Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capitolo 2: Un segreto.

Capítulo 2: Un secreto.

     —Hija, no olvides escribirle a tu papá —entramos a una cafetería— ¿Quieres algo de beber?

     —Sí mamá, haré lo del equipaje —respondo sacando mi documento de identidad. Ella asiente.

     Después de hacer una fila no tan larga y entregar mis maletas, volví a la cafetería donde mamá se encontraba, la vi sentada cerca a la ventana del lugar.

     —¿Ordenaste? —ella asiente.

     —Te ordené jugo de naranja y una dona de chocolate —le sonrío en respuesta.

     —Está bien, gracias mami —digo sacando mi celular—. Llamaré a papá para avisarle que ya estoy en el aeropuerto.

     —Está bien hija, no te alejes mucho.

     —No lo haré mamá, tranquila —sonrío—. Ya no tengo 10 años.

     Llamé dos veces y mi papá no contestó, mi poca paciencia se estaba acabando, por lo que opté en llamarlo una última vez y esta fue la vencida.

     «—¿Papá?

     —Emma, tesoro, ¿cómo estás? perdón por no contestarte, estaba saliendo de una reunión.

     —Humm, vale, estoy bien, ya estoy en el aeropuerto, mi vuelo sale en una hora, solo quería avisarte.

     —Está bien hija, que tengas un buen vuelo.

     —Gracias papá. —respondo mirando a la gente que camina a mi alrededor— Sobre tu amigo, ¿cómo se llama? ¿cómo sabré que es él?

     —Se llama Ian, ya te lo había dicho y sobre eso no te preocupes, él te esperará con un letrero.

     —Oh, vale.

     —¿A qué hora vas llegando?

     —Más o menos a las 2 am.

     —Está bien tesoro, te quiero.

     —Yo también.

     —No olvides llamarme cuando llegues, ten un buen viaje.

     —Sí papá.»

     Colgué la llamada y volví a la mesa donde se encontraba mamá, ella ya tenía su bebida, que probablemente era un café espresso, a ella le encantaba y un croissant.

     —Son las 9:45 hija, ya casi te vas —hace un gesto triste que oculta después con una sonrisa.

     —Lo sé mamá, estaremos bien —digo tomando su mano recuerda—. Un año y estaremos juntas.

     —Si hija —sonríe—. Come rápido, ya es hora.

     Terminé mi dona y más de la mitad del jugo, entonces nos levantamos y empezamos a caminar rumbo a la salida 4D, llevaba conmigo mi bolso de mano además de mi boleto y mis documentos. Mamá me acompañaba mientras tecleaba en su celular, probablemente a, ¿cómo se llamaba? ¿si me dijo su nombre?

     —Bueno hija, hasta aquí llego yo —guarda su celular en el bolsillo de su chaqueta—, Te amo mucho, cariño, muchísimo.

     —Lo sé —sonrío a medias—. De aquí a la luna.

     —De aquí a la luna tres veces —dice abrazándome—. Ve, no olvides escribirme.

     —No lo haré mamá —la abrazo como si mi vida dependiera de eso—. Te amo, adiós.

     Avancé hasta la entrada que me fue asignada, entregué mi documento y boleto para después empezar a abordar el avión. La fila estaba algo larga lo que a decir verdad me sirvió para mensajear a Irisha y claramente volver a escribirle a mi papá y que le recordara a su amigo recogerme.

"Pasajeros del vuelo Verona - Roma 3RM, por favor abordar"

"Pasajeros del vuelo Verona - Roma 3RM, por favor abordar"

     Bueno, la aventura empieza.

     Vamos Emma, tú puedes.

***

     Al entrar al avión y ubicar mi asiento las lágrimas empezaron a salir, de nuevo, me senté y con prisa saqué mis audífonos, los conecté a mi celular para poder dormir. Algo que casi no mencionaba era mi miedo a las alturas, por lo que escuchar música siempre me ayudaba con ese tema, distrayéndome, también solía leer mientras cuando el avión ya se encontraba en el aire, además de mirar alguna película de las que se presentaban en el avión.

     Mi último vuelo fue horriblemente desagradable, con mamá tomamos unas vacaciones en México y lamentablemente nuestros asientos quedaron separados, así que me tocó con un irritante niñito de probablemente unos 8 años que hizo pataleta y lloraba a cada rato, o sea, entiendo que pudo haberse asustado, pero por todo lloraba y al final hubo un poco de turbulencia y el maldito niño empezó a gritar "nos vamos a morir" casi me da un paro cardiaco.

     En fin, con mis audífonos ya puestos y la música sonando, me acosté con mi cabeza sobre la ventana de tal modo en el que pudiera dormir un poco más cómoda. Habían pasado casi 30 minutos, en los cuales no logré dormir en absoluto, el bendito vuelo había tenido un retraso así que hasta ahora el avión estaba empezando a despegar, mi sueño se había evaporado, pero aún sentía agotada, estaba cansada mentalmente pero físicamente no. Me levanté del puesto y fui directo al baño para lavarme la cara y así despertar un poco, cuando volví al puesto eran las 11 de la noche, opté por tratar de volver a dormir y esta vez sí lo logré.

     Cuando desperté faltaban unos minutos para aterrizar, las aeromozas pasaban revisando que todos los pasajeros tuvieran los cinturones correctamente abrochados. Al final de vuelo, cuando el avión ya aterrizó, las azafatas pasaron por última vez entregando algunas botellas de jugo, recibí la mía que era de piña, hice una pequeña mueca guardándolo en mi bolso, jamás tomaría eso, ¿por qué? soy alérgica a la piña.

***

Enero 20, 2019.

     El avión desembarcó en Roma exactamente a las 2:35 de la madrugada, apenas nos dieron la orden de poder desactivar el modo avión del teléfono lo hice, cerré los ojos un momento y recordé que esperaba el mensaje de mi padre así que revisé el teléfono para ver si había contestado.

Papá

«Ian, mi amigo se llama Ian.»

1:30am.

     Okey, su nombre, bien, eso es algo. Ya me lo había dicho, ¿no?

     Empecé a desplazarme para salir del avión. Al llegar al lugar donde se recoge el equipaje de bodega tardé probablemente unos 20 minutos en observar las mías y tomarlas, eran dos maletas enormes, me atrevo a decir que me llegaban a la cintura e incluso un poco más arriba, lo malo de medir 1,57 metros, cuando era pequeña papá solía decirme que era tan pequeña para caber en su corazón, pero tan grande que su amor por mi sobrepasaba las estrellas.

     En fin, tomé las dos maletas y me dispuse a caminar con estas y por torpe me enredé con mis mismos pies casi cayéndome, producto del sueño. Con mi mirada buscaba alguna especie de letrero que tuviera mi nombre.

     Mierda, ¿por qué no le pedí a papá una foto de su amigo?

     Bajé mi mirada quedándome quieta un momento para buscar mi celular y poder llamarlo, sin embargo, cuando volví a mirar hacia el frente unos ojos azules me cautivaron, un hombre de tez blanca, cabello castaño oscuro y alto, muy alto, era el dueño de esos mares llamados ojos. Vestía un conjunto de sudadera igual que yo, solo que el suyo era completamente negro. Durante unos segundos nuestras miradas coincidieron y apresuradamente desvié mi vista de sus ojos, entonces pude notar que en su celular vagamente había escrito D'Alessandro.

     Oh, con que él es Ian.

     Mierda.

     Parpadeé un par de veces hasta que reaccioné, volví a caminar quedando al frente de él, mis pensamientos se inundaron de sus ojos, almendrados y azules, un azul que no había visto; oscuro, pero vivaz.

     —Emma, ¿verdad? —yo asiento—. Mucho gusto, soy Ian.

     Él sonríe.

     ¿Por qué te ves tan bien solo sonriendo? Oh vamos Emma, no actúes como una adolescente hormonal.

     —Hola —respondo casi con un nudo en la garganta. Raro—. Soy Emma, aunque bueno, eso ya lo sabes.

     —Mucho gusto, Emma —repite extendiéndome su mano la cual aceptó. ¿Un corrientazo? ¿acabamos de compartir cargas eléctricas? Dios, esto se vuelve cada vez más raro.

     —Lo mismo digo —sonrío.

     —¿Qué tal estuvo el vuelo? —suelta mi mano— ¿Te ayudo con eso? —señala mis maletas.

     —Estuvo bien, creo que dormí la mayoría del tiempo —sonrío. ¿Por qué estoy sonriendo tanto? —Solo con una, gracias.

     Él toma una de las maletas para después señalar la salida del lugar— Sígueme.

     Obedezco su orden y lo sigo hasta llegar a su auto, un hermoso Volvo Desing, esto me recuerda demasiado a Edward Cullen, solo le falta que me lleve al bosque y me diga "el león se enamoró de la oveja". Dios, definitivamente debo dejar de leer novelas para adolescentes.

     Eso eres, una adolescente.

     Solo por unos meses más.

     Cuando las maletas son guardadas en el baúl del auto me guía hasta el asiento del copiloto y abre la puerta por mí, después da la vuelta y se ubica en el del conductor.

     —¿Ya habías venido?

     —Algunas veces, pero la verdad estaba muy pequeña para acordarme ahora —asiente.

     —Entonces esta es una razón para que Roma se quede grabada en tu mente —dice sonriendo.

     Tú sonrisa es otra razón.

     ¿Por qué pensé eso? Argh.

     —Sí —digo desviando mi mirada hacia la ventana.

     De reojo identifiqué muchas cosas, como su bien estructurada mandíbula; casi perfecta, o la ligera capa de bello cubriendo su jovial rostro.

     El transcurso de camino a casa fue silencioso, pero no incómodo, mi concentración estaba centrada en mi celular; escribiéndole a mamá y a papá, de los cuales ninguno me contestó, además de seguir observándolo de reojo. Cuando llegamos noté que estábamos entrando a un complejo de edificios, ¿mi papá vivía en un apartamento? ¿desde cuándo?

     —¿Papá vive en un apartamento? —pregunté frunciendo mi ceño.

     —No, ¿por qué? —contesta aparcando el auto.

     —¿Quién vive aquí?

     —Yo, ¿por qué? ¿pasa algo? —sonaba confundido.

     —¿Qué hacemos aquí?

     —¿Tu papá no te lo dijo? —niego— Ya veo dice bajando del auto.

     —¿Qué debería haberme dicho Elijah?

     —Te quedarás aquí esta noche.

     ¿Es en serio? Bravo, Elijah, van dos.

     Dicho esto, sacó las maletas y empezó a caminar con su ceño fruncido, sin siquiera esperarme. Grosero. Alguien tiene que decirle que le van a salir arrugas mucho más rápido si sigue haciendo eso. Lo dice la que solo sabe hacer mala cara.

     —¿No vienes?

     Asentí y empecé a seguirlo hasta llegar a un ascensor, cuando las puertas de la caja metálica se abrieron él se hizo a un lado para que yo entrara primero, seguidamente él lo hizo. Al lado de los botones de cada piso se encontraba un panel numérico de teclas y un lector de tarjetas electrónicas. Insertó una tarjeta dorada y tecleó un código en el panel para después seleccionar el último piso, el 14. Wow, eso fue muy... magnate. Después de unos minutos las puertas volvieron a abrirse mostrando un hermoso Pent-house, él entró primero juntos con las maletas y yo lo seguí.

     Dios. ¿Tanto dinero tiene para pagar esto? O sea, no es que jamás haya visto uno, pero este es lucía sofisticado y enorme.

     —Bienvenida, pasa —asiento y entro, segundos después las puertas del ascensor se cierran.

     —Gracias —sonrío—, es bastante amplio.

     Una risa ronca escapa de sus labios— Gracias, subiré tus maletas a la habitación —vuelvo a asentir. ¿Es que acaso no puedo decir si, debo estar asintiendo todo el tiempo? Cuando lo veo irse saco mi celular para marcarle a mi "padre". Marqué casi 4 veces y en ninguna contestó, mi confusión evolucionó a enojo e instantáneamente mi pie comienza a golpetear de forma rápida pero ligera contra el suelo. Me resigno y empiezo a observar la gran sala que tengo al frente, adornada con unos sofás sencillos pero sofisticados, las paredes están adornadas con tres cuadros y un gran espejo al bajar las escaleras.

     Los pasos se escucharon por las ya mencionadas escaleras, Ian tenía una sonrisa se asoma por sus labios a pesar de lucir cansado, pero esta se volvió a ocultar.

     —¿Pasó algo? —cuestionó mirándome preocupado.

     —Es solo Elijah, no sabía que iba a quedarme acá —respondo encogiéndome de hombros.

     —Lamento eso, creí que él te había contado, fue algo de imprevisto, su casa está siendo remodelada y él no quería que te sucediera algo malo con tantos extraños en casa y más estando sola —las comisuras de sus labios se alzan un poco.

     —¿Y tú no eres un extraño? —pregunto enarcando una ceja.

     —No, si nos conocemos —responde del mismo modo. Wow, ¿en qué momento cambió el sentido de esta conversación?

     —¿Qué propones?

     —Preguntas —respondió de forma obvia.

     —¿A las cuatro de la mañana?

     —Cierto, mejor más tarde, vamos, te enseño la habitación —lo sigo escaleras arriba.

     Entramos a una de las cuatro habitaciones que se encontraban en el segundo piso esta era completamente gris; allí se encontraba una cama de dos plazas con sábanas que a diferencia de las paredes estas eran blancas, además de una mesa de noche, un armario casi tan alto como la pared y un pequeño sofá negro.

     —Es ésta, si necesitas algo mi habitación es la del fondo —asiento—. Más tarde haremos las preguntas.

     Me guiña un ojo.

     Dios, voy a morir si vuelve a hacer eso. Siento mi cara arder ¿Me acabo de sonrojar?

     —Por ahora descansa —sonríe. Deja de sonreír así, por favor, vas a matarme.

     —Igual tú y gracias.

     Asiente y sale de la habitación cerrando la puerta. Después de esto me dispongo a cambiarme, me pongo un pijama y me dispongo a dormir.

***

Enero 21, 2019.

     Al escuchar algunas voces me desperté enseguida, aunque la pereza pudo más conmigo haciendo que volviera a cerrar mis ojos, sin embargo, volví a abrirlos cuando otra vez aquella voz se escuchó más fuerte, seguido de unos pasos por el pasillo.

     Me levanté de la cama, caminé hasta mi bolso para sacar las cosas que necesitaba para asearme; entre esas mi cepillo de dientes y del cabello. Entré al baño e hice mis necesidades para después salir de mi habitación y bajar a la primera planta.

     Ian se encontraba sentado en uno de los sofás negros ubicados en la sala, vestía unos jeans clásicos, además de una camiseta negra y unos zapatos a juego, lucía demasiado bien para estar vestido como cualquier persona.

     —Habíamos quedado en que Gilbert se encargaba de ese caso y yo en Londres. No, un trato es un trato, además, se supone que deberías estar acá —se percata de mi presencia—, hablamos en otro momento, le diré a Sofía que se encargue de eso. Si. le diré, adiós.

     —Buenos días, ¿cómo estás? ¿dormiste bien? —dice llegando hacia mí.

     —Hola, estoy bien, ¿y tú? —sonrío— Y dormí bien, gracias, lamento haber interrumpido.

     —No te preocupes —responde devolviéndome la sonrisa—. No era una llamada de importancia, ¿quieres desayunar? cerca de aquí hay un buen lugar, podemos ir, si quieres.

     —Oh, está bien, ya bajo —subo las escaleras casi corriendo.

Ian Rossi.

     —¿Cómo estuvo el vuelo? —pregunto mirándola y soltando su mano. Es linda.— ¿Te ayudo con eso? —señalo sus maletas.

     —Estuvo bien, creo que dormí la mayoría de este —sonrió. Su sonrisa es linda. ¿Por qué estoy pensando eso?—. Solo con una, gracias.

     —Sígueme —digo señalando la salida.

     Simplemente optó por obedecer en silencio, caminando detrás de mí, creí que era una niña más no sé, humm, ¿pequeña?

     Al llegar al auto abrí el baúl para meter las maletas, cuando ya he cerrado el baúl la guío hasta el asiento del copiloto poniendo mi mano en su espalda, aunque para ser sinceros la quité de forma inmediata. Eso estuvo mal.

     —¿Ya habías venido? —pregunto empezando a conducir.

     —Algunas veces, pero la verdad estaba muy pequeña para acordarme ahora —asiento.

     —Entonces esta es una razón para que Roma se quede grabada en tu mente —sonrío.

     —Sí.

     El transcurso de camino al apartamento fue silencioso y quizás hasta incómodo, quise entablar una conversación con ella fue casi imposible ya que estaba en su celular y después se quedó dormida o eso parecía. Cuando llegamos, busqué mi lugar, donde siempre me estacionaba, cerca al ascensor.

     —¿Papá vive en un apartamento? —preguntó frunciendo su ceño.

     —No, ¿por qué?

     —¿Quién vive aquí?

     —Yo, ¿por qué? ¿pasa algo? —pregunté frunciendo mi entrecejo, ¿ahora qué?

     —¿Qué hacemos aquí?

     —¿Tu papá no te lo dijo? —pregunté serio. Ella niega. ¿En qué me metiste Elijah?

     —¿Qué debería haberme dicho Elijah? —pregunta enojada y confundida.

     —Te quedarás aquí esta noche —hace una mueca.

     Elijah, te voy a matar, en serio.

     Empiezo a sacar las maletas para caminar rumbo al ascensor, giro para ver si viene detrás mío pero noto que sigue parada al lado del auto.

     —¿No vienes?

     Ella asiente y empieza a seguirme, el ascensor empezó a subir, Emma iba callada, me atrevería a decir que estaba sumida en sus pensamientos, solo con la mirada al frente con un gesto serio.

     Cuando las puertas se abrieron entre primero junto con las maletas y la invité a pasar.

     —Gracias —sonríe—. Es bastante amplio.

     Rio mirándola—Gracias. Iré a acomodar tus cosas en la habitación —ella asiente.

     Subo a la segunda planta junto con las maletas de Emma. Entro a una de las habitaciones que quedaban al lado de la mía y acomodé las maletas al lado de la cama para después revisar que todo estuviera en orden. Estando todo listo fui hasta mi habitación para buscar unas toallas y dejarlas encima de la cama en la que Emma iba a dormir. Ya bajando las escaleras me quedé viéndola por un momento; ella se encontraba de espaldas a las escaleras mientras admiraba cierta parte de la sala, su cabello castaño no tan largo caía por su espalda, su estatura era baja con complexión delgada. Al escuchar mis pasos ella giró sobre sus pies para verme.

     En primer instante le sonreí, aunque fue por unos segundos ya que en su rostro se encontraba una expresión de enojo y frustración.

     —¿Pasó algo? —cuestiono mirándola.

     —Es solo Elijah, no sabía que iba a quedarme acá —responde encogiéndose de hombros y haciendo una mueca.

     —Lamento eso, creí que él te había contado, fue algo de imprevisto, su casa estaba siendo remodelada y él no quería que te sucediera algo malo con tantos extraños en casa —me excuso. Creí que él había mencionado algo.

     —¿Y tú no eres un extraño? —preguntó enarcando una ceja.

     Con que en esas estamos.

     —No, si nos conocemos —respondo imitando su acción. ¿Qué carajos estoy diciendo? Es una niña.

     —¿Qué propones? —cuestiona acercándose.

     Vaya. ¿Qué planeas Emma?

     —Preguntas —respondo obvio.

     —¿A las cuatro de la mañana? —vuelve a preguntar. Cierto, está tarde, o bueno temprano, pero tarde si no hemos dormido.

     —Mejor más tarde, vamos, te enseño la habitación —digo empezando a subir las escaleras.

     Ya adentro de la habitación me limito a observarla, ella se pierde explorando con su vista todo lo que está en esas cuatro paredes, mientras que yo me posiciono en el marco de la puerta sin dejar de sonreír.

     Mierda. Tengo que dejar de sonreír así o voy a asustarla.

     —Es esta, si necesitas algo mi habitación es la del fondo —digo haciendo una seña con la mano—. Más tarde haremos las preguntas.

     Le guiño un ojo.

     ¿Por qué demonios hice eso?

     —Por ahora descansa —vuelvo a sonreír. Ya, definitivamente voy a golpearme.

     —Igual tú —sonríe.

     Asiento y salgo de la habitación para dirigirme a la mía. Al estar allí, me cambio de ropa, me visto con solo un pantalón de chándal.

     Emma... Creo que me traerás algunos problemas.

***

     Para ser sinceros no concilié el sueño, simplemente se me había quitado. Duré un buen tiempo pensando en algunos problemas con Ivanna, nuestra relación no iba para nada bien, discutíamos constantemente, siempre había una excusa para no vernos o si lo hacíamos era poco tiempo. Yo estaba apegado a mi trabajo y ella a su vida social, que eran pensamientos que no compartíamos, a ella no le gustaba para nada el hecho de que mi tiempo fuera acaparado por el trabajo y yo no soportaba la intensidad con la que ella "presumía" nuestra relación, siempre buscaba la manera de que todo lo que hiciéramos saliera a la luz.

     Ivanna, mi novia, una modelo brasilera con una belleza bastante marcada, un cuerpo curvilíneo y bronceado, además de una vida muy pública debido al mundo en el que trabaja, tanto que nuestra relación quedaba expuesta a los medios, cosa que no me agrada para nada. Una vez tuvimos un viaje a las Bahamas, lo tomamos como unas pequeñas vacaciones para poder relajarnos, esencialmente nadie sabía del viaje, pero por casualidades de la vida cuando llegamos al aeropuerto había paparazis y fotógrafos esperándonos, sin mencionar que ya sabían cuál era nuestro destino.

     Me levanté de la cama, no quería hacer ejercicio hoy, más si eso significaba que no podía poner la música a un volumen considerable sin despertar a Emma, así que opté por asearme y cambiarme de ropa.

     Después de eso bajé a la cocina y preparé algo de café, mientras esperaba revisé mi celular el cual no había visto desde anoche.

Elijah D'Alessandro

«Llámame cuando puedas.»

6:02 am.

     Marqué inmediatamente y de la misma forma Elijah contestó.

     «—Elijah.

     —Sí, ¿cómo está Emma?

     —Buenos días para ti también, ¿así tratas a tu amigo? —bromeo.

     —Jajaja, que gracioso, pero si, buenos días, ¿cómo estás?

     —Yo estoy bien, Emma igual, pero anoche estaba enojada y creo que todavía.

     —Creo que se enojará más, tengo algunos inconvenientes y no puedo volver hoy, probablemente me tarde unos días más.

     ¿Es en serio? mierda.

     —Buena broma, ¿a qué hora llegas?

     —No estoy bromeando, sabes que no tengo con quién más dejar a Emma, no confío en nadie más Ian, serán solo unos días.

     Chasqueo mi lengua— ¿Cómo puedes dejar a tu hija, así como así? está bien, se quedará, ¿cuántos días? —pregunto algo enojado.

     —Son solo cuatro días, volveré para el viernes —suelto un suspiro—por cierto, necesito que te encargues del caso en España.

     —Habíamos quedado en que Gilbert se encargaba de ese caso y yo el de Londres.

     —¿No podrían cambiar?

     —No, un trato es un trato, además se supone que deberías...—la imagen de Emma bajando las escaleras, es una imagen que deleita la vista de cualquiera. ¿Qué mierdas estoy pensando?— Hablamos en otro momento, le diré a Sofía que se encargue de eso.

     —¿Está Emma?

     —Si.

     —Dile que la amo y la llamo más tarde.

     —Le diré, adiós.»

     —Buenos días, ¿cómo estás? ¿dormiste bien? —pregunto caminando hacia ella mientras observo su cara adormilada.

     —Hola, estoy bien, ¿y tú? —sonrió— Dormí bien, gracias, lamento haber interrumpido.

     —No te preocupes —dije devolviéndole la sonrisa— No era una llamada de importancia, ¿quieres desayunar? cerca de aquí hay un buen lugar, podemos ir, si quieres.

     —Oh, está bien, ya bajo —dice esto y sube las escaleras. Esa pijama está muy corta. ¿Por qué me estoy fijando en eso? Argh, soné cual pervertido.

     Chasqueo mi lengua y vuelvo a beber del café que ya se encontraba algo frío.

     Esto está mal. Muy mal.













¡Ciaoooooo! Espero se encuentren muy bien, bueno, acabo de subir los dos primeros capítulos, la verdad no sé cuándo subiré los siguientes, pero prometo no demorar.

No olviden votar y comentar, eso me motiva; sabiendo que les está gustando. <3

Nos leemos luego, arrivederci. :******

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro