La mujer con la cicatriz
Ella no entendía porque la habían llevado no tenía sentido alguno, se supone que él monstruo tan solo deseaba bellezas... Mujeres que tuvieran un rostro perfecto para él poder ver cómo se deforman con él dolor que les causa, hacerlas llorar hasta que empezarán a maldecir su belleza.
Ahora mismo está aquí frente a él, sentada en el suelo, inclinando su cabeza, el sudor se muestra en su rostro tanto es que cae sobre la fina madera.
Para la ocasión fue vestida con un elegante kimono de color morado, usando accesorios de oro en su cabello rojizo, con el más fino maquillaje en su cara pero nada de eso compensa la gran cicatriz que tiene en su ojo su cabello no la pudo cubrir, tiene un flequillo que deja a mostrar por completo esta.
—Levanta la cabeza. —La voz del hombre es profunda y dura, la joven mujer hace caso, poco a poco alza su mirada hacia él que han nombrado rey de las maldiciones.
Tal como se espero, los relatos que decían de él eran ciertos.
Un hombre con cuatro brazos, esa rara boca en su abdomen y aquel doble rostro, puede sentir como cada uno de sus ojos la ve. —Tu nombre. —Ordena.
—Moka. —Hace una reverencia desde el suelo.
—Hmm. —La sigue mirando, ladea su cabeza como si pareciera aburrido.
—Uraume... ¿Realmente es hija de esa mujer?.—Le pregunta al hombre albino que está a su lado.
—Así es Sukuna-Sama... Yo también estoy sorprendido pero si es hija de esa mujer. —Le contesta el albino.
Sukuna se lleva la mano a su barbilla pensativo mirándola aún. —¿Cómo te hiciste eso?.—Claramente se refería a la cicatriz que tenía sobre su rostro, es una marca algo rojiza con morado, la piel se ve vieja, remarcada con líneas, su ojo morado apenas se mantienen abierto, puede ver un poco con este.
—Fue un accidente mi madre deliraba cuando yo era una bebé... En uno de sus delirios ella me quemó. —Contesto al fin, realmente no le gustaba hablar de ese tema.
Su madre la amaba, siempre le decía que era su pequeña adoración aunque siempre notaba una mirada triste en ella cuando veía su cicatriz, nunca sintió enfado por lo que le hizo aún cuando la gente comentaba que jamás deliró que realmente la hirió estando cuerda y sana. Pues todos recuerdan como se encerró con la pequeña niña pidiendo que no la molestarán minutos después se escucho los gritos y llantos desgarradores de madre e hija.
—Hmm. ¿Y solo contigo se volvió loca?. —Sukuna cuestionó sin tener ni un toque de empatía en su voz. —Uraume.
—Ella tiene cuatro hermanos todos son de diferentes padres. —El albino comento.
—Yo en realidad jamás conviví con ellos no vivían con mi madre. —Moka replicó. —Mi madre no es una promiscua...
—Tu madre no era una hechicera pero dió a luz a un bebé varón... Que tiempo después manifestó un ritual impresionante de hechicería el padre al enterarse solo se llevó a su hijo, pero a tu madre no, pues aparte de no ser hechicera venía de baja cuna. —Uraume explicó.
—Vinieron más hombres... Le ofrecieron dinero incluso propiedades si podía darles hijos hechiceros ellos le darían todo. —Ella se encogió de hombros al tener que comentar algo tan privado de su madre, pero negarse no era una opción. —Pero mi madre no tuvo opción era eso o ser secuestrada...
Uraume levantó la mano para hacerla callar. —Dio a luz a tres niños más que después manifestaron grandes rituales... Entonces llegaste tú.—El albino la señaló. —Fuiste su último parto, pues naciste niña sin nada en especial no solo eso, tu madre ya no pudo tener hijos gracias a ti... Tu padre no te reclamo y tú madre no recibió lo que le debían dar. —El sirviente prosiguió.
—Entonces...—Hablo de nuevo Sukuna. —Tu madre estaba tan molesta, pues no solo fuiste una niña si no que gracias a ti ya no pudo seguir con su negocio. —El sonrió burlón. —Y por el enojo que sentía hacia ti te quemó la cara.
—Ya le dije que fue un accidente. —Ella volvió a responder, sudando frío al alzar la voz, pero realmente detestaba que hablarán mal de su madre después de todo Moka siempre ha visto a su madre como una gran mujer, una amable persona, siempre la ha tratado con tanto amor y protegido jamás creyó esos rumores estúpidos que la daño a propósito. —Mi madre jamás me haría daño. —Sentencia con seguridad, traga saliva lento, siente que está siendo grosera y sabe que eso le puede costar la vida.
Vio como claramente Sukuna se puso de pie, no hizo ruido alguno tan solo camino hacia ella, su silencio le perturba y preocupa. —Mmm. —El hombre deformado la mira unos segundos en silencio. —Es una gran decepción esperaba una belleza no esto.—Sukuna se inclino un poco para sujetar un mechón pelirrojo de Moka, ladeó la cabeza con aburrimiento.
—¿Prefiere que traiga a la madre?... ¿Me deshago primero de ella?.—Uraume señaló a Moka.
La pelirroja sudo frío ante las sugerencias del fiel lacayo.
Por una parte no quería morir y por supuesto no quería que le hicieran daño a su madre, abrió sus labios para replicar, pero en ese momento Sukuna alzó su mano.
—No hace falta. —Se negó a las sugerencias del albino. —Esa mujer le arrebataron cuatro hijos dudo que pueda hacerla sufrir... Ya se han encargado de dejarla destrozada al quitarle tanto. —Sukuna se explicó. —¿Sabes leer, escribir?.—Sukuna se dirigió a Moka.
Ella asintió rápido ante sus preguntas. —Se ambas cosas.
—Bien, ¿Que tal se te da la limpieza hacer de comer?.
—Uh. Se me dan bien...
—Bueno Uraume te he conseguido una sirvienta para que te ayude en lo que necesites.
El albino observó en silencio a Moka, juzgando con la mirada.
—Vamos se que te he sobrecargado de trabajo últimamente y he traído a varias concubinas... Necesitamos a alguien que les haga de comer y claro una buena mensajera.
—Si Sukuna-Sama me ordena que la tome como sirvienta así lo haré.
—Gracias Uraume. —Sukuna sonrió con tranquilidad y se retiró de la sala.
Moka miro al albino, ella tan solo se encogió de hombros. —Uh.
—Tu y yo no somos iguales... Yo soy la mano derecha de Sukuna-Sama, tu solo eres una sirvienta a mi disposición. Debes estar agradecida que él te haya perdonado la vida. —Uraume dijo de repente, Moka lo miro de mala gana pero se limito a asentir ante sus palabras. —Te daré ropa cómoda para que empieces tus tareas...
Uraume salió de la habitación y espero que Moka lo siga, caminaron hasta que llegaron a un cuarto pequeño, estaba lleno de kimonos y otro tipo de prendas, el aroma era fresco y suave, todo era ropa limpia. —Usa este kimono. —Se lo entrego a Moka en sus manos. —Deja lo que traes puesto en esta cesta te veo en la cocina en diez minutos. —Dicho esto se retiró el albino, dejando a Moka sola para que se cambie.
Ella se miró en el espejo que había en el cuarto, acomodando su cabello pelirrojo, y después... Miro su cicatriz, la toco suavemente, ha pasado mucho así que no le duele en realidad desde niña siempre la ha tenido, claro que de principio le costó aceptar su apariencia, las burlas no se hicieron esperar al igual que el desprecio por su apariencia, mientras de un lado resalta su belleