Receta para el desastre
Mi madre siempre dice que soy despistada, es cierto, pero nunca creí que mi capacidad para crear problemas podría causar una catástrofe interplanetaria.
Yo, mi robot cuidador y mi mamá vivimos en un elegante condominio; sí, la burra de primera. Soy tan irresponsable que a mi edad aún necesito de una máquina para que me vigile. Mi madre es una famosa investigadora en el campo de la robótica, sus inventos han revolucionado la humanidad; en cambio, el mayor logro que he alcanzado en mi vida fue ganar un concurso de hacer la croqueta en la escuela. Por si no pertenecen a la Vía Láctea les diré que es un deporte de las olimpiadas cósmicas, y consiste en rodar por el piso como si no hubiera un mañana. No sé para qué sirve pero soy buena en eso.
Les cuento que el día que casi destruí al mundo era un día aburrido como cualquier otro. Mi madre me había dicho antes de salir:
―Petunia, necesito que la casa esté de pie cuando vuelva. Vendrán mis compañeros de trabajo para festejar mi nuevo invento. Por favor, no trates de impresionarlos como la última vez.
―Te juro que las rata-tigres estaban amaestradas. Ese señor no tenía que haber metido el dedo en la jaula ―me defendí.
―Como sea, quiero que mis compañeros salgan de aquí de una sola pieza, ¿es mucho pedir? ―imploró mi progenitora masajeándose las sienes.
Asentí con la cabeza regalándole una sonrisa, ella me miró desconfiada y partió a su oficina. Ese día decidí que me convertiría en una chica responsable, una de la que mi mamá estuviera orgullosa; desgraciadamente el destino tenía otros planes para mí. Me dispuse a buscar una vieja receta de la abuela para preparar un batido de frutas a los invitados. Era solo una bebida, a todos le gusta y no era para nada peligroso, ¿o no?
Ingredientes para crear un smoothie alegre:
🍹3 cucharadas de risas instantáneas
🍹1 taza de azúcar
🍹1 litro de agua marca Calzón
🍹4 manguabas maduras cortadas en trozos
🍹Amor
🍹Flores
🍹Y muchos colores
Para mi desgracia una sustancia X fue añadida accidentalmente a la fórmula infalible de mi abu. Cuando troceaba las manguabas, me hice un corte en la mano y unas gotas de sangre cayeron dentro de la batidora. Cuando encendí el aparato supe que algo iba mal porque empezó a hacer un ruido horrible y las luces de la casa pestañaron sin parar. Mi robot cuidador apareció al percibir el peligro y me protegió cuando esa cosa estalló casi en mi cara. Abrí los ojos y no entendía lo que veía, cuatro clones exactamente iguales a mí, cada una con un smoothie en la mano, estaban paradas en la cocina en el lugar donde alguna vez descansó la batidora. Si una yo era problemática imaginen lo que podrían hacer cuatro de nosotras. Apenas podía reaccionar de la impresión, y el robot junto a mí hubiera renunciado al trabajo si hubiese estado programado para poder hacerlo.
Mis gemelas problemáticas repetían mi nombre sin parar: "Petunia" "Petunia" "Petunia" "Petunia" "Petunia", parecía que solo conocían esa palabra. Tantas imitaciones hablando a la vez me hacían sentir como recién abducida. En mi mente rodaban batidos, clones, robots, una vaca, batidoras, rata-tigres, crema de afeitar y hasta una hamburguesa. Tanto estrés me había dado hambre, pero no tenía tiempo de engordar si una manada de chiquillas idiotas estaba suelta por mi hogar. Las miré buscando algún rastro de inteligencia, pero sus cabezas huecas eran demasiado evidentes. La primera se quedó de pie, con el vaso en la mano, la boca abierta y mirando al vacío. La segunda salió corriendo de la casa gritando mi nombre como loca, mientras otra derramaba su smoothie sobre la pobre máquina que tantas veces veló por mi seguridad, haciendo que saltaran chispas. No pude hacer nada con ese desastre porque la última de las Petunias bajó haciendo la croqueta hasta el laboratorio de mi mamá. Por Dios ese lugar era en extremo prohibido, no podía estar allí ni amarrada. Creía que moriríamos todos sino la seguía, y tenía razón. La idiota número 4 estaba tocando todos los botones rojos y riendo a carcajadas. La pantalla gigante de aquel lugar no paraba de dar alertas. ¿Cómo podía parar aquello? Traté de cortar la fuente de energía para que aquello se detuviera. En ese sitio había cosas muy peligrosas, cosas que podían extinguirnos tres veces seguidas. Seguí haciéndole fuerza a la palanca para bajarla hasta que cedió. Por suerte dio resultado y todo se apagó. Estaba a oscuras y el silencio era un verdadero alivio. Esperaba que mis hermanas no deseadas se fueran a joder a otro lado. Subí con calma para no caerme. Cuando llegué a la cocina una luz calurosa inundó mi cara, mis ojos de morsa se abrieron a la máxima potencia.
