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La belleza del baile

—Suélteme, no estoy interesada.

No era extraño escuchar peleas o reclamos entre demonios en aquel sector turbulento de pentagrama City. Las voces de mujeres renegando cualquier acción de parte de otro ser eran parte del pan de cada día en ese lugar.

Sin embargo, incluso para el demonio de la radio que solo pasaba por ahí, le parecía que aquella situación era en demás curiosa y extraña. Uno de los involucrados era el demonio Valentino, lord supremo y señor de la industria de la pornografía en el infierno, este sostenía del brazo a un demonio femenino de elegante vestidura y largos cabellos dorados. Ella intentaba lucha contra el agarre del demonio que fácilmente le sobrepasaba el doble de su altura, pero sin llegar a intimidarse, la joven lo veía furiosamente, con un brillo encendido en su mirada fiera. Algo inaudito e increíble, considerando quien era su contrincante.

—Por favor, ya le dije que no estaba interesada —volvió a decir, esta vez intentando zafarse del agarre del demonio que solo ajusto la fuerza sobre su brazo, haciéndole emitir un quejido de dolor.

Alastor no supo exactamente que le motivo a moverse. Él nunca había estado interesado en lo que ocurriera con los demás, no en vida, mucho menos en el infierno. Pero, cuando un deslumbro de dolor surco la faz de aquella pequeña y fiera criatura, no supo darse cuenta de sus acciones. En un instante, tenía a aquella dama oculta detrás de su espalda y ahora el sostenía a Valentino del brazo con un lacerante agarre. La fina estática siempre emitida por su radio interna, comenzaba a escucharse más fuerte, en señal de amenaza.

El demonio no podía ver el rostro de quien protegía, pero sí que veía el del demonio Valentino. Su cara se había transformado desde la sorpresa a la más clara alerta, muy extrañado de verse retenido por el afamado demonio de la radio. En otras circunstancias, se hubiera mofado de su presencia e incluso, negociado con él, pero ese no era el caso en esa oportunidad. Lo que Alastor tenía detrás de él, era algo de infinito valor si lograba colocar sus garras sobre ella, así que no estaba dispuesto a dejarla a ir, así como así.

—Apártate, demonio radio —ordeno con tono de ultimátum. El wendigo solio rio, desestimándolo.

—No tengo porque hacerlo —inquiero ahora él, sin soltar el brazo del contrario.

—Lo que tienes ahí es de mi propiedad —gruño, sintiéndola la ira surcarle.

—No vi jamás en esta criatura el tipo de collar que portan tus mascotas, así que he de afirmar que no es tuya en ningún contexto —afirmo, dejando al demonio polilla por unos segundos en estupor.

Viendo que estaba siendo arrinconado, Valentino debió hacer uso de su perspicacia, estaba en desventaja de poder, por lo cual, debía obrar de diferente forma.

—Me sorprende bastante que ahora protejas damiselas en peligro, jamás espere eso de ti —comento Valentino, con notorio interés. Si no podía hacerse fácilmente de su presa, al menos provocando al demonio escarlata lograría una brecha para atacarlo y retirarse del lugar.

Era curioso, jamás nadie había visto al demonio radio interesado en algo o alguien que no fuera el mismo, en los años en los que había actuado en el infierno, solo se galardono de la masacre y la miseria de los pecadores, jamás se podría haber concebido tal escenario. Sin embargo, sus pensamientos fueron abruptamente detenidos cuando el agarre de Alastor se hizo más fuerte sobre su brazo, llegando al punto de romperlo sin dudar. El proxeneta apenas pudo contener el grito de dolor

—Eso, caballero, no le incumbe y si aprecia bien su existencia, le agradecería que se retirara en silencio antes de que la calle termine destrozada con usted hecho pedazos alrededor de ella —sonrió ampliamente, con sus ojos brillando en amenaza.

Entendiendo que no podía enfrentarse por sí al demonio escarlata, decidió retirarse en el momento que lo que ahora era su brazo, fue liberado.

Alastor observo como el señor de la pornografía del infierno salía apresurado de ellos hasta perderse en algún punto de la oscura ciudad. Cuando verifico que estaban solos, se volteó a ver a la dama que esperaba detrás de su espalda. Aquella era un demonio femenino de larga cabellera dorada, pálida tez apenas resaltada por un par de rosadas manzanas que se encontraban en las mejillas de la chica, sus ojos amarillos con pupila negra, lo observan expectante, con una expresión entre interés y confusión. Esa reacción llamo la atención del demonio. Ella no le miraba asustada, ni siquiera temblaba de alerta en su presencia como hacia momentos lo había hecho en frente de Valentino. Eso era algo extraño considerando que gran parte de los demonios y pecadores del infierno solían cagarse del miedo ante su mera existencia. Pero, ella estaba ahí, viéndole en silencio, con aquellos brillantes ojos de los cuales Alastor no podía apartarse. Estaba incluso sorprendido de su belleza, más que un demonio, parecía un ángel caído. Carraspeando por la dirección de sus pensamientos, decidió por fin dirigirle la palabra a la joven que frente a él estaba.

—No debería estar sola a estas horas de la noche, señorita —recomendó, siendo cortes y tomando una distancia prudente para que ella no respingara o reaccionara de otra forma.

La chica se vio más sorprendida por sus palabras, saliendo de estupor para proceder a responderle.

—Salía de una sesión fotográfica para promocionar un evento, no espere que Valentino fuera tan insistente en que me uniera a su grupo de pornografía —le comento, bajando la mirada avergonzada.

Ver el rosado de sus mejillas se le antojo incluso más a Alastor. Era demasiado curioso, muy curioso sus reacciones, no le temía y le había hablado suavemente. Eso era sorprendente.

—No espere que nadie pudiera ayudarme, así que estoy muy agradecida con usted por eso —le dijo, haciendo una leve reverencia, sonriéndole un poco al verle de nuevo.

—No es ningún problema, querida. Simplemente pasaba por aquí —indico restando importancia.

—Pero, así lo siento —respondió, firmemente—, así que por favor acepte esto como muestra de agradecimiento —dijo, extendiendo una tarjeta azul con inscripciones doradas.

El demonio escarlata la tomo algo escéptico, puesto que no había estado interesado en retribución de ningún tipo, menos de una persona desconocida de la cual no parecía tener nada de lo cual sacar provecho.

—C-Con esto puede disfrutar de mi presentación con todos los gastos pagos, sé que no es suficiente para agradecerlo, pero es lo mejor que puedo ofrecer por el momento —agrego, con el rostro sonrojado.

Con el sonido de su celular, pitando incesantemente en su bolso, ella se excusó con Alastor, agradeciéndole una vez más antes de retirarse. Le grito mientras se iba que la invitación era para él día siguiente y que lo esperaba, hasta que su voz ya no se escuchó más en la calle.

Alastor estaba de verdad intrigado. No espero tener un encuentro de ese estilo en la calle, salvando a una curiosa demonio y recibiendo solo un pequeño cartón como agradecimiento. Al ver de que trataba, se quedó un poco trastocado. Esa era una tarjeta de membresía para uno de los bares cabaret más importantes de pentagrama City. Alastor lo conocía porque sabía muy bien quien era su dueña, la cual era Minzy, una buena amiga que tenía desde su vida en la tierra. Más entendiendo de dónde provenía ella, le hizo esbozar una mueca de asco y disgusto. Las damas demonio (e incluso hombres) que trabajaban para el local de Minzy, eran todas prostitutas. De una muy alta categoría, si debía admitir, dado el costoso precio que existía para acceder a ellas, pero eso no dejaba de lado que eran prostitutas. Alastor nunca aprecio aquel tipo de trabajo, no desestimaba a quienes lo ejercían, pero eso no significara que fuera a relacionarse con ellas. Ver que su interés estaba posiblemente manchado por otros miles de manos le hizo sentir asco. Incluso pensó en no acudir, considerando que él no gustaba de ese tipo de servicios, los consideraba innecesarios. Pero, algo en lo más profundo de él le dijo que no podía dejarlo pasar, aquellos brillantes ojos que bailaban en su cabeza tampoco le hicieron negarse.

Alastor de verdad se vio sorprendido de que sus intereses se hubieran rebajado tanto en calidad. Viéndose a sí mismo ingresar por la puerta del Bluebird, noto con poco interés como este había cambiado en la última década y media que no se pasó por allí. Sus estilos siempre enfocados en la época de donde provenía su dueña, habían agregado los elementos dominantes de la era tecnológica que vivían. La pista de baile se había modernizado, llenado de luces de neón incandescentes y un par de elevaciones para quienes quisieran otorgar un espectáculo aéreo, posiblemente todas ellos dados por las prostitutas del local. Del otro lado estaba el bar, las mesas y el escenario donde de vez en cuando, se presentaba una banda para armonizar el ambiente.

—¡Al, querido! Tenía años que no te veía —saludo emocionada la pequeña demonio de ojos negros y cabellera dorada—. ¿Qué te trae por aquí? —pregunto con ojos brillantes. Mostraba su gran interés en Alastor, sin importarle que este solo la tratara con cortesía.

—Solo aburrimiento, querida. Las cosas ya no son lo que eran antes y dado que vi la oportunidad, decidí acercarme —dijo entregándole aquel ticket de membresía, ella lo tomo curiosa, pero sin decir nada—. ¿Aun sigues teniendo esa reserva exclusiva de Wiski? Me gustaría tomar un poco de ella.

— ¡Claro, lo que sea para ti, Ali, Al! —exclamo, invitándolo a pasar a la zona exclusiva para los lores supremos.

Cuando finalmente se hubo sentado en su mesa, Alastor no estaba seguro de que hacía en ese lugar.

Llevado por el impulso, se vio sorprendido de buscarla disimuladamente con la mirada, no encontrándola entre la cantidad de damas que se paseaban entre los clientes del local. Muchas iban escasas de ropas, otras con vestidos más prominentes, exuberantes, nada del gusto del demonio. Pasaron unos cuantos minutos en las que estuvo bebiendo el wiski que Minzy le había mandado a traer a su mesa. Estuvo seriamente tentado a retirarse, siendo que ya no tenía nada que hacer allí, cuando las luces del local se apagaron. El presentador anuncio la entrada de la cantante de la noche y los vítores no se hicieron esperar. Alastor sabía que su amiga tenia cada cierto tiempo presentaciones en vivo, en algún par de ocasiones había asistido a verlos, retirándose casi de inmediato. Su gusto musical particular era muy juicioso y no se conformaba con la basura. Su reputación de cabaret era solo la importante, porque para el entrenamiento no tenían carrera según el demonio de la radio. Nada interesado en seguir perdiendo el tiempo, se levantó de su asiento justo para detenerse en ese mismo instante.

Allí estaba ella.

Entrando al escenario, vistiendo un ajustado y largo vestido blanco de detalles doradod que se ajustaba a su cadera y luego extendía hasta sus rodillas. Su cabello largo estaba peinado en risos, decorado por una corona de rosas negras que hacían contraste con su maravilloso atuendo. Usaba el mismo lápiz labial rojo, decorando sus delicados labios que incluso desde su distancia, el demonio escarlata pudo apreciar.

Alastor no podía haberlo imaginado, habiendo entregado solo aquella tarjeta, sus pensamientos la habían hecho pasar por una simple mujerzuela. No estaba preparado para recibir a semejante dama que miraba a todos desde su lugar, luciendo enloquecedora e inalcanzable. Una diosa rodeada entre tantos pecadores.

Conmocionado, volvió a tomar asiento, esta vez expectante. Recordaba su dulce voz como un saludo de los ángeles ¿Sería igual de maravilloso cantando? La vio acercarse al micrófono que estaba de pie en el centro del escenario, una pequeña banda se posiciono detrás de ella y a un lado, un grupo de tres coristas. La joven tenía sus ojos cerrados, centrada en su antesala.

La música del sintetizador empezó a sonar, expectante. Las coristas le siguieron en su acción, alzando sus tonos agudos en una especie de aullido gutural, nocturno. El sonido del bajo se unió, cuando este paro, los ojos de la chica se abrieron, cambiando de golpe su expresión.

Drag me to death, like a lit cigarette

Took my last breath, like the smoke from my lips

I've lied for you, and I liked it too

But my knees are bruised, from kneelin' to you

Su voz era excitante. Incitadora y rabiosa, soltaba una recriminación hacia un ser que no encontraba. Sus gestos marcados, la fuerza en como tomaba el micrófono y lo acercaba a sus labios, disfrutando burlona las notas. Su expresión de muñeca había cambiado hacia una mujer incitante, voraz. Alastor no podía creerlo.

I've had enough, but you're too hard to quit

We've had our fun, now your sugar makes me sick

I've lied for you, and I liked it too

But my makeup's ruined

La mirada de ella repaso el local, buscando algo.

And now I'm laughing through my tears

I'm crying through my fear

But, baby, if I had to choose

Cuando sus ojos se posaron sobre la figura del demonio de la radio, una sonrisa dulce se mostró por un leve instante antes de volver al papel en su actuación.

The joke's on you

Con un gesto sublime, ella separo el micrófono de la base, sus cabellos se movieron al son de su movimiento, soltándose un poco. Las coristas siguieron la nota alta mientras la cantante repetía la misma frase, sonriendo burlona e incitante.

The joke's on you

Paseándose por el escenario, moviendo sus caderas al ritmo de su propia melodía, devolvía la mirada hacia todos los presentes.

God knows I've tried to be kind

But I won't just lay down and die

Wearing a fake smile

Gratificándose en su propia independencia, ella sonreía mientras se burlaba del daño que le habían hecho. Reforzando sus acciones con una imponente expresión, levantando su pecho, orgullosa. Poso su mirada nuevamente en el demonio escarlata, fijando sus ojos él.

The joke's on you

Alastor jamás había sido un hombre que caía ante el encanto de otros. Pero al verla cantar sobre el escenario, decidió reformular lo que siempre había creído. Ella era maravillosa, una obra de arte.

My heart's gone bad, now it won't beat for you

You had your laugh, now I won't play the fool

I've lied for you and I liked it too

But I'm black and blue from bleeding for you

You struck the match, burned me out so fast

Look what we had, now it's turned to ash

I've lied for you and I liked it too

But my makeup's ruined

Ningún otro ser lo había atraído como ella en ese instante, regocijándose de que ella estuviera apartando un pasado que no lamentaba dejar. Riéndose en la cara del pobre iluso que la había dejado ir, permitiéndole a él tomar el paso.

And now I'm laughing through my tears

I'm crying through my fear

But, baby, if I had to choose

Iba a tomarla para él.

The joke's on you

El coro sonó, ella brillaba sobre los reflectores, dando un par de vueltas en su eje antes de volver a entonar sus letras.

The joke's on you

Ella regreso a su lugar inicial, colocando nuevamente el micrófono en su lugar. El sudor corría ya por su rostro, pero su expresión de determinación no había flaqueado, su himno estaba en lo más alto. Y su mirada, jamás se había apartado del demonio escarlata.

God knows I've tried to be kind

But I won't just lay down and die

Wearing a fake smile

Ella susurro algo más, algo que no fue escuchado en la canción ni mucho menos por el resto de la audiencia. Murmuro un mensaje imperceptible, dirigido única y exclusivamente a quien había mirado en todo ese tiempo, el cual estaba pegado a su asiento, sin dejar de mirarla.

The joke's on you

La canción termino, impactante. La audiencia presente soltó un aullido de emoción, la pequeña dama dando una leve reverencia. Lentamente subió su rostro, esbozando por un segundo una mirada de insinuación divertida, antes de volver a saludar a sus espectadores. Un escalofrió surco la espina dorsal de Alastor, saliendo finalmente de su embrujo. No se había dado cuenta como había rasgado la madera de su asiento con sus garras, enloquecido por la presentación de aquella dama.

Alastor había tomado sus palabras, no convencido al principio, pero sumamente gustoso de haberlo hecho. Encontró un diamante en bruto. No solo era una obra de arte andante, también resultaba ser la princesa de aquel desastroso infierno, cuyo presentador acaba de felicitar por su excelente actuación. Estaba verdaderamente complacido, jamás se había entretenido tanto en una noche.

Ella era de verdad, una sorpresa tras otra.

Luego de algunos minutos desde que terminara la presentación, el wendigo permaneció disfrutando de la música que comenzó a sonar de la banda. Sus orejas se removieron al sentir la presencia de alguien más llegando en su dirección, aunque por sus pasos, ya sabía bien quien era.

—Viniste —fue lo que pronunciaron sus labios al estar a su lado. Su sonrisa era clara, sus mejillas estaban ligeramente sonrojadas. El demonio se giró para recibirla.

Oh, por supuesto que lo había hecho. Aunque Alastor intento evitarlo, termino acercándose al lugar antes de darse cuenta. El recuerdo de ella lo había perseguido y verla ahora que su mirada brillante seguía presente en sus ojos, solo provocaron al demonio escarlata que estaba más que atraído por ellos.

La princesa lo invito a dirigirse a un lugar más privado para poder conversar. Alastor no se negó, siguiéndola hasta donde tuviera que llevarle. No dijo nada cuando vio que ella abría una puerta para entrar a un salón de baile privado. Dentro, ella se sentó invitándolo a hacer lo mismo, poco después le sirvió amablemente un trago del mismo wiski caro que estaba bebiendo hasta hace un momento, sirviéndose un poco para ella también.

—Creo que no nos hemos presentado, aunque estoy segura que ambos conocemos bien quienes somos —menciono, riendo un poco. Alastor la miró atento—. De igual modo, me presentare. Mi nombre es Charlotte Magne, puede llamarme Charlie si gusta, señor demonio de la radio.

Escuchar su nombre salir de sus labios, aunque este solo fuera su apodo como señor del infierno, le hizo sentir poderoso, imponente. Nunca le había maravillado tanto su propia reputación, hasta el momento que ella lo reconoció sin problemas. Extendiendo una de sus manos para tomar la contraria, obviando su claro estupor, la acerco hasta él para dejar un elegante beso sobre su dorso, sonriendo entre ellos.

—Alastor, querida. Es un verdadero placer conocerla, alteza.

El intenso rojo que corrió por las mejillas de la princesa, casi provocaron una gran carcajada ¿En dónde había quedado toda la osadía de aquella presentación?

—De verdad, no esperaba que usted viniera —le comento, sonriendo suave—. Estoy gratamente sorprendida.

—Sorpresa fue la mía, no espere que fuera la excepcional cantante del lugar—expreso ahora él, rehuyendo la frase hábilmente.

—Supongo que creyó que estaba ofreciendo el otro tipo de servicios que también se otorga en este lugar —contesto. El demonio rio, asintiendo ante sus palabras.

—Ciertamente, lo había pensado. Pero una corazonada me dijo que había algo más que supondría un entretenimiento de calidad—estableció.

Charlie lo miró un momento, bajando la mirada, mientras reía, encogiendo los hombros.

—Yo siempre desee cantar en el escenario —empezó a relatar, viendo su vaso de wiski, Alastor con su vista fija en ella—. Como bien sabrá, mi madre es una gran artista en el infierno, tiene recitales, presentaciones, grandes conciertos. Amaba ser como ella en algún momento, pero no quería usar las conexiones de la corona para llegar a eso. Quería darme a conocer por quien soy, por como es mi voz. Por eso comencé desde abajo, apoyándome con algunos amigos en pequeños locales hasta que poco a poco fui escalando. Este no es el gran salón donde canta mi madre, pero me siento feliz con tanto público escuchando, aunque aún no llegue al mismo alcance que ella.

—Me encanta tu disposición a escalar desde abajo, dulzura. Es gran esfuerzo logrado que ha dado resultados, así que no dudes de tus habilidades ahora que has logrado esto—le dijo, captando su atención. Charlie estaba deslumbrada—. Tienes una voz verdaderamente esplendorosa, querida. Nunca olvides eso.

—De verdad, me alegra escuchar esto —respondió. Sus ojos brillaban al tiempo que su sonrisa se extendía con tierno rubor rosa, Alastor disfruto bastante de ser el quien provocara esa reacción.

La conversación continuó, siendo fluida, libre de incomodidades o silencios alargados. Entre ambos tenían grandes temas para conversar, muchos de ellos relacionados con música. El tiempo iba pasando increíblemente, sorprendiendo al demonio de la radio que jamás había estado tan inmerso en la comodidad que podía generarle una persona.

—Nunca he sido particular fan de este nuevo tipo de música moderna, pero proveniente de ti, cariño. Puedo tolerarlo —le comento risueño, Charlie rio, uniéndose a él.

—Muchas gracias por tolerarlo al menos —le dijo, con un gesto jovial en el rostro. Aprovechando la oportunidad, el demonio pregunto lo que estaba pensando.

—Aunque debo admitir, que esa canción que cantaste tiene una letra bastante singular —menciono Alastor moviendo el contenido de su vaso—. ¿Está dirigida a alguien en particular? —ella lo miro con perspicacia, mas no se negó a contestar.

—S-Si... Se suponía que iba dirigida hacia mi ex novio —explico, con un poco de nerviosismo—. Él nunca estuvo de acuerdo con que quisiera cantar ante un público o cualquier otro tipo de actividad que pasara por mi cabeza. Terminamos hace un par de días. Él no lo tomo bien, queriendo suprimir lo que era, pero yo no me quería dejar encarcelar y esta era una especie de venganza... Aunque —paso ligeramente su vista hacia el demonio escarlata—, creo que esa venganza ya no importa nada.

Alastor alzo su vista, captando la mirada de la princesa con una sonrisa de lado, ladeando un poco su cabello mientras pasaba un mechón de su largo cabello detrás de su oreja en un gesto que le pareció al demonio, más que coqueto y cautivador.

—Hay algo más interesante en lo que puse mi atención —explico, mordiendo su labio inferior.

Había una energía cargada, algo extraño en el ambiente que hacia los músculos de ambos se tensaran, el calor aumentara y el sabor del licor fuera más intenso. Alastor dio otro sorbo a su bebida, sonriendo de oreja a oreja. Ella seguía sentado a su lado, la música tenue del exterior del local se escuchaba, incitando a algo. Sin embargo, la mente del demonio aún no estaba del todo desligada de la cordura, había un hecho que le seguía persiguiendo desde el momento que la princesa lo invito a pasar a ese cuarto privado.

—Y aun con ese nuevo interés ¿Ofrece este tipo de servicios a otros particulares, alteza? —le pregunta era malintencionada, Alastor lo sabía. Pero, no le importaba, ansiaba ver la reacción de la dama frente a él. Quería ver si ella se ofendería o lo miraría avergonzada de sus propias acciones.

Sin embargo, solo obtuvo una gatuna sonrisa de su parte.

—Esta es la primera vez que acompaño a un cliente —respondió con voz segura, suave y sensual. Aun con eso, se notaba el sonrojo que cruzaba su rostro, dándole una vista encantadora de tierna inocencia, aunque en ese instante no la tuviera—. Siempre me mantuve al margen de este tipo de actividades porque no eran de mi interés.

—Oh ¿Y eso se puede saber por qué? —cuestiono, alzando una ceja interesado, acercándose un poco hacía Charlie. Ella pareció imitarlo, cortando cada vez más el espacio entre ellos.

—No había aparecido el que mereciera tenerlo —expreso, cerrando poco a poco sus ojos. Sintiendo cada vez más cerca su aliento.

— ¿Ya apareció entonces? —estaba cerca, demasiado cerca. Se había detenido deliberadamente en el momento exacto, observándola, queriendo escuchar de parte de sus propios labios aquella respuesta que ya sabía.

—Si —acepto, asintiendo al toque suave de su mano en su cabello—. Esta justo frente a mí, tan cortes y arrebatador como puede ser usted, señor demonio de la radio.

Una corriente de adrenalina hizo Alastor la tomara de la nuca, cortando por completo la distancia entre ellos. Sus labios se conectaron de inmediato, repasando la dulzura de los mismos junto con el cargado sabor del wiski en ellos, otorgándole una sensación adictiva. Usando su otro brazo, la tomó de la cadera, acercándola más, mientras ella colocaba sus manos en su pecho. Alastor no sabía cómo había sido capaz de llegar a ello, el jamás había sucumbido a sus impulsos, siempre había cuidado pulcramente de su compostura, estando muy orgulloso de ella. Pero solo le había tomado un par de interacciones con aquella hermosa princesa para arrojarlo todo por la borda, y no podía importarle menos eso ahora. Disfrutando de la calidez de su boca, repasando la belleza de sus facciones, la calidez de sus toques en su pecho y escuchando la melodía de su boca al jadear contra la suya. Todo en ella era un cielo dentro de ese infierno.

La falta de aire los hizo separarse a apenas por escasos metros, la respiración de ambos estaba agitada. Charlie bajo el rostro, incapaz de sostener la mirada del demonio escarlata que permanecía en una especie de trance producto de excitación.

El tiempo para culminar aquel breve momento de intimidad se acercaba y Alastor no quería separarse aun de ella, quería seguir descubriendo más cosas de ellas. Entonces escucho como una animada melodía sonaba desde los altos parlantes del local, era una canción de su tiempo y una que él había disfrutado demasiado. Sonrió victorioso, tenía la oportunidad perfecta.

— ¿Bailas, cariño? —le pregunto mientras extendía una mano hacia ella, quien le miraba aun sobrepasada por el beso.

Aun así, ella sonrió tan encantadora, tomando su mano en una clara respuesta. Ambos caminaron tomados de la mano fuera del salón hacia la pista de baile, recibiendo claras miradas de sorpresa e incredibilidad ante la imagen que estaban dando. La pista estaba llena de demonios que detuvieron su baile al verlos llegar ante ellos, muchos sacaron sus celulares para grabarlos o tomarle fotos ¿Pues, quien no lo haría? No todos los días del infierno podía verse a la cantante estrella del Bluebird bailando de la mano del mismísimo demonio de la radio. Hasta ese momento nadie había logrado llegar ante las inalcanzables manos de la princesa del infierno, siempre protegida de las espinas escabrosas del hijo de los Von Eldrich. Pero, aun con su claro rompimiento, que paso esa semana en boca de todos, la posibilidad de acercarse a ella había disminuido a cero al ser su nueva pareja uno de los señores supremos más fatales y brutales del infierno. Nadie más que el mismísimo demonio de la radio.

Charlie se rio un poco entretenida ante las miradas que recibían, y aunque algunas le incomodaban mucho, se sentía demasiado bien al estar al lado del demonio de la radio. Jamás había esperado estar de esa forma con él, habiendo escuchado todos sus rumores. Pero, aunque todos pudieran ser ciertos, ahora estaba frente a ella, tomándola de la cadera mientras sus pies se movían al son del swing por toda la pista con entusiasmo.

—No sabía que podías moverte tan bien como cantas, querida —la elogio este sonriendo de oreja a oreja. De verdad, estaba en demás sorprendido y maravillado, ella le parecía una enorme caja de sorpresas. Charlie, por su parte, le respondió con una cándida y traviesa risa.

—Aún existen muchas cosas que pueden sorprenderlo, señor demonio de la radio —expreso, cautivadora.

Con una gracia en demás natural, la princesa bailaba moviendo sus caderas con energía, siguiéndole el paso a Alastor que no dudaba en guiarla a una animada coreografía. Haciéndola girar para tomar de nuevo su mano, los alegres zapateos seguían al ritmo de la música para luego aplaudir rítmicamente. Se acercaron más, mirándose a los ojos por un momento para luego volver a girar y tomarse de la mano. El wendigo estaba extasiado, jamás había bailado con alguien de esa forma, con todo el swing apoderado de ellos, siguiendo el impulso alegre de los pasos. Charlie reía encantadora y la sonrisa de Alastor era cada vez más amplia, más sincera y entusiasmada, estaba loco por ella. Toda era ella era una mescla completa de euforia, una que ni en vida o muerte había sentido. Sacándola de su eje, él la tomo entre sus brazos, acercándola a él y dándole un giro hasta tomarla desde un costado de la espalda. Ella estaba maravillada con su arrebato, con sus mejillas enrojecidas y su ánimo lleno de entusiasmo, brillando como una estrella.

La canción termino, con ambos quedando muy cerca de sus caras. Ella tenía la pierna en alto en una última pose espectacular mientras él la sostenía de un brazo. Ambos se veían con extremo regocijo. La pista de baile llena de demonios se llenó de aplausos y exclamaciones de sorpresa, los chimes no paraban de llegar de un lado a otro mientras muchos grababan el momento. Charlie y Alastor seguían respirando agitadamente, presos del trance que estaban viviendo. Ambos se sonreían, ninguno mostro un gesto incómodo. Solo aceptación del otro. Poco a poco volvieron a enderezarse, aun sin soltar sus manos.

La siguiente canción que sonó, aunque proveniente de la misma época de Alastor, parecía demasiado lenta. Charlie se sintió indecisa si de permanecer o retirarse por otra bebida. Sin embargo, el wendigo la tomó de la mano, impidiendo que se apartara.

—Ya se lo había dicho, princesa —dijo, dando el primer movimiento, guiándola—. Que soy un gran conocedor de música y también, un excelente bailarín —se regodeo, riéndose entre dientes.

Ella le observo, repasando sus rasgos hasta suspirar segura, correspondiendo el toque de su mano y siguiendo sus pasos, como buena estudiante.

—También es mi deber recordarle —hablo ella ahora—... que no tiene que seguir llamándome princesa, Charlie es más que suficiente.

—Charlie ¿entonces? —un brillo juguetón repaso los ojos de Alastor, acercándose poco a poco a ella. La doncella lo noto, entrecerrando sus ojos en respuesta y mordiendo sus labios. Aquel gesto se le antojo al demonio como algo delicioso. Nuevamente quería probar esos labios color cereza, y no le importaba el lugar o si estaban siendo observados, seria incluso más glorioso, denotando su propiedad sobre ella.

Pero, un ahogado jadeo salió de labios de su princesa y su agarre tembló, ajustándose nerviosa a él. El demonio escarlata la miró intrigado, su gesto antes receptivo, ahora estaba rígido. Algo había provocado aquello, así que desvió su mirada de reojo, encontrando lo que la princesa observaba. A la distancia, un demonio esmeralda usando un ridículo sombrero de copa los veía con una ira que sería capaz de destrozar a Alastor con su mirada si este no supiera que era superior a él. Esté tenía su atención fija en la grácil figura de Charlie, como exigiendo una explicación de aquel acercamiento entre ellos. La princesa por su parte, estaba en demás incomoda. Su mirada se iba preocupada hacia Alastor y luego hacia el demonio verde, casi como si le pidiera a este último que desapareciera y la dejara en paz.

Aquel gesto hizo que una profunda molestia inundara el cuerpo de Alastor, incapaz de tolerar aquella acción en donde su atención no estuviera enfocada solo en su persona. Decidió que haría algo al respecto. Apretando el agarre, la tomó de la cadera con una mano y con la otra en su espalda, pegándola más a su cuerpo.

—Fija tus ojos en mí, cariño. Ahora soy yo quien está a tu lado —dijo, con su rostro casi rosando sus labios en un arrebato malicioso que se notó en su expresión. La estática estaba revestida en su voz, de manera amenazante, pero eso no pareció intimidarla.

Ella se sorprendió, enrojeciendo en sus tiernas mejillas y dándole una sonrisa nerviosa, pero afirmando su agarre hacia él. Nuevamente su atención estaba solamente dirigida a él, olvidando la patética existencia del demonio a varios metros detrás de ambos. Alastor sonrió complacido, disfrutando de aquella dulce faceta que contrastaba con la incitante y sensual de la princesa que tenía entre sus brazos. Podía sonrojarse fácilmente ante su toque, pero también podía acercarse peligrosamente a él, quemándolo por el deseo de sentir sus labios.

Desde su posición, noto con notable diversión, como la copa del demonio verde se rompía entre sus manos, producto de su última acción con Charlie. Este le dirigió una sonrisa socarrona, expresándole lo que había dejado fácilmente para él en estupidez. Ahora él tenía todo su poder sobre aquella hermosa mujer. Ella era una droga, una que estaba disfrutando y que no pensaba soltar en lo más mínimo.

Se la pasaron así bailando durante varias horas, disfrutando de diferentes ritmos y diversas canciones hasta que sus pies dolían y sus gargantas quemaban. Jamás habían tenido una noche como esa, pero incluso una como esas, debía culminar en algún momento.

