Juicio quebrantado
Tres días transcurrieron desde que el pueblo había sido arrasado por las llamas, sumiendo a todos sus habitantes en una terrible desesperación al ver a su amado hogar consumirse por las bajas intenciones de un despiadado ser, quien había causado tal destrucción por el odio a su eterno enemigo, al que quería destruir sin importar nada.
A pesar del dolor emocional debido al sufrimiento de su gente, Link ya estaba más recuperado de sus heridas físicas, las cuales lograron sanar no sólo gracias al buen trato de todos sus amigos, sino de su amada, quien había decidido no irse del pueblo para cuidarlo y protegerlo por si cualquier amenaza volvía a lastimarlo, sabiendo perfectamente cuál era una de ellas. Auru le insistió que regresaran al palacio, pues su larga ausencia podría levantar habladurías por lo que se encontraba en el pueblo de su prometido, ya que no quería que se atrevan a hablar mal de ella, sin embargo, nada de eso le importaba a la joven. Desde que se había enamorado y comenzado a intimar con su futuro esposo, muchas cosas dejaron de avergonzarle o preocuparle. El qué dirán no valía nada para ella.
Cuando el joven héroe empezó a sentirse más recuperado, insistió en levantarse de la cama para apoyar a sus amigos en las pocas reconstrucciones que estaban realizando para levantar su pueblo, sin embargo, Zelda no lo permitió, insistiéndole que se mantenga en reposo hasta que no sienta nada de dolor ni malestar, pues por momentos se mareaba. Transcurrido esos tres días, ya comenzó a sentirse mejor, por lo que la princesa y él decidieron regresar al palacio para comunicar el problema que se había presentado en Ordon, y disponerse a iniciar los preparativos para ayudar a las víctimas.
Auru había enviado a traer una carroza para transportar a los jóvenes, pues así evitaría que en el largo viaje cualquiera de ellos vaya incómodo encima de un caballo, sobre todo Link, quien no debía hacer mucho esfuerzo. El hombre había decidido sentarse al lado del cochero para darle a la pareja privacidad, pues sabía que estos debían estar conversando de muchos temas.
Link se hallaba observando la ventana de la carroza, mientras que Zelda estaba acostada en su hombro, pensativa. Aunque no dijera nada, ella sabía que su amado seguía consternado por todo lo ocurrido, en especial por la pelea a la que tuvo que enfrentarse con el misterioso ente que incendió su hogar, y que sobre todo, trató de asesinarlo. La princesa sólo se limitaba a decirle que olvidara el asunto, pero no podía, no concebía nada de lo ocurrido, pues estaba seguro que aquello se había dado para aniquilarlo precisamente a él. ¿Acaso tenía enemigos? ¿Zant y Ganondorf no habían sido los únicos? Por más que se esforzara por recordar quien más lo odiaba no lograba descifrarlo, pues siempre trató de no lastimar a otros.
El joven siguió reflexionando por algunos minutos, hasta que sintió la suave mano de su amada acariciándole el rostro, tratando de tranquilizar lo abatido que se sentía. Link tomó sus dedos con delicadeza y se los besó, para luego voltearse a mirarla con cariño. Se sentía agradecido de saber que la tenía a su lado en tan duros momento, y que encima de eso le haya ofrecido su ayuda para levantar a Ordon.
- Tranquilo, ya no pienses en nada. Todo estará bien. – dijo la princesa, sonriendo con ternura.
- No puedo hacer como que nada ha pasado, Zelda. Sé que no quieres que me preocupe, pero estoy seguro que aquel con el que me enfrenté cometió tantos destrozos únicamente por mí, porque deseaba mi cabeza. – espetó, furioso.
- Mi amor...
- No me pidas que lo olvide, no puedo. ¿Quién quiere verme muerto? ¿No se te ocurre de quien podría tratarse?
La joven guardó silencio, empezando a tensarse por las preguntas que su amado le estaba haciendo. ¿De qué manera podía lograr tranquilizarlo? Odiaba mentirle, sin embargo, debía hacerlo para no permitir que recaiga en aquel estado de desesperación e ira al que había sido sometido en su letargo por culpa de su contraparte. No quería volver a sufrir el dolor de casi perderlo.
- Mi amor, talvez el mal al que Ganondorf nos sometió te ha afectado de cierta manera, motivo por el que se ha materializado y busca dañarte. – dijo Zelda.
- Y si las cosas son así, ¿cómo podemos alejar a esa escoria de nuestras vidas? No quiero que lastime a nadie más, sobre todo a ti. – preguntó, angustiado.
- Ayudándote a ser más fuerte, purificando tu aura y esencia para que su maldad no te alcance.
- Hablas como si fuera brujería...
- No descartes nada, Link. Así como existe el bien, también el mal. Yo me encargaré de purificarte, confía en mí.
- Sabes que lo hago. Me tienes completamente en tus manos.
La joven besó a su prometido en los labios, sellando de esa manera sus palabras. Estaba decidida a encontrar alguna manera de alejar a Dark Link de su amado, a pesar que por el momento lo veía imposible. Sin embargo, iba a hacer el intento, agotar hasta los últimos recursos para sacar de sus vidas al Guerrero de las Sombras.
...
Los cobrizos rayos se adentraban por la ventana de una de las habitaciones del palacio de Mondrule, anunciando que su peculiar amanecer había comenzado. Las estrellas ya se habían escondido entre el manto de la ya desvanecida noche, a esperar su momento para volver a alumbrar el cielo, siempre en compañía de la magnificencia de la Luna.
Dark Link empezó a despertar de su inconsciencia, sintiéndose molesto por los dorados rayos del sol que estaban rozando sus ojos. Se sentía agotado y adolorido, pero al menos en una menor intensidad de la que recordaba. Lentamente empezó a moverse para levantarse, percibiendo que se encontraba en una cama suave y cálida. El joven se dio la vuelta, y fue entonces que se quedó impactado con la imagen frente a sus ojos, una que le pasmó por completo los sentidos. La Dama de la Luna se encontraba dormida en el lecho, boca abajo, usando una bata de dormir color carmín que le cubría sólo hasta la parte trasera de su cuerpo, exponiendo sus pálidas y voluptuosas piernas. Adicional a eso, una de las tiras de la prenda se había resbalado en su hombro, mostrando un poco de su escote, mientras que su cabello estaba suelto y desparramado por su espalda. Cualquiera se hubiera enloquecido con tal espectáculo. El guerrero no podía dejar de contemplarla de pies a cabeza, maravillado e impactado por la exquisitez de su figura. Se le hacía sensual y fascinante.
El hombre siguió mirándola, sobrexcitándose hasta el punto de no saber cómo reaccionar, hasta que presenció como la joven comenzaba a despertar. Dark Zelda abrió los ojos, estirando con delicadeza su cuerpo y provocando que la bata se le levante un poco en el proceso, complicando aún más las cosas para el joven. Luego de unos segundos y unos cuantos suspiros se sentó encima de la cama, descubriendo que el guerrero no podía quitarle la mirada de encima, cosa que la satisfacía enormemente. Le encantaba ser mirada con tal hambre y voracidad por él... y nadie más.
- Buenos días. ¿Cómo te sientes? – preguntó, usando su melodiosa voz.
El guerrero no pudo contestar el saludo, se había quedado mudo e indefenso, cosa que hasta ahora sólo había logrado aquella misteriosa mujer que se le había aparecido de la nada, y quien de alguna manera lo estaba controlando.
- ¿A dónde me has traído? – preguntó una vez que recuperó el habla.
- Estamos en Mondrule, en mis aposentos. Ninguno de mis súbditos sabe que te he traído a este sitio, y es por eso que te he cuidado y sanado personalmente.
Al percatarse de lo que la joven dijo, Dark Link notó que se encontraba únicamente vestido con su pantalón, mientras que su pecho y brazos estaban cubiertos por vendas.
- Espero que ya no te sientas tan adolorido, sobre todo porque has dormido tres días.
- ¿Qué? ¿Tres días? – preguntó, sorprendido.
- Así es, la batalla te dejó por completo agotado. Tenías que sanarte y reponer tus fuerzas. Yo me encargué de tus cuidados. Espero que no te apene que haya visto y tocado de más. – comentó, sonriendo sutilmente.
Sin poder evitarlo, el joven se sonrojó terriblemente, cosa que estaba empezando a detestar que le ocurriera siempre que se encontraba en presencia de la dama. Fue en ese momento, que recordó todo lo que había pasado en la pelea con su contraparte, aquella batalla inútil que no sirvió para que pudiera conseguir sus planes. Por todas las agresiones recibidas, estaba seguro que moriría debido a sus heridas, pero ella lo había salvado a pesar de la dureza con la que le había hablado. No comprendía el por qué empezaba a sentir algún sentimiento incómodo que le indicara que no se había comportado con ella como se debía. Le intrigaba aquella consideración que estaba empezando a invadirlo.
- Yo... gracias por haberme salvado. – dijo el villano con dificultad.
- Nunca iba a permitir que nada te pase, a pesar que todo lo ocurrido fueron las consecuencias de tus actos. No mereces más castigo del que has recibido, de eso estoy segura. – espetó, retomando seriedad en su tono de voz.
- Prefiero no hablar de eso, es vergonzoso y humillante, sólo limítate a aceptar mi agradecimiento y punto, que es lo menos que puedo hacer.
- Está bien...
- Y además... por lo de la otra vez... lo siento.
- ¿Ah? ¿Te estás disculpando? – preguntó la joven, perpleja.
Efectivamente, el Guerrero de las Sombras estaba cometiendo una acción totalmente ajena a sí mismo, la cual nació de su interior por motivos desconocidos. No lo concebía, pero reconocía sentir algo parecido al remordimiento por haber intentado agredir a la dama, todo por no haber podido manejar las emociones que estaba sintiendo.
- Tómalo como quieras. – dijo, no explicando nada más.
- Entonces las tomo y las acepto... sin embargo, tendrás que hacer algo a cambio. – indicó, sonriendo.
- ¿A cambio? Yo no le hago favores a nadie.
- No es un favor, es una satisfacción por tu ofensa. Quieras o no debes cumplirla.
- En fin... ¿qué quieres?
La joven lanzó una ligera y sarcástica carcajada, no intimidándose en lo absoluto por las palabras de su compañero. Decidió bajarse de la cama, yendo por el lado por donde se encontraba el guerrero, motivo por el que aprovechó para posicionarse frente a él por unos pocos segundos y exponiendo su sensualidad de cuerpo entero ante él, sobre todo colocando sus pechos a la altura de su cabeza, tratando así de provocarlo. Dark Link sintió un corrientazo al tener aquella cercanía, sin entender qué intenciones tenía la dama para con él. Asustado, comenzó a descubrir que se estaba agitando y no sabía hasta qué punto lo iba a soportar.
- Creo que deberías vestirte. – dijo, volteando el rostro.
Mientras se bajaba de la cama, ella sonrió con satisfacción al ver al guerrero agitado. Poco a poco lo estaba dominando tal y como quería.
- Es la ropa que uso para dormir, es bastante cómoda y ligera. ¿No te gusta? – preguntó, divertida.
- ¿Dime qué deseas que haga por ti? – preguntó, evadiendo el tema.
- Quiero que me acompañes a la plaza de la ciudadela, hay un asunto importante que tratar ahí.
- ¿Qué cosa?
- Mondrule cumple medio año de haberse fundado, y los habitantes me esperan para decir algunas palabras y dar inicio a un pequeño festival.
- ¿Planeas imitar las costumbres de Hyrule? – cuestionó, burlón.
- ¿Y por qué no? También merecemos nuestras propias tradiciones.
- Bueno, ese no es mi problema. Es tu reino y tú haces lo que quieras. ¿A qué hora nos vamos?
- Primero tomaré un baño, no me tardo.
La joven empezó a caminar hacia el baño de su habitación, y en el momento en que se perdió entre las sombras del mismo, dejó caer el suelo la diminuta ropa que la cubría. El guerrero pudo contemplar la silueta de su desnudez oscurecida, motivo por el que se frustró por no haber visto un poco más.
Mientras la joven se bañaba, el guerrero aprovechó para contemplar la habitación. El sitio era grande y acogedor, no muy distinto al de la princesa del mundo de la luz. Cortinas oscuras color vino tinto cubrían los ventanales, haciendo perfecto juego con las plomizas paredes y los muebles de madera de la alcoba. Era un lugar exquisito y misterioso, tanto o más que su dueña, quien no dejaba de cantar mientras se deleitaba con las gotas de agua cayendo encima de su cuerpo, produciendo algunos sonidos sumamente sugerentes y placenteros. Dark Link se sintió saturado ante aquellas acciones, motivo por el que también decidió tomar un baño apenas la joven termine con el suyo.
- ¿Qué me estás haciendo, mujer?
Se volvió a plantear aquella pregunta de la que no conseguía respuesta.
...
La plaza de la ciudadela se encontraba decorada con colores y tonalidades combinados con el ocaso, oscuros, dorados y uno que otro rosado como algunas de las nubes que cubrían el cielo. La princesa estaba sentada en una silla especial que sus súbditos le habían preparado, mientras que Dark Link se posicionó a su lado, exponiéndose a la mirada de todo el pueblo que se encontraba de frente. Los sirvientes, como la primera vez, lo miraban con recelo y desconfianza, pero por respeto a su soberana decidieron callar, pues percibían que aquel muchacho tenía una gran importancia para ella.
El Guerrero de las Sombras se preguntó mil y un veces el motivo por el que se había colocado al lado de ella, escoltándola, de la misma manera en las que muchas veces Link lo hizo con su ahora prometida, cuando en esa época no eran más que amigos. Fue por inercia que se posicionó a la derecha de la soberana, como si sintiera que esa era su lugar.
Dark Zelda dio inicio a su discurso, donde una vez más agradeció a todos sus habitantes de haberla nombrado su líder, título que creía no merecer. Se sentía complacida con cada uno de ellos de haberse aceptado a sí mismos y dejado atrás su perturbador pasado, mirando siempre adelante para tener una nueva vida rodeado por la luz, aunque sonara contradictorio, pues no habría brillo más poderoso que el que uno creaba por sí mismo, luchando contra el peor enemigo que cada uno podía tener. Uno mismo.
Aquellas palabras eran sumamente valiosas para la princesa, tan profundas que no pudo evitar humedecer sus ojos debido a las emociones que la embargaban, cosa que se repitió en alguna de las personas del pueblo. Por otra parte, Dark Link se sintió extraño al escucharlas, incómodo, lo que logró disimular bien delante de todos. Aun no concebía el hecho de que seres como él se sintieran deseosos de tener la luz en sus vidas. Él reconocía que le atraía enormemente la que emanaba la princesa Zelda, mas no porque la admirara, sino porque deseaba extinguirla para lastimar a su contraparte, ese era su único objetivo. Sin embargo, el discurso de la oscura soberana lo había hecho sentir perplejo. Como siempre ella lo dejaba sin armas para refutar.
Una vez que la joven finalizó sus palabras, dio inicio al festival, motivo por el que todos los habitantes lanzaron gritos y carcajadas de euforia. Luego de eso, cada uno se fue a disfrutar de las atracciones del mismo, mientras que Dark Zelda y su acompañante se quedaron solos, pues los súbditos de la joven también se retiraron. Sin embargo, justo en el momento en el que planeaban irse, se les acercó un hombre, precisamente dirigiéndose a la monarca. El caballero ya era entrado en edad, pero muy apuesto y galante. Se notaba que provenía de un alto status. Tomó la mano de la princesa y se la besó con cortesía, para luego saludar con un gesto a su acompañante, quien por supuesto, no contestó en lo absoluto, aunque al señor no pareció importarle en lo absoluto.
- Es un gusto conocerla, princesa. He escuchado mucho sobre usted, y déjeme decirle que estoy sumamente agradecido por haberle dado un sentido a este mundo, y sobre todo por habernos dado otra oportunidad.
- No tiene nada que agradecer, más bien soy yo la que les agradece por la confianza hacia mí. Es mi mayor tesoro. – dijo, complacida.
- Y es por esa confianza que me transmite, que he decidido acercarme para hacerle una propuesta. Una que la puede beneficiar a usted y a su reino.
- Lo escucho.
- Verá, yo vivo a unas horas de aquí junto con mi hijo, quien es un joven que posee grandes conocimientos en comercio, al igual que mi persona y las contrapartes a las que alguna vez pertenecimos.
- Comprendo. ¿Desea que le ofrezca trabajo a su hijo?
- Más que eso, es otro tipo de oferta. Con todo el respeto que usted se merece, una joven tan hermosa no debería estar sola, mucho menos para gobernar un reino que recién se encuentra naciendo. Es por esa razón, que me atrevo a pedirle su consentimiento para que mi hijo la corteje, y si entre ustedes llega a nacer alguna afinidad, podrían contraer matrimonio a futuro.
Las palabras del caballero causaron un fuerte impacto al Guerrero de las Sombras, quien empezó a sentir como la furia se apoderaba de sí mismo. Impulsivo e irascible, sacó su arma y se la apuntó al recién llegado, asustándolo tanto a él como a la princesa, quien lo tomó del brazo para que el arma no avance más de lo debido. El joven estaba totalmente enfurecido.
- ¿Pero cómo se atreve? ¡Baje esa arma ahora mismo! – exigió el hombre, indignado.
- El que se está tomando atrevimientos es usted. ¿Cómo tiene el descaro de hacerle a la princesa semejante ofrecimiento? Ella no necesita de ningún hombre para gobernar este reino, con ella basta y sobra. Prueba de ello es que ahora su miserable vida tenga sentido, ¿no lo cree? – lanzo, amenazante y enfurecido.
