Sendero final
No hace mucho tiempo la tormenta se había desatado, furiosa y despiadada con quien se cruzara con su paso. La luna había escondido su brillo, huyendo de las terribles nubes que la perseguían sin clemencia.
Ya no quedaba nada del corazón de hierro, de los sentimientos fríos que no se desvanecían ante nada, pues el dolor fue el encargado de arrasar con aquel muro de oscuro concreto, con aquella esperanza de renacer de nuevo. Muy tarde Dark Link había reconocido aquel sentir que por mucho tiempo se negó, pagando caro el precio de la pérdida de la mujer que lo había convertido en un hombre auténtico.
Lloraba... el hombre lloraba como si le hubieran arrancado un brazo, sin embargo lo que había perdido era el alma. Sentir como su amada se desvanecía en sus brazos, sin que él pudiera evitarlo, mandó al piso la osadía que siempre lo caracterizó, aquella valentía que no lo detenía ante nada. Ahora no era más que un saco de miedos, que un despojo bañado en soledad... sin ella no era absolutamente nada.
- Pobre sombra...
Escuchó la voz de Gehena hablándole, burlándose del dolor que lo consumía. Enfurecido, limpió con sus dedos las lágrimas de su rostro, sintiendo por primera vez su textura, y dirigió su arma hacia su enemigo. El odio y la venganza se habían apoderado de sí. Haría pagar con sangre la muerte de su amada.
Ante la envalentonada imagen del joven, el espíritu maligno sólo sonrió.
- Estúpido, no podrás vencerme la espada que me origina. Tu odio me alimenta, mientras el arma en tus manos es mi misma creación. Imposible.
Dark Link hizo caso omiso a la criatura. El temblor de su cuerpo y el dolor quemándole los sentidos le hacía perder la razón, por lo que se abalanzó al villano para clavarse su arma, sin embargo se repitió el hecho anterior... envío por los aires a su portador.
- Disfruta los últimos momentos de esta tierra de nadie... mi ley no tiene palabra.
Y ante esas palabras se desvaneció, desapareciendo al Caballero de las Sombras de sus dominios sin que este pueda evitarlo.
...
El joven había sido transportado al Bosque de los Tiempos, alejado del causante de su desgracia. Aparte del dolor que lo consumía, estaba impactado por no haber podido siquiera rozar a Gehena con su arma, no servía para nada. Lo único que deseaba era morirse, expirar del mundo que su amada le había otorgado como hogar.
- Ni muriéndome podría reunirme contigo... merezco el averno.
Su fortaleza se había esfumado, ya nada le importaba. Como un ser sin voluntad caminó por medio de la tormenta hasta salir del bosque. El fuerte sonido de los truenos ni siquiera lo inmutó, pues los desgarradores gritos salidos de su boca nublaban todo.
Dark Link no supo en qué momento llegó a la ciudadela del reino, la que estaba vacía debido a la tormenta. Ignoró aquello y continuó su camino, hasta que se adentró al castillo, el que estaba igual de lúgubre que su alma. Sin la luz de su soberana nada resplandecía.
Su desolador camino lo llevó hasta los aposentos de la princesa, y en ese momento se hundió más en el abismo. Observó cada rincón de la habitación, recordando la silueta de ella caminando por los mismos, rememoró las caricias con que la arrinconaba en cada pared, enloqueciendo con el pasional y mortal perfume que la adornaba. Poco después su vista se fue a la cama, destrozándose el alma al recordar los momentos en los que la hizo suya, en las que saboreó cada rincón de su cuerpo y se deleitó con el sórdido canto de sus gemidos, los que lo enloquecían hasta el punto de olvidarse de sí mismo, de hundirse en aquel sentimiento que por tanto tiempo intentó evadir, aquella pasión y amor escondidos en las sombras.
Visualizó la silueta de su mujer desapareciendo de sus manos, causando que su corazón se siga masacrando. Sin embargo, este llegó a su límite cuando descubrió algo macabro e inesperado.
- No...
Dark Link descubrió a la rosa de la princesa... muerta.
La creída flor ya no brillaba, yacía seca y desplomada en la maceta que la acogía, con los pétalos marchitos y amputados de su tallo. Impactado, el joven se acercó para tomarla y aferrarla entre sus manos, mientras las lágrimas salían despavoridas de sus ojos. La rosa y Dark Zelda estaban enlazadas en la vida y en la muerte.
- No... tu tampoco...
Desconsolado la acercó a su rostro, desesperado por rescatar algún resquicio de esencia, del aroma que tanto lo enloquecía y enamoraba. Poco a poco aquella sensación iba despareciendo... al igual que su vida.
Se mantuvo retorciéndose en su pesar por tiempo indefinido, hasta que un horroroso estruendo lo sacó de su ensimismamiento.
Sorprendido, se acercó hasta el balcón de los aposentos para descubrir el origen del ruido, aterrándose con la imagen que tenía en frente, una que ya había visualizado antes. Criaturas de las sombras derrumbaban algunas edificaciones de la ciudadela, iniciando un martirio.
Ahora que Dark Zelda había desaparecido, Gehena reclamaba el pasado pueblo que le habían arrebatado; regresar al verdadero mundo de las sombras.
Nervioso y alterado, guardó a la extinguida rosa en su bolsillo, para después bajar corriendo a las afueras del palacio. En la salida se encontró con Nox y Ryotta, acompañados de sus respectivas damas.
- ¿¡Dónde diablos has estado todo este tiempo, infeliz!? – reclamó Nox, enfurecido.
- Mientras te largas se arma todo este caos. La princesa tampoco aparece. ¿Dónde está? – preguntó Ryotta.
Dark Link no pudo responder a la preguntas de sus pupilos. El dolor lo tenía dopado, incapaz de revelar la verdad. Después de unos segundos se escuchó un terrible estruendo, pues las criaturas del bosque seguían derrumbando todo lo que se encontraba en su paso. La plaza del centro de la ciudadela ardía en llamas, mientras la gente huía despavorida.
- Comandante, ¿qué esperas para darnos directrices? – insistió Ryotta.
Dark Link seguía en crisis, con el cuerpo paralizado. Sin embargo comenzó a escuchar los gritos desesperados de la gente, rogando que los soldados los salven, que la princesa que tanto amaban los proteja y acaben con la pesadilla que estaban viviendo.
- ¡Maldita sea! ¡Reacciona! – exclamo, Nox, alterado.
Ante los jaloneos de Nox, Dark Link pudo ver la desesperación en sus ojos, sentimiento compartido por su amigo y las mujeres. Kayra y Kaisa comenzaron a llorar al escuchar la angustia de los habitantes, mientras el estremecedor ruido de la destrucción arrasaba con todo. Todos se desvanecían al ver como la amada tierra que su regente les había regalado se destruía.
Fue en ese momento que Dark Link reconoció cuánto la Dama de la Luna amó a su reino, y cómo trabajó arduamente por la seguridad y dignidad que merecía. Recordó cuando le dio un sitio importante en el mismo y como apoyó la reivindicación del personal a su cargo. La gente se sentía desprotegida sin su presencia, y él se encontraba muerto en vida sin tenerla.
El Caballero de las Sombras sabía perfectamente quién era el causante de todo, la razón de su desdicha. Ante eso, tenía presente que la lucha sería inútil, pues mientras el origen siguiera vivo, nada podrían hacer en contra de sus esbirros.
- ¿Qué le pasa a este idiota? – preguntó Ryotta a su compañero.
Mientras era insultado por los jóvenes y escuchaba al pueblo clamar por auxilio, Dark Link visualizó a la mujer que tanto amaba; a sus besos, sus caricias, a su entrega a él sin condiciones en todo sentido. Por siempre se arrepentiría no haberla valorado cuando la tuvo entre sus brazos.
Tan imbécil... tan idiota... tan sombra...
Sólo había una cosa que podía hacer para conservar la esencia de su amada. Por amor y honor a la mujer de su vida protegería lo más preciado para ella... la tierra que tanto adoraba.
- Yo terminaré con esto...
- ¿Ah?
Determinado, Dark Link se dirigió a sus aliados para darle importantes directrices.
- Nox, Ryotta... reúnan a todos los soldados y acaben con cada una de estas basuras. Confío en ustedes... porque yo no puedo hacerlo.
Los rehabilitados maleantes se quedaron impactados ante las órdenes de su Comandante, pero mucho más por la actitud que demostraba. ¿Qué había pasado con el hombre creído y arrogante que los presionaba hasta la médula? ¿Dónde estaba el que se burlaba con cada error que cometían? Frente a ellos se encontraba un hombre transformado.
- ¿Qué te sucede? ¿Estás drogado? – preguntó Ryotta, irónico.
- No, simplemente les estoy dando una orden. Han demostrado todo este tiempo que son capaces de proteger a este reino. No necesitan de mí.
- ¡Necesitamos de ti! ¡De la princesa y de ti! ¿Ahora planean desaparecer? – reclamó Nox.
- Mientras ustedes defienden al pueblo que les dio una segunda vida, yo iré arreglar todo este asunto... y por eso debo irme.
- ¿A dónde iras? – preguntaron los hombres, al unísono.
- Sólo díganme si puedo confiar en ustedes...
Los guerreros miraron detenidamente a su superior, dudando en hacerle caso, pues aún seguían sorprendidos de ver su cambio de actitud. Sin embargo, reflexionaron en que debían defender la tierra que les dio una segunda oportunidad. Ya sus bajas pasiones habían quedado atrás.
- Lo que digas, Comandante... pero no te atrevas a tardarte. – pidió Nox.
- No creo que te tardes, pues vas a querer llevarte toda la gloria. – lanzó Ryotta.
Dark Link esbozó una forzada y ligera sonrisa, tratando de camuflar el estado en el que se encontraba. Mientras él conseguía su cometido, los demás se encargarían de mantener la situación controlada.
Poco después, las gemelas se acercaron hasta sus parejas, mostrando la misma determinación por cooperar.
- Nosotros atenderemos a los heridos. – indicó Kaysa.
- Sanaremos sus heridas y los ayudaremos a encontrar refugio, mientras los demás se encargan de los monstruos. – continuó la otra gemela.
El Caballero de las Sombras había dejado en las manos que consideraba adecuadas la vida del reino. Poco después se retiró del lugar, decidido a encontrar el arma para detener a su peor enemigo.
La tormenta cada vez se volvía más devastadora...
...
La noche había caído cual manto de frescor en el reino de Hyrule. Sus habitantes dormían ajenos a lo acontecido, a excepción de dos seres complementarios.
Los regentes de Hyrule se encontraban llegando a la cabaña en la que se estaban hospedando, aun consternados por el terrible caos por el que acabaron de pasar, por la influencia en la que había caído el reivindicado villano.
Una vez que llegaron a la puerta, Link, consternado a morir, abrazó a su amada con fuerza, mientras las lágrimas caían cual despiadada cascada por sus ojos. Su alma y corazón estaban destrozados de sólo imaginar haber perdido a su esposa, al gran amor de su vida, quien acogía con cuidado al fruto de su amor. Se encontraba devastado y derrumbado de no haber podido evitar que ella pase por ese suplicio, todo por culpa de sus debilidades.
Zelda, a pesar de aun seguir impresionada, le correspondió el abrazo para calmarlo, para demostrarle que siempre sería su soporte, por más que ella fuera la rescatada. A él también quería tenerlo a salvo.
- Mi amor... lo siento tanto, perdóname. – rogó el héroe elegido.
- Link, no te culpes, por favor...
- Jamás creí que mi debilidad despertaría la peor personalidad de mi contraparte. Gracias a tu sabiduría para guiarme pudimos reivindicar su camino. – dijo el joven, consternado.
- Y pudo reconocer cuanto la amaba a ella...
- Si... sin embargo, eso no quita que te hayas expuesto a su odio, a su irascibilidad contra mí.
- Mi amor, entiende que él estaba siendo manipulado. Ese maldito espíritu es el culpable de todo. – pidió Zelda.
- Aun así... no puedo perdonármelo. Moriría sin ti... sin ustedes.
El joven acarició el vientre de su amada mientras unía su frente con la de ella, hundido en la tristeza. Aun su pecho ardía de ansiedad por sólo pensar en la pérdida de su amada, su soñada familia. Le aterraba quedarse solo y perder a lo único que tenía en la vida.
Link continuó aferrado a la figura de su mujer para asimilar que aún era suya, hasta que unos pasos lo pusieron en alerta. Inmediatamente se separó de ella para desenvainar su espada, dispuesto a defenderla. La imagen frente a sus ojos le causó enorme sorpresa.
- Tú...
Dark Link había regresado al reino de Hyrule, y ahora se encontraba en presencia de la pareja. Link, aunque estuviera más calmado, no pudo evitar sentirse a la defensiva ante la impredecible actitud de su rival, por lo que su arma se encontraba en posición de ataque.
Se puso más alerta en cuanto Dark Link avanzó unos pasos, sin embargo se sorprendió por lo que llegó segundos después...
El Caballero de las Sombras había caído de rodillas al suelo, agachando la cabeza. Aquella acción dejó a la pareja completamente impresionada.
- Vengo a suplicar su perdón...
Link y Zelda no podían creer lo que estaban escuchando. Su encuentro anterior les había dejado claro que Dark Link había bajado la guardia, desistido en querer eliminarlos, pero nunca imaginaron que regresaría a ellos a pedir su perdón.
Link estaba impactado, mientras que Zelda observaba a Dark Link con sumo detenimiento, percibiendo cada uno de los sentimientos que nacían de su ser. Poco después sintió un intenso dolor oprimiéndole el pecho, un presentimiento espantoso que le torturaba desde lo profundo de su alma... el horror de una terrible pérdida.
Con lágrimas en los ojos, la joven se acercó hasta donde estaba el joven arrodillado, para consultarle una terrible duda que la carcomía.
- No llegaste a tiempo... ¿verdad?
Dark Link no pudo mirar a los ojos a la princesa, pero ella supo la respuesta con sólo ver cómo las lágrimas del joven caían al suelo desgarradamente. Dolida, colocó una mano en el pecho para calmar el pesar que la embargaba, la soledad que la invadía. Ante esa imagen, su esposo se acercó a ella para calmar sus lágrimas.
- No... ella no merecía eso. – dijo Zelda, siendo sostenida por su esposo.
- Llegué tarde para evitar que se entregue a las garras de Gehena. – lamentó Dark Link.
- Tan noble... todo por amor a su tierra... por amor a...
- A mí... el amor que estúpidamente me negué a reconocer, la negación que se convirtió en mi perdición. Me cuesta reconocerlo, pero jamás en la vida sentí el alma partírseme en dos; ni siquiera pensé que poseía una. Quedarme con los brazos vacíos, con la sombra de sus besos en mi ser, acabó con el poco valor que tenía... el que ella me otorgó.
El impacto de la pareja iba en aumento ante el reconocimiento sentimental del joven de la oscuridad.
- He venido a ustedes no sólo a suplicar su perdón, sino también a... pedir su ayuda.
La pareja escuchó atentamente el pedido del desvanecido joven. Aun les costaba creer la imagen tan distinta que ahora mostraba ante ellos.
- Link, Zelda... pido perdonen todo el daño que les hice, por haber atentado contra lo que más amaban y su futura familia. Merezco su desprecio, pero sólo limpiando mis pecados puedo honrar a la mujer que amo.
Zelda sintió su corazón estremecerse ante las honestas palabras del joven, mientras que Link seguía reacio, pero dándole importancia a lo sucedido.
- De rodillas ante ustedes pido me guíen para vencer a Gehena, quien a pesar de haber recibido a la princesa en ofrenda, no cumplió su promesa de no atentar contra el reino. Como elegidos de la luz son los indicados... se los imploro. Deseo salvar Mondrule por Dark Zelda.
Link dirigió la mirada a su esposa, buscando en ella alguna razón a lo que su contraparte pedía; como heredera de la sabiduría podía tener la respuesta correcta. Zelda, secándose las lágrimas, respondió a Dark Link su petición.
- Yo te perdono en nombre de mi compañera, a la que mis errores hicieron sufrir tanto... y por ella te guiaré al camino de la luz.
Dark Link se puso de pie para escuchar con atención las palabras de la princesa, mientras que el héroe elegido hizo lo mismo.
- Debes purificar tu corrompida arma con el espíritu de la Espada Maestra, en el sitio donde reposa, en el Templo del Tiempo. Eso lo conseguirás cuando Link la devuelva a su letargo, pues la misión que se le encomendó ha sido cumplida... rescatarte.
Los jóvenes quedaron impactados ante lo indicado por la princesa, pues significaba que el objetivo se conseguiría trabajando juntos... como uno sólo. Poco después Zelda fijó su mirada en su esposo.
- Guíalo, Link... sólo tú puedes hacerlo.
El corazón del joven héroe tambaleó ante la petición de la princesa, pues aun las dudas lo embargaban, el miedo por la fatalidad anteriormente ocurrida lo mortificaba. Sin embargo, al mismo tiempo deseaba corregir lo que sin mala intención provocó.
- Lo haremos...
Dark Link quedó sorprendido ante la postura de su contraparte, sintiendo por primera la convicción de su empatía.
...
El tenue reflejo de la luz de luna se iba entremezclando con las sombras del bosque de Farone, el que cada vez se iba ensombreciendo más a lo que se acercaba a su escondido límite.
Luz y sombra, contrapartes eternas, iban de camino al Templo del Tiempo para encontrar la salvación que Mondrule aclamaba, sin aun entender cómo la hallarían. Durante todo el recorrido los hombres estuvieron callados; Dark Link, caminando detrás de su pasado rival, yacía perdido en el tormento de su pérdida, caminando sólo por inercia... sin embargo, Link aun no podía quitarse muchas cosas de la cabeza en referencia a él.
- Nunca creí que te vería doblegado...
Dark Link detuvo su paso al escuchar lo que el joven le había dicho, mientras que este se dio la vuelta para observarlo.
- Durante cada era, cada vida, nos hemos odiado. Yo por rechazar mi lado oculto y tú por añorar mi supuesta perfección, que ya te habrás dado cuenta no era como tal. Ahora que somos independientes eso ha cambiado. Sin embargo, conozco perfectamente tu altivez y orgullo, y estoy sorprendido de ver la postura con la que has venido.
Dark Link sólo cerró los ojos ante el comentario del héroe elegido, tratando de buscar las palabras adecuadas para responderle, y que el golpe recibido no le dejaba mencionar.
- Yo no he venido a doblegarme ante nadie, y mucho menos ante ti. Yo sólo vine, en primer lugar, a reconocer mis faltas, las que por mucho tiempo dominaron mi vida y la llevaron por el camino del dolor, rabia y sufrimiento... siendo eso destruido por Dark Zelda.
Link se impactó al ver cómo el endurecido semblante del Caballero de las Sombras se quebraba al mencionar a su mujer. No daba cabida a tales sentimientos nacidos de un alma de bajezas.
- Ella me rescató, me llevó por el camino de la identidad, del amor propio y la aceptación. Sin embargo, al primer quiebre emocional me vine abajo, cayendo en picada a las garras de esa bestia. Por miedo, por cobarde, negué por mucho tiempo el amor que nacía en mi interior... Descubrí que tenía un corazón cuando se desvaneció entre mis manos.
Ante esa última frase, Link sintió una angustia y dolorosa punzada en el pecho, experimentando en carne propia el dolor de su contraparte. Fue ahí que descubrió que sus sentimientos eran honestos.
- Por encontrarme a mí mismo, por honor a ella... es la razón por la que suplico su perdón, para terminar de purificar mi alma. ¿O qué? ¿Crees que el valor sólo se demuestra blandiendo una espada legendaria o salvando un reino? También se evidencia con la redención. Yo no vine a humillarme ante ti, vine a demostrar la humildad de mis faltas.
Ahora era Link el que había cerrado sus ojos, asimilando la confesión tan íntima y abierta que le había hecho su contraparte. Por primera vez experimentó aquella unión que Zelda tenía con la Dama de la Luna, donde separadas podían ser sólo una. El sentimiento de la empatía se había acrecentado en su corazón.
- En este momento nuestra misión es compartida, pues siento tu martirio como el mío. No pienso detenerme hasta enseñarte el verdadero camino... el que siempre debiste seguir. – dijo el héroe elegido, con convicción.
Luego de esas palabras, Link y Dark Link continuaron con su recorrido, asimilando dentro de sí la conversación que tuvieron. Poco después llegaron al pedestal de la Espada Maestra.
- No sé lo que vaya a ocurrir una vez coloque la espada en su pedestal... pero sé que esto te permitirá encontrar la respuesta para vencer a Gehena. – dijo Link.
El regente de Hyrule se posicionó frente al pedestal, sumamente concentrado, agradeciendo a la espada por, una vez más, haberse dejado portar. Ahora le pedía como último favor que guiará con su grandeza a su contraparte para permitirle salvar a su amada tierra.
Cuando el arma fue incrustada en el pedestal, comenzó a resplandecer intensamente. Poco después Dark Link sintió la Espada Carmesí quemarle la espalda, por lo que de inmediato la desenvainó.
- ¿Qué sucede? – preguntó Dark Link, sorprendido.
Cuando la Espada Carmesí estuvo frente a la Espada Maestra, esta comenzó a resplandecer con fuerza y a volverse más pesada. Dark Link estuvo a punto de soltarla, sin embargo decidió seguir sosteniéndola mientras cerraba los ojos. Algo en su mente le indicó que no debía hacerlo.
- Cual oscuridad buscas la luz, y esta corre a tu encuentro. Ambos se convierten en uno, se abrazan y se aceptan. Recorre junto a ella el camino de tu destino... luz y oscuridad por siempre unidos.
Dark Link asimiló en su mente aquel claro mensaje, el que venía de la Espada Maestra y sólo él podía escuchar. Poco a poco el calor del arma fue disminuyendo, hasta que de la misma comenzó a brotar sangre ennegrecida, que se fue evaporando al contacto con el suelo. Una vez que el joven sintió la espada más ligera, abrió los ojos y descubrió su nueva forma.
La Espada Astral había regresado, pero más brillante y resplandeciente que nunca. En ese momento el cuerpo de Dark Link también comenzó a resplandecer, complementándose a su valiosa arma. Ahora el Caballero de las Sombras estaba enlazado con la luz.
Link, impresionado, observó el proceso de purificación de su contraparte, comprendiendo claramente el mensaje de su esposa. Así como él redimió a su rival, ahora su arma había hecho lo mismo con su par.
Una vez que el proceso fue finalizado, Dark Link observó su espada, impresionado. Poco después Link se dirigió a él.
- Ya tengo una respuesta a tu petición...
Link lo observó a los ojos mientras asimilaba sus palabras, para después, lleno de dudas, acercarse hasta él. Luego de varios segundos de silencio levantó su mano, sorprendiendo en el acto al joven de las sombras.
- Yo te perdono... perdóname a mi... y perdónate a ti mismo. Ahora continúa por el camino de tu destino. Igual que yo.
Dark Link observó impactado la mano de su contraparte, sintiendo como, una vez más, las dudas volvían a invadir su alma. Sin embargo se contuvo en el momento, pues nunca más iba a permitir que sus bajas emociones lo dominen.
Determinado, estrechó la mano del héroe elegido en un fuerte puño, cerrando para siempre el ciclo de su eterna rivalidad.
- Gracias...
Y después de aquella reconciliación consigo mismo, el Caballero de las Sombras se retiró del Templo del Tiempo, preparado para acabar con el causante de su desdicha... por el honor de su amada.
...
Desde el primer segundo que Dark Link colocó un pie en el reino de Mondrule, el olor a destrucción y ausencia embargaban el ambiente. A pesar que la tormenta seguía en su cauce, las llamas se alzaban intensamente en el pueblo y en la entrada del castillo. Ya no veía personas correr por todos lados, lo que significaba que, en efecto, Nox, Ryotta y los soldados se estaban encargando de todo; y poco después lo comprobó.
En su camino pudo ver a los lejos a los soldados enfrentarse a los maldecidos seres del bosque, quienes con sus garras de madera trataban de defenderse de sus ataques, sin embargo, a pesar que se les dificultaba, los guerreros no se daban por vencidos. Incluso varios habitantes del pueblo, que no tenían conocimiento ni preparación militar, se defendían con lo que tuvieran a la mano.
Las gemelas también aportaban con su apoyo, sanando a los pocos heridos que se presentaban en el camino, agradeciendo que hasta el momento no habían encontrado ningún muerto. Muchos les preguntaron sobre el paradero de Dark Link y la Princesa, sin embargo ellas, para no alarmar la situación, indicaban que estaban también luchando; no imaginaban la tragedia ocurrida.
El Caballero de las Sombras se sentía más reconfortado al saber que los suyos defendían al pueblo, sin embargo sabía que no podrían contenerlo por mucho tiempo, pues debía acabar con la maldita raíz.
Sin perder más tiempo se dirigió al Bosque de Gehena, descubriendo que a medida que avanzaba su paso el suelo yacía manchado de sangre ennegrecida, que se percibía cada vez más putrefacta. Sin embargo, aunque eso no lo detenía, hubo otra cosa peor que lo dejó pasmado.
La entrada el bosque estaba rodeada por largos y gruesos tallos espinosos, cubriendo de arriba hacia abajo toda la superficie. Gehena, ahora que sabía que habían descubierto su punto débil, no iba a darse por vencido tan fácilmente. De ninguna manera iba a perder la oscuridad del reino que por siglos dominó y estaba a punto de recuperar. Con Dark Zelda muerta nada se lo impediría.
Dark Link desenvainó su espada, la que comenzó al resplandecer al sentir que se acercaba al terreno oscuro. La hoja del arma comenzó a cortar en partes cada una de las enredaderas, que desprendían la negruzca esencia. Con cada paso del joven, a pesar que lograba rebanar los tallos, las espinas lo lastimaban hasta atravesarle la piel, causando que su sangre se mezcle con la putrefacta sustancia. Su rostro, torso, brazos y piernas sufrían las duras consecuencias de las agresiones, pero aun así no se detenía en su camino al corazón del bosque.
Hace tiempo había dejado de contar las cortadas de su cuerpo, e incluso de sentirlas, pensando que quizás la sustancia contenía algún somnífero, pero aun así no se detuvo, mucho menos si el resplandor de la Espada Astral no dejaba de engrandecerse, indicando que su enemigo estaba muy cerca.
- ¿Ahora eres un títere con agallas?
Sintiendo como la furia carcomía su ser, Dark Link escuchó la voz de su enemigo. Se apresuró a cortar las enredaderas que cercaban el paso al centro del bosque, y fue ahí que finalmente lo encontró...
Gehena, mostrando toda la humanidad de su negrura y ojos ensangrentados, se presentó al Caballero de las Sombras. Su risa macabra no dejaba de presumirla, mientras de su boca caía, cual cascada, la viscosa y común sustancia de los alrededores. Deseaba deleitarse con el terror que iba a despertar en su contrincante.
- Vaya... veo que al final volviste al mismo estado patético de antes. Es una lástima que hayas desviado tu cometido. – dijo el villano, burlón.
- ¿Cometido? Ahora eso lo tengo frente a mí, pues vas a desaparecer. – dijo el joven, decidido y furioso.
- ¿Desaparecer? ¿Así como despareció la zorra de tu mujer?
Enfureció al escuchar como el ente insultó a la mujer que amaba con su sucia boca. No pudo tolerarlo. Tomó su arma y se abalanzó hacia él para atacarlo, sin embargo Gehena lo mandó a volar, causando que por el golpe se separe de su espada.
- Por más que hayas purificado esa espada, no deja de tener la esencia de las sombras.
Mientras se recuperaba del golpe, Dark Link observó aterrado como una de las garras del ente se acercaban a su espada, y como de un sólo golpe la partía en dos.
- No... imposible. – expresó el guerrero, aterrado.
El guerrero estaba noqueado, impactado. Nunca creyó que su enemigo acabaría con su arma de un sólo soplo, sin darle oportunidad a siquiera rozarlo. Ante esa imagen el villano sólo proliferó mofas y burlas.
- ¿Acaso no entiendes que nunca me vencerás? Este mundo es mi creación, lo domino al igual que lo hice con Dark Zelda y contigo. No son más que sombras, marionetas sin alma jugando a ser personas, juguetes absurdos que controlo a mis anchas. Todo este mundo redentor es patético y ridículo. Por eso fuiste tan imbécil en caer en mis redes al primer tambaleo de tus emociones.... Pobre sombra.
Dark Link estaba en un trance que jamás en su vida había sentido, el terror invadía por primera vez cada partícula de su ser. ¿Dónde había quedado el valor con el que había reconocido amar a la princesa? ¿Hacia dónde se esfumó la humildad de aceptar de rodillas sus pecados cometidos? ¿El haberse transformado? Ahora se encontraba tan destrozado como el arma que creyó era la respuesta para devolver la luz al mundo que lo hizo vivir.
Su enemigo tenía razón... siempre fue nada más que una sombra.
Con su cuerpo tembloroso comenzó a sentir como las lágrimas resbalaban por sus mejillas, sin embargo estas no eran saladas ni cálidas, sino amargas y candentes. Incluso su cristalino color había sido reemplazado por la negruzca sangre que invadía el ambiente. Se sentía destruido.
- ¿Si ves? Todo está bajo mi dominio, no eres más que un ente sombrío... Jamás podrás ser lo contrario a mi voluntad.
El Caballero de las Sombras sentía como poco a poco se apagaba, sintiendo de nuevo la sensación de adormecimiento en su cuerpo causado por las enredaderas. ¿Acaso ese era su final? ¿De nada sirvió las puñaladas recibidas para redimirse? ¿El amor llenando su corazón por primera vez no era suficiente? Su supuesto honor era inservible, su nuevo sentir era inerte.
- Aún podría salvarte si me rindes pleitecia... pero por debajo de mí, por siempre a mis pies, Sombra.
Dark Link seguía analizando su derrota, mientras su cuerpo se iba adormeciendo y el cansancio lo vencía, además de la vergüenza de no haber podido defender la tierra de su amada, y también la de él. La lucha para encontrar la luz había sido inútil; sin su supuesta espada purificada era incapaz de nada.
"Cual oscuridad buscas la luz, y esta corre a tu encuentro. Ambos se convierten en uno, se abrazan y se aceptan. Recorre junto a ella el camino de tu destino... luz y oscuridad por siempre unidos"
Aquel mensaje llegó a su mente como una ráfaga despiadada, haciendo que cada partícula de su ser se engrandezca, como un bálsamo fresco y reconfortante. Poco a poco comenzó a sentir que las respuestas que tanto añoraba llegaban, al igual que la fuerza que había perdido.
Analizó cada palabra recitada por la sagrada arma, para después observar a la destruida Espada Astral. En ese momento su cuerpo comenzó a resplandecer, tal y como lo había hecho en los momentos que la retornó a su estado original. Ahora comprendía que la luz de su camino nunca había estado en la espada... ya tenía todo claro.
- Aquí la única sombra... eres tú. – expresó el joven.
Dark Link se puso de pie con todas las fuerzas restablecidas; ni su corazón destrozado fue impedimento para que se acerque a tomar su espada. Ante esa escena Gehena sólo rio a carcajadas.
- ¿Pretendes derrotarme con esa espada rota? – preguntó burlón.
- ¿La espada? El que va a derrotarte soy yo...
Cuando las manos de Dark Link tomaron los trozos del arma, estos comenzaron a brillar hasta llegar a fundirse. Ahora la Espada Astral había regresado gracias al nuevo poder de su portador.
- ¿QUÉ? ¡IMPOSIBLE! – exclamó el ente, impactado.
Más confiado que nunca, Dark Link apuntó el arma hasta su enemigo, mientras caminaba hasta él sin apartarle la mirada. Con cada paso que daba, Gehena se iba retorciendo debido a la luz que lo rodeaba, a pesar que se esforzaba por mantenerse altivo.
- Tan ciego creyendo que la luz estaba en la espada, cuando siempre ha estado dentro de mí; refundida en mis bajas pasiones, escondida en el amor que tanto me negué a sentir. Ahora vas a pagar por todo lo que has hecho... una a una. – dijo el guerrero, seguro de sí mismo.
- ¡Jamás!
Gehena volvió a alzar su garra para tumbar a su enemigo, sin embargo Dark Link tomó la delantera y pegó un salto para quedar encima de esta. Al sentir la luz tan cerca el ente se retorció desgarradoramente, incrédulo de ver como lo estaban acabando.
- Esto es por Mondrule...
Al completar su frase clavó su arma en la mano de la criatura, causando que se retuerza y lance su asquerosa sustancia, como si se estuviera desangrando. Poco después Dark Link saltó hasta el brazo para repetir su acción.
- Esto es por el hijo que aniquilaste...
Al impacto en su brazo, el malévolo ser volvió a gritar desgarrado, manchando con su esencia todo lo que lo rodeaba.
- Y esto es por Dark Zelda... por el amor que me quitaste. ¡Maldita sombra!
Y con un último aliento, Dark Link clavó su arma en el pecho de Gehena, causando que reviente vorazmente, ahogando con su sustancia al despreciable bosque.
- ¡IMPOSIBLE! ¡NO PUEDE SER! ¡NOOOOO!
Dark Link cayó de pie frente a Gehena, contemplando cómo su esencia se diluía en su presencia. Respiraba ahogadamente, pero sentía como su cuerpo se llenaba de una paz indescifrable que jamás había sentido, en donde su venganza se consumado.
Una vez que el espíritu se desvaneció por completo, toda la tierra comenzó a temblar, causando que todos los podridos árboles y el suelo árido comiencen a agrietarse, a destruirse. El final del macabro Bosque de Gehena había llegado.
Poco después, el cuerpo del Caballero de las Sombras comenzó a iluminarse con más intensidad, hasta el punto de transparentarse y desaparecer del lugar causante de todos sus males, el reino de su macabra oscuridad.
...
La torrencial tormenta comenzaba a disiparse, mientras el manto de oscurecidas nubes liberaba a la luna que se vio cautiva por el enemigo, iluminando con su grandeza a todo el reino.
Los rayos de la luna y del ocaso fueron los encargados de evaporar a todos los seres de las sombras que atentaban contra el reino, quienes gritaban desaforados al sentir como su piel se quemaba y derretía, hasta llevarlos a la inexistencia. Los soldados y los demás habitantes quedaron estupefactos ante lo ocurrido frente a ellos, pero seguros de estar fuera de peligro, resultando triunfadores. No se imaginaban quién estaba detrás de todo, el que en ese momento se encontraba en un lugar algo lejano.
El fin de Gehena llevó a Dark Link al Bosque de los Tiempos, específicamente en el lago que adornaba su centro, en donde Dark Zelda le otorgó su Espada Astral.
Aun no con concebía el hecho de su triunfo, de haber acabado de raíz con la razón que lo estancaba en el camino a su reconocimiento, y sobre todo de haber salvado la amada tierra de la mujer de su vida.
Con la mente perdida, el Caballero de las Sombras fijó su mirada al lago, recordando la imagen de la joven saliendo de él para entregarle en sus manos la posibilidad de una vida propia, la oportunidad de sentir el amor al que siempre le huyó.
Por mucho que haya logrado jamás iba a perdonarse el haber perdido lo único valioso que obtuvo en la vida... todo por su necedad y debilidad. Ni el más grande de los triunfos le devolvería todos los momentos vividos, y no se refería únicamente a lo pasional.
- El camino al infierno recién comienza, pues sin tu amor no soy nada...
Sin poder contener las lágrimas, las que salían de sus ojos sin piedad alguna, sacó de su alforja a la rosa seca con la que tanto se identificaba la dama, con la que compartía su aroma fascinante y mortal. El joven la observó con sumo detenimiento, hasta que la juntó a su rostro para sentirla y tratar de rescatar algo de ella... alguna secuela de su amada.
Lloró con la rosa sin importar quedarse sin aliento, sintiendo como su nuevo corazón terminaba por despedazarse más de lo que estaba. Impotencia, arrepentimiento, miedo y agonía lo acompañaban en su tormento, sabiendo que por ese sendero seguiría por siempre.
Poco después, mientras rogaba que su vida se apague de una vez por todas, sintió una inexplicable calidez invadirle el rostro.
Intrigado, se separó de la rosa para descubrir el origen de aquella energía, descubriendo que provenía de ella misma.
- Qué...
Por un momento creyó que el dolor le estaba jugando una mala jugada, sin embargo cuando aclaró su mirada se dio cuenta que la rosa se estaba iluminando... con cada vez mayor intensidad.
Luego de pocos segundos la mágica flor no solamente resplandecía de carmesí con suma intensidad, sino que había enderezado su tallo. Incluso su perfume se esparcía con más concentración y dulzura.
- No... no puede ser. Está viva...
En ese momento el cuerpo de Dark Link comenzó a reflejarse de luz, tal y como le había ocurrido en la purificación de su arma y en la derrota a Gehena. No comprendía lo que le ocurría, se sentía asustado.
Sin embargo, un inesperado ruido lo sacó de su sorpresa...
Dirigió su mirada al lago y vio como sus aguas se balanceaban suavemente, mientras la misma luz que lo iluminaba se reflejaba en ella, hasta el punto de cegarlo. Unos segundos después el corazón de Dark Link se paralizó de golpe, pues los movimientos que se estaban desarrollando en el estanque comenzaban a tomar forma.
- Qué...
Del agua comenzó a resurgir una imagen que lentamente comenzó a tomar forma, causando que las piernas de Dark Link flaqueen tanto hasta llevarlo a tocar el suelo. Sentía que sus ojos lo engañaban, que se encontraba en un sueño que se desvanecería en el mejor momento para despertarlo en su maldita realidad, en el infierno en vida que lo consumía. Sin embargo, a medida que la imagen se aclaraba, la rosa en sus manos brillaba con mayor fuerza.
- No puede ser... tú...
La ahora existente luz en la vida del guerrero logró atraer a su semejante... su imposible anhelo.
Saliendo de las iluminadas aguas del lago, yacía la dama que sus ojos habían dolorosamente despedido... viva.
Dark Zelda había resurgido de las aguas, devuelta a la vida gracias a la luz que ahora formaba parte de los genes del Guerrero de las Sombras. Su cuerpo yacía desnudo y bañado únicamente por la iluminación de su entorno, pero con una sonrisa discreta en sus labios. El corazón del joven estaba a punto de salírsele del pecho ante la imagen de volver a verla... ante descubrir que la había recuperado.
Con el alma alborotada, el caballero corrió a su encuentro, mientras que ella trató de acelerar sus pasos para alcanzarlo; sin embargo, la dama aún estaba asimilando el volver a caminar, por lo que estuvo a punto de caerse. Por suerte Dark Link llegó a tiempo para tomarla entre sus brazos... creyendo imposible que estuviera viviendo algo como eso. La abrazó con todas las fuerzas que su lastimada alma le permitían, por si la ilusión se desvanecía.
- Volviste... – dijo el joven, estallando en lágrimas.
- La luz que ahora vive en ti fue la causa, pues se complementa con el alma que adquirí al inicio de todo este camino.
El joven colocó la rosa en las manos de la dama, quien brillaba encantada por el encuentro con su mejor amiga. Dark Link tomó el rostro de su amada para mirarla a los ojos, siendo sincero por primera vez.
- Te suplico que me perdones... por todo.
- Todo ha sido perdonado. Te agradezco tanto por haber salvado mi reino... por haberme regresado a ti. – dijo la dama, emocionada.
- Gracias a ti por salvarme a mí. Por haberme dado una identidad, por haber construido para mí el camino de mi redención, de paz y aceptación... Agradezco tanto el haberme abierto los ojos para darme cuenta lo mucho que te amo.
La princesa no podía con la emoción que embargaba su ser, cual torbellino arrasante contra toda la soledad que por mucho tiempo la atormentó. Escuchar aquellas palabras le devolvían el aliento; a sentirse más amada que deseada por primera vez.
- Te amo... – expresó la joven, emocionada.
El caballero unió su frente con la dama, esbozando por primera vez una sonrisa autentica y conmovida. Lentamente acercó sus labios para unirlos a los de ella, besándolos por primera vez bajo el sentimiento de la abnegación y dulzura. Poco después la pasión se hizo presente, pero con el amor por sobre todo. Los ojos de la princesa desbordaron en lágrimas al permitir que su alma se llene de un sentimiento que había soñado desde el momento que se unió al hombre que amaba. Ahora ambos se pertenecían en mente, cuerpo y corazón.
Cuando se separaron, Dark Link se quitó la túnica para cubrir la desnudez de su amada, quedándose con su camisa interior y cota de malla. Después la tomó en sus brazos para regresar con ella al castillo y devolverla a la gente que tanto la esperaba, a su amado reino recuperado.
La luna y el ocaso se reflejaban como únicos testigos del reencuentro de la pareja, del reconocimiento de amor que quedaría por siempre marcado en la luz y las sombras.
...
Por todas las situaciones vividas desde su tierno nacimiento, jamás creyó que la vida le tenía reservados tantos cambios y bendiciones. Durante su encierro en la torre de castillo no vio más destino que oscuridad, tristeza, muerte... pero sobre todo soledad.
Zelda caminaba en círculos en la habitación en la que alguna vez presenció, desde la ventana, la destrucción de su reino. Ahora aquel sitio ya no estaba oscurecido, sin embargo por siempre guardaría el recuerdo de aquellos días desoladores que le ayudaron a ser la mujer fuerte y determinada que era ahora.
Llena de nostalgia se acercó a la ventana para contemplar el ocaso, sin embargo su mirada se desvió hasta aquel jardín en el que jugaba de niña, pero que ahora lo ocupaban otras personas.
Encantada, contempló desde la distancia a su esposo jugando con la encantadora niña que hace dos años había llegado a iluminar sus vidas, a enseñarles a amar intensamente de una manera distinta y gratificante; el fruto de amor que nació entre ellos en los momentos más dolorosos de su vida. La pequeña poseía el encanto de su madre, pero la sonrisa y mirada de su padre, llenas de valor y determinación.
Jamás había amado tanto a alguien... nunca se hubiera imaginado llegar a la casi perfección con su amada familia.
Algunas lágrimas resbalaron por sus mejillas debido a la felicidad que la embargaba, mientras su corazón palpitaba con prisa. Decidió alzar la mirada para agradecer a las Diosas por todas sus bendiciones, sin embargo su acción se detuvo cuando su mente y corazón se trasladaron a otro sitio... a otra dimensión.
En el cielo del ocaso se comenzaba a asomar la luna, recordando a aquella mujer con la que compartió dolores durante toda su vida, a la que después aceptó y abrazó como parte de su ser.
Zelda cerró los ojos para sentir a su contraparte en lo más profundo de su corazón...
Escuchó sus risas, se deleitó con el regocijo de su alma uniéndose a su compañero... y se encantó con el primer llanto del ser con el que tanto había soñado, el que por siempre la uniría al amor de su vida.
Era feliz... ambas lo eran.
FIN
...
Comentarios finales:
Y después de mucho tiempo ha llegado el fin de esta historia. Aun me cuesta creerlo, pues me emociono demasiado cada vez que llego a la culminación de una obra, sobre todo esta que nació en momentos difíciles de mi vida, donde tuve que abrazar mi oscuridad para salir de ella, aceptarme y quererme.
El mensaje de esta historia va dedicado a cada uno de ustedes, pues compartimos en común los momentos duros que hemos superado; la luz encontrada al final del túnel.
Estoy algo ansiosa, pues espero haber cumplido con sus expectativas con este final. En mi mente nunca estuvo acabar con Dark Zelda, sólo que Dark Link merecía una dolorosa lección para aceptarse a sí mismo, además que era necesario que él encuentre aquella luz que siempre estuvo dormido dentro de él; así como la Dama de la Luna lo hizo desde el inicio.
El amor a Dark Zelda no hizo cambiar a Dark Link, sólo lo hizo evolucionar y mejorar. Y eso es lo que todos debemos aprender. Por amor no se cambia por nadie, sino que se mejora... y esa es la más grande prueba de amor que podemos dar y recibir.
Voy a mencionar las sorpresas que tenía reservadas. Tengo planeados para esta historia dos capítulos extras, pues como podrán darse cuenta el final de la pareja de las sombras quedó algo intrigante, y tengo la necesidad de narrar esas partes que no se mostraron.
Los capítulos extras serán publicados dentro de este mismo libro desde la próxima semana. Estén atentos.
Sólo puedo decirles gracias... MUCHÍSIMAS GRACIAS por todo su apoyo, por su paciencia, por sus retroalimentaciones, por seguir fieles a esta historia a pesar del tiempo que ha tardado en terminar. La primera motivación por la que alguien escribe es uno mismo, pero comparto ese sentir con hacerlo por y para ustedes, para dejar que conozcan una de las mejores partes de mí.
De corazón, espero que esta obra haya sido de su agrado.
¡Un abrazo para todos!
Con cariño,
Artemiss
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