algo?
—No, solo quería que me acompañaras por un café.
—¡Durák [idiota] —golpea mi hombro—, me asustaste!
—No seas basta, me dolió.
—Esa era la idea.
—¿Crees que entendió?
—¿Qué? ¿De qué hablas? —el sonido del ascensor nos informa de su llegada y cuando entramos marco el piso de la cafetería.
—De Ian, ¿crees que entendió lo de "daddy"?
—Debió haberlo hecho, no es ingenuo y tiene como 30 años.
—No tiene 30 años.
—Bueno, pero casi. Sabes a lo que me refiero, es demasiado grandecito es lógico que sabe de esas cosas.
—Tu no lo sabes —salgo del ascensor.
—¿Y tú sí? —pregunta con su ceja alzada.
—No.
Ian Rossi
Después de ver a las chicas salir de la oficina, aprovecho mi momento a solas y trueno mi espalda, a pesar de que la silla es 100% ergonómica, el estar sentado casi todo el día agota bastante el cuerpo.
El chiste de doble sentido dicho por Irisha logra ser un poco gracioso, sin embargo, me hizo sonreír más el leve sonrojo de Emma y lo seria que empezó a actuar después de eso. Masajeo mi sien tratando de quitar un poco mi dolor de cabeza, el estrés de la nueva sede ha llegado al punto de consumirme, además de la tonta idea que ha estado rondando por mi cabeza desde que Emma llegó a mi vida.
Las chicas vuelven a la oficina en medio de risas y palabras que no alcanzo a entender, Emma vuelve a los documentos mientras que Irisha a su celular.
Trato de concentrarme de nuevo en los papeles en el escritorio, pero no lo logro, desvío mi mirada hacia la castaña sentada en el sofá, su ceño se encuentra fruncido mientras que el portaminas está entre sus dientes; no puedo negar lo linda que es, tiene una belleza natural y eso la hace verse incluso más joven. Más joven.
Tiene 17 años, es una niña, no tiene que parecerme linda ni nada por el estilo. ¿Qué diablos me pasa?
Giovanny manda un mensaje avisando que viene en camino a la oficina y que por favor le avise a Emma sobre el viaje —lo cual ya hice—, así que pide que lo esperemos.
—Emma, tu papá viene en camino.
—Ok —responde sin mirarme. Frunzo el ceño.
—El viaje será el jueves de la otra semana.
—Está bien —sigue sin mirarme. Grosera.
—Mírame cuando te hablo —¿Qué acabo de decir?—. Me refiero a que es de mala educación no mirar a una persona cuando está hablando.
—También es de mala educación interrumpir una lectura —me mira con una ceja enarcada y esos ojos café cavando dentro de mí.
—Entonces para la próxima mira a la persona cuando te habla.
—Para la próxima no solo miraré a una persona si me interrumpe mientras leo.
—Altanera —murmuro para que no logre escucharme.
«Irritante» logro escuchar.
Emma D'Alessandro.
La puerta se abre justo cuando termino de anotar mi último apunte en el documento, papá se deja ver con la figura de Matt detrás de él.
—Emm.
—Hola pá, ¿cómo estás?
—Bien, cariño —dice abrazándome— Iris, ¿cómo te fue en la escuela?
—De maravilla —sonríe.
—Gemma —saluda Matt.
—Mateo, ¿cómo estás? Luces más viejo cada día —sonrío falsamente.
—Estoy bastante bien, amore —responde mirándose las uñas—. No seas envidiosa, ambos sabemos luzco cual bebé.
—Claro, un bebé de un ancianato, amore.
—¡Emma! No seas grosera.
—No estoy siendo grosera, solo es una broma, ¿verdad, Matt? —pregunto mirándolo con inocencia fingida.
Él me mira con sus ojos entrecerrados para finalmente asentir.
—Parece que se llevan bastante bien, ¿están saliendo? —parece que le doliera la garganta después de mencionar esa pregunta.
—¿Nosotros? —nos señalo— No, no y no, solo somos amigos.
—Buenos amigos —confirma Matt.
—Humm, desde hoy dejarán la puerta abierta cuando estén en casa.
—¡Papá!
—Hablo en serio.
—No te preocupes, tío Gio, Mathew no es ninguna amenaza —asiente dando una mirada sigilosa a Ian.
—No digo que me oponga a que suceda algo entre ellos.
—Son adolescentes después de todo, ¿no? —agrega Ian con una falsa sonrisa.
—Tengo hambre —corto la conversación—, ¿ustedes no? ¡vamos a cenar! —empiezo a guardar mis cosas en mi bolso.
—Vamos —sonríe mi papá asintiendo.
***
24 de Febrero, 2019.
Eran las 6 de la mañana y las paredes de vidrio de mi ducha se encontraban empañadas debido al agua caliente —casi hirviendo—. Estaba haciendo mucho frío y en media hora tendríamos que estar saliendo por lo que me encontraba afanada. Me acosté cerca de la madrugada terminado de empacar y leyendo un poco por lo que se me había hecho tarde. Como raro.
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