3. El anhelo de sentir
Hace horas que el atardecer había llegado al sendero de su final, mientras que el anochecer se encontraba en su apogeo, teniendo a la luna como su completa protagonista.
Pocos minutos pasaron desde que el portal que transportaba a los jóvenes de la oscuridad se había cerrado detrás de ellos, significando que habían llegado a su destino. Dark Link se quedó perplejo por varios segundos, pensado que la mujer que se encontraba a su lado le había jugado una broma, pues no se habían movido a ningún sitio. Sin embargo, observando detenidamente, se dio cuenta de que, sin duda, estaban en el mismo ático del palacio, pero todo estaba ubicado en sentido inverso, como si se tratara de un espejo.
- Este lugar...
- Bienvenido a mi hogar, el reino de Mondrule. – contestó la princesa.
- ¿Qué? ¿Mondrule? – preguntó perplejo.
- Es el nombre con el que bauticé esta tierra. Es un mundo paralelo a Hyrule, donde únicamente existe el atardecer y el anochecer. Nada más. Descúbrelo por ti mismo.
La joven caminó hacia el balcón, y fue ahí que Dark Link no pudo evitar observarla en su andar. Movía exquisitamente sus caderas, mostrando despampanante elegancia y seducción, provocando que aquella acción lo inquiete, e incluso lo haga sentir acorralado y sin saber qué hacer. No podía apartar la mirada de la dama, y eso que estaba cubierta por su vestido; no quería imaginar si fuera lo contrario. Sin embargo, lo que el guerrero desconocía, era que la princesa sabía muy bien a dónde quería llegar con sus intenciones de provocarlo.
Dark Zelda abrió las cortinas y ventanales, y fue así que le mostró a su invitado el mundo que consideraba su amado hogar.
Dark Link se asomó al balcón, encontrándose con una tierra donde la luna estaba al alcance de su mano, tan cercana y brillante que no le debía un favor al sol. Las estrellas rodeaban aquella magnífica estructura con gracia y belleza, creando así un espectáculo nocturno digno de admirar.
- Así no lo menciones, sé que te has quedado encantado. – dijo la joven, fascinada mientras miraba a su compañero.
- Es increíble. ¿Cómo puede existir un mundo como este? ¿Hay más personas o eres la única habitante? – preguntó, mostrándose sorprendido.
- Hay más personas en el pequeño pueblo que resguarda este palacio.
- ¿Palacio?
- ¿Por qué te sorprendes? Mira a tu alrededor. Además, ya te lo dije, este es un mundo alterno a Hyrule. Y ya no hagas tantas preguntas, pues poco a poco te las iré respondiendo. – contestó Dark Zelda, hablando de la manera seductora que la caracterizaba.
El joven observó a sus alrededores para mirar los pilares del palacio, los que eran idénticos al de Hyrule, algo que lo sorprendió por completo a pesar de ya haberlo imaginado. Desde la lejanía pudo ver la ciudadela a la que la joven se refería, igual a su contraparte, pero con algunas personas yendo de un lado a otro, animadas en sus actividades. Todas se diferenciaban entre sí, pero la única característica que tenían en común eran las tonalidades que teñían sus cabellos, o una que otra mirada carmesí. ¿Qué clase de mundo era ese? ¿Acaso había más seres como él?
- Aquellos que tanta curiosidad te han causado son seres como nosotros. Son la contraparte de todas las personas que habitan en el otro lado. Y si han llegado hasta aquí es porque se han aceptado sí mismos. – dijo la princesa.
- ¿Aceptado?
- Así es. No necesariamente las sombras y la oscuridad son sinónimo de maldad, ni tampoco es un yugo con el que naces obligado a ser un ente de las tinieblas. Solo es un estado que uno posee con libre albedrío de manejar.
- No hay ser de la oscuridad como el que describes. No somos más que las bajas pasiones que los seres de la luz no se atreven a cometer, ya sea por miedo, autocontrol, vergüenza o normas sociales impuestas. ¿Tener una vida reprimida? ¡Para nada! Es por eso que me siento liberado al estar separado de ese imbécil, quien muy pronto pagará por lo que me debe. – indicó el villano, mostrando seguridad y furia en sus palabras.
