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4. El preludio de un tormento

El cantar de los pájaros se escuchaba por todos los rincones de la ciudadela, deleitando a los animados transeúntes que caminaban de un lado a otro por el inicio de sus actividades, lo que no era diferente en el palacio de Hyrule.

Como siempre, los sirvientes y las doncellas se habían levantado muy temprano para iniciar con su trabajo, aunque ese día no se habían despertado con mal humor ni desganados, sino todo lo contrario; se sentían llenos de energía y se dejaban llevar por los radiantes rayos de sol de aquella mañana; o talvez el verdadero motivo se debía a que muchos de ellos habían amanecido felices en los brazos de la persona amada luego de una intensa y apasionada noche, misma situación que fue experimentada por cierta pareja de jóvenes comprometidos.

Link y Zelda se encontraban desayunando en el comedor personal de esta última, el que se hallaba en el jardín principal del palacio. Estaban en silencio, bebiendo a sorbos el delicioso té con limón que les habían servido y probando los exquisitos y variables bocados de la bandeja. No decían nada, solo intercambiaban miradas cómplices, mientras recordaban la amorosa y ferviente noche que habían compartido, en la que las caricias y los gemidos de ambos fueron los protagonistas que los enloquecieron hasta llevarlos al completo éxtasis. Rememorar aquel momento fue mágico y maravilloso, sobre todo por haber dormido abrazados en la protección de la piel del otro durante toda la noche, encantamiento que lamentablemente tuvo que ser roto debido a la indeseable salida del sol, lo que provocó que el joven, tenga que salir a hurtadillas de la habitación de su amada para no ser descubierto y aparentar que había dormido en sus aposentos, como si nada, cosa que cambiaría para siempre una vez que contrajeran matrimonio. Esperaba con ansias la llegada de ese día, donde nada ni nadie le impidiera estar con su futura esposa el día y la hora que le plazca.

- ¿En qué piensas? – preguntó Link, sabiendo muy bien lo que su princesa le iba a responder.

- Lo mismo que tú, de eso estoy segura. No desesperes, falta muy poco para que estemos juntos permanentemente.

- Cuando llegue ese día, nos encerraremos una semana entera. Me saciaré de ti hasta más no poder. Todo lo que hemos vivido este tiempo no se comparará en lo absoluto. – declaró el guerrero, mostrándose vehemente en sus palabras.

- ¿Eso crees? Cuidado y terminas siendo tú el sorprendido. – contestó, seductora.

- Puede ser, pues en cada encuentro no dejas de sorprenderme. Nadie se imaginaría que la fría y seria princesa es tan arrebatada por las noches.

- Pero solo contigo... por lo que causas en mí.

- Y eso es lo que me fascina de ti. Que todos tus secretos sean revelados únicamente para mí. Para nadie más.

- Siempre será así. Nos casaremos ante las leyes terrenales, pero ante las Diosas nos pertenecemos desde antes.

La pareja se sentía tan encantada ante las hermosas palabras que habían intercambiado, que no pudieron evitar besarse, aprovechando que no había nadie a los alrededores que pudiera molestarlos con su presencia, o al menos eso creían, pues entre las sombras los estaba acechando el peor de sus enemigos.

Dark Link los estaba observando desde hace varias horas, incluso desde que vio como el guerrero salía con cautela de la habitación de la joven, y claro, vio como Link se despedía de ella con un apasionado beso en los labios, lo que repetía todos los malditos amaneceres cuando se separaban después de haber retozado como unos endemoniados. Siempre era lo mismo, sin importar en qué habitación o en qué rincón del palacio fuera el encuentro; los besos, las caricias y el afecto nunca faltaban. Estaba cansado de ver tanta felicidad y satisfacción en el rostro de su contraparte, y hoy estaba decidido a que eso iba a acabarse. La pesadilla del Héroe de la Luz se iba a hacer realidad.

- Mereces sufrir, agonizar, desangrarte...

Ya iba a tener tiempo de despellejar poco a poco al bastardo de su enemigo, pues antes se iba a enfocar a la dama con la que se encontraba en esos momentos; a la que deseaba hacer suya por simples deseos carnales, y sobre todo, de hacer sufrir a su enemigo.

- ¿Ya estás listo para irte? – preguntó Zelda.

- Sí, solo tengo que preparar a Epona y me marcharé de inmediato.

- Lamento haberte metido en esto. Soy yo la que debería estar yendo para el Norte. – dijo la joven, sintiéndose apenada.

- Oye, tú y yo estamos comprometidos, y es tanto mi responsabilidad como la tuya. Con el reino de Britai hemos firmado la alianza para importar materia prima y poder recobrar los sembríos que se echaron a perder en la invasión, así que mi deber es ir y cerrar ese trato. Que de algo sirva todo lo que he aprendido en Ordon, y sobre todo, con lo que me he instruido desde que inicié mi vida aquí. – dijo, esbozando una sonrisa para animar a su amada.

- Lo sé, pero aquella reunión debía darse en otra fecha, no en estos días.

- Pues debes acostumbrarte de que a partir de ahora no harás las cosas solo por ti misma. Nunca más. Zelda, tú resuelve los asuntos que se presenten en el palacio, con los habitantes, que son demasiados y sumamente urgentes. Además, escuché por ahí que hoy vienen las modistas con algunos modelos de vestidos de novia para que te decidas. ¿O me equivoco?

La princesa se sonrojó al verse descubierta, mientras que Link sonrió al ver que había acertado. Por más confianza que tuvieran en todos los sentidos de su relación, le encantaba ver cómo su amada se avergonzaba con ciertas cosas, como si fuera una niña, y sobre todo, que esa faceta la guardara solo para él.

- Espero me enseñes el vestido apenas decidas cuál quieres.

- ¡No! Eso es de mala suerte. – expresó exaltada.

- ¿En serio crees en esas cosas? Yo no.

- Una hechicera como yo no puede ser escéptica. Así que tendrás que ser paciente y esperar hasta la boda.

- Lo seré, pero hay una cosa en la que no puedo ser paciente.

- ¿Ah?

Sin responder nada, el joven se levantó y se acercó hasta donde la princesa estaba. La tomó de la cintura, la besó en los labios y la miró a los ojos con inmenso deseo.

- Deberíamos ir a mi habitación para que me despidas como se debe... – pidió, susurrando en voz baja y encima de sus labios.

Ante la petición de su amado, Zelda se abrazó y unió su frente con la de él, para que sus miradas estuvieran completamente unidas. Luego de eso, rozó su lengua con los labios de este, pues sabía que esa acción lo excitaba con extrema brutalidad.

- Sabes bien que vivo para complacerte...

Y terminando su seductora propuesta, la pareja se dirigió en completo silencio a los aposentos del guerrero, agradeciendo a las Diosas que no había nadie en los pasillos a esas horas de la mañana. Tranquilamente, iban a poder entregarse al amor sin ser escuchados, sobre todo si serían algunas noches en las que no podrían dormir juntos.

Dark Link los observó marcharse. Se sintió molesto de ver que su contraparte se sentía contento en los brazos de su mujer. Lo que más deseaba era verlo muerto, sufriendo, agonizando y arrastrándose a sus pies por un poco de su piedad.

- ¿Muerto? Creo que eso sería una bendición para ti, una liberación de todas las cargas que mereces llevar sobre tus hombros. Lo que te espera es solo el inicio a tu completo desquicio. – decretó, decidido y enfurecido.

En todo el tiempo que había observado a la pareja, el Guerrero de las Sombras ya había decidido cambiar su estrategia. Asesinar a Link de buenas a primeras habría sido un desperdicio, incluso tomar a Zelda como venganza inicial lo era, pues aquello era mejor dejarlo para el final para cerrar el ciclo con broche de oro. Ahora, lo que iba a hacer era torturarlo, enloquecerlo hasta anularlo, hasta robarle su identidad propia. Ese era el mejor castigo que podía darle a quien lo había reprimido desde el inicio de los tiempos.

- Sé feliz revolcándote con tu ramera, pues tu vida de ensueño está a pocos pasos de transformarse en tu peor pesadilla.

Y luego de esas palabras, el ente oscuro se desvaneció del sitio como sabía hacerlo, perdiéndose entre las sombras. Sin embargo, lo que no se había dado cuenta era que estaba siendo observado por Dark Zelda, quien estaba cubierta por el velo de la completa desolación ante todo lo que había visto y escuchado.

...

Luego que los futuros reyes de Hyrule salieron del lecho de su amor, se vieron en la penosa obligación de despedirse; no sin antes bendecirse el uno al otro para que en su separación nada malo le ocurriera al otro.

Link fue en busca de Epona y se dirigió con ella hacia donde lo esperaban sus compañeros; Shad, Ashei y Moy, quienes estaban en la salida, listos para iniciar con el viaje. Antes de marcharse, el guerrero dio una última mirada al palacio, dándose cuenta de que en la torre más alta estaba una dama observándolo. La princesa Zelda, al ver que su amado se había percatado de su presencia, alzó su mano para despedirse, acción a la que Link le respondió de la misma manera, pero antes besando sus dedos y enviándole su afecto. Muchos a su alrededor lo veían, pero eso nada le importaba; ella era su prometida y futura esposa, le inspiraba demostrarle todo el amor que sentía por ella y no tenía por qué ocultarlo.

Luego de unos minutos, los viajeros partieron, así que la princesa retornó al interior del palacio. Su corazón palpitaba con prisa, se sentía asustada por algún motivo que desconocía, pero percibía que este se relacionaba al viaje que su amado había iniciado. Solo le pedía a las Diosas que nada malo le suceda y regresara sano y salvo a su lado, y que sus miedos no crucen la barrera de ser solo parte de su agitada imaginación.

...

El frío nocturno se hizo presente con la partida del ocaso, dándole la bienvenida a las estrellas que salían a cumplir con su misión de alumbrar la oscuridad del firmamento.

Link y sus compañeros decidieron pasar la noche en un hotel de Villa Kakariko, siendo el primer pueblo que se encontraba en el camino de su viaje. Ya tenían aquello programado. En ese momento, estaban en el comedor del lugar conversando de manera animada. Hablaban de varios temas, sobre todo del próximo matrimonio.

- En tan solo meses te convertirás en nuestro rey, Link. – dijo Shad, sonriéndole al joven guerrero.

- Vaya que si te va a cambiar la vida. Solo espero que cuando seas rey no te olvides de los amigos. – expresó Ashei, bromeando con sus típicos comentarios.

- ¡Oye! ¿Estás loca?! Eso no va a ocurrir. – reclamó el joven, indignado.

- Link, no le hagas caso a esta niña. Sabes lo mucho que le gusta molestar; pero lo que si comparto con ella, es que la vida sí te va a cambiar, y es por eso que me siento muy orgulloso de ti. – expresó Moy.

- No es para tanto...

- Claro que sí. ¿Quién diría? Iniciaste siendo un humilde muchacho de campo, pero resultaste ser el héroe elegido por las Diosas. – dijo en jubilado soldado de Ordon.

- Y encima de eso, el que flechó el corazón de la princesa Zelda, nuestra soberana, y quien se casará con ella. ¡Vaya, cualquiera quisiera estar en tu lugar! – declaró Shad, sin saber que sus palabras traerían consecuencias.

- ¿Con que cualquiera, eh? Al parecer te hubiera gustado tener esa suerte. – dijo Ashei, con un dejo de molestia.

- Yo no dije eso...

- Pues parecía...

- Vaya. ¿Qué está pasando aquí? – dijo el héroe, sorprendido.

Ante las palabras de Link, Shad y Ashei se quedaron mudos. El guerrero había encontrado la oportunidad perfecta para vengarse de la broma que la espadachín le había hecho; además que hace tiempo tenía algunas sospechas sobre el par más joven de la Resistencia.

- ¿Pasando? ¿A qué te refieres, Link? – preguntó la guerrera.

- Ay, Ashei, sabes a qué me refiero. ¿Cuándo se casan? Creo que Zelda y yo no deberíamos ser los únicos.

- ¿¡Qué...!?

- ¡Oye, Link! ¡Eso sería una excelente idea! Hasta podrían hacer una boda doble. – dijo Moy, uniéndose a la conversación para seguir con la broma.

- ¡Cállate, Moy! ¡No ayudas! – reclamó Ashei, enojada.

Sonrojada hasta más no poder, la espadachín observó al letrado joven que se encontraba a su lado, quien en ese preciso momento se había puesto a leer un libro. Se veía que estaba terriblemente sonrojado, pero aquello no impidió que siga con su actividad.

- ¿Se puede saber qué haces? Este par nos está molestando con sus tonterías... ¿Y tú te pones a leer?

- Consulto el calendario.

- ¿El calendario? ¿Para qué?

- Verifico si la fecha en la que se casarán Link y la princesa será adecuada para nosotros también. ¿No sería increíble casarnos al mismo tiempo?

Sonrojada y muda. Esas fueron las únicas reacciones con las que Ashei respondió ante las palabras de Shad. Si hubiera tenido el valor en ese momento, le habría aventado encima la taza de café que el joven se estaba bebiendo, sin embargo, el cuerpo se le paralizó, no supo qué decir. Después de unos segundos que regresó a la realidad, llena de vergüenza, se levantó de la mesa y se retiró a su habitación, provocando que todos los presentes empiecen a reírse a carcajadas, pues jamás se imaginaron que su inquebrantable personalidad se vería afectada por las bromas del guerrero, aunque ese era el objetivo que él deseaba con aquello. Shad y Ashei sabían perfectamente que entre ellos había una química bastante interesante, pero aún no tenían el valor de confesárselo con formalidad. Ante los demás, su sentir era un secreto a voces.

- Al parecer lograste aplacar a la curtida guerrera. Qué sorpresa. – dijo Link, haciendo una expresión de victoria al letrado joven.

- ¿Y perderme su cara con nuestra hipotética boda? Eso nunca. Creo que con que le dijiste no volverá a molestarte en un buen tiempo.

- Aunque tú si pareciste entusiasmado con el asunto del matrimonio. ¿O no? – preguntó Moy.

- Bueno... ¡Es mejor dejar ese tema de lado! Ya se está haciendo tarde y debemos descansar.

- Es cierto, el viaje de hoy fue sumamente agotador. Ya mañana es la reunión y no podemos llegar con rostro de mal sueño. Sobre todo tú, Link. – dijo el hombre.

- Es cierto, ya debemos irnos. – respondió el héroe.

Todos decidieron levantarse de la mesa para dirigirse a sus respectivas habitaciones, siendo Link el último en levantarse. Se sentía cansado, con enormes deseos de tomar un baño y echarse en su cama a dormir, pero no contó que en ese momento algo lo detuvo abruptamente. Sin perder tiempo, tomó la empuñadura de su espada y se volteó con brusquedad, pues de un instante a otro empezó a sentirse observado y amenazado, una sensación parecida a la que tuvo cientos de veces en las que estuvo en su periplo. Aquella sensación de paranoia le duró unos pocos segundos, hasta que se desvaneció, mas su corazón seguía latiendo con prisa, muy acelerado.

- ¿Todo bien, muchacho?

Ante las palabras de su casi padre, Link trató de tranquilizarse, pues no quería preocuparlo. Por un momento creyó que alguien lo estaba observando y que se encontraba muy cerca de él, incluso percibía que estaba a punto de realizar algo en su contra. De manera fugaz todo se había desvanecido, de la misma forma en la que había llegado.

- No es nada. Solo estoy un poco cansado. – dijo, restándole importancia al asunto.

- Igual yo. Por cierto, has sido muy mal agradecido y no has ido a visitarnos a Ordon. Juli y los niños quieren verte. – reclamó el hombre, resentido.

- Tienes razón, lo lamento mucho. Los asuntos del palacio y la próxima boda me han quitado tiempo. ¿Te parece si al regreso de nuestra reunión pasamos por el pueblo?

- Es una excelente idea, hasta podríamos pasar la noche.

- Eso mismo estaba pensando, con eso se aligeraría mi cargo de conciencia. Sabes que Ordon es una de las cosas que más amo, es la tierra que me vio crecer.

- Lo tengo muy presente. Bueno, ya es momento de retirarnos. Que descanses, hijo.

- Gracias, que descanses tú también.

Link se retiró del comedor junto con Moy; Shad ya se había ido primero. Sin embargo, el inicial presentimiento del guerrero era más que correcto, pues su contraparte había sido su escolta de viaje de inicio a fin, e incluso lo había acompañado en la amena reunión que había tenido con el resto de los viajeros. Estaba esperando pacientemente desde las sombras que todos se retiraran a entregarse al mundo de los sueños, pues era ahí que su enemigo estaría por completo a su merced.

- Dulces sueños...

...

De un momento a otro, la frescura de la noche se había esfumado; ahora la misma había sido reemplazada por una fiera e implacable tormenta. Los árboles se mecían de manera descontrolada, mientras que el viento arrancaba con fuerza sus hojas para llevárselas consigo en su desenfrenado vaivén. La naturaleza se hallaba en completo desorden.

Link se encontraba dormido en su habitación, plácido y sin ningún rastro de perturbación en su rostro. El dolor de cuerpo y el cansancio por el viaje lo dejaron tan agotado que conciliar el sueño no le costó mucho.

Percatado de la paz emanada en la alcoba, Dark Link salió de su escondite y se posicionó frente al apacible joven. El Guerrero de la Luz estaba en su completa merced, como un pequeño e indefenso ciervo entre las enormes garras de su depredador. Iba a divertirse mucho con el martirio al que lo iba a someter.

- ¿De qué sirve dormir si no tenemos nada por qué soñar?

Y con esa sarcástica pregunta, el Guerrero de las Sombras colocó una mano en la frente del vulnerable joven, llevándolo al abismo de la oscuridad perpetua...

***

- ¿Link?

No comprendo en qué momento regresé al palacio. Se supone que estaba de viaje con mis amigos, descansando en el hotel. Sin embargo, ahora mi rumbo ha dado un giro y me transportó de regreso al sitio que ahora es mi hogar, donde vivo con mi amada, mi futura esposa.

- Link...

Puedo escuchar como Zelda me llama. Su voz en la única que tiene el don de calmarme, estremecerme, arrullarme y encenderme. La amo y la deseo con todo mi corazón, y lo único que quiero en estos momentos es correr a mi encuentro con ella para abrazarla y besarla como un desesperado, tomarla en mis brazos para perdernos en las sábanas de nuestro lecho y devorarnos hasta que la Luna se canse de contemplarnos. Solo quiero enlazar mi alma con la de ella.

Acelero el paso por los oscuros pasillos, escuchando como el sonido de su voz se hace más fuerte, más cercano y alcanzable, hasta que finalmente la encuentro de espaldas a mí. Zelda está asomada a uno de los balcones, ensimismada y nostálgica observando la noche. En el momento que se percata de mi presencia, se da la vuelta y yo sonrío al verla. Ella me responde de la misma manera. Mi prometida camina hacia mí, y yo no pierdo ni un minuto más en hacer lo mismo para tomarla en brazos y aferrarla con fuerza... pero en el instante que parece que aquello va a ocurrir, la situación cambia de rumbo. Mi amada desvía su camino y menciona mi nombre, pero no es a mí a quien se entrega.

Impactado, me doy la vuelta, y siento como mi cuerpo entero se paraliza ante la imagen que tengo frente a mí. Mi amada está abrazando al hombre que nunca creí que volvería a ver, a aquella parte de mi ser que tanto desprecio y que en la peor de mis pesadillas logró tomar vida propia. No puede ser que ese engendro se encuentre en mi presencia tomando con sus sucias manos al ser más sagrado que tengo en la vida. ¿En qué momento regresó? ¿Cómo pude haberme olvidado de semejante escoria?

- No la toques...

- Acepta que la perdiste. Ahora es solo mía.

- ¡MALDITA SEA, SUÉLTALA! – exclamé enfurecido, salido de cabales.

Enervado hasta los huesos, desenvaino mi espada para enfrentarme al infeliz que tiene apresada a Zelda, aunque me siento devastado de ver que ella no deja de abrazarlo, incluso lo acerca más a su cuerpo, mientras le deposita pequeños besos en su cuello. ¿Qué es lo que está pasando?

- Llévame contigo. – le pide con desespero mi futura esposa.

- ¿Mi amor, qué te sucede? – le preguntó a mi princesa al ver sus acciones, las cuales me cuesta concebir.

- ¿Acaso no me escuchaste? Ya la perdiste, eres muy poco hombre para ella, y por suerte se dio cuenta justo a tiempo.

Luego de decir tan asquerosas palabras, Dark Link toma a mi prometida del mentón y muerde su cuello con descaro, motivo por el que ella suspira con pasión y encanto. Aquello solo lo ha demostrado conmigo. No comprendo qué le pasa.

- Zelda... – expresé, sin poder evitar que mis ojos se humedezcan.

- Vamos, princesa. Creo que es momento de que conozcas todo lo que yo puedo darte.

- Lo siento, Link... – me dijo, observándome con desprecio y lástima.

El muy maldito se burla y me humilla tomando a la mujer que amo de las caderas, para luego encerrarse con ella en una de las habitaciones. Mi cuerpo se ha paralizado, no puedo moverme. Puedo escuchar los gemidos de ella, ahogados y desesperados, rogando y suplicando por recibir más de ese mal nacido. Aquellos regalos salidos de su boca son míos, de nadie más. De un momento a otro lo he perdido todo.

No lo soporto más y siento como miles de dagas atraviesan cada fibra de mi desangrado corazón... por varios segundos escucho los ensordecedores gemidos, pero de la nada estos se detienen y se transforman en desgarradores y tormentosos gritos.

- ¡Zelda!

Aquellos gritos... no... no pertenecen a ella. Se me hacen conocidos, muy familiares, pero no logro discriminarlos. Siento demasiado calor a mí alrededor... ¿Qué es lo que está pasando?

Los gritos suplican auxilio, escucho alaridos de todo tipo, de toda edad. Necesito ayudar a quienes están padeciendo, pero mi cuerpo está paralizado. La impotencia me desborda hasta someterme al mayor de los tormentos.

- No desesperes todavía, pues la diversión apenas comienza...

***

- No... no... ¡NOOO!

Por medio de sus gritos, Link logró despertar de la horrible pesadilla que lo estaba atormentando. Su cuerpo estaba sudoroso y temblando hasta más no poder. Por cuestión de segundos recordó todo lo que había soñado, pero de manera abrupta aquello empezó a desvanecerse con efervescencia. Sus recuerdos sobre aquel episodio se transformaron en una situación efímera y fugaz.

- ¿Qué ha pasado? – se preguntó, respirando agitado.

No era la primera vez que tenía esa sensación de terror invadiéndole el pecho, ya la había experimentado cuando pasó por ese estado de letargo debido a que su cuerpo había sido invadido por la energía crepuscular. Y a pesar de que no recordaba nada de su pesadilla, no tuvo que esforzarse mucho para saber que su amada aparecía en la misma, pero ahora amenazada por una energía que él repudiaba sin saber por qué.

- Mi princesa... Espero que estés bien. – mencionó, preocupado por su prometida.

¿Por qué motivo no lograba recordar nada de las pesadillas que invadían su mente? Era la primera vez que se planteaba esa pregunta. En la anterior ocasión le restó importancia al asunto, pero ahora le preocupaba en sobremanera, pensando que podría tratarse de una especie de aviso. O talvez... todo se originaba de su agitado inconsciente.

Decidió, igual que la vez pasada, dejar el tema de lado. En tan pocos meses su vida había experimentado muchos cambios, y eso, aunque eran cosas muy buenas, conllevaban su lado estresante y agotador. Link se recostó de nuevo en su cama y esperó a que el sueño volviera a adentrarse a su cuerpo, cosa que no tardó mucho en llegar.

En una esquina, mostrando una sonrosa sádica y satisfactoria, Dark Link observaba como su enemigo se dormía, aunque con el rostro algo desencajado debido a las emociones que lo habían perturbado segundos atrás. El inicio de plan había salido mejor de lo esperado. Ahora solo faltaba preparar todo para que parte de ello se convierta en su nefasta realidad. ¿Por qué Link no lograba recordar nada de lo que soñaba? Sin ninguna duda, él era partícipe en eso, pues parte de su objetivo se centraba en resguardarse hasta el momento de aparecer frente a él.

- Calma, calma... que una vez que me presente ante ti y tus recuerdos regresen, te arrepentirás de haberlo deseado. Bastardo.

...

La estadía en el reino del Norte duró más días de lo esperado, puesto a que el soberano del mismo les pidió a sus invitados que se queden más tiempo para que conozcan sus tierras, oferta que Link y sus compañeros no pudieron rechazar, por más que quisieran. Una vez cumplido el compromiso, el grupo se encaminó hacia el pueblo de Ordon, sin saber que en su viaje Dark Link no los estaba acompañando, pues en ese momento el villano estaba metido en otros asuntos.

Entremezclado entre las sombras del vasto follaje de los árboles de la provincia de Latoan, el Guerrero de las Sombras logró llegar al tranquilo pueblo, el que como siempre se encontraba en perfecta armonía y paz. Tal y como lo recordaba desde la última vez que lo vio, cuando su contraparte decidió abandonar la aburrida vida del mismo para empezar una nueva etapa en el palacio junto a la princesa.

- ¿Será que tu princesita es lo que más importante para ti?

Y con aquella pregunta, el villano dio comienzo a su macabra función.

...

Con la llegada del amanecer, la pequeña plaza de Ordon había empezado sus actividades. Ilia junto con su padre se pusieron a revisar varios asuntos relacionados con el pueblo, pues la joven, desde que había recuperado la memoria, había adquirido la convicción de querer convertirse en su sucesora, para de esa manera servir a su gente y hacer una tierra próspera, como lo eran Villa Kakariko y la ciudadela de Hyrule.

Por otro lado, los demás habitantes también se hallaban en sus respectivos quehaceres. Braulio se había levantado desde muy temprano a movilizar a sus preciadas cabras a pastar; Hanch, junto con su esposa, Otilia, e hija, Bea, atendían su negocio; Sancho, junto con Petra y Talo, ayudaban a Lalo con la planificación de la apertura de la nueva tienda que deseaba abrir en Ordon. En sí, parecía un día tranquilo para todos, en especial para cierta familia.

Juli se encontraba en la salida de su casa lavando la ropa, se sentía cansada debido a las malas noches que le tocaba pasar debido al cuidado de su bebé, Lucy, pero contenta de ver que esta había nacido sana, y que junto con su esposo había formado la familia que desde siempre había soñado. Iván estaba dentro de la casa practicando con su espada de madera, mientras que la pequeña estaba plácidamente dormida. Aún tenía el sueño algo desordenado.

- Iván, práctica en silencio. Vas a despertar a tu hermanita. – susurró en voz baja la mujer.

- Está bien, mamá. Lo siento.

El niño prefirió dejar su espada de lado y acercarse a la cuna a contemplar a su hermana, a quien había empezado a querer mucho desde el primer día que vino al mundo. Con cuidado, se acercó hasta su mejilla para depositar un beso, teniendo cuidado de no despertarla.

- Cuando seas grande te voy a enseñar a hacer una caña de pescar, y también a...

Las palabras de Iván se vieron interrumpidas, pues un extraño olor empezó a apoderarse del ambiente... Un aroma a quemado.

- ¿Iván? ¿Qué estás haciendo? – preguntó Juli, preocupada.

El pequeño no respondió, pues buscó a los alrededores el origen del aroma, hasta que para su horror vio como una esquina de su casa estaba encendida en llamas, apoderándose de todo lo que estaba a su alrededor.

- ¡Mamá, un incendio! ¡La casa se quema!

- ¿¡QUÉ!?

Impactada con lo que había escuchado, Juli se acercó para abrir la puerta, pero para su mala suerte esta se había atorado. ¿Cómo podía ser eso posible? Ella no la había cerrado, estaba segura de eso.

- ¡Iván, toma a tu hermana y abre la puerta! ¡Rápido! – ordenó exaltada.

Con prisa, el niño tomó a su hermana y se aproximó a la puerta para abrirla, pero aquello fue inútil. La manija estaba completamente atorada.

- ¡Mamá, no puedo abrirla!

- ¡NOO! ¡No puede ser! ¡Por favor, ayúdenme! ¡Mi casa se incendia, mis hijos están adentro!

Desesperada, sin dejar de golpear la puerta para tratar de derrumbarla, Juli empezó a aclamar por ayuda como una histérica. Sin embargo, para su terror, vio como el pueblo entero estaba tomado por las llamas. Todos los habitantes corrían de un lado a otro, gritando aterrorizados, mientras luchaban por salvar a sus familias y las pocas pertenencias que podían; para mala suerte, su casa era la más lejana de todas. ¿Con todo ese escándalo quién iba a escucharla? No podía concebir lo que estaba ocurriendo. Sobre todo, su agonía aumentó cuando escuchó que su bebé estalló en llanto debido al miedo, mientras que su hijo tosía con fuerza por al humo que estaba inhalado.

Todo el pueblo estaba padeciendo la más devastadora de las pesadillas.

...

Mientras que Ordon estaba siendo consumido por las llamas, Dark Link había llegado hasta la Arboleda Sagrada. Ya conocía ese sitio, pero visitarlo de nuevo ahora había adquirido un nuevo significado.

Cuando llegó a la entrada del sitio, pudo ver la piedra de aullido que se encontraba a su derecha. Aquella reliquia con una trágica historia escondida le recordaba a Dark Zelda, la Dama de la Luna, aquella mujer que en solo una noche logró impactarlo y cautivarlo, pero sobre todo asustarlo, pues no solo era dueña de una brutal belleza, sino de unas palabras que lo devastaron hasta el punto de doblegarlo. Cada vez que le brindó una caricia a su rostro provocó que se pierda en un mar de sensaciones inigualables y placenteras; tan agradable muestra de afecto que ansiaba volver a sentir desde el fondo de su inconsciente, por más que lo negara.

¿Cómo era posible? ¿Acaso... la extrañaba? Talvez anhelaba recorrer con su mirada aquellas ardientes curvas que se movían con gracia cuando caminaba delante de él, o aquellos ojos que le sonreían con sensualidad cuando le dirigía la palabra. Deseaba inhalar su perfume, tan embriagante y maravilloso que lo noqueaban hasta erizarle cada partícula de su piel, o aquellos labios que pudo sentir y saborear de manera efímera cuando le robó aquel beso, mientras tenía su daga apuntada a su cuello. Todas esas características en la fémina eran la luz que la rodeaba... y que a él le atraía peor que un imán.

- ¿Luz? Ella no es luz... no como la otra.

Desde el inicio se dio cuenta de que le atraía la luz de la princesa Zelda, a quien él llamaba la Dama de la Luz, pero aquella característica solo quería apagarla, con el único fin de lastimar a su enemigo. Sin embargo, ahora empezaba a ver esa cualidad en la contraparte de ella. ¿Qué le estaba causando esa mujer que tan atrayente y agradable se le hacía? Simplemente, no lo sabía, pero sea como sea, tenía que arrancársela de la cabeza. En su vida no había cabida para ningún tipo de afecto o consideración para nadie, mucho menos para una mujer que amenazaba con robarle el raciocinio.

Siguió con su camino, decidido a dejar de lado lo que él consideraba tonterías de paso. Era normal que le atrajera una mujer como ella, mucho más con lo hermosa que era, pero las cosas llegarían hasta ese límite, pues de ninguna manera dejaría que sus impulsos dominen su razón.

Dark Link llegó hasta los inicios del Templo del Tiempo, y desde la lejanía pudo ver cómo brillaba la Espada Maestra en todo su esplendor, la única arma capaz de erradicar todo el mal que se le cruzara en el camino, y que solo su héroe elegido era capaz de empuñar.

- Estúpida espada, no me sirves de nada. Sin embargo, si todo ser viviente tiene una contraparte, ¿por qué no un arma legendaria?

Fue su última pregunta, antes de acercarse hasta donde se encontraba descansando el sagrado acero.

...

El suelo del Bosque de Farone se veía invadido por el escandaloso sonido del golpeteo de las patas de los caballos, quienes corrían con prisa debido a las órdenes que sus amos les estaban encomendando.

- ¡Espere! ¡No vaya tan aprisa, por favor! ¡Princesa Zelda!

La joven monarca no escuchaba ninguna de las palabras que Auru, su mentor, le estaba diciendo, pues le urgía llegar hasta el pueblo de Ordon. Se sentía completamente destrozada, con las lágrimas saliendo de sus ojos sin que nada pudiera detenerlas, mientras que en su mente rogaba a las Diosas que no sea demasiado tarde. Tenía que impedir que Link llegara al sitio antes que ella, debía alertarlo del peligro al que estaba a punto de exponerse... Todo por culpa de su maldita contraparte.

- No vayas, Link... No caigas en su trampa.

...

Comentarios finales:

Bueno, creo que en este capítulo se ha demostrado que los alcances de DL no tienen límites, pues simplemente no le importa a quién pisotear con tal de conseguir su objetivo; pero como mencionó la princesa al final, esto es una terrible trampa en la que Link puede caer. Ya se darán cuenta a qué se refiere.

En referencia a las casas de Ordon, las he explicado un poco más espaciosas para que se adapten al contexto, cosa que repetiré en el siguiente capítulo, ya que como recordarán, en el juego son muy chiquitas.

Sobre el anterior capítulo, muchos me comentaron que me basé en el mundo de Lorule para crear Mondrule. Para ser sincera, no he jugado ese juego (todavía), así que no me inspiré de ahí. Todo salió de mi loca imaginación.

Espero que les haya gustado el capítulo. Nos vemos en el siguiente ^^.

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