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Parte /70/ ejercicios espirituales.

Previo a la semana santa teníamos que tomar un curso de ejercicios espirituales expresamente para niños y niñas una semana, el curso nos lo impartía el señor cura, él quería mucho a los niños, y contrarió a los demás sacerdotes, él no nos asustaba con el tema del infierno,

Nos invitaba a portarnos bien que nos contuviéramos de pelearnos en la semana mayor y nos ponía ejemplos de la infancia de algunos santos y santas y principalmente de la infancia de Jesús.

Nos repartían unas hojas que decía ramillete espiritual, donde venía una lista donde nos comprometíamos a rezar, padres, nuestros, aves marías, salves, credos, hacer buenas obras para compensar a Jesucristo por su sacrificio de haber muerto en la cruz para salvarnos de nuestros pecados

Los ejercicios empezaban el lunes y terminaban el viernes, el sábado era la misa que daba fin a los ejercicios espirituales, misa de nueve de la mañana, todos los niños vestíamos de blanco y llevábamos una flor de alcatraz, blanco.

Cuando terminaba la misa ya estábamos listos para recibir la semana santa.

Cuando era el cumpleaños del señor cura de regalo, una misa.

Cumpleaños de la madre superiora regalo, una misa

Día de la madre regalo, una misa

Día del padre regalo, una misa,

Pasábamos tanto tiempo en la iglesia que cuando fui mayor dure un tiempo sin visitar la iglesia, pero como los cimientos estaban muy bien cimentados volví entrar al redil, como la oveja perdida.

Había eventos en que no me tenían que obligar a ir a la iglesia, hasta esperaba las fechas para ir.

Mayo era el mes de la virgen María, por lo tanto todas las niñas desde el día primero íbamos a ofrecer flores todas con el vestido de la primera comunión era la ocasión para volver a usarlo y las que no teníamos, simplemente con ir vestidas de blanco bastaba.

Nos formaban y entrabamos de dos en dos con flores, desde la entrada de la iglesia hasta llegar al pie del altar allí las dejábamos mientras las viejitas rezaban el rosario, llegábamos y nos volvíamos a formar, nos veíamos muy bonitas llenas de candor y inocencia.

Él último domingo de octubre era el último día de fiesta del patrono del pueblo, ese domingo llegaban a visitar al señor de la misericordia los hijos ausentes, personas que nacían en el pueblo, pero que vivían en otra ciudad, pero la mayoría de personas venia de USA.

Todas las personas se venían en peregrinación desde la entrada del pueblo, se venían rezando acompañados de un mariachi cantando alabanzas amenizadas con la música, las personas que vivíamos en el pueblo les dábamos la bienvenida en la iglesia, daban la misa de doce larga, larga, cuando terminaba la misa, pasaban a los hijos ausentes a un comedor muy grande que estaba a un costado de la iglesia, y les daban comida, mi hermana Luz y yo no éramos hijas ausentes pero nos colábamos a comer la rica comida que servían.

Las posadas, el señor cura hacia las posadas para los niños, rezábamos el rosario y pedíamos la posada, nos formábamos y recibíamos nuestro bolo enseguida quebrábamos la piñata una para los niños y otra para las niñas. La iglesia se veía muy bonita llena de adornos navideños y un gran nacimiento donde íbamos a soñar pidiéndole al niño Dios lo imposible, un gran regalo para la navidad.

Todos los sábados había bautizos, como en esos años, la proliferación de nacimientos era muy alta, había muchos bautizados cada semana, mi hermana Luz y yo siempre estábamos afuera de la iglesia esperando que salieran los padrinos con sus ahijados y sus padres, en cuanto los veíamos empezábamos a gritar en coro, bolo, bolo, bolo padrino si no lo volantimos, no sé qué quiere decir volantino, pero así gritábamos.

Enseguida el padrino nos aventaba monedas y todos los niños corríamos a recogerlas algunas veces nos iba muy bien, pero otras veces nada más sacábamos raspones y desgarrado el vestido jajajajaja, mi hermana me decía cuanto ganaste, yo decía tanto, y si los juntamos y compramos, algo de lo que teníamos ganas, ándale pues vamos a gastar.

Había tanto respeto tocante a la iglesia, cuando el reloj de la iglesia marcaba las nueve de la noche, sonaban las campanas del templo, las personas que las escuchábamos nos poníamos de rodillas  donde quiera que estuviéramos, en la plaza, en la calle o en tu casa, y nos persignábamos, las campanadas anunciaban que el señor cura nos estaba bendiciendo, si era domingo y estaba la música tocando y las personas platicando, inmediatamente se hacia un silencio total y recibíamos la bendición cuando pasaban las campanadas seguía la algarabía.

Una vez fuimos al cine y vimos una película de dracula, donde un murciélago se convertía en drácula para chuparle la sangre a las doncellas se oía, un órgano con música de suspenso, se escuchaba igual que el de la iglesia, a la siguiente semana vimos la película de Marcelino pan y vino, yo quede tan conmovida cuando Jesús le hablaba a Marcelino, que un día pase por la iglesia era a mediodía, no había ninguna alma,estaba desierta, me metí y me arrodille con tanto fervor esperando que el cristo que estaba en el altar, me hablara también a mi, que tenía Marcelino que no tuviera yo al menos eso pensé, 

Estaba tan ensimismada viendo fijamente al cristo, pero nada, ni una pestaña movió, en ese momento se escucho el órgano   tan fuerte como en la película de Dracula  y como estaba vacía  la iglesia más fuerte se escuchó,  yo me aterrorice pues inmediatamente se me vino la imagen del vampiro y me dije para mi misma me va a chupar la sangre, me levante y me fui corriendo hacia la salida, de pronto sentí que me agarraron de una oreja, yo muerta de miedo vi quien me agarraba de la oreja tan fuerte.

Parado junto a mí estaba el sacristán con su traje de franciscano y viéndome con unos ojos que parecían brasas del coraje, y me llevo de la oreja hasta el atrio y me dijo No sabes que en la iglesia no debes correr, es un sacrilegio, estos niños de hoy no tienen respeto por nada ni siquiera para la casa de Dios, y sabe que tantas cosas me dijo hasta que por fin me soltó de la oreja, y me fui corriendo ya nunca volví a entrar a la iglesia a esas horas. 

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