- ¿Qué te ha hecho? ¿Por qué lo odias tanto? – preguntó la dama, perpleja.
- ¿No lo comprendes? Existir por sobre mí, encarcelarme, eso es lo que ha hecho. Este mundo es muy pequeño para los dos, o vive él o vivo yo. Además, él tiene algo que deseo, que lo obtendré sin contemplación, para luego deleitarme con sus lágrimas de sangre por habérselo arrebatado.
- Zelda, te refieres a ella, ¿cierto?
- Así es.
- No sabía que estabas enamorado de ella. – dijo Dark Zelda, incómoda.
- ¿Enamorado? ¿Yo? ¡Por favor! El amor no tiene para mí ningún significado. Simplemente, me atrae, es hermosa y quiero hacerme con ella como un simple y vano deseo. ¿Tienes idea de cómo se sentiría Link de ver que la mujer que tanto adora se cambia de su cama para irse a la mía? De seguro se suicidaría. – contestó mordaz, mostrando una mueca de satisfacción.
La Dama de la Luna guardó silencio, mostrando su semblante desencajado a lo escuchado. Se sentía dolida con el apasionamiento que el joven mostró al hablar de la princesa. Le desagradaba, no se le hacía justo. Se quedó meditando, apenada y resentida por las palabras recibidas, pero luego retomó la postura segura y altiva que desde el inicio había evidenciado. Solo debía llenarse de paciencia para conseguir lo que tanto deseaba.
- ¿Acaso tú no odias a tu contraparte? ¿No le guardas rencor porque por su existencia tú no eras más que una inmunda sombra? – preguntó el ente a la dama.
- Yo soy quien soy, y eso es lo que te responderé por el momento. – contestó, mostrando seguridad.
- ¿Por qué...?
El villano no pudo completar su pregunta, pues el dedo de la joven fue colocado en la comisura de sus labios para silenciarlo, provocando que aquella acción lo incapacite. ¿Cómo era posible que un simple roce de la hechizante mujer lo dominara? Tenía que reconocer que le encantaba como lo trataba, a pesar de no aceptarlo.
- ¿Qué es lo que me está pasando? Yo no siento ni disfruto lo que no sea el odio y la destrucción, sin embargo, me es agradable que me toque, que me mire... ¿Qué es lo que has hecho conmigo, mujer? – pensó, sin poder detener los fuertes latidos de su corazón.
- ¿Podemos seguir en lo que estábamos? Aún hay mucho que quiero mostrarte. ¿Quieres saber cómo llegué a este lugar? – preguntó la princesa, sonriendo como sabía que al joven lo impactaba.
Incapacitado de responder, el joven asintió con la cabeza, se sentía ansioso de escuchar el relato que la dama quería darle. Antes de hablar, ella se quedó en silencio unos segundos, sabiendo que las palabras que iba a revelarle resguardaban un misterio sumamente complejo, el que solo debía tener para ella... al menos por el momento.
- Una vez que asimilé por completo mi forma, al igual que tú, empecé a deambular por el palacio de Hyrule, hasta que, sin haberme dado cuenta, llegué al ático. Me asomé al balcón a mirar la Luna, y me sentí encantada de verla por primera vez por medio de mis propios ojos; estuve deseosa de tocarla, me estremecí por su manera de brillar sin importar que tan oscura pueda ser la noche. Es por eso que me bauticé con el título que conoces, la Dama de la Luna, pues mi objetivo en esta nueva vida que tengo es ser un ente de luz en medio de las tinieblas, capaz de guiar a quien se encuentre perdido, como lo hice con las personas que me nombraron su soberana.
Quedó impactado al escuchar las inverosímiles palabras de la joven. Ella era un ser de la oscuridad y buscaba tener la luz dentro de su vida. Era algo contradictorio.
- Sé lo que estás pensando, que desear la luz en mi vida es una completa tontería, algo imposible para un ente como yo, nacido del lado oscuro de alguien. Pero así como en la luz habita la oscuridad, la situación puede ser a la inversa. Lo acepto, soy un ser de las sombras, pero no por eso debo dejarme llevar por mi naturaleza, sobre todo si uno de mis más grandes anhelos es sentir y gozar de lo placentero y hermoso hasta que mi corazón estalle de éxtasis. Es lo que busco, vivir esas sensaciones que solo los seres de luz tienen el privilegio de tener. – expresó la dama, colocando en su pecho su delicada mano, mientras cerraba sus ojos.
- Sadismo y lujuria es lo único que busco. Insanos y efímeros deseos que se extinguirán una vez que se vean cumplidos. Hasta que otros lleguen y tomen su lugar. – dijo mordaz el joven de la oscuridad, desarmando la cursilería del mensaje de la princesa.
- Yo no busco lo efímero, sino lo permanente y verdadero.
- No te comprendo en lo absoluto.
- Y no te culpo por eso, te entiendo, pues alguna vez yo estuve caminando por tu mismo sendero, hasta que una situación me hizo cambiar mi pensamiento.
- ¿Qué situación?
La joven volteó el rostro, mostrando deseos de no responder esa pregunta. Aún no era el momento, tenía que ir paso a paso si deseaba cumplir su mayor anhelo, el que se relacionaba al hombre que se encontraba frente a ella.
- Al parecer quieres aparentar lo que no eres, un ser puro e inmaculado. – espetó Dark Link con frialdad.
- Te equivocas.
Dark Link se impactó por completo al sentir que la joven volvió a acariciarlo en el rostro, incluso de manera mucho más descarada. Dark Zelda tocó con sus dedos los labios del villano, causando que este los entreabra debido al encantamiento; rozó con la punta de sus uñas su cuello, motivo por el que el joven empezó sofocarse ante tan exquisita sensación, una que jamás había sentido. Sin embargo, se pasmó terriblemente cuando la dama pegó más su cuerpo al de él, sin necesidad de usar sus manos, frotándose lento con su cadera.
- Puede ser que la maldad no esté en mis planes, pero no tienes ni la menor idea de las fantasías y deseos que me gobiernan, cosas capaces de mancillar al más puritano de los seres. No me subestimes que te puedes llevar una sorpresa. – expresó la dama al guerrero, susurrándole con dulzura al oído.
Se quedó mudo, sin saber qué decir, sintiendo que desfallecería ante la cercanía que tenía la joven con él. Sus deseos de cometer actos impropios estaban a punto de salirse de control, cosa que para un ser como él no hubiera sido nada difícil, pues no conocía los límites de la moral y el respeto. Sin embargo, se contuvo debido a que se encontraba invadido por un sentimiento que jamás creyó que llegaría a experimentar, uno que solo pertenecía a los patéticos y débiles. El miedo.
Dark Link no podía concebir que estaba siendo dominado por un ser a quien recién conocía. Aún no había nacido el individuo capaz de doblegarlo, y tampoco lo haría. Jamás se dejaría llevar por sensaciones que solo estupidizaban por completo la razón.
Orgullosa de las contradicciones que estaba causando en la mente del joven, Dark Zelda sonrió maliciosamente y se separó de su cuerpo, decidida a proseguir con su relato.
- Siguiendo con mi historia, me sentí plena por conocer la Luna, deseando con todas mis fuerzas vivir en un sitio donde por siempre pudiera contemplarla, y que el Sol no fuera capaz de opacar su grandeza. Fue ahí, que al entrar al ático me empecé a contemplar al espejo, y vi reflejarse en el mismo todo lo alterno que significaba Hyrule, la imagen en la que muchos ven la maldad, cuando en realidad posee lo mismo que miras, pero desde diferente perspectiva.
- Es decir que... ¿Este mundo fue creado por ti? – preguntó el guerrero.
- No fue creado por mí, pero sí soy la responsable de haberle dado sentido, y aquello provocó que se establezca. Pasó de un estado de caos a orden, permitiendo que los seres que vagaban sin rumbo fijo tengan un sendero por el que seguir. Las pocas personas que habitan este reino, saben que soy la causante de haberlo transformado, y es por eso que me nombraron su soberana, pues sin haberlo planeado, cree un mundo donde pudieran aceptarse a sí mismos, en vez de lamentarse y frustrarse por el simple hecho de existir. Una lucha inútil que no los llevaba a nada.
El joven se sintió aludido por todo lo que la dama le estaba diciendo. Definitivamente, él no tenía deseos de cambiar su manera de pensar, él era un ser oscuro, había nacido de las reprimidas bajas pasiones de su contraparte, y su deber era expresarlas para mostrarse más poderoso que él, hacer lo que él jamás haría por la inmunda luz que lo dominaba. Por algún extraño motivo le costaba creer lo que la princesa le estaba relatando, algo mucho más allá existía en ese mundo iluminado por la blanca soberana de la noche.
- ¿Piensas que todos los seres de la oscuridad se sienten tan vacíos como la pobre gente que te ha nombrado su soberana? No generalices, pues yo soy diferente a ellos. No tengo anhelos ni deseos de progreso, sino solo de destruir al malnacido que me reprimió por siglos, por reencarnaciones y eras. – espetó el Guerrero de las Sombras, hastiado de su enemigo.
- ¿Y una vez que lo logres? ¿Qué harás?
Ya había perdido la cuenta de las veces que la princesa oscura lo había dejado callado, sin argumentos con los que defenderse. De haber sido cualquiera, sin dudarlo lo habría aniquilado, no se hubiera complicado en refutarle nada, pero con ella simplemente se sentía indefenso, por más que luchara por no demostrarlo.
- Mientras piensas en tu respuesta, debes saber que conocer a todas estas almas errantes no fe lo único bueno con lo que me encontré en este mundo. Tengo una amiga. – dijo la joven, cambiando de tema.
- ¿Una amiga? – preguntó, mostrándose sorprendido.
- Ven conmigo, te la presentaré.
La joven tomó la mano del Guerrero de las Sombras con suavidad, causando que este, sin refutar, se deje guiar por ella. Definitivamente, algo le estaba sucediendo por su causa, inexplicable y enigmático. Ambos salieron del ático y bajaron por las escaleras, encontrándose con los pasillos del misterioso palacio del reino de Mondrule; sin lugar a dudas idéntico al de Hyrule. Las pocas personas que pasaban, quienes eran los súbditos de la princesa, la saludaban a ella con sumo aprecio y cordialidad, sin embargo, a Dark Link lo miraban con extrema malicia, desconfianza y hasta con ira. Ante esas reacciones, el villano ni se dio por ofendido, más bien les devolvía el gesto demostrando que no debían meterse con él, sino lo pagarían caro. Dark Zelda notó eso, y aquello no le gustó en lo absoluto, pues se trataba de su gente y del hombre que le importaba.
Luego de unos minutos, los jóvenes llegaron a su destino, la biblioteca principal. No era una novedad que aquel lugar estuviera repleto de libros, los que seguramente eran los mismos que estaban en el palacio de Hyrule. Dark Link tomó uno entre sus manos, descubriendo que estos se leían de derecha a izquierda, algo normal debido a las actuales condiciones. Siguió ojeando algunos de ellos, mientras que la dama lo contemplaba encantada, imaginando múltiples cosas en su mente que se relacionaban a su compañero, al hombre que desde hace meses había observado desde las sombras. No podía creer que después de tanto tiempo lo tenía frente a ella, en su hogar. Lo único que añoraba era que él sea el instrumento para cumplir con sus anhelados sueños.
Dark Link siguió observando el lugar con curiosidad, hasta que un peculiar objeto se llevó su atención.
En un pedestal se encontraba una rosa roja, brillante y de gran tamaño, plantada en una maceta alta de plata. Dejándose llevar por la curiosidad, el guerrero se dirigió hacia donde se encontraba, provocando que al tenerla cerca se estremezca con su belleza y el aroma que desprendía, uno que se le hacía sumamente conocido. En ese momento, se disponía a tocarla, pero las palabras de la Dama de la Luna lo detuvieron.
- ¡Espera, no la toques así!
La princesa se dirigió a donde se encontraba el joven oscuro, y al estar cerca de la rosa empezó acariciar sus pétalos con dulzura y delicadeza.
- Sé buena con mi invitado, mi preciosa rosa. Compórtate como la dama que eres.
- ¿Estás hablando con la rosa? – preguntó perplejo.
- No es cualquier rosa, es mi amiga, la que vine a presentarte. Es la única que me hace compañía en este solitario lugar. Yo la cuido y la riego a diario, motivo por el que ella siempre me lo agradece. – respondió, mirando con encanto a su compañera.
Ante esas palabras, la delicada flor empezó a brillar con más intensidad, provocando que de uno de sus pétalos empiece a salir una misteriosa esencia que humedeció los dedos de la dama, los que se llevó a los entresijos de su cuello. Pocos segundos pasaron para que la piel del guerrero se erice ante la fragancia que empezó a invadir el ambiente, el mismo que lo enloquecía desde que la noche había comenzado.
- Ese aroma...
- Es la fragancia que tanto te gusta y te provocó curiosidad.
- Yo... – evadió la mirada de la princesa al verse descubierto.
- ¿Ahora entiendes por qué esta rosa es especial? Cuando llegué a este mundo empecé a explorar los alrededores, hasta que en mi recorrido encontré la rosa caída en el suelo, con las raíces lastimadas y a punto de marchitarse. Me dolió verla en ese estado, así que la recogí y la traje conmigo.
- Vaya, ¿compasión por una rosa? – preguntó, burlón e irónico.
- Quise hacerlo y así fue, y no me arrepiento, pues así descubrí que lo que rescaté fue más que una simple rosa. Es única en su especie. Siempre que está contenta y agradecida me regala su perfume.
Ante el relato de la princesa, Dark Link empezó a contemplar la rosa, la que le recordaba de gran manera a la joven que se encontraba a su lado, tan hermosa provocativa, misteriosa y hechizante. Le costaba creer que un ser al que consideraba insignificante fuera tan poco común; una simple criatura del mundo vegetal.
- Puedes tocarla, pero debes tener cuidado. Ella es hermosa, pero muy caprichosa y consentida, si eres brusco con ella te clavará sus espinas, y créeme que eso no te va a gustar nada.
- Mejor en otra ocasión, me cuesta creer que una rosa tenga "personalidad". Es una especie muy extraña. ¿En serio la encontraste en un simple recorrido por este reino? ¿Dónde la hallaste exactamente?
Ante esa pregunta, el corazón de la joven se estremeció terriblemente, a pesar de que no lo demostró de manera externa.
- La verdad... la hallé en una arboleda... el Bosque de Gehena.
- ¿El Bosque de Gehena? ¿Qué clase de sitio es ese? – preguntó interesado.
- No creo que sea de tu interés.
- Dímelo, ya me estoy hartando de tanto misterio. – exigió Dark Link, mostrándose impaciente.
- Lo único que debes saber es que de ninguna manera debes pisar ese sitio. Nunca.
- ¿Entonces por qué fuiste para allá?
- Ya te lo dije, me encontraba recorriendo el reino, y sin darme cuenta llegué hacia la frontera... pero no avancé más. Ya basta de preguntas. – contestó la princesa, decidida a finalizar la conversación.
La dama se volteó para que Dark Link no logre verle su perturbado rostro. No quería hablar de ese tema, no deseaba recordar. Sin poder evitarlo, sus ojos se humedecieron, causando que su mente rememore ciertas palabras que marcaron su vida por completo.
- ¿Te pasa algo?
Se asustó al escuchar el llamado de su compañero sacándola de sus pensamientos, por lo que no perdió el tiempo y se limpió las pocas lágrimas que había derramado, por suerte Dark Link no se había dado cuenta. Se dio la vuelta para observarlo de la manera que tanto le gustaba, apasionada e intensa, causando que el guerrero se estremezca y se sonroje ligeramente, cosa que era la primera vez que le pasaba.
Aterrado de lo que estaba experimentando, volvió a tomar su semblante mordaz y desinteresado ante la princesa, sin ningún tipo de debilidad. Ante eso, la joven se sintió desencajada, apenada de ver que el guerrero se resistía a sacar ese lado emocional, pero no por eso se iba a dar por vencida. Si meses había esperado, podía hacerlo por el tiempo que fuera necesario.
