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El oficial Minho entró en el despacho de su superior llevando un café cargado en la mano izquierda, saludó a su compañero y le tendió la bebida para luego tomar asiento frente al Comandante. El rubio estaba bastante interesado por la actitud tan apagada que tenía el otro, ya llevaba así dos días y se volvía intolerable.
— ¿Está todo bien? — Preguntó reparando en lo silencioso que su superior se mantenía, con expresión seria, casi molesta.
— Sí.
Y por supuesto que esa respuesta tan hipócrita no convenció en absoluto a Minho.
— ¿Y por qué tu entrecejo está fruncido?
— ¿No puedo probar con la diversidad de expresiones?
— No si intentas mentirme tu excelente estado de ánimo y tu rostro parece muy molesto.
— De acuerdo, no estoy bien.
— ¿Y a qué se debe?
Hyunjin desvió la mirada, sus ojos posándose en la ventana adyacente a su escritorio. En un viaje de recuerdos, el comandante hizo memoria de las razones de su disgusto y se resumía en una persona. Park Felix. El joven que desde hace un par de días le evadía como si de la peste negra se tratara, todo comenzó desde el día en el que fue a visitarlo a su departamento, preocupado por su herida en el hombro.
Felix, aseguraba Hyunjin, estaba resentido por lo que le dijo, aquella mentira sobre que Nayeon iría a cuidarlo, algo que nunca pasó ni dejaría que pase. El día siguiente a ese suceso, el Comandante se reincorporó a la policía alegando que su herida no era tan grave aunque aún llevaba puesto el cabestrillo. Desde entonces, Felix sólo se limitaba a saludarlo y hablar con él de temas relacionados con su trabajo, y ya no respondía tampoco a los sutiles coqueteos del otro. Pero la conciencia de Hyunjin le torturaba con una pregunta:
"¿Acaso no querías alejarlo?"
Claro, en inicio sí. Pero su corazón quejumbroso se negaba a dejar salir a Felix, sólo ahí Hyunjin se dio cuenta de cuánto necesitaba al bajito. A pesar de ello, su mente se negaba a aceptar que estaba enamorado. Además, el cinismo con el que su conciencia soltó la pregunta le hizo rabiar y reconsiderar lo que realmente quería. Tal vez, y era un gran tal vez, estaba teniendo una visión muy miope de la situación, sólo centrándose en lo negativo cuando un mundo de maravillosas situaciones estaba del otro lado, uno que no sólo se basaba en el sexo, sino que estaba lleno de las bellas sonrisas de Felix.
— ¿Hyunjin? — Insistió el policía rubio.
— Felix está molesto conmigo. Yo... Quise alejarlo de mí.
— Eso no es tan malo, ¿O sí?
Hyunjin no contestó, no quería hacerlo, sólo desvió la mirada de regreso a Minho antes de bajar el rostro.
— Él te gusta — Aseveró el otro. — Ahora tiene sentido tu pesar.
— Es que no quiero lastimarlo.
— Aún si es así, debes pensar en ti también.
Lo hacía, y era esa parte la que le decía que alejarlo podía ser la mejor decisión basándose en sus discrepancias familiares o laborales, no obstante, su corazón le decía que estaba siendo un idiota insensible con el joven, y que no era justo para ninguno lo que estaba pasando.
— Un policía no puede estar con un mafioso, no si quieres mantener tu moral firme.
Hyunjin soltó un resoplido.
— Él no es... Malo.
— Pero sí lo es su familia.
— Él no tiene la culpa.
— De acuerdo. Y si ya decidiste que él no es malo para ti, explícame porqué lo alejas.
Tal vez porque su cerebro racional era tan reacio a esa verdad que le hacía dudar, mas cuando escuchó a Minho, su corazón se sacudió tanto que no pudo contenerse en salir de su despacho directo a la oficina de Felix, entró de golpe, sin llamar y demostrando muy malos modales, para sólo encontrarse con el lugar vacío, triste como él mismo se sentía. Salió del lugar y se acercó a su secretaria, Nayeon.
— ¿Dónde está, Felix?
— Se fue hace media hora, dijo que no se sentía muy bien — Indicó la mujer con una sonrisa dulce, disimulando el desprecio que sentía por el abogado.
— ¿Tienes la dirección de su departamento?
Ella arqueó la ceja, como si supiese de las intenciones ajenas, y por supuesto que no le gustaban.
— Según tengo entendido esa es información que nunca proporcionó.
Hyunjin masculló una maldición antes de regresar a su oficina donde dejó a un boquiabierto Minho. Tomó su celular y marcó el número del bajito. El timbre sonó un par de veces antes de que se pudiese escuchar la voz de Felix.
— ¿Hyunjin?
— ¿En dónde estás? — Preguntó abrupto.
— En mi departamento, me fui porque no me sentía bien.
— ¿Estás enfermo?
— Tengo migraña, pero no es razón para alarmarse.
— ...¿Puedo ir a verte?
Lo escuchó suspirar antes de responderle:
— No es para tanto. De cualquier forma, estás trabajando, no podrías venir.
