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Vehemente aclaración


Han pasado varios días desde que había conversado con la princesa, y ella aún seguía distante. Si le hablaba era para lo estrictamente necesario, sin darle oportunidad a decir nada más.

Las múltiples reuniones en los que ambos estaban involucrados, se le hacían eternas Dark Link, quien tenía demasiadas cosas en la cabeza como para atender a, como él decía, a tanto vejete obtuso. Aparte de todo eso se sentía muy cansado, pues no había podido dormir casi nada por pensar en lo que había pasado con la princesa.

Ella lo creía un mentiroso y eso le causaba una incomodidad que no lograba descifrar. ¿Qué sentía? ¿Enojo? ¿Preocupación? No sabía cómo definirlo, pero era una sensación que no le gustaba para nada, le preocupaba ver que la dama ya no le hablaba ni miraba como antes, mucho más que ya no estaban juntos como tanto le gustaba. En la noche anterior, como pocas veces, le había tocado dormir solo en su habitación y no tuvo más remedio que conformarse a fantasear con ella, motivo por el que se frustró más y con menos razón pudo conciliar el sueño.

No comprendía cómo la princesa pudo haberse enterado de lo que ocurrió en el bar, él no pensaba contarle nada y no por que tuviera algo que ocultar, sino porque lo que ocurrió para él no fue importante; no estuvo con otras mujeres, no le interesaba. Sin embargo, de alguna manera ella escuchó la peor y más errónea parte de la historia, y todo por culpa de los soldados a su cargo. Tenía tantos deseos de ponerlos en fila y, uno a uno, hacerlos padecer hasta que pidan perdón, sin embargo, aquello tampoco era conveniente porque tendría que revelarlo todo. No podía exponerlos a ambos al escándalo, sobre todo a ella. Ya estaba cansado de cuestionar esa nueva costumbre de ser considerado, nunca encontraba respuesta, por lo que mejor era dejarla fluir. Ahora lo único que le importaba era arreglar el mal entendido, necesitaba estar con ella con urgencia... y no se refería solamente al ámbito sexual.

...

Luego de que terminó una de las tantas reuniones que había tenido esa semana, esperó a que todos los consejeros se retiren de la sala, pues sabía que la joven siempre era la última en irse. Esta vez iba a encararla y no iba a permitir que se vaya, sino lograba que le crea, por lo menos que lo escuche, para que así pueda ser el objeto de su análisis. Aún faltaba que el último miembro se retire, por lo que decidió aprovechar su presencia para acercarse a Dark Zelda; conociéndola, sabía que delante de otros disimularía su malestar.

- Disculpe la interrupción, su alteza... pero necesito hablar con usted de un tema urgente. – dijo el joven.

La dama lo observó seria, pero disimulando bien su incomodidad. El hombre que estaba a su lado creyó que en serio el tema era de importancia, por lo que enseguida anunció su retiro.

- La dejo con el Comandante para que resuelva cualquier cuestión, princesa. Qué tenga buen día.

El hombre se retiró con una reverencia y se fue, dejando solos a los jóvenes. Dark Link estaba histérico consigo mismo por lo nervioso que estaba, pero de ninguna manera iba a demostrarlo, o al menos iba a intentarlo. Entre ellos la tensión emocional y sexual era enorme, y por más que se esforzaran no podían ocultarlo, pues les brotaba por los poros y se reflejaba en sus miradas.

- ¿De qué desea hablar, Comandante? – preguntó la princesa, seria.

- Deja los formalismos, no hay nadie. Y sabes muy bien de qué quiero hablar. Todos estos días me has estado ignorando y no has querido escucharme, y eso tiene que terminar ahora. – reclamó el guerrero, molesto.

- ¿Qué quieres explicarme? Sé muy bien lo que escuché, y tú no lo negaste.

- No te negué el hecho de que los soldados dispusieron dos mujeres para mí solo, pero si el hecho que me acosté con ellas. – aclaró con seguridad.

- ¿Me crees tonta, Dark Link? Es difícil creer que en ese entorno no tuviste un desliz, mucho más si estabas caído en la borrachera, sólo recuerda como llegaste al día siguiente... además, no quiero parecer que te reclamo nada. No tengo derecho. – respondió apenada.

- Tienes toda la razón de hacer preguntas y molestarte, pues tenemos un acuerdo de cuerpo y compañía, pero lo que no tienes derecho es sentenciar que he hecho algo. No lo hice... y no lo hice porque... por... porque no hay mujer que me atraiga tanto como tú. Esas tipas no te llegan ni a los talones. – dijo, volteando la mirada.

Dark Zelda se sorprendió al escuchar esas palabras de su compañero, las analizó por algunos segundos, pero aún quedaba en su corazón un resquicio de duda. Le costaba creer que no había hecho nada, los soldados hablaron demasiado convencidos. Muchos la juzgarían por no creer en el hombre que amaba, sin embargo, a veces temía que la oscuridad de su reciente pasado regrese. Ese retroceso era el que más pánico le daba, y no solamente por el dolor que le había causado, sino por cosas peores que no podía siquiera mencionar.

- Si las cosas hubieran sido contrarias, estoy segura que no podrías creerme, pues ustedes los hombres son implacables cuando se trata de juzgar a una mujer, mucho más por esa clase de actos. No me siento cómoda con esto, y es por eso que me quiero mantener alejada de ti. – indicó mostrándose altiva.

La regente se disponía a retirarse, sin embargo, el joven la tomó de la cintura para obligarla a mirarla a los ojos. Estaba descontrolado por lo obcecada que se estaba comportando. ¿Qué tanto había en su cabeza para que se comporte así?

- ¡Suéltame! – reclamó enojada.

- ¿¡Hasta cuándo vas a estar así!? – preguntó el joven, furioso y sin soltarla.

- ¿Qué es lo qué te sucede? ¿Acaso te preocupa ya no tenerme en tu cama cuando quieras? Ese era el acuerdo inicial, pero lo rompiste por tu debilidad. Reconozco que fui la primera en acercarme a ti y provocarte, pero eso no quiere decir que vas a verme la cara de estúpida.

- ¡Cállate! ¡La cama es lo que menos me importa! ¡No entiendes nada! – cuestionó, mostrando malestar en su mirada.

- ¿¡Entender qué!?

- No tienes idea lo equivocada que estás. Todo esto es muy difícil de explicar y tú complicas más las cosas.

- El problema aquí es que no aceptas si me... Nada.

- Dark Zelda...

- No quiero seguir conversando de este tema, así que si necesitas hablarme, que sea solamente por un tema urgente y nada personal. ¡Déjame en paz!

La dama se zafó del fuerte agarre en el que la mantenía el joven y se retiró de la sala. Nunca en su vida Dark Link se había sentido de esa manera, pues ahora lo invadía una mezcla de rabia, impotencia y miedo.

¿Él sintiendo temor? ¿A qué? ¿A ya no poder saciar sus instintos con ella o a algo más? Definitivamente era lo segundo, pero no entendía qué, o más bien no lo aceptaba. Sólo sabía que no quería estar alejado de ella.

Aquella vulnerabilidad que lo invadía lo arriesgaba a caer en la oscuridad de su propia prisión.

...

La princesa llegó a su habitación, cerró la puerta y dejó que las lágrimas invadieran su rostro. Por más que él quisiera explicarle las cosas, le costaba creerle, pues el guerrero ignoraba que detrás de aquella indignación por un acuerdo roto, estaba involucrado el corazón que le había entregado sin que lo sepa. Le dolía imaginarlo en medio de otras, cuando hasta hace poco se entregaba a él, sin límites y dispuesta a todo por amor. Le asqueaba imaginarlo intercambiando caricias con mujeres de baja calaña.

La joven se limpió las lágrimas y se aproximó a la rosa para conversar con ella y contarle todo lo que Dark Link le había dicho. En estos días de dolor tenerla cerca le ayudaba a sentirse mejor. Era la única con la que podía hablar de eso, a pesar que sus respuestas no eran las convencionales.

- Pensé que mis tratos lo tendrían satisfecho, enamorarlo, pero no fue así. Es incapaz de asumir si siente algo por mí... o talvez sólo me he creado ilusiones. Qué tonta fui al pensar que podía amarme. – dijo apenada.

La rosa sólo la escuchó con tristeza, impotente de no poder decirle nada o limpiar sus lágrimas. Aquel dolor que sentía le recordó un pasado que no quería volver a recrear. La oscuridad perpetúa en su vida.

- Es un ingrato, ciego... siento celos, rabia, dolor... quiero detestarlo, pero no puedo, lo amo con todo mí ser.

La rosa comenzó a perfumar a su amiga para calmarla, incluso utilizó un somnífero especial para que el sueño le gane y vaya a dormir, a pesar de lo temprano que era. No se arrepentía de haber clavado sus espinas en el idiota del guerrero, pues por su culpa su princesa estaba sufriendo. No podía admitirlo por varias razones, pero la verdad estaba sorprendida de imaginar que el joven había engañado a su amiga, pues sabía cuánto le gustaba y de lo enlazado que estaba a ella. Talvez merecía el beneficio de la duda, sin embargo, le tenía fastidio por hacerla llorar, y sólo por eso no merecía perdón.

Esperaba que la dama ni voltee a mirarlo siquiera, y claro está, afiliaría sus espinas con más ganas por si él intentaba acercársele.

...

Pasaron los días y las cosas siguieron igual entre la pareja de las sombras, la princesa seguía dolida y no permitía que el guerrero se le acerque. Él trató de ponerse en su sitio, pues de ninguna manera hubiera tolerado que ella se acueste con otros hombres... pero el asunto era que no había hecho nada. Sabía que su situación era complicada de creer, sin embargo, era la verdad. Por esos días seguía durmiendo solo en su habitación, y fue ahí que se descubrió cuánta falta le hizo la dama, le costaba conciliar el sueño cuando no sentía su piel tan cercana, sobre todo cuando no aspiraba aquel aroma a rosas que lo volvía loco, y que al mismo tiempo lo relajaba hasta el punto de dormirlo. No quería aceptarlo, pero se había hecho dependiente a la princesa.

Toda esa situación por la que estaba pasando el joven lo tenía más que alterado, y aquello lo manifestaba en contra de sus soldados, se desquitaba con ellos de la peor manera en los entrenamientos. Su venganza dio comienzo, en primer lugar, porque lo ridiculizaron al haberle pintado la cara y los dientes cuando se encontraba dormido debido a la borrachera, pero sobre todo y lo peor, por haber lanzado chismes y que estos llegaran a oídos de Dark Zelda. Eso de ninguna manera iba perdonarlo. Todos los jóvenes comenzaron a quejarse y a reclamarle por su actuar, sobre todo Nox y Ryotta, quienes se sentían con más confianza para hacerlo.

- ¿¡Se puede saber qué diablos te sucede!? – preguntó Nox, furioso.

- ¡Esto no es un entrenamiento, es una tortura! – reclamó Ryotta.

- ¡CIERREN LA BOCA, BASTARDOS! Esto es poco para lo que se merecen por la vergüenza que me hicieron pasar. – gritó el Comandante.

- ¡Pero ya te dije que no fuimos nosotros!

- Sí, recuerda que esa noche nos fuimos con las chicas. Además, si nos conoces bien, sabes que te hubiéramos hecho algo mucho peor.

- Claro, como ponerte unas buenas...

- ¡CÁLLENSE!

- Dejémonos de estupideces. Sabes muy bien que el motivo de tu enojo es otro.

- Claro, la falta de cama. Como tu princesa ni te voltea a ver.

El Guerrero de las Sombras estuvo a punto de golpear a Nox por lo que había dicho, sin embargo, tanto este como su amigo lo esquivaron a tiempo, riéndose en el proceso.