Evadiendo por completo la mirada de la princesa, Dark Link empezó a ojear otro de los libros del lugar, hasta que se encontró con uno que le llamó la atención, pues no tenía título alguno. Cuando se disponía abrirlo, las manos de la joven detuvieron sus acciones, motivo por el que soltó el libro y permitió que ella lo tomara.
- ¿Me permites resumirte qué esconde este diario?
- ¿Diario? – preguntó sorprendido.
- Así es. Me sorprende que justamente este te haya llamado la atención, ya que por falta de un título no atrae. Es una tragedia, la más desgarradora que ha existido.
- Te escucho.
- Esta es la historia de un amor que nunca pudo realizarse. El Héroe del Tiempo y la Princesa del Destino. Aquellos jóvenes se amaron, pero aquello no pudo ser debido a sus diferencias sociales, además que el guerrero jamás fue reconocido por sus méritos. Un día, desesperado por probarse a sí mismo para ser alguien digno de su amada, se encaminó a un viaje en un misterioso bosque del que no tuvo retorno. La dama, desquiciada por la ausencia del hombre que amaba, colocó en la entrada del lúgubre lugar una reliquia con el símbolo que representaba a su reino, grabando en la misma el lastimero susurro de su canción de cuna, cuya función era permitir que el caballero la escuche y pueda retomar el camino a casa. Aquella piedra era una guía para el caballero, la que nunca pudo encontrar.
¿Una piedra guía? ¿En dónde había escuchado algo como eso? Aquella historia a Dark Link se le hacía familiar, como si él mismo la hubiera vivido en carne propia... o al menos de manera aproximada.
- Sé lo que estás pensando, y tus ideas podrían ser ciertas. La reliquia que se describe en este diario es la misma que tú conoces, las de aullido, las que en el pasado fueron conocidas como las piedras Sheikah. Existen varias repartidas por todo Hyrule, siendo la única distinta la que se encuentra en la entrada de la Arboleda Sagrada.
- ¿Ah?
- ¿Nunca te preguntaste por qué aquellas piedras del aullido son tan iguales, pero se distinguen de la que se encuentra en la Arboleda Sagrada? Hay rumores que dicen que esa es la misma que la Princesa del Destino dejó para guiar a su amado para que regrese junto a ella.
- ¿Eso crees? ¿Entonces cómo se supone que existen las otras piedras? ¿También fueron creadas por la misma princesa?
- Por supuesto que no. Ella, en ese entonces, había muerto siendo víctima de su desquicio por la pérdida de su amor. Las piedras que se encuentran repartidas por todo Hyrule, se rumora que fueron creación del fantasma de aquel guerrero, lo que realizó en honor al acto que su amada había tenido para con él, y aquello también serviría para guiar al héroe elegido que tú conoces, del que te has originado. ¿Y por qué son piedras Sheikahs? Podría ser por muchas razones, aquella princesa tenía la capacidad de convertirse en una, poseía ese poder en su interior, por lo que pudo haber sido adquirido por él cuando se volvió inmortal, ya que en vida él no poseía magia, pero en espíritu si, como lo demostró en los entrenamientos con tu contraparte. Muchas cosas se dicen de esa amarga época, incluso se rumora que la regente transportó el Templo del Tiemplo a los entresijos de la arboleda para que el guerrero encuentre su sagrada arma con mayor facilidad y regrese a su hogar, y es por eso que se dio el cambio de posición de las zonas con el paso de los siglos.
- Eso quiere decir que...
- Nuestras contrapartes son los descendientes de aquellos amantes que nunca pudieron unirse... hasta ahora. Ellos son almas enlazadas, y es por eso que en la actualidad están juntos, disfrutando de su amor sin atadura alguna. Creo que eso lo has notado muy bien. – terminó su relato, sonriendo ante eso.
- Claro que lo he notado... y sinceramente tu historia es la peor que he escuchado. Es absurda. – dijo el villano, mostrando desagrado y asco.