- Creo que si necesita a alguien a su lado o no, lo debe decidir nuestra soberana aquí presente. Usted no es nadie para meterse en asuntos ajenos.
- Ella no se va a enredar con un cualquiera...
- ¡Altanero! ¡Mi hijo no es ningún...!
- ¡Ya basta! Por favor, que no se arme una pelea en un día tan especial como este. – pidió Zelda con firmeza.
Ante el ímpetu con el que Dark Zelda detuvo la polémica, los hombres se calmaron. Luego de unos segundos, la joven se acercó al caballero para responderle a su propuesta, sonriéndole con suma cortesía.
- Le pido disculpas por el comportamiento de mi acompañante. No se ofenda, por favor. – pidió, apenada.
- Preocúpese por sus acciones, princesa. Este individuo me tiene sin cuidado. – respondió el hombre, mirando con desagrado a Dark Link.
- Mi señor, le agradezco mucho por verme como una posible esposa para su hijo, pero por el momento no me encuentro buscando marido. Aun debo resolver muchos asuntos importantes referentes a este reino. Ante todo mi gente es primero.
- La comprendo, pero como usted sabe eso no podrá ser por mucho tiempo. No es por alardear, pero somos de buena familia, digna para tener el honor de formar parte de su entorno, y es por eso que me acerqué con mi ofrecimiento. También es importante para el reino que piense en su legado, ¿no es así?
- Así es. – dijo, con semblante serio.
- Tómese el tiempo que necesite para pensarlo. Mi hijo y yo estaremos disponibles cuando usted diga. Con su permiso, y una vez más gracias por haberme concedido esta pequeña charla.
El hombre le dio una cálida sonrisa a la princesa antes de retirarse, la cual cambió a una mueca de desagrado al mirar a Dark Link, quien gustoso le devolvió el desagradable gesto. Una vez solos, la regente se dio la vuelta para encararlo, y fue en ese momento en que el enojo del joven se desvaneció, impactándolo. ¿Qué le había ocurrido hace segundos? Había perdido el control sin poder evitarlo, hasta el punto de casi lastimar al hombre. No había analizado nada, simplemente se dejó llevar por la ira provocada por la propuesta a la dama, cosa que de ninguna manera debió haberle importado. No daba cabida a las acciones cometidas.
- ¿Qué me está pasando? ¿Por qué reaccioné así?
Dark Zelda siguió observándolo, seria, causando que el guerrero se sienta indefenso ante su mirada. Esperaba una explicación y la iba a recibir.
- ¿Explícame lo que acaba de pasar? – preguntó, firme y seria.
Dark Link se sentía acorralado ante las intrigas de la dama, como siempre sin saber qué decir o hacer. Sin embargo, su semblante serio no lo cambió en lo absoluto.
- Sólo te estaba devolviendo el favor que hiciste por mí. Ese hombre se acercó a ti sin tu permiso, podía querer herirte o algo parecido. No seas mal agradecida. – dijo, hablando en tono seco.
- Sabes que ese buen hombre lo que menos quería era hacerme daño. Simplemente me trajo su ofrecimiento de matrimonio con su hijo. No tiene nada de malo.
- Entonces era que aceptes que su hijo te corteje. – sugirió, indignado e irónico.
- No... con él no quiero. – respondió la joven, bajando el tono de la voz.
- ¿Dijiste algo?
- Nada, mejor olvidemos ese tema. Cuando llegue el momento adecuado lo retomaré. Todo lo que dijo el señor es cierto y me importa mucho, pero por ahora me tengo que enfocar en otras cosas.
Dark Link se quedó perplejo. ¿Acaso la joven estaba diciendo que deseaba casarse en algún momento? Escuchar eso le desagradó mucho, demasiado, sin embargó, logró disimular su molestia para no ponerse en evidencia, engañándose a sí mismo que lo que la princesa hiciera con su vida no era su problema, pero muy en el fondo sabía que las cosas eran distintas.
- Trata de controlarte. No te pido que cambies, pero sí que guardes la compostura cuando te dirijas a las personas, pues no tienen que ser víctimas de tu mal trato y descortesía. Es todo lo que te pido. – solicitó la joven.
- ¡Está bien, está bien! Mientras nadie se meta conmigo, me mantendré calmado.
- Te lo agradezco. Ahora, quiero que vengas conmigo.
- ¿A otro lado? ¿De nuevo?
- Así es. No hemos comido nada desde que nos despertamos, y la verdad tengo mucha hambre. Pedí que preparen una mesa sólo para los dos en un sitio cercano de aquí.
- Te acompaño, pero no comeré nada. No lo necesito.
- En el palacio de Hyrule siempre te veía alimentarte de cosas crudas y a deshoras, y eso no es bueno. Si quieres tener mejor rendimiento, tienes que adquirir mejores hábitos. Ya no eres una esencia, sino cuerpo y alma. No lo olvides.
- Está bien, vamos de una vez.
El guerrero se dejó guiar por la joven hasta un lugar cercano a la plaza, el cual estaba escondido en unos largos y abundantes arbustos, lejos de las miradas curiosas. Al lado de la mesa se hallaba un sirviente, quien saludó a la princesa, y muy a su pesar, al joven que venía con ella. El mozo movió la silla para que la regente se siente, mientras que Dark Link hizo lo mismo. Poco después, el hombre se retiró.
En la mesa había variedades de frutas, panes, dulces, una jarra llena de leche y algunos pocillos con café y otras esencias. Dark Link no estaba habituado a comer tanto, con alguna cosa que robara de la cocina del palacio de Hyrule se sentía más que conforme. Sin embargo, al ver todo lo que tenía enfrente empezó a manifestársele el hambre.
- Espero todo sea de tu agrado. – dijo la regente.
- Este... gracias.
Ni él mismo creía que en ese instante estaba siendo agradecido, considerado. Así como tenía aquellos arranques de rabia, le ocurría lo mismo con la supuesta amabilidad que demostraba. Trató de calmarse, pensando que era mera cortesía, acción imitada tanto por los genuinos como hipócritas, así que por eso decidió no preocuparse. Le costó admitirlo, pero al probar el primer bocado de cada cosa se sintió encantado, deleitado de saborear por primera vez alimentos que siempre se había negado por considerarlas ridículas, pues sólo veía la comida como un simple combustible y no como un gusto para el alma. Dark Zelda lo observaba encantada, pues aunque el joven no dijera nada, sabía que la comida le estaba gustando. Sus planes al parecer iban a dar resultado, y no iba a detenerse hasta cumplir su más grande anhelo, el cual sólo quería cumplir con él.
Una vez que terminaron de desayunar, decidieron ir a recorrer cada sitio del festival, pues de esa manera, la princesa le daría al guerrero un pequeño recorrido por sus dominios.
...
Ya no faltaba mucho para la llegada del anochecer, y aunque en la ciudadela el festival continuaba su curso, en el palacio las cosas estaban más solitarias y calmadas.
La Dama de la Luna se encontraba en uno de los jardines del palacio, revisando un florete que recién había mandado a hacer para ella. El mismo era delgado, con una hoja resistente que estaba sostenida por una empuñadura color plata con varios zircones decorándola, dándole una imagen poderosa y elegante. Por algún motivo, la joven sonreía mientras observaba su arma, pero no tanto por la satisfacción de tenerla entre sus manos, sino por otra razón completamente diferente.
- ¿No te aburres de estar escondido tanto tiempo? ¿Por qué no sales?
Al escuchar las preguntas de la dama, Dark Link decidió salir de las sombras. Desde hace bastante tiempo estaba observándola, y no comprendía como ella se había dado cuenta de su escondite, por lo general nadie lo hacía. Decidió no cuestionar nada y se acercó hasta donde se hallaba.
- ¿Te gusta? Lo pedí hace unas semanas y recién me lo han entregado. Es hermoso. – dijo, mirando con orgullo su arma.
- Si... se ve que es un arma muy bien hecha, pero se nota que no sabes usarla. La estás tomando fatal.
- ¿Ah? Bueno, es que... yo no sé usarla. – dijo, apenada.
- ¿Es en serio? ¿Pediste una espada a tu medida y no sabes usarla? – preguntó, irónico.
- ¿Y si me enseñas?
- ¿Yo? No creo que pueda. – contestó, serio.
- Vamos, pienso que eres muy bueno... usándola. – preguntó, usando su peculiar tono seductor y acariciando el rostro del joven.
¿Qué había significado eso? Aquella última frase le erizó por completo la piel, lo acaloró al instante hasta el punto que empezó a sofocarse, mientras su mente empezaba a imaginar lo prohibido y atrayente. Trató de calmarse, cubriéndose con la máscara de la seriedad, a la par que Dark Zelda se reía con satisfacción. Conocía muy bien la manera de encender al hombre que tanto le atraía.
- Está bien, tú ganas. Sólo no esperes que haga esto por ti de nuevo. – dijo el guerrero.
- Lo que tú digas.
El villano se posicionó detrás de la joven, la tomó de la mano y le colocó la espada en la misma, pero de una manera en la que ella pudiera agarrarla correctamente. Ella sólo volteó el rostro divertida, observando que aún seguía algo nervioso por la atrevida indirecta que le había lanzado hace segundos.
- Es de esta manera que debes tomarla, pero no estás bien posicionada.
- ¿Y cómo es la manera correcta? – preguntó, sin dejar de mirarlo.
- Bueno... debes... debes poner tu cadera un poco más recta.
Sumamente nervioso, el joven tomó las caderas de la princesa, sintiendo como las piernas le temblaban por estar tomando a la dama de esa manera; detestaba en sí mismo no poder controlarse. Sin embargo, la princesa decidió empeorar la situación, pues se pegó más a la parte frontal del cuerpo del guerrero, frotándose ligeramente con él con la excusa de estarse posicionando mejor. Dark Link sentía que no iba a poder soportarlo más, su corazón latía desbocado.
- Sólo enderézate un poco más y...
La frase del joven se vio silenciada al sentir como sus labios eran besados por los de regente, quien lo miraba a los ojos deseosa y seductora. Dark Link se quedó estático, sin siquiera mover la lengua para quejarse, pues aún seguía perdido en la dulce sensación que había acabado de experimentar.
- ¿Te gusta esta... posición? – preguntó en susurros, provocativa.
- ¿Ah?
- ¿Qué si está bien como estoy posicionada? ¿Sucede algo?
- No... nada.
De ninguna manera iba a demostrar que su beso lo había impactado. Lo mejor que se le había ocurrido al muchacho para ubicar a la princesa era hacer como que no había pasado nada.
- Bueno, ahora que estás parada de manera correcta, debes aprender a mover la espada.
- ¿Y luego de eso me enseñarás... a moverme? – cuestionó, usando de nuevo su encantadora voz.
- ¿Qué...?
- A moverme con la espada. No creo que deba estar estática para siempre, sino cómo me defenderé.
- Eso... Eso vendrá después. No quieras correr antes de aprender a caminar. – indicó, serio.
- Está bien.
- Lo adecuado es comenzar con un tajo simple, un horizontal por ejemplo. Observa como lo hago.
El villano sacó su espada y realizó un tajo horizontal para que la joven lo viera, luego de eso, le indicó que lo repitiera. Dark Zelda lo hizo, pero no le salió del todo bien porque de nuevo tomó la espada de manera inadecuada, motivo por el que el Guerrero de las Sombra suspiró, impaciente.
- No la estás tomando bien.
- He olvidado como era. – dijo, avergonzada.
El joven volvió a posicionarse detrás de la princesa para ayudarle a tomar correctamente la espada, sin embargo, en el momento que estuvo más cerca de ella, esta volvió a sorprenderlo con otro beso en la boca, un poco más fuerte que el anterior. Aquello volvió a causar que el villano se estremezca y silencie, mirándola impactado.
- ¿Me permites? Creo que ya lo recordé. – dijo la princesa, alejando el brazo del guerrero.
La monarca se separó del su compañero y realizó el tajo a la perfección, y no sólo el horizontal, sino uno vertical y diagonal, acompañado de varios movimientos y técnicas que una novata jamás podría realizar. Dark Link la observó impactado, mudo, sin siquiera analizar que había caído en el seductor juego de la joven como un completo estúpido. Dark Zelda volvió a acercarse a él para besarlo de nuevo, pero esta vez profundizando mucho más el beso y mordiendo ligeramente el labio inferior del guerrero, para luego alejarse y mirarlo divertida.
- Al parecer he tenido un muy buen maestro.
El Guerrero de las Sombras empezó a respirar agitado, acalorado. Ya no podía soportarlo... no iba a tolerar ni un minuto más ese intenso fulgor que lo estaba enloqueciendo.
Desfasado, se acercó hasta donde estaba la princesa, la tomó con rudeza del cuello y devoró sus labios con hambre, deseo y fiereza, adentrando su sedienta lengua a los entresijos de su boca para saborear aquella parte con la que fantaseaba desde hace tiempo, la que lo había provocado desde hace tiempo hasta el punto de enloquecerlo, poniéndolo a completa merced de la Dama de la Luna. Nunca creyó que una caricia tan apasionada le estaría causando brutal agrado y placer desenfrenado, llevándolo al desquicio.
La princesa oscura se sentía encantada, dichosa de recibir por parte de su añorado hombre aquel gesto que por tanto tiempo había esperado. Estaba totalmente entregada a sus besos, mordía y lamía sus labios con deseo y ansiedad hasta el grado de arrancarle ligeros gemidos y temblores, mientras apretaba con fuerza la espalda del joven hasta casi desgarrarle la túnica, desesperada por ir más allá... angustiada por conseguir más de él.
No conformándose con los mortales besos de la princesa, Dark Link trasladó su boca hasta su cuello, mordiéndolo y saboreándolo mientras se deleitaba con aquel perfume que lo encendía de pies a cabeza, que lo asesinaba y le devolvía la vida una y otra vez. La Dama de la Luna lanzó un gemido intenso al sentir como el guerrero la poseía, pero en ese momento decidió cambiar el rumbo de la situación.
La regente se separó del cuerpo del joven, quien gruñó furioso por haber sido interrumpido en su deleite, pero se calló al sentir como la mujer que tenía entre las manos lo silenciaba con sus dedos.
- La clase ha terminado.
Y con aquella frase, la joven se retiró de los jardines, caminado con la gracia y descaro que sabía que al villano desquiciaba, mientras que este se quedó agitado, tratando de rescatar de sus labios el dulce sabor que recién había descubierto.
...
El silencio nocturno era el único presente en las solitarias paredes del palacio, anunciando que muchos de sus habitantes ya se habían retirado a descansar, aunque algunos de ellos aún seguían divirtiéndose en el festival y no tenían ninguna intención de regresar temprano, pues la noche aún tenía mucho que ofrecerles.
Dark Link estaba sentado en el barandal de uno de los balcones del palacio, recordando todo lo que había sucedido en el día, en especial lo último, los candentes besos que se dio con la regente del reino, la mujer que lo desquiciaba. Se sentía enojado, furioso por haber caído en sus redes, por haberse dejado llevar por emociones y sentimientos que consideraba dignos de los débiles y patéticos... y ahí se hallaba él, frustrado porque se quedó con ganas de recibir mucho más de la princesa.
Ofuscado, se retiró de los balcones para buscar algún sitio donde dormir, por suerte había varias habitaciones vacías en el palacio. Sin embargo, se detuvo al escuchar la voz de la princesa dentro de la biblioteca, quien le estaba hablando a su rosa con cariño, halagándola en lo hermosa que era y cuanto la quería. Como siempre, la delicada flor le devolvió el gesto regalándole su perfume, quien la princesa lo aceptó gustosa mientras se lo colocaba en la piel. Dark Link observó toda la interacción entre ellas mientras luchaba para no perder el control por la fragancia que emanaba el ambiente. Aroma a ella.
Luego de unos minutos, la regente se despidió de la rosa y se dirigió a la salida a la biblioteca, momento en el que Dark Link se escondió con prisa para que no lo vea, sin embargo, sus acciones fueron tardías, pues la dama logró notarlo.
El guerrero se sintió nervioso al verse descubierto, mientras que la princesa sólo sonrió al verlo, sin decirle nada. Ella caminó directo a sus aposentos, razón por la que el joven empezó a seguirla, hipnotizado e idiotizado como si estuviera siendo manipulado por algún hechizo. No comprendía lo que le pasaba, no asimilaba por qué no podía detenerse, simplemente caminó tras ella como si su vida dependiera de ello, perdiéndose en el sugerente andar de la joven mujer.
Su caminata lo llevó hasta la puerta de los aposentos de la monarca. Él se quedó más atrás, mientras que ella empezaba a tararear una melodía a medida que movía la manija para entrar a su alcoba. Luego de eso, la joven se dio la vuelta para mirarlo, esbozando una sonrisa pícara para después entrar y dejar la puerta entre abierta. Aquello fue el signo de una muy clara invitación y mensaje.
Esa acción bastó para que el guerrero mande al demonio el poco raciocinio que le faltaba, motivo por el que entró a la habitación y cerró la puerta detrás de él, asegurándola con fuerza.
...
Comentarios finales:
Hola, espero se encuentren bien. Talvez esperaron que actualice más temprano, pero como hoy es feriado en mi ciudad, me di el lujo de dormir un poco más, por eso lo hice recién en este momento XD
Bueno, lo único que diré respecto a este capítulo es que Dark Link terminó cayendo en las redes de la princesa oscura, dejando de lado, al menos por ahora, esa coraza que se había puesto para no dejarse llevar por sus deseos. Ya veremos que ocurre entre ellos ahora que la puerta de la alcoba ha sido cerrada...
Gracias a todos por sus comentarios y favoritos, me hace muy feliz saber que esta historia está gustando a muchos, y espero que eso no cambie en el futuro.
¡Nos leemos pronto! ^^
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