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Era ya muy tarde ese viernes, y Jisung se decidió a visitar en el trabajo a su novio. Se acercó a la recepción de la estación, con nervios le preguntó a la mujer en dónde quedaba la oficina del oficial Lee, y aunque ella le dijo que no podía interrumpirlo, el joven se las apañó para llegar donde su novio. Abrió la puerta suavemente y entró, su presencia llamó la atención del rubio que lo recibió con una sonrisa dulce en el rostro.

— Ardillita.

— Hola, ¿Interrumpo?
                 
Minho negó con la cabeza y le incitó a que se acercara. El joven ojeroso tomó asiento sobre el regazo de su pareja saludándole con un beso en los labios.  Jisung era un novio muy cariñoso y sensible, le gustaba los besos y mimos, pero no era caprichoso, se conformaba con lo que le daban porque la vida le enseñó a ser agradecido con lo poco o nada que podría recibir. Ahora que tenía a Minho, le parecía que era demasiado, como si el amor que el rubio le daba fuese demasiado para un panda desnutrido como él.

— ¿Qué te trajo aquí?

— Pensé en visitarte, ¿Te molesto?

— Nunca — Le dio un beso en la mejilla izquierda.

— ¿Sales hoy muy tarde?

— No, hoy no estoy de turno.

— ¿Te gustaría ir a mi departamento? Puedo hacer la cena — Ofreció con un dulce sonrojo en sus pálidas mejillas.
                   
Minho descubrió hace tiempo que al ojeroso le encantaba hacer de comer, servirle una rica cena cada vez que llegaba en la noche a su departamento. Era un panda bastante hogareño, a veces demasiado sumiso, mas eso a Minho no le molestaba en absoluto, su panda siempre sería perfecto.

— ¿Y tu serás mi postre?
                   
Jisung, abochornado, ocultó su rostro entre el cuello del oficial y entre susurros le contestó:

— Sí.
                   
Minho abrazó por la cintura a su pequeña ardilla y lo dejó reposar contra su cuerpo, tan cómodo como podía sentirse, Jisung realmente parecía un oso panda peluchoso, aunque algo falto de peso. En medio de su abrazo, interrumpió Felix entrando en el despacho del segundo al mando llevando entre sus manos una carpeta.

— Oh, yo... Lo siento.

— ¿Felix? — Jadeó Jisung al erguirse lejos de Minho.

— ¿Jisung, qué haces aquí? — Increpó el abogado al ver a su amigo en tan comprometedora situación con el oficial.

— Vine a ver a Minho.
                   
Felix quiso decirle que, dado que Jisung sabía que él también trabajaba ahí, nunca antes fue a visitarlo, claro que, si se trataba de un hombre tan atractivo como Minho, la ardilla no se podía resistir. Claro, su orgullo estaba levemente herido pero entendía que Jisung quisiese hacer travesuras con su novio.

— ¿Se conocen? — Murmuró Minho algo sorprendido.
                   
El abogado dejó la carpeta sobre el buró del rubio y se retiró, la situación lucía algo tensa y no quería ser un extra en medio de la charla que la pareja llevaría a cabo. Felix suponía que Jisung no le había contado la verdad sobre ellos, lo que eran o su pasado, y aludía que esa era una charla demasiado importante como para él estar presente molestando.

— ¿Conoces a Felix? — Gruñó Minho.

— Sí, él es...

— Es un mafioso — Masculló entre dientes.

— Su familia lo es — Rectificó nervioso al ver a su novio molesto, tan consternado por ello.

— ¿Y por qué, si lo sabes, eres su amigo?

Los ojos de la ardilla se entrecerraron, ofuscado por el repentino cambio de humor y aún más por las acusaciones que el otro hacía.

— No son malas personas.

— Si lo crees eres muy ingenuo, Jisung. Ellos son mafiosos, matan, venden droga, y aún así parece no importarte.

— No los conoces.

— ¿Y tu te jactas de conocerlos mucho?

"Ellos son las mejores personas que conozco", pensó Jisung, y con ello intentaba reducir la molestia que se producía en su corazón por las palabras tan crueles que su novio soltaba.

A la memoria de Jisung llegaron los trágicos recuerdos de su vida, las penurias que pasó tantos años en las que no tuvo a nadie, hasta que se reencontró con Felix y con los padres adoptivos de este. Daniel y Jihyo fueron muy buenos con él, le dieron el cariño que nunca antes tuvo, y, lo más importante, un hogar. Nunca podría retribuirles, y mucho menos los despreciaría por su profesión, claro, si eran personas con una ética cuestionable y cuyas acciones dejaban mucho que desear, pero como sus padres jamás podría reprocharles nada, fueron los mejores y más.

— Minho, deja de juzgarlos si no los conoces — Murmuró el joven, molesto y decepcionado por lo cerrado que podía ser Minho.

— ¿Qué han hecho por ti como para que los creas unos santos? — Bramó el rubio frunciendo el ceño.

— ¡Ellos son las únicas personas que quisieron a un callejero en su familia, son mis padres! — Le gritó, sin medir si sus alaridos serían o no escuchados por el personal a fuera de la oficina de Lee.

El rubio se quedó perplejo, su boca abierta sin saber que decir, y esos ojos casi desorbitados. En su mutismo, Jisung masculló algo que ni entendió y se marchó dando un sonoro portazo. Su cuerpo se desplomó en la silla, cuando un jadeo se escapó de sus labios, sólo entonces su cerebro aceptó la información que su novio le soltó tan de golpe.

"Me metí con un mafioso..."

La princesa mafiosa vio a Jisung salir lloroso y molesto de despacho de Minho, mas cuando quiso hablarle el panda ni caso le hizo y se marchó. Le preocupó su triste expresión, y más aún cuando Jisung siempre trataba de mantener una linda sonrisa en su rostro. Se propuso llamarlo por la noche, cuando saliera de trabajar, para el caso faltaban poco más de dos horas, o bien podría visitarlo en su departamento. Entró al despacho de Hyunjin.

— Te dejo el oficio que mandó el juez — Informó, apoyándose contra el escritorio.

— Gracias, Lix. ¿Te irás temprano hoy?

— Saldré contigo — Mencionó inocente. — Hoy no estás de turno.

— No, no estoy de turno, pero estoy pensando en quedarme un momento más — Dijo el policía con una sonrisa pícara, — Y espero que te quedes a ayudarme.

— ¿Con qué?

— Estoy duro, y pienso cumplir mi promesa.

— ¿Tu... Promesa?

— Voy a follarte sobre mi escritorio, bebé.

Ante esa resolución, las piernas de Felix se sintieron brutalmente débiles, flaquearon a tal punto que tuvo que sujetarse fuerte del borde del escritorio para no caer. Hyunjin lo notó y se quedó satisfecho con la reacción que causó. Esa carita tan dulcemente sorprendida hizo que el miembro de Hyunjin doliera. Su pene casi podía saborear la humedad en la entrada de Felix, su cálida estrechez abrazándolo hasta la asfixia que loe llevaría a un glorioso orgasmo.

El cariñoso "bebé" se había convertido en uno muy común. A Hyunjin parecía gustarle como las mejillas de su princesa se coloreaban cuando lo llamaba así, o cuando le decía que eres una pequeña sucia princesa mientras lo tenía bajo su cuerpo.

— Supongo que puedo ayudarte con eso.

— ¿Qué tanto piensas ayudarme?

— Tanto como quieras — Finalizó con una sonrisa picarona antes de retirarse del despacho bajo la promesa de regresar cuando las horas laborables de los dos hayan terminado, y ninguno de los dos podía esperar.

Con solo imaginar a Felix con su desnudo culo al aire sobre su escritorio, rojo y desesperado por un par de nalgadas. Los labios de Felix jadeantes, rogando por que el miembro de Hyunjin se clavara tan profundo que le hiciese llorar.

— Deberé darme prisa con mi trabajo si quiero disfrutar de mi bebé.