―Me cacho en to' lo que se menea ―fue lo único que alcancé a decir.
El robot cuidador se había incendiado, y el fuego se abría camino por la casa. Yo, genia al fin, había apagado todos los sistemas de la residencia, incluyendo los de alarmas antiincendios y los teléfonos. Ninguna otra Petunia además de mí estaban por todo aquello. Mi madre y sus amigos llegarían en cualquier momento. Seguro me reemplazarían por alguna de los clones, total, éramos todas igual de alborotadoras. Sin dudas escogerían a la Petunia zombie que ni se mueve, esa aunque sea serviría de adorno.
Allí estaba yo, cavilando sobre mi posible sustitución con un infierno ardiendo a mí alrededor. Los pedazos de techo comenzaron a caer. Mi garganta se sentía seca y me costaba respirar. La tos y el escozor en los ojos me hicieron caer en la situación desesperante en la que me encontraba. Iba a morir, exploté la batidora, había creado cuatro hermanas muy guanajas, casi había destruido al mundo, incendié mi hogar, asesiné a la única cosa que me soportaba desde siempre y una vez más decepcioné a mi madre. Al menos había hecho un batido. Siempre me esforzaba para intentar borrar mis problemas del pasado y siempre terminaba creando uno mayor. Suspiré y me acosté en el piso, estaba agotada de tanto batallar por ser normal.
―Soy anormal, y estoy orgullosa de serlo ―acepté al fin entre lágrimas.
En mi ensoñación sentí unas voces que me llamaban por mi nombre. Algunos ruidos de sirenas se acercaban y empecé a hacer la croqueta siguiendo los sonidos en la oscuridad y el humo, así podría acercarme a la salida. Cuatro rostros familiares me rodearon y se agacharon para recogerme. Detrás de ellas unos robots llenaban el lugar de una pasta que ahogaba las llamas. Las chicas me cargaron hasta una ambulancia, me dejaron ahí y se marcharon. Mi madre apareció unos minutos después que me vendaron las heridas, ella me abrazó con ganas y lloré una vez más.
―Sabes, acabo de conocer a tus gemelas. No recuerdo que tuviera otras hijas ―dijo ella―. Usaste la batidora duplicadora, ¿verdad?
―Mom, en mi defensa, no sabía que de allí iba a salir el escuadrón suicida ―sollocé mientras hablaba―. ¿Cómo iba a imaginar que una simple batidora inofensiva era capaz de duplicar mi estupidez?
Mi madre rio y respondió:
―Esa batidora era el nuevo invento por el que mis amigos vendrían hoy. Fue mi culpa el no decirte del dichoso artefacto, pero lo que sucedió fue demasiado peligroso. Llegué a tiempo porque tengo registro en tiempo real de mi laboratorio y me llegó la notificación de emergencia: Catástrofe Universal. Estás castigada por lo menos hasta que termine de reconstruir la licuadora, y la última vez me demoré tres años. Un poco de independencia te hará bien, solo rezo porque no vueles algún asteroide. Te amo, pero no sé qué más hacer contigo.
―Asumiré el castigo, pero ¿y las otras Petunias?
―No te preocupes, pasadas unas horas desaparecerán. Por suerte la batidora era solo un prototipo ―culminó ella.
Esa fue la última charla que tuve con mi madre, bueno, al menos en persona. Como podéis ver Lady Cuca Racha III y señor Melón Pintado, me han mandado aquí a Mutantonia para coexistir con fenómenos como yo que son rechazados por el resto de sociedades y planetas del sector, pero no importa, ya acepté mi anormalidad. Sin ofender, no se me ponga molesta Martina la Voladora, es usted un bicho con mucha clase. Deberían aprender a tomarse las cosas con humor. Al final no somos raros, solo somos unos incomprendidos.
Cuento ganador del 1er lugar en la categoría Humor, en el concurso: "Vuelta al Perfil en 80 días" organizado por WattpadCienciaFiccionES.
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