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Los tiros resonaron en el prado, una lucha campal entre dos mafias se llevaba a cabo, con detonadores y bullicio, órdenes flotando en el aire de cada lado. Daniel estaba con un rifle en la mano, ubicado sobre el techo de la casa, disparando a lo lejos, a aquellos enemigos ocultos entre la maleza. Sus subordinados estaban abajo, aunque unos cientos metros más lejos disparando a diestra y siniestra contra los Song. Los bandos se podían diferenciar con claridad, el número una prueba de ellos. Los Song parecían más, pero la mafia Lee contaba con la afilada vista de Daniel y la rapidez al disparar de Jeongin.
— A Jihyo le disgustará mucho esto — Se dijo a sí mismo. — Detesta la sangre sobre sus plantas.
Dio tres disparos más, uno tras otro a un grupo oculto entre un par de árboles cerca del portón de la propiedad. Pero Daniel estaba buscando a Yun-Hyeong, quería asesinarlo tan pronto como pudiese para acabar con esa batalla, aunque sabía que bien podría llevarles más tiempo. El hombre estaba empecinado en llevarse el primer lugar en el podio de mafias de Seúl. Tanto lo quería que fue capaz de enviar a la cárcel a su sobrino, el heredero, y de asesinar a su propio hermano. Esa era una retorcida monarquía como las de antaño.
Al parecer, el fiscal era un cobarde que no daba la cara, ya que no lo había visto en ningún momento. Claro, lo mismo podrían decir los Song de él, pero Daniel no estaba ocultándose, de hecho, estaba en el mejor lugar para atacar. Un ataque sorpresa era lo que lo llevaría a la victoria. Por otro lado, a Jeongin le gustaba estar siempre al frente, le gustaba ser el primero en disparar y el último que quedara. Desde muy joven fue así. Jeongin era el único hijo biológico que tenía, pero jamás menospreció a Felix o a Jisung por no serlo, en realidad, siempre quiso protegerlos a pesar de ser menor a ellos con un año y medio. Jeongin heredaría la mafia como si se tratara de una monarquía, aunque en realidad, el chico se lo merecía, era despiadado y con un gusto particular por esos turbios negocios. Y en un de esos turbios negocios conoció a Christopher, un empresario de Taegu que estaba en la lista de enemigos de la mafia Lee, y cuando Jeongin pensó encargarse de esa piedra, resultó enamorado del chico. Un hombre que no le temía a Jeongin ni mucho menos, no cuando en realidad le gustó el menudo cuerpo del joven y esos dulces labios lindos. Jeongin fue renuente a sus sentimientos al inicio, pero en medio de tantos intentos por asesinarlo y que ninguno salió como lo esperado, terminó sobre el sofá del empresario, con las piernas desnudas y abiertas.
Jeongin era un tornado.
Aun cuando tanto Felix como Jisung recibieron entrenamiento en armas y pelea, a ninguno le gustaba hacerlo, era quizás algo de genes.
El estruendo de una mini bomba resonó, y un gélido viento los envolvió antes de una bruma de polvo. Tan cerca de Jeongin... En medio de la neblina, Daniel buscó a su hijo con la mirada, pero poco o nada lograba ver, y cuando comenzó a disiparse, divisó varios cuerpos regados, uno que le pareció el de Jeongin. Inmediatamente el miedo comenzó a corroerlo, y una ansiedad le llenó el pecho. Escuchó gritos, y finalmente logró ver a Yun-Hyeong bajando de un auto oculto tras varios árboles. Parecía que el hombre saboreaba una precoz victoria.
— Si tocaste a mi hijo, el mismo infierno te parecerá el cielo cuando acabe contigo — Masculló, lanzando un certero disparo a la cien del hombre, pero otro disparo se escuchó al mismo tiempo y esa bala mató a Song. Daniel dirigió su mirada en dirección de donde el disparo provino, y encontró a su joven hijo con el revolver en la mano. El pecho se le hinchó de orgullo. — Nunca me decepcionas, Jeongin.
Sobre el pasto quedó tendido el cuerpo inerte del mafioso, y esa fue la señal para que todo miembro de la mafia Song se retirara, bajo pocos disparos y corriendo entre la maleza hasta desaparecer los pocos que quedaban.
El heredero de la mafia Lee ladró un par de órdenes antes de retirarse al interior de la casa dando por terminada la batalla y celebrando su victoria. Daniel se quedaría un tiempo más sobre el techo, teniendo su experiencia, sería muy ingenuo no revisar el territorio por última vez.