- No es mi historia ni tampoco es absurda. Fue un amor que en el pasado fue negado, y que ahora se pudo hacer realidad. Es algo que me estremece por completo.
- Espera... ¿No me digas que para ti el amor tiene algún valor? ¡Sería estúpido! ¿¡Tú!? ¿¡Un ser de las sombras!?
- ¿No lo desearías?
- ¿Qué cosa? ¿Amar? – preguntó indignado.
- Sentir...
- ¿Ah?
- Sentir, disfrutar... vivir.
La joven empezó a acercarse hacia donde se encontraba Dark Link, causando que este se empiece a alejar de ella, mientras el terror comenzaba a acorralarlo debido a lo intimidado que se sentía. De ninguna manera permitiría que ella lo someta, nadie lo haría. Rápidamente, el guerrero metió su mano al bolsillo para sacar el arma con la que había intentado asesinar a Link mientras se encontraba retozando con la regente, la misma que iba a usar en esos momentos para herir a la dama de la noche. Sin perder ni un solo minuto, la sacó y se dispuso a clavarla en el pecho de esta, pero se detuvo al sentir como un objeto se posó con delicadeza en su cuello. Espantado, movió los ojos para descubrir que la punta de una daga se encontraba rozando la piel de su cuello. No comprendió en qué momento las cosas se le habían salido por completo de control. Por inercia volvió a guardar la daga en su bolsillo, para luego caer de rodillas al suelo mientras observaba a la princesa desde arriba apuntándole con su mortífero instrumento.
- ¿Qué es lo qué...?
- No tan rápido, querido... Si tú vas, yo ya estoy de regreso, si tú juegas, yo lo hago mejor. ¿A qué le temes? ¿Tanto miedo te provoca lo que te inspiro que quieres aniquilarme? – preguntó, mostrándose furiosa en su mirada, pero herida y traicionada a la vez.
- Suéltame...
- Deseas con toda tu alma asesinar a tu contraparte, ¿y después qué harás? – preguntó, sabiendo que aquella cuestión martirizaba al guerrero.
- Ese no es tu problema...
- ¿Por qué tienes miedo a sentir?
- ¡Yo no le temo a nada! – exclamó descontrolado.
- ¿Ah sí? Temes vivir, sientes miedo de gozar y entregarte a lo placentero. No tienes idea de lo que te pierdes... pero en tu cuerpo no te mandas solo.
Con delicadeza, la joven movió su daga y levantó el cuello del guerrero, obligándolo a mirarla a los ojos. Fue entonces, que este se estremeció con el hechizo de sus carmesís pupilas, excitantes y preciosas, como dos rubíes entremezclados con el apasionante fuego, ansioso por absorber al ser que se encontraba reflejándose en ellos con intensidad. La Dama de la Luna se acercó lentamente al rostro del villano para cubrir sus labios en un fugaz y apasionante beso, el cual finalizó relamiendo con hambre y ansiedad la comisura de sus labios. Dark Link sintió que moriría ante tan atrevida caricia, sus piernas se paralizaron, su voz se había apagado y su respiración se había entrecortado.
Dark Zelda rio con descaro ante la reacción del joven, quien se veía por completo incapacitado ante el beso que había recibido, tan efímero, pero a la vez intenso y sediento de pasión. Impactado y sin saber qué decir frente a la dama, Dark Link se puso de pie con dificultad y se retiró de la biblioteca, dejando a la princesa sola con su gracia, con su satisfactoria sonrisa debido a sus acciones.
Pocos segundos pasaron para que aquel gesto de alegría se desvanezca en el rostro de la joven, y fuera reemplazado por la tristeza y desolación. Lentamente, la Dama de la Luna se dirigió a donde se encontraba la rosa, la que se iluminó en el momento en que sintió que su ama estaba cerca, pero se apenó al percibir que esta se encontraba triste y cabizbaja. Hubiera deseado tener la capacidad de hablar para poder consolarla; aunque no necesitó de eso para saber que el causante de su dolor era el oscuro joven que había acabado de conocer.
- ¿No lo desearías? Sentir, disfrutar... amar.
...
