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Aspros de Géminis

Ese hombre tiene algo que me gusta mucho; no es el hecho que sea un simple caballero dorado, más bien esa mirada intimidante tiene algo que me gusta demasiado.
Soy una de las empleadas de este pequeño hostal dónde se ha estado quedando el señor Aspros, mi deber es preparar su habitación en todo este tiempo que ha estado de misión en nuestras tierras por órdenes del santuario.

- Necesito que me prepares la tina para poder darme un buen baño, lo necesito.

Esa voz grave y varonil era como música para mis oídos, si bien se trataba del caballero de la constelación de Geminis no quitaba el hecho que me ha gustado fantasear con él desde que llegó.
Me di la media vuelta para atender su petición, entre a la bodega del hostal para llevar todo lo necesario, sales, aceites relajantes y pétalos para colocarlos dentro de la tina.

Cuando tuve todo listo guarde aquellos objetos en una canasta y comencé a subir las escaleras para llevar todo eso a la habitación más cara del hostal para atender la petición del ese caballero de largas hebras azules.

- Demoraste mucho en subir.

Fue lo que me dijo al entrar a su habitación mientras tomaba la tetera para poder servir un poco de té en una taza y se la ofrecí, aunque ese ligero roce con sus dedos al recibirme la taza me hizo estremecer.

- Siento mucho llegar tarde señor Aspros, estaba buscando las sales para la tina, en unos momentos se la preparo - Hice una leve reverencia ante él ignorando su mirada fija en mi.

Saqué un frasco con sales aroma lavanda y comenté a esparcir un poco dentro de la tina, enfrente de la tina de baño se situa un espejo, no se porqué quizá por instinto levanté la mirada y me di cuenta que aquel caballero de geminis me miraba con detenimiento.
Mis manos comenzaron a temblar y no pude evitar soltar el frasco, gracias a mi torpeza dejé caer todo dentro de la tina.

- Ahora este sitio sin duda tendrá un agradable aroma.

No sé cuánto tiempo paso pero el señor Aspros ya estaba justamente detrás de mi, su aliento lo podía sentir cerca de mi cuello.

- S... Señor Aspros - Susurré nerviosa ante esa cercanía.

- Tiraste demasiadas sales aromáticas... Lo mejor será que las aprovechemos y nos demos un baño juntos.

Cuando escuché esas palabras pude sentir sus manos tomando mis cabellos para poder hacerlos a un lado dejando completamente libre mi cuello.

Cerré mis ojos justo en el momento que sentí su respiración en contacto con mi piel. Sus manos se colocaron sobre mis brazos para evitar que me pudiera mover, pude sentir sus dedos deslizarse hasta los botones que se encontraban detrás de mi espalda; poco a poco fue abriendo cada uno de ellos.

En cuestión de segundos mi largo vestido terminó en el suelo dejándome solamente con mis prendas interiores.

- Se... Señor Aspros - Susurré nerviosa y fue tan solo unos momentos la ropa restante termino en el suelo dejándome completamente desnuda.

- Tu me vas a acompañar.

Se desapartó de mi y de manera inmediata se retiró sus prendas que llevaba puestas.
Sin duda los caballeros de la orden dorada son muy atractivos y este caballero no es la excepción, su piel lucia demasiado pálida pero tenía un perfecto abdomen marcado.

Al verlo no pude evitar sentir un ligero cosquilleo en mi vientre, pero al ver ese miembro totalmente despierto no pude evitar morder mi labio inferior... Esto es el mismo cielo.

Su  sonrisa con ese toque de malicia me tomó de las manos y me fue guiando hasta la tina, él entró primero, se sentó con las piernas abiertas; después me fue llevando poco a poco para que tomará asiento en medio.
La tina era un poco pequeña pero entrabamos perfectamente los dos, sin embargo al sentir ese duro bulto rozando cerca de mi comenzaba a despertar unas inmensas ganas de querer colocarme sobre él.

Pero parecía que el señor Aspros me leía la mente, porque de pronto hizo mi cabello a un lado para poder comenzar a besar mi cuello y después dejo unas mordidas en mi piel.
Sus manos traviesas bajaban lentamente y sus dedos tocaban mis pezones con ligeros apretones; el agua caliente cubriendo parte de nuestros cuerpos era perfecto, simplemente disfrutaba de las gotas que caían de las manos de ese caballero cuando tocaban mi piel.

- Eres una delicia.

Llevé mi cabeza a su hombro y cerré mis párpados, ahora esos largos dedos bajaba hasta mi intimidad y se daban paso entre los labios vaginales para tocarme.
La sensación de estar dentro del agua lo hacía mucho más fácil, ni quiera me di cuenta como llevo dos de sus dedos a mi interior sin dejar de besar cada parte de mi cuerpo.

- ¡Oh señor Aspros! - Grité ante esa dulce sensación, jugaba con mi interior y después esos mismos dedos los usaba para masajear mi clítoris.

- Lo mejor de este hostal. - Me susurro sin dejar esa exitante labor - Es que tengas que ser tú quien me atienda... Vendré más seguido.

No me dió tiempo de responderle con su mano izquierda tomó mi mentón y me acerco con rudeza a sus labios, ese beso dónde podía sentir como su lengua se entrelazaban con la mía.
Entre cada caricia que el señor Aspros me daba el agua de la tina terminaba en el suelo, sin duda terminará siendo un mayor desastre este lugar.

La sonrisa maliciosa de ese hombre apuesto me dió a entender que se venía la mejor parte, me giro para quedar de frente a él y colocó mis piernas a su alrededor, estaba totalmente abierta para su deleite.

- Después pedirlas por más.

- Que...

Este hombre de tez blanca no me da ni siquiera el tiempo de responderle, solo sentí como aquel gran trozo de carne encajaba en mi interior, no pude evitar soltar un grito; uno que fue callado por aquel caballero de geminis.

- Esto solo es el comienzo primor - Me dijo y después se abalanzó en mi cuello dejándome otra marca muy notoria, sin duda en los demás días restantes me van a estar indagando que fué lo que sucedió.

Sus manos apretaban mis nalgas entre cada vaiven que se tornaban demasiado repentino, mis manos se aferraban en la tina aunque a estas alturas ya no podía pensar en otra cosa.
Solo quería que ese hombre me llenara totalmente un y otra vez; en la tina, en la cama... En dónde él quisiera, le haría sus sueños realidad.

Me gane una fuerte nalgada cuando sentí como se corría en mi interior, pero tampoco me dejó levantarme porque nuevamente seguía moviéndose frenéticamente con la intención de dejarse sin caminar esta noche.

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