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7. Jaula escarlata

Me encerré en mi jaula; que en ese momento se había convertido en un horno. Me despojé de mis ropas, y me lance sobre la superficie esponjosa donde al tacto quede sumido en el sueño.
Sueño en el cuál, el desgraciado aprovecho mi despiste y me clavo una fuerte puñalada en el brazo; tanto que, mi cuerpo voló por los aires después del chuzón, el brazo se me había inflamado; estaba rojo y con mucho dolor, había pasado de ser un brazo de un desnutrido a un gigantesco bate de béisbol, tan pesado, que en un instante me llevo a aterrizar el vuelo de regreso sobre la cama. Mientras tanto el maldito panzón, corría de lado a lado de la habitación con su enorme puñal, sonriendo, esperando una segunda oportunidad para lanzar el siguiente ataque.

Con el brazo ardiendo salte sobre el suiche y encendí la luz, para descubrir a ese negro desgraciado avanzando hacia mi.
Sin darle la oportunidad, le lance un manotazo en la cara y lo aplaste contra el suelo.
Una a una, arranque sus peludas manos y patas, y con mis fuerzas; parte por parte, las retorcí, hasta ver cómo la sangre brotaba de entre mis dedos, escurriendo por mis brazos y antebrazos.
Con fuerza le arranqué su afilado puñal y con ayuda de este, extraje de sus cuencas, sus redondos y negros ojos. Uno a uno, con el filoso puñal, los pinche como a dos globos; aunque el estruendoso ruido taladro mis orejas, disfrute ver la Chorrera de sangre que volaba por todos lados, empapando las cortinas y todas las blancas paredes de mi cuarto. El éxtasis no fue nada comparado con el nivel de excitación que sentí, cuando con la filosa cuchilla, al abrir sus entrañas, broto un desesperado chorro de un líquido rojo escarlata, que me empapó por completo, y sin detenerse, se desplegó por toda la cama, chorreando por el piso.

El espeso liquido, al no encontrar salida del cuarto, se empezó a acumular chocando y escalando por las paredes, inundando todo el cuarto, hasta que finalmente, me ahogue con calma en un profundo sueño, tranquila, de haber matado al Desgraciado negro y mal nacido zancudo.

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