Sonaba triste, derrotado, y una princesa nunca debería estar así.
Minho, asumiendo que estaba siendo multitud, se retiró del despacho cerrando la puerta tras de sí.
— Puedo cuidar de ti.
— ...Tal vez no sea buena idea.
"Me está haciendo lo mismo que yo", se dijo a sí mismo Hyunjin con pesar.
— Entonces, ¿Me llamarás si necesitas algo? Si llegas a sentirte mal, dímelo.
— S-sí, lo haré.
— Lix — Llamó notando el temblor en la voz del otro, — Te extraño.
— ... ¿Tu... De verdad me extrañas?
— Mucho.
— ...Yo también — Murmuró antes de colgar.
"Esta vez... Quiero arriesgarme contigo, Felix, aún si la mafia me persiga toda la vida por haberme metido con la princesita,... Pero ahora eres mi princesa".
Al día siguiente, siendo el cumpleaños de Hyunjin, algunos miembros de la policía prepararon un pequeño agasajo para el Comandante, una tradición desde que Hwang llegó al máximo cargo de la estación. Para su vergüenza, Felix no sabía que ese día era el cumpleaños del alto, no tuvo ocasión de comprarle un obsequio o preparar algo personal. Claro, se preguntó a sí mismo si era correcto que, no siendo una pareja real, le regalase algo a Hyunjin. Cuando interceptaron al comandante en su oficina cantándole con el pastel presente, Felix tuvo ocasión de verlo como en los días previos no pudo y se dio cuenta de que lo extrañaba mucho.
— ¡Feliz cumpleaños, Comandante! — Gritaron al unísono una vez que la canción de feliz cumpleaños acabó.
Hyunjin agradeció y recibió el pastel, fue felicitado personalmente por algunos de los miembros, entre ellos Nayeon quien conscientemente ese día llevaba un vestido negro ajustado y con el escote rayando en lo ilegal. La mujer, en medio del abrazo, restregó sus protuberantes pechos contra Hyunjin llamando su atención. Hwang la alejó empujándola con su mano derecha argumentando que su brazo herido dolía.
— Podríamos ir a celebrar esta noche, ¿No crees? — Sugirió la mujer coqueta.
— Te lo agradezco, pero estoy tomando antibióticos y no puedo beber.
La mujer quiso insistir más Hyunjin's la frenó aludiendo que ya tenía planes para pasar su cumpleaños. Ese detalle no se escapó de las orejas ni de Minho ni de Felix a quienes la curiosidad comenzaba a comerlos vivos. La mujer, claro, no pudo mantener sus preguntas bajo llave y le increpó acerca de con quien pasaría ese día especial.
— ¿Felix, puedes quedarte un momento? Necesito hablar sobre un caso — Pidió cuando sus subalternos comenzaron a dejar su oficina.
Todos se retiraron, y cuando sólo quedaron ellos, Felix cerró la puerta y se acercó al escritorio de su jefe.
— ¿Qué necesitas?
— A ti — Respondió simple.
— ¿Y algo relacionado con el trabajo?
— Sólo una orden para cateo en el despacho del Legislador Cho — Informó acercándose al pequeño.
— Puedo pedirla hoy, pero seguramente estará para mañana en la mañana — Respondió conectando su mirada con la del alto.
— ¿Y sobre mi otra propuesta?
— Tu dijiste que hoy estabas ocupado, que ya tenías alguien con quien pasar tu cumpleaños.
— ¿Y con quién, si no tú, podría pasar hoy?
Las mejillas de Felix se colorearon de rojo, y sus ojitos bajaron sintiendo la vergüenza abrumarlo. Hyunjin lo tomó por la cintura con su brazo sano y lo apegó contra su cuerpo, no dejándole opción a escaparse.
— ¿O no quieres pasar conmigo hoy? ¿Piensas dejarme solo, princesita?
— Yo...
— No serías una mala princesa conmigo, ¿o sí?
— ¿Y si te digo que no? — Preguntó en tono dulce, inocente que denotaba que su intención en realidad no era negarse.
— Me romperías el corazón — Gruñó contra la boca ajena, — Y si me dices no, deberé esposarte y llevarte a mi departamento para darte una reprimenda.
— ¿Eso no sería secuestro?
— Si gustas, pero si te secuestro no te dejaré salir de ahí en toda la semana.
Felix sonrió levemente, sintiendo su corazón derretirse por Hyunjin, así era muy peligroso porque demostraba cuan débil era ante el Comandante, tanto que su corazón olvidaba cualquier cosa cuando estaban juntos.
— Puedo ir contigo, pero estás herido, y si haces fuerza innecesaria se te abrirán los puntos en el hombro.
— Bueno, camino a mi casa podemos comprar un traje de enfermera para cuando eso pase, así me cuidarás.
"Siempre, siempre que quieras y me lo permitas ahí estaré, Hyunjin"
Perdonen por la demora <3
Si hay algún error háganmelo saber :3.
Sin nada más que decir...
🍂 ᴺᵒˢ ˡᵉᵉᵐᵒˢ ˡᵘᵉᵍᵒ 🍂
─ B Y B Y
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