— ¡Jeongin! — La gruesa voz de Bang Chan lo tomó por sorpresa apenas entró en el salón, y el cuerpo del moreno se lanzó contra él.
— Chris — Jadeó el jovencito.
— Creí que, tu-
— Estoy bien — Le aseguró, a pesar de la ropa rasgada por haber rodado por la tierra y de la suciedad en su rostro y traje. — No tienes que preocuparte.
— Creí que te sucedió algo.
Los brazos del chico se envolvieron con firmeza alrededor del delgado cuerpo de su pareja, no queriendo soltarlo, no queriendo perderlo. Jeongin, aunque era poco acostumbrado a las muestras de afecto, se dejó mimar y como un gato se restregó contra el pecho ajeno. A veces se volvía como un manso gatito entre los brazos del moreno, le gustaba sentirse amado.
— Sólo estoy algo sucio, eso es todo.
— Prefiero que sea así, cualquier cosa mientras regreses a mi lado, vivo.
Hyunjin vio a Jihyo entrar a la recámara nuevamente y decirle a Felix que el fuego cesó, y él supuso una victoria para los Lee. Justo después el médico se marchó diciéndole que estaba en buenas condiciones, con una cortada poco profunda que ahora estaba oculta bajo una gasa, aun así, recomendó que se hiciera un examen más profundo para descartar cualquier herida interior.
— Iré con tu padre.
— Mamá — Llamó Felix, — ¿Pueden Hyunjin y Minho quedarse en la finca?
Hyunjin frunció los labios y entornó los ojos, preguntándose a qué venía todo eso. Él realmente no quería quedarse más tiempo ahí por muy bello que fuese el lugar, el aura oscura de Daniel le hacía estremecer... Además, quizás festejar su reconciliación como quería no sería bien visto bajo ese techo.
— Por supuesto, supongo que pueden acomodarse en las recámaras para huéspedes.
— ¿Y si Hyunjin se queda en mi recámara? — Tentó, y a Hyunjin le pareció un adolescente suplicándoles a sus padres un favor con una oscura intención detrás.
— Pero, por favor, en silencio — Mencionó pícara antes de abandonar la recámara.
Hyunjin tragó grueso, realmente no quería probar el temple de Jihyo, mucho menos el de Daniel. Debía de controlar a Felix esa noche, así se evitaría un balazo inesperado. Quizás si lo esposaba a la cama y lo amordazaba, no, esa imagen sólo lo haría desnudarlo y follárselo como la primera vez.
— Tal vez deberíamos dormir separados.
— ¿No quieres estar conmigo, Hyun?
"Todas las noches de mi vida", respondió Hyunjin en su mente.
— Lo que no deseo es provocar un problema con tus padres.
— Entonces tendrás que amordazarme — Murmuró con sensualidad.
Oh, no. Era demasiada la tentación, no podría con ella toda la noche, menos si Felix estaba amordazado, seguramente encontraría la forma de gemir descarado.
"Quizás si follamos en el prado...", pensó descarado.
Jisung llevaba de la mano a Minho hasta el lago en el frente de la casa, pasando a lado de los pocos cuerpos enemigos regados por la propiedad. Los sirvientes de la casa limpiaron y retiraron un par de cadáveres, al mismo tiempo que todo casquillo desaparecía. Minho se estremeció al ver el número de muertos y para Jisung parecía muy normal. Normal. Quizás para un policía sería también normal, aunque Minho nunca llegó a acostumbrarse a la idea.
— Nunca creí que verdaderamente vendrías a buscarme.
— Con franqueza, tuve miedo de que aún viniendo te rehusases a perdonarme.
— Que hayas venido dejando tu trabajo significa el mundo para mí.
— Tú eres mi mundo.
Los labios de Minho se acercaron a los de Jisung y con dulzura le arrancaron un beso que tanto necesitaban, sus almas clamaban por el roce, ansiaban ver sus lenguas danzar al enlazarse entre sus bocas. Pero querían más, y quizás al aire libre sería irrespetuoso.
— Si vuelves a dejarme, juro ponerte a la cabeza de la lista de los más buscados y no pararé hasta encontrarte.
( 3/5 )
Mañana les subiré los últimos capítulos <3
Me duele, mi bebé se está terminando :(
🍂 ᴺᵒˢ ˡᵉᵉᵐᵒˢ ˡᵘᵉᵍᵒ 🍂
─ B Y B Y
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