Jisung estaba sentado en el comedor de cuatro personas comiendo su cena, solo y deprimido como podía estar luego de haber peleado con Minho. Su ensalada con camarones y salsa le parecía poco apetecible, su copa de vino le sabia más amarga de lo usual. Los camarones, su alimento favorito, no sabían tan bien como antes; Las lechugas parecían insípidas, al igual que el aguacate y las cebollas. La verdad era que todo le sabía a tierra. Y para aumentar su depresión, la puerta de su departamento se abrió y por ella entró Minho, con expresión cabizbaja y cautelosa.

— ¿Qué estás haciendo aquí?

— Necesitamos hablar.

Jisung se puso de pie y caminó hasta el sofá, ahí tomó asiento e invitó a su, aún, pareja a imitarlo. El rubio se sentó a su lado, con las rodillas tocándose a través de la incomodidad del ambiente.

— Perdóname por exaltarme tanto en mi oficina, no quise agredirte.

— ...Está bien.

— ¿Me lo dirás? Sé que hay cosas sobre ti y tu... Familia que no me has dicho.

Tragando duro, Jisung asintió y se dispuso a contarle a su novio la verdad, luego él decidiría si podían o no con esa relación.

— Yo... Soy huérfano. Me abandonaron cuando tenía dos años en un orfanato cerca del límite de la zona urbana de Seúl, ahí conocí a Felix, y nos hicimos amigos. Ambos crecimos juntos ahí hasta que a él... Lo adoptaron los Lee, cuando él tenía siete años. Ellos intentaron adoptarme a mí también, pero no pudieron hacerlo, la fiscalía quiso apresarlos mientras estaban en Seúl y se fueron del país con Felix —dijo el doncel con una triste sonrisa en los labios. — El orfanato donde vivía se incendió un año después, todos los niños que vivíamos ahí huimos, igual, no nos iban a llevar a otro orfanato. A mi... Nunca quisieron adoptarme, las personas pensaban que era muy enfermizo por mis ojeras y mi complexión tan delgada...,  Supongo que creían que sería una carga — Dijo con la voz entrecortada. — Supongo que no a todos les gustan los pandas, ¿No es así?

A Minho se le rompió el corazón saber que las personas podían ser tan crueles con un niño, un niño hermoso y de corazón tan noble.

— ¿Qué pasó luego de que el orfanato se quemara?

— Me convertí en un callejero. No tenía a nadie y no sabía cómo contactarme con Felix... Pasé varios años antes de que los Lee me encontraran, yo vivía en un pequeño depósito abandonado en el área rural. Daniel y Jihyo me adoptaron y me convertí en su hijo. Ellos me estuvieron buscando por años hasta que me encontraron — Tomó un respiro, dejó que sus lágrimas salieran y que el nudo en su garganta se disipara un poco antes de terminar. — Sé que son asesinos, sé que venden droga... Pero son las únicas personas que me quisieron cuando los demás me despreciaron... Son mis padres, Minho, y yo los amo así.

— Lo siento, Ardillita — Dijo el rubio abrazando a su lloroso novio. — Yo no lo sabía, perdóname, mi amor.

— No me odies, no tú — Suplicó con la voz rota, entre hipidos.

— Eres la persona que amo, no puedo odiarte. Pero no creas que eres una falla, porque para mi eres la ardillita más bella que pude encontrar, eres perfecto.

— No es cierto — Puchereó.

— Perdona lo que dije sobre tus padres. Ahora que sé lo que han hecho por ti, les agradezco haber cuidado de mi pequeña ardilla.

— M-minho.

— Shh, ardillita. No pasa nada, no llores. Yo te amo con tus ojeras y tu complexión, amo tus labios y tu corazón, nunca te avergüences de ti, amor.


Adivinen quien va a actualizar esta historia diario, yo, si.

Si hay algún error háganmelo saber :3.

Sin nada más que decir...

🍂 ᴺᵒˢ ˡᵉᵉᵐᵒˢ ˡᵘᵉᵍᵒ 🍂

ㅡ B Y B Y

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