Como el caballero que era, él la espero pacientemente a las afueras del negocio para acompañarla hasta su casa. Charlie salió a los pocos minutos, vestida de una forma más casual, pero no menos encantadora.

Empezaron su camino en dirección a la residencia de la princesa que no era más que un edifico de varios pisos a su nombre donde vivía con varias de sus amistades, incluso algunos de ellos formaban parte del elenco o el personal del Bluebird. Luego de unos minutos caminando mientras seguían conversando, llegaron a su destino. Las noches en el infierno era heladas, por lo que Alastor había cedido su abrigo amablemente para ella.

—Muchas gracias por acompañarme hasta acá —le agradeció—. Aunque seguramente debió ser una molestia desviarse de su camino a casa —razono ella. Alastor negó con su dedo índice.

—No fue ninguna molestia, dulzura. Solo quería asegurarme que llegara sana y salva a su hogar —respondió galante.

—Hoy fue una noche encantadora —dijo, sinceramente feliz de todo lo que vivió y sintió. Alastor, coincidió con ella.

—Verdaderamente, lo fue —acepto, cerrando los ojos satisfecho. Ella le entrego afable su abrigo, recibiéndolo este en sus manos—. Ahora si me disculpa, será mejor que me retire.

Él estuvo a punto de desaparecer al momento de invocar el poder de su micrófono. Sin embargo, fue detenido abruptamente por la mano de Charlie que lo sostuvo del brazo. Su rostro estaba lleno de pánico, con sus labios temblando.

— ¿Podre ser capaz de verlo otra vez? —pregunto temerosa. Recién se habían conocido, pero había sido una de las mejores noches de su vida, jamás había encontrado a alguien con quien pudiera encajar tan fácilmente, aunque ellos fueran completamente diferente a simple vista. No quería tener que separarse y temía demasiado que luego de que se despidieran, sus personas no volvieran a encontrarse.

Hubo un pequeño silencio. Charlie había cerrado los ojos asustada de verlo. El sonido de un movimiento de tela y el tacto de su mano la obligaron a abrir los ojos, sintiendo su rostro enrojecer por la vergüenza. Arrodillado frente a ella, se encontraba el infame demonio de la radio, sosteniendo su mano tiernamente, sin ajustar sus garras sobre ella.

—Mi querida princesa. Espero que estas palabras queden claras para usted, si es que acaso esta noche no me he expresado correctamente a través de mis acciones —dijo. Su expresión era suave, dulce. Nunca nadie en el infierno había sido capaz de presenciar esa faceta, y Alastor estaba seguro que no se la mostraría a nadie más, solo a ella—. Mis sentimientos por usted son superiores a los que las palabras mundanas pueden describir, usted me ha llamado de tal manera que se me hace imposible apartar mi mirada, haciéndome rogar por algo que jamás en mis dos vidas me hubiera interesado.

Lo miró sin poder decir nada, sin saber cómo reaccionar. Seguía muy conmocionada, incapaz de procesar lo que sus oídos estaban escuchando.

—Mi encantadora y bella demonio ¿Quisiera seguir compartiendo su tiempo con mi persona? No tengo pensado recibir un no por respuesta —inquirió.

Charlie no pudo evitar reír un poco. Aquella increíble declaración había sido fácilmente sobrepasada por la terquedad que parecía contener el wendigo y a pesar de que estaba segura que había hecho una pequeña falta al reírse, la princesa no noto reproche en la mirada de Alastor. Solo expectación que ella misma compartía.

—Sera un honor —respondió, encantada. 

¡Feliz jueves corazones! Se que había prometido una actualización de Princesa Imperial, pero, aun estoy ajustando los detalles del capítulo, así que lo dejare para el día sabado (que ironico que tenga bien avanzados los capítulos que vienen luego de ese y no este, pero bueh). Con respecto a esta historia, entró en mi nueva linea de OS, tengo varios en el tintero, quedando todavía los drabbles del AU de Charlie como nana de Alastor (eso es algo lindo guardado ahí). Este OS tiene una segunda parte que publicaré entre la otra semana o la siguiente, así que esperenlo con ansias ¿Este les pareció interesante? Quería tanto escribir tanto algo donde Alastor cayera al momento de ver a Charlie cantar y bueno, henos aquí. La canción que Charlie canto es Joke's On You de Charlotte Lawrence, que tenemos al principio del capitulo. 

Espero que les haya gustado mucho y nos podamos leer pronto, aprecio muchisimo sus comentarios tan lindos. De verdad, me animan muchísimo. En un par de semanas les tengo otro par de sorpresas para ustedes, y claro, quien tenga alguna petición de algún OS, puede hacerlo, siempre estoy dada a las nuevas ideas (ya tome un par por allí, gracias a quienes las dieron, muchos besitos). Ahora si, muchos saludos desde Venezuela y se me cuidan bastante. 

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