Dark Link se encontraba frente al espejo del ático del palacio de Mondrule, observando su reflejo con sumo interés, el que estaba completamente diferente al que él conocía. Se encontraba sofocado, sonrojado, como nunca antes se había visto. ¿Qué le había pasado? Aquel cambio lo había causado la joven que hace solo unas horas había conocido, la que lo había llevado a un mundo desconocido, la que le había mostrado su hogar... y lo peor de todo, la que lo había amenazado de muerte para defenderse de él, para después besarlo con descaro. No hizo nada, simplemente se quedó estático. Ella lo había puesto a su completa merced.
- Esto no puede ser posible...
Le costaba admitirlo, pero aquel beso le había fascinado y encendido, y lo reconoció debido a que no podía dejar de tocar sus labios para rememorar la fugaz y húmeda caricia que la dama le había otorgado con su boca y lengua, o más bien le había robado. Muchas reacciones fueron provocadas en su cuerpo con aquel acto, unas que de ninguna manera había experimentado antes, ni siquiera cuando observaba y escuchaba a Link y Zelda en sus apogeos entre las sábanas o en los rincones escondidos del palacio. ¿Qué le estaba pasando? ¿Qué era aquello tan placentero que sentía?
- No... yo no puedo, ni quiero sentir placer. ¡Nada de eso me sirve! No puedo desviarme de mi meta, ver a Link agonizando, llorando a mis pies, muerto por mis propias manos. Esto no volverá a repetirse, no pienso permitir que esta mujer vuelva a cruzarse en mi camino. Lo siento, Dark Zelda, pero no volveremos a vernos jamás. – se dijo a sí mismo, horrorizado.
Decidido a que nada ni nadie intervenga en sus planes, Dark Link tocó el espejo y se dio cuenta de que este también reaccionó a su energía, y abrió el portal de regreso a Hyrule. El amanecer en la sagrada tierra de las Diosas estaba cerca, y eso significaba otra oportunidad para poder cumplir con sus terribles planes.
- Maldito Link, lamento decir que tu salida de hoy se convertirá en una completa pesadilla...
Y sin decir más, el villano entró al portal y se desvaneció, regresando a la tierra de Hyrule al encuentro con su enemigo.
...
Comentarios finales:
Hola, chicos. Espero que estas dos semanas de espera hayan valido la pena y les haya gustado el capítulo. Elegí el nombre del reino "Mondrule" porque "Mond" significa "Luna" en alemán, y para que sea paralelo a Hyrule debía terminar en "rule".
Lo de la rosa no tiene nada que ver con lo de la Bella y la Bestia, mi idea es completamente original, por lo del perfume.
¿Descubrieron la parte de la teoría de TP? Les cuento que eso noté ahora que me encuentro jugando el juego en HD, pues me pareció muy curioso que la única piedra de aullido que sea distinta, que tenga la marca de la Trifuerza y la Nana de Zelda, se encuentre en la Arboleda Sagrada donde está Skullkid (especie que en OOT estaba en los Bosques Perdidos). Se me ocurrió esa loca teoría por la aparición de la Sombra del Héroe en el juego, ya que él usa las piedras para guiar a Link en el viaje, y pensé, ¿y si Zelda no hizo lo mismo para guiar a Link? Obvio sabemos que el guerrero nunca pudo retornar, además también uno se pone a pensar el motivo por el que la el Templo del Tiempo está en los entresijos de ese sitio; talvez Zelda lo puso ahí para que Link la encuentre, e incluso el portal que la protege (las dos estatuas) se activa con su canción.
En fin, eso solo es una idea que se me ocurrió, hubiera querido que se me ocurra para mi anterior fanfic "El desquicio de mi deseo" (lo usé como cameo aquí también), pero bueno, ya lo usaré para otra historia a futuro... Y esa, para mí, es otra evidencia del zelink en el juego.
Ya deben haberse dado cuenta que Dark Zelda no es una mala persona, pero es sumamente atrevida y seductora, sabe lo que quiere y lo conseguirá a como dé lugar, aunque eso no la ciega porque sabe cómo defenderse.
Bueno, sin más que decir, les agradezco mucho por sus comentarios.
¡Nos vemos! ^^
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