- Te dejaremos para que se te pase la pataleta. – dijo Nox.

- Hablaríamos con tu princesa, pero con lo furiosa que está, es capaz de pulverizarnos. Ya nos ha demostrado de lo que es capaz cuando está enojada.

Y con esa despedida, los jóvenes se desvanecieron en las sombras, dirigiéndose al único sitio en donde podían sentirse cómodos. Mientras que Dark Link siguió dejando que el demonio se lo lleve.

...

En una de las casas ubicadas en el centro de la gran ciudadela de Mondrule, se estaba llevando a cabo un brutal encuentro. Las hermosas gemelas se encontraban deleitando a sus amantes hasta dejarlos sin aliento, cada una en su respectiva habitación. Los soldados no comprendían qué habían causado esas mujeres en ellos, pero desde que las conocieron no podían estar sin ellas, les urgía tenerlas cerca y enredarse con cada uno de sus encantos. Habían entrado a un camino sin retorno, pero no se arrepentían.

En una de las alcobas, Ryotta y Kayra se retorcían con el retazo de su último orgasmo, después de varios ya experimentados. Se tumbaron en la cama sin soltarse, más bien en medio de su respiración se aferraban el uno al otro con más fuerza.

- Mujer... ¿qué me has hecho? – preguntó el joven.

- ¿Yo? Pero si yo nunca hago nada. – dijo fingiendo inocencia.

- Mentira. Me has embrujado, me has dado algún brebaje, pero algo me has hecho para tenerme así. – respondió Ryotta, riéndose.

- ¿Así cómo? ¿Calentón, urgido, hambriento?

- Eso y... enamorado.

La chica se quedó impactada con lo que había escuchado del soldado. A decir verdad, al inicio todo lo había tomado como un juego, sin embargo, en ese poquísimo tiempo que lo conocía ya había comenzado a sentir cosas muy especiales por él, sentimientos que creía nulos en una mujer como ella, y mucho más en alguien como él.

- ¿Qué? – preguntó incrédula.

- Sé que es extraño lo que te estoy diciendo, pero eso es lo que siento. – dijo el muchacho, serio.

- ¿Pero cómo puedes saber eso? Nunca has estado enamorado, me lo dijiste cuando comenzamos todo esto.

- Sé lo que dije, pero uno puede cambiar de opinión, o en este caso, de sentimientos. No quiero mentirte, ha habido muchas mujeres en mi vida a las que jamás he tomado en serio, pero contigo todo ha sido distinto. He vivido "mi primera vez" en cosas que antes veía ridículas.

- ¿Cómo cuáles?

- Eres la única mujer con la que he dormido, con la que me he reído, con la que he desayunado, con quien no me ha dado la gana de cuidarme porque me das confianza, y sobre todo, con la primera que me nace ser afectuoso. Siempre he sido un idiota, un superficial, y ahora simplemente contigo no puedo eso. Jamás he amado ni me ha interesado... hasta ahora. No conozco lo que es el concepto del amor, pero si eso significa que no puedo mantenerme alejado de ti, entonces eso es. – dijo, sonriendo como nunca antes lo había hecho.

- Ryotta...

- Pienso en ti todo el día y no quiero que ningún hombre te mire. ¿Eso me hace estar enamorado?

Kayra analizó cada una de las palabras que el joven le había dicho, sintiendo como su corazón latía a mil por hora. Era la primera vez que se sentía de esa manera, una mezcla de miedo y alegría que no sabía cómo describir. Ahora reconocía que compartía el mismo sentir que él.

- Imagino que esto no es parte de tus planes, y por eso debo alejarme.

- No, no... no quiero que te alejes. Yo... también me siento enamorada. Sólo que no creí que estarías en mis mismas condiciones, pues pensé que después de un tiempo te aburrirías y te irías como siempre pasa en este tipo de relaciones. – dijo apenada.

- ¿Ves? No he sido el único que cayó víctima de este juego.

- Lo que me sorprende es cómo pudo haber sucedido tan rápido. ¿El amor es eso?

- Si es posible. El amor no tiene tiempo ni razón, simplemente se da, o al menos eso he escuchado. Nox y yo tenemos un caso bastante cercano, sólo que es muy imbécil para darse cuenta, y por eso estamos pagando el precio...

- ¿A qué te refieres? – preguntó la dama, curiosa.

- Después te cuento ese tema. Ahora lo que me importa es saber qué pasará con nosotros. ¿Quieres que sigamos juntos? ¿Qué seamos una... una...?

- ¿Una pareja? Pues claro que lo quiero, yo tampoco te puedo dejar ir. – respondió sonriendo.

- Mira, lo mejor que podemos hacer es seguir conociéndonos, descubriendo lo compatibles que podemos ser, en todo sentido. Sólo dejemos que todo fluya, sin pensar en el futuro. – dijo Ryotta.

- Sí, eso es lo mejor, vivir el presente.

- Ahora, lo que me gustaría saber, es qué pensaran tu hermana y Nox.

- No sé qué tanto conoces a tu mejor amigo, pero yo sí conozco muy bien a mi hermana gemela, y sé perfectamente qué es lo que ella siente y hará.

- Bueno, si tú lo dices...

Kayra besó en los labios a su ahora enamorado y se abrazó a él en medio de las sábanas. Se mantuvo en silencio unos minutos, analizando todo lo que había pasado, hasta que para cortar el hielo decidió hablar.

- Y cuéntame la historia de ese amigo cercano que no se da cuenta de lo que siente. ¿Tiene algún problema?

El soldado puso los ojos en blanco al recordar todo lo relacionado a aquel muchacho. Definitivamente no veía una manera de liberarlo de aquel yugo.

- Más te va a sorprender cuando te cuente de quién se trata...

...

En la otra habitación de la casa, las cosas no habían sido muy distintas entre Nox y Kaysa. Después de su apasionado encuentro, confesaron lo que sentían el uno por el otro, decidiendo seguir el mismo camino que sus pares.

En ese momento, por cosas del destino, se encontraban conversando del mismo tema que los otros, del dilema por el que estaba pasando cierto caballero.

- El Comandante y la princesa. ¿Quién diría? Aunque no me sorprende. Hace tiempo había escuchado algunos rumores de que ambos estaban juntos, pero por lo que me has contado esa relación va más allá de una simple atracción. – dijo Kaysa.

- Y eso, sumando a lo que pasó en el bar, ha traído un problema entre ambos. Ninguno de los dos se atreve a contarlo, pero por lo que dijeron los imbéciles de mis compañeros, la princesa no cree en él.

- Esa es la mayor prueba de que lo ama y por eso está dolida. ¿Y por qué no hablan con ella? Ryotta y tú deberían decirle la verdad. A mi hermana y a mí también nos consta que él no hizo nada con esa bandidas. – recordó la chica.

- ¿Y tú crees que nos va a tomar en serio? Primero, si nos atrevemos a insinuar que entre ella y Dark Link hay algo, es capaz de encarcelarnos de nuevo, y esta vez de por vida. Ella podrá ser muy justa y todo lo hermoso que piensas de ella, pero tiene un carácter altivo y fiero cuando se lo propone. Es de temer. Y segundo, hasta el día en que te conocí, junto con Nox fui un infeliz, sin vergüenza, ¿crees que con esos antecedentes ella va a creernos? Nos mandará a volar. Quisiera que esto se resuelva, y no solamente porque el tipo está con un humor del infierno y se desquita con todos, sino porque en el fondo, muy en el fondo, lo apreciamos. Él nos hizo lo que somos ahora, y sea como sea no queremos verlo mal.

- Entiendo. Puede ser que la princesa no quiera que ustedes ni se asomen a hablarle... pero hay otro camino. – dijo Kaysa.

- ¿Ah? ¿Otro camino?

- Mi hermana y yo nos ocuparemos de eso. – explicó riéndose.

- No entiendo nada. ¿Qué tiene que ver Kayra en esto?

- No tienes por qué entenderlo. Y sobre mi hermana, la conozco y sé que ha pensado lo mismo que yo.

La joven se acercó a su hombre a besarlo apasionadamente, incitándolo a repetir el encuentro que habían tenido.

...

Una semana después, el ocaso brillaba en todo su esplendor en el reino, reflejándose con belleza en las paredes del palacio.

La princesa se encontraba en su estudio muy enfocada en su trabajo, el cual le servía como terapia para evadir el dolor de la supuesta traición de su amado, al cual no quería mirar bajo ninguna circunstancia, por más que este intentara acercársele. Trabajó por horas, sin medir el paso del tiempo, hasta que la puerta de la habitación sonó. La joven dio la orden de pasar al escuchar la voz de Delia, quien tenía una noticia que darle.

- Disculpe la interrupción, princesa. – dijo la doncella, nerviosa.

- ¿Qué sucede, Delia?

- Lo que pasa es que afuera hay unas personas que dicen que usted las ha citado porque en el pasado le pidieron trabajo. Perdonará usted, pero no recuerdo que me haya indicado que esperaba a alguien.

- Efectivamente, yo no espero a nadie. – dijo la princesa, seria.

- Lo suponía, y por eso les dije que se vayan, pero ellas insisten en que quieren hablar con usted.

La princesa dudó en recibir a aquellas misteriosas e inesperadas visitas, sin embargo, algo en su interior le dictaba hacerlo.

- Diles que pasen.

- ¡Princesa, puede ser peligroso! ¡No sabe quiénes pueden ser! – expresó temerosa.

- No creo que pase nada malo. Y si fuera así, sabes bien que sé cómo defenderme.

- Las haré pasar entonces, pero de todas maneras le pediré a un guardia que se quede fuera del estudio. Las chicas no parecen peligrosas, pero es mejor no dejarse llevar por las apariencias.

- Está bien, gracias por preocuparte. Hazlas pasar, por favor.

Delia dio una reverencia y se retiró para ir a ver a las visitantes, y al poco tiempo la joven llegó con las dos, para después retirarse. Las chicas, al ver a la princesa, dieron una reverencia y la miraron con admiración, emocionadas de verla tan cerca por primera vez en sus vidas.

- Buenos días, señoritas, tomen asiento. ¿Con quién tengo el gusto?

- Buenos días, princesa. Somos Kayra y Kaysa, es un placer conocerla. – dijeron las hermanas al unísono.

- Igualmente... por lo que veo son gemelas.

- Así es, somos hermanas muy unidas. Y con todo respeto, nos sentimos felices de estar ante su presencia. Siempre la hemos admirado por su bondad y don de justicia. Usted ha llevado a este reino a la gloria que ni en un millón de años hubiéramos podido tener. – dijo Kayra.

- Y aparte de eso, todas esas cualidades van en conjunto con esa belleza exterior. Es usted muy hermosa. Estamos muy agradecidas por tener una líder como usted. – dijo Kaysa.

Dark Zelda analizó los halagos de las mujeres que se encontraban frente a ella, dándose cuenta que eran sinceros y de corazón. Ella era muy perceptiva para descubrir a los hipócritas, y a pesar que aquellas jóvenes se veían muy extrovertidas y lanzadas, no sentía dentro de ellas malas intenciones. Sin embargo, aún no comprendía por qué la habían buscado.

- Agradezco mucho por sus palabras, Kayra y Kaysa. No hay mayor recompensa para mí que la paz y felicidad de mi pueblo. Percibo en todo lo que me han dicho sinceridad, mas no en las intenciones de su visita. – dijo seria.

- Así es, princesa, y le pedimos disculpas por haber mentido sobre lo de buscar trabajo, pero fue lo único que se nos ocurrió para que nos dejen pasar. – explicó la gemela lacia.

- La verdadera razón por la que vinimos fue porque queremos hablarle de alguien en especial. – continuó la otra hermana.

- Del Comandante... y de su relación con él.

La dama sintió que el alma se le iba al piso al escuchar lo que las jóvenes le dijeron. En otras circunstancias las hubiera puesto en su sitio, enviado a sacar, o en el peor de los casos, a encarcelar por ser tan confianzudas. Sin embargo, estaba paralizada, e incluso su mente comenzó a crear ideas que la lastimaban. ¿Acaso ese par de mujeres eran...?

- Una vez más, le pedimos disculpas por este terrible atrevimiento, sólo por eso merecemos el peor de los castigos. Sin embargo, tenemos un motivo de peso para eso. – dijo Kaysa.

- Y no te equivocas, muchacha. En otras circunstancias esto sería intolerable, sin embargo, quiero entender qué les ha empujado a su osadía de dirigirse así a mí, dejando de lado quién soy yo y el respeto que merezco. – dijo la princesa, mostrándose seria y molesta.

- Nosotros conocimos al Comandante hace algunas semanas en el bar del centro, junto con Nox y Ryotta.

La princesa comenzó a alterarse al creer que sus miedos comenzaban a hacerse realidad, lo relacionado al dolor e indignación que sentía en lo más profundo de su alma.

- ¿Acaso ustedes son las mujeres con la que él...?

- ¡No, claro que no! Le pido que no nos confunda. – exclamó la chica de pelo rizado.

- Nosotras no somos prostitutas, alteza. Somos unas mujeres muy diferentes a usted; alocadas, liberales, pero no somos así. Seríamos incapaces. – aclaró la otra hermana.

- Más bien, nosotras comenzamos una relación con los dos soldados involucrados en esto. Nox y Ryotta son nuestras respectivas parejas. Es algo formal. – explicó Kayra.

- ¿Qué? – preguntó la dama, incrédula.

- Sé que es difícil creerlo, pero es así. Estamos enamorados y queremos estar juntos.

- Sólo esperamos que eso no sea un impedimento para que ellos sigan ejerciendo su labor con el reino. Eso es algo que admiramos mucho de ellos, y por eso decidimos acercárnosles.

- La vida personal de los soldados al servicio del reino es sólo asunto de ellos, por lo que yo no tengo nada que decir. Sin embargo, eso aún no responden su osada cuestión. ¿Qué tiene que ver eso con lo que han dicho sobre el Comandante y mi persona? ¿De dónde han sacado que yo tengo una relación con él? Espero que tengan una buena justificación, sino prepárense para asumir las consecuencias de sus actos. – dijo la princesa, altiva.

- Es obvio que usted tiene una relación con él, pues es un servidor del reino y todo se lo supervisa usted. ¿No es así? – preguntó Kaysa.

- Así es, pero saben muy bien que vinieron a hablar no fue con esa intención.

- Nuestra única intención es decirle toda la verdad, para que siga cultivando ese hermoso don de justicia. No hemos venido a hablar del tipo de relación que tiene con él, eso no nos interesa.

La princesa, por primera vez, se quedó sin argumentos. Las muchachas eran muy astutas en querer ocultar que en el fondo sabían que ella se relacionaba más allá de lo laboral con el guerrero, sin embargo, lo camuflaban con palabras ambiguas, enfocándose en otras intenciones. Dark Zelda conocía muy bien de los rumores que circulaban en torno a ella y de sus amoríos con Dark Link, los cuales, obvio, no le importaban, sin embargo, era la primera vez que alguien se atrevía a insinuárselo, sobre todo personas ajenas al castillo.

- Lo que sucede es que Nox y Ryotta nos comentaron que el Comandante siempre ha sido su mano derecha, sin embargo, por actos impropios que sucedieron en el bar, le ha retirado la confianza. – dijo Kayra.

- Como ya les dije, la vida personal de la gente a mi cargo no es asunto mío.

- En este caso debe serlo, pues el Comandante, dentro de todos sus defectos, es un hombre leal. – aseguró Kaysa.

- Aquella escandalosa noche, es cierto que se pasó de copas, mas no se relacionó con ninguna mujer. Nosotras estuvimos ahí para confirmarlo. Si usted escuchó lo contrario de alguna de las paredes del palacio, son viles chismes callejeros y machistas, puras mentiras.

- Así es. Por la gran admiración que le tenemos al Comandante y el gran cariño que está naciendo en nosotras para con sus soldados, le pedimos que le crea. Empeñamos nuestra palabra y nombre de que él no ha hecho nada que lo perjudique a él ni a las personas con las que se relaciona. Su moral es intachable.

Dark Zelda, al escuchar aquella revelación, sintió que su corazón se derretía hasta caer en sus manos. De manera ínfima sintió consuelo, le regresó el aliento al cuerpo al sentir que su caballero no la había traicionado, que no había faltado a su palabra de pertenecerle sólo a ella. Sin embargo, aún temía equivocarse al creer en las palabras de un par de desconocidas que seguramente estaban aliadas con los sin vergüenzas de los soldados más complicados que tenía el ejército. Por primera vez, decidió dejar de lado a la soberana y mostrarse como mujer, llena de esperanzas y al mismo tiempo dudas.

- ¿Y qué me obliga a mí a creer en sus palabras? El Comandante hizo un voto de confianza, y aun así lo rompió con actos que atentan contra la moral. Y eso es inaceptable para mí. – dijo la princesa, indignada.

- Princesa, disculpe la manera tan irrespetuosa con la que voy a hablarle... ¿pero usted cree que mi hermana y yo nos arriesgaríamos a perder la cabeza por venir hasta acá a decirle una mentira? No somos estúpidas. – preguntó Kaysa, irónica.

- ¿Entonces por qué debo creerles?

- Porque somos mujeres como usted. Porque sentimos, porque lloramos... porque amamos, y porque una traición es algo imperdonable, pero mucho más lo es la injusticia para los inocentes. Y dentro de sus fallas, el joven guerrero lo es. Es leal al reino, y sobre todo a usted.

- Y antes de que lo pregunte, ni Nox ni Ryotta nos pidieron que hablemos con usted. Ellos saben que teníamos una posible solución, mas no que se trataba de esto. Esto lo hicimos también por ellos, porque sea como sea, se preocupan por el bienestar de su Comandante, lo aprecian.

- Si no quiere creernos, está en todo su derecho, pues somos empáticas con usted y la entendemos. Sólo le pedimos que piense en todo esto, y sea tan justa como siempre lo ha sido.

- Una vez más, disculpe por esta osada acción de venir a encararla. Si más adelante desea tomar cartas en el asunto, estamos dispuestas a asumir las consecuencias de nuestros actos.

- Nos retiramos. Que tenga un buen día.

Las gemelas se retiraron, dejando a la princesa totalmente impactada. Con todo lo que había escuchado, ya no tenía dudas, Dark Link era inocente de lo que se le acusaba, y se arrepentía de haber dudado de él, de haberse dejado llevar por chismes de soldados en rehabilitación. ¿Qué clase de soberana era? Se sentía avergonzada como tal, pero mucho más como mujer. Por un lado, la alegría de saber que no había sido traicionada había inundado su corazón como un bálsamo fresco y calmante, pero al mismo tiempo, el pesar de haberlo rechazado de las peores maneras la hacía sentir muy culpable. Debía arreglar el asunto de inmediato, pero sobre todo pedirle disculpas.

Ahora el asunto era si él iba a querer escucharla, y sobre todo perdonarla.

...

Aquella noche, casi madrugada, Dark Link regresaba de sus labores. Había decidido quedarse entrenando solo para sacar toda la tensión que tenía acumulada, sobre todo porque desde hace días había dejado de insistirle a la princesa para que le crea, más que todo por respetar sus deseos. Ahora otro extraño sentimiento lo estaba embargando y no quería aceptarlo, pero pensaba que talvez era parecido a la tristeza que todos los cursis manifestaban. No sabía si era eso u otra cosa, pero era muy incómodo.

El joven llegó a sus aposentos, lanzó por donde pudo toda su ropa y se dispuso a entrar al baño para tomar una ducha que le quitara el dolor de cuerpo. Sólo quería acostarse a dormir y no pensar en nada. Al entrar, caminó hacia la ducha, pero antes de girar la llave para que el agua corra, se detuvo en seco ante una impactante sensación.

Vio como unas manos muy conocidas por él le acariciaban el pecho. En serio no podía creerlo.

- ¿Princesa?

- Espera, no te voltees... primero quiero que me escuches. – pidió apenada.

El guerrero estaba atónito, primero por sentir las encantadoras manos de la mujer en su pecho desnudo, pero más por ver que ella lo había buscado. Intentó voltearse para verla de frente, pero ella no lo permitió, pues quería que escuche lo que tenía que decirle directo con el corazón que pensaba que tenía.

- Yo... te pido perdón por haber desconfiado de ti. – dijo la princesa.

- ¿Qué...? ¿Es en serio? – preguntó incrédulo.

- Muy en serio. Sólo voy a decirte que mis ojos fueron abiertos y sé que no tuviste nada que ver con esas mujeres. La ira me cegó, mi indignación me anuló, mi am... mi amargura por haber pensado que nuestro pacto se había roto me enfureció, pues para mí no hay nada más importante que la palabra empeñada, sobre todo en algo como esto, que sólo es entre tú y yo.

- Fuiste muy radical conmigo todos estos días y me humillaste como si fuera cualquier cosa. Eso fue una gran ofensa a mi honra y hombría. – respondió el guerrero, enojado.

- Lo sé y me arrepiento. Perdóname, por favor. Estoy dispuesta a que te desquites conmigo y me devuelvas lo mismo que yo te hice, pagaré el precio con tal de que me disculpes.

Mientras se encontraba abrazada a él, la princesa comenzó a acariciarle el pecho, aferrándose a la suavidad de la piel que tanto había extrañado, pero sin medir lo que aquellas caricias le estaban causando al joven. Dark Link comenzó a acalorarse, a excitarse al sentir las manos de la mujer que tanto lo enloquecía tocándolo. La urgencia por la abstinencia en la que lo tuvo le había cobrado caro, y no sabía cómo iba a contenerse. Por supuesto que iba a perdonarla, ya a esas alturas tenía claro que no podía estar sin ella, pero no estaba dispuesto a confesárselo nunca. Jamás se iba a mostrar vulnerable a ella.

- Está bien, todo está perdonado. Yo también pido disculpas por no haber podido evitar las tonterías de mis soldados. Prometo que eso no se volverá a repetir. – dijo serio.

- Me alegra saber eso. Ahora... déjame complacerte, quiero que te sientas a gusto.

La joven volteó al guerrero y lo besó en la boca con fiereza y pasión, entrelazó su lengua con la de él, bebiendo cada beso como si de un dulce manjar se tratara. Para desgracia del guerrero, ella estaba vestida con una salida de baño, por lo que se dio cuenta que no estaba desnuda como lo había imaginado. De todas maneras eso era algo que iba a resolver, pero las manos de ella se lo impidieron... una vez más.

- ¿¡Pero qué...!?

- Espera... sé que precisamente hoy entrenaste muy duro, por eso primero deseo hacer algo para que te relajes. Acompáñame. – pidió seductora.

Sin salir del baño, Dark Zelda llevó a su compañero a otro lado de la habitación, uno que el joven nunca le había prestado atención, pero ahora sería muy diferente. La princesa abrió una puerta movediza y mostró ante ellos una bañera muy grande y hermosa, con elegantes acabados y pequeñas esculturas de mármol decorando los extremos; asientos que se visualizaban debajo del agua, la que en su superficie contenía pétalos de flores perfumados y embriagantes. Aquel escenario creaba un ambiente fantástico y afrodisiaco, mucho más si todo se reflejaba en el inmenso espejo que se encontraba al fondo, rodeándolo todo. El guerrero nunca había tomado en serio aquel sitio, pero ahora lo veía muy interesante. Su mente volaba al imaginar todo lo que podría vivir con su mujer ahí.

- Ven, acuéstate aquí.

Dark Link estaba hipnotizado, así que se dejó guiar. Dejó que la princesa lo acueste en una de las plataformas de la bañera, la cual estaba húmeda y cálida, muy agradable. Se sentía muy vulnerable de estar desnudo ante ella y con su hombría tan erguida como una piedra. No podía evitarlo, ella lo volvía loco. La princesa se posicionó encima de él, dándole el gusto de que la viera sacándose la bata y desnudándosele tan sensual y provocativa, mientras lo miraba en silencio. Fue ahí que el muchacho intentó poner sus manos en esos tan apetecibles pechos que lo llamaban a comerlos, pero ella, una vez más, lo detuvo con la barrera de su tortura.

- No me toques, te dije que quiero hacer algo para que te relajes. Cierra los ojos y no pienses en nada. Te va a gustar.

Un poco molesto por esa situación, Dark Link decidió obedecer; cerró los ojos y se dejó llevar. La princesa frotó sus manos con una loción refrescante y comenzó a acariciarlo, empezando por su cuello, rozando con sus uñas sus partes más sensibles y causando que el joven se relaje. Después comenzó a bajar lentamente hasta llegar a sus pectorales, los cuales acarició con deseo y énfasis, enfocándose en pellizcar aquellos pezones que estaban erguidos del placer que estaba sintiendo. No podía ser de otra manera, el hombre tenía a su mujer desnuda acariciándolo, sin saber hasta dónde iba a llegar.

Después que se divirtió un buen rato con el endurecido pecho de su amado, bajó a su abdomen dándole el mismo trato, y así fue bajando lentamente, hasta que llegó a la zona más impactada de aquellos tocamientos. La dama volvió a frotar sus manos con la loción y tomó el miembro del chico, al cual comenzó a masajear con delicadeza, pero al mismo tiempo intensidad y deseo. Fue ahí de la boca del joven comenzaron a salir ligeros gruñidos, los cuales estuvieron retenidos por mucho tiempo debido a la soledad en la que su dama lo tuvo, aunque ahora eso no le importaba, disfrutaba de manera exquisita del momento. Un placer incontrolable lo dominaba con cada movimiento de subida y bajada, nunca había experimentado ese tipo de caricias, al menos no con tanto énfasis; talvez aquello era por lo que hace tiempo no lo tocaba, pero sea como sea lo tenía en el desquicio. La mujer se mantuvo con sus eróticos masajes por un buen rato, hasta que decidió cambiar de instrumento.

Bajó un poco su postura y llenó de besos aquella zona que tan alocado tenía a su amante, sabía que eso le encantaba, que lo enloquecía hasta el punto que se olvidaba de su nombre. Dark Link abrió los ojos y se encontró con lo que más temía no iba a poder controlar, pues una cosa era sentir como su mujer lo devoraba desde esa zona con tanta necesidad, pero otra era ver como lo miraba mientras lo hacía, directo a los ojos, como descaradamente mostraba esa lengua deleitándose con aquel centro que lo mataba. Sin duda la había extrañado demasiado y no por simple ansiedad sexual, sino por lo enlazados que estaban cuando se juntaban de esa forma.

Se relajó tanto mirando como la joven seguía con sus tratos, pero todo aumentó cuando volteó el rostro y vio el reflejo de ambos en el espejo. Nunca imaginó que verse así mismo en esas acciones iba a excitarlo más, incluso, ahora que tenía los ojos abiertos, notó que el techo también poseía uno, por lo que no había manera de ignorar tal espectáculo de locura. Pensó que no iba a aguantar más tanto placer consumiéndolo, y fue ahí que la joven decidió hacer un cambio. Se sentó encima de él, lista para ser llenada por él, pero antes comenzó a rozar su delicada zona con la de él, colocándola en medio, torturándolo mucho más en un vaivén delicado y erótico. La dama estaba encantada con ver el rostro de su hombre mirándola, pero ahora le tocaba a él.

Desde hace rato el joven se moría por comerse los voluptuosos pechos de su mujer. Mientras ella seguía rozando su intimidad con la de él, se sentó y comenzó a lamerlos con ganas, acompañando cada húmedo beso con mordiscos llenos de deseo y ansiedad, lo cual causó que la joven comience a gemir deliciosamente, plena de que una de las partes más sensibles de su cuerpo estaba siendo bien tratada. El muchacho se hundió en aquel exquisito par, loco de no saber cuál le gustaba más, luego, dejándose llevar por su salvajada, la tomó del cabello y lo haló al lado contrario para poder devorar su cuello, para después hacer lo mismo con sus labios. Como le gustaba su boca, como le gustaba esa lengua que servía como instrumento para volverlo loco. Poco después los besos fueron más enredos de lamidos que se mezclaban con sus gemidos. La princesa ya no quería esperar y se disponía a darle entrada a su amante, pero ahora fue él que el detuvo las cosas, halando más su cabello y acercándose a su oído.

- No... no te olvides quién manda.

El muchacho la tomó de la cintura, impidiendo que la dama logre su tan anhelada unión, frustrándola. Le encantaba verla con tantas ganas, de verdad estaba furiosa, pero ahora le tocaba a él desquitarse por tanta tortura, y sabía muy bien cómo. Se adentró con ella al agua y la sentó uno de los asientos de la bañera, la alzó ligeramente y comenzó su deceso al centro de su placer. Dark Zelda enloqueció a gritos por los corrientazos que iban y venían en su cuerpo al sentir como su hombre bebía de los placeres de su feminidad, sin duda él conocía sus debilidades y como tenerla a su merced. El placer de cada lamida y mordida al botón de sus encantos la alborotaba, pero mucho más cuando ahora a ella le tocó mirar en el espejo su reflejo tambaleándose con cada espasmo que la invadía. Nunca creyó que se excitaría tanto con eso, por los movimientos que su amante hacia y por los gestos que no podía evitar debido al gusto que se estaba dando. No soportó mucho tiempo tantas cosas a la vez y terminó recibiendo al implacable clímax. Gritó como nunca antes lo había hecho y se desvaneció en los brazos de su hombre, sin aliento.

- ¿Ya te cansaste? ¿Eso fue mucho para la Dama de la Luna? – dijo mientras la miraba excitado.

- Espera un poco... aun no... – suplicó la princesa, sin aliento.

- No te he dicho que pares. Esto aún no termina...

La dama estaba agotada y necesitaba un respiro, pero no por eso quería detenerse, menos con lo que el joven hizo después. La volteó, poniéndola de frente al espejo, y sin preguntas se adentró en ella, sin tener consideraciones. La danza amatoria dio comienzo, llena de más fiereza y ansiedad que en el pasado, pues ahora se estaba llevando acabo por una pareja desquiciada por poseerse, por llenarse de un placer que no sabían dónde meterlo, sólo querían sentirse, tocarse, devorar sus bocas con una sed incontrolable, mientras su cuerpo unido se reflejaba en el espejo con los gestos de placer incontrolables. El guerrero apegó más a la dama al espejo, causando que sus pechos rocen con este; decidido a darle más tratos, comenzó con esos pellizcos en sus pezones que sabía a ella mataban, sobre todo porque sentía que estaban a punto de culminar. Aumentó esos tratos con mordidas en las orejas y susurrándole obscenidades al oído, drogándose con el aroma a rosas que lo tenía adicto. Ninguno de los dos soportó más.

El orgasmo llegó a ambos al mismo tiempo; brutal, exquisito y narcótico. Nunca lo habían experimentado de esa manera, tan enlazados y compatibles. Ahora fue el joven que había gritado intensamente, acompañando así a su agonizante compañera y llenándola de su ser. La princesa estuvo a punto de caer desplomada debido a que las piernas le temblaban y no podía controlarlas por el clímax, pero su hombre la tomó a tiempo, la sentó en sus piernas y la besó en la boca, disfrutando de los últimos resquicios de placer que aun latían en su ser.

Se quedaron en esa unión por varios minutos, sin decir nada, sólo disfrutando de las delicias de su reconciliación.

...

Poco después, pensaron que lo ocurrido en la bañera había sido suficiente, sin embargo, estaban equivocados.

Los amantes terminaron en la cama, la cual crujía con fuerza debido a la intensidad de su entrega. Los gemidos se habían esparcido por toda la habitación del guerrero, y les valía un demonio si alguien los escuchaba afuera.

Nada iba a malograr la placentera entrega que estaban teniendo, por más que la cama se derrumbara por las fuertes estocadas. Ni siquiera les importaba asustar a los demás por el ruido si es que eso pasaba, no querían parar, no podían. Poco después llegaron al clímax, una vez más al mismo tiempo. Sin duda estaban encantados de que sus cuerpos se enlazaran tan exquisitamente que ahora terminaban al mismo tiempo. No entendían si eso tenía un significado.

Una vez que recuperaron sus alientos, terminaron exhaustos al instante, no sin antes haber devorado sus labios como si un hambre inmisericorde los consumiera. Dark Link fue el primero en dormirse, no soportó tanto, mientras que su mujer se quedó despierta unos minutos más, contemplándolo mientras se acurrucaba en sus brazos. Por más que él hizo con ella lo que quiso, nunca dejaba de abrazarla después de cada encuentro. Sólo por eso se daba el lujo de soñar con lo imposible.

- ¿Será que algún día me amarás tanto como yo a ti? ¿Qué de la misma manera que me tomas con tanta pasión, puedas amarme? Te amo tanto y no me atrevo a decírtelo... Quisiera saber qué sientes por mí. – dijo la princesa, aprovechando que el joven no la escuchaba.

La princesa se sentía dichosa por estar durmiendo junto a su amado, lo había extrañado mucho, sin embargo, su sueño no estaba completo hasta sentirse amada por él. Pensar en eso le hizo derramar algunas lágrimas, tenía temor, un gran vacío en su corazón. Necesitaba sentirse adoraba no sólo en cuerpo, sino en alma, corazón y esencia. Sabía que el joven sentía algo, pero no exactamente qué.

Cayó rendida al sueño, esperando que algún día su sueño se haga realidad... sin imaginarse que en poco tiempo vendría a su vida la peor de sus pesadillas, sin vuelta atrás.

...

Comentarios finales:

¡Holaaaaa, holaaaaaaa! ¡Por fin, POR FIIIIIN he podido actualizar esta historia! En serio, sé que me he demorado demasiado, son muchas cosas que me han impedido seguir, pero no por esto la he abandonado, mucho menos si pronto llegará a su final.

Espero les haya gustado este capítulo, como les prometí en el anterior, la pelea no iba a durar mucho (para nosotros, porque para los pobres duró semanas XD). Y el lemon, me costó mucho escribirlo porque puse elementos que jamás había usado, como... ejem... los masajes de ese calibre, pero me quise esmerar en hacer un lemon más fuerte y completo porque, lamentablemente, este será el último, pues como vieron en el final, la desgracia se viene, y ahora si con todo. No puedo adelantar nada, pero lo que sí puedo hacer es decirles que el zelink regresará en el próximo capítulo (después de siglos que no aparecen). Claro está que no será algo enorme, pero si importante por lo que se viene.

Quiero enviar un saludo especial a mi amiga Zilia K, que acaba de cumplir años, y espero le guste este capítulo.

Bueno, mis chicos, espero que lo leído haya sido de su agrado. Saben que aunque yo me demore en actualizar, siempre estoy pendiente a las páginas.

¡Nos vemos! ^^

PD: No sé si se dieron cuenta, pero cambié la portada de la historia por esta que, a mi parecer, se ve mucho mejor, va más con la historia. Me encanta como la rosa se enlaza con la luna, y ambas crean los elementos que caracterizan a Dark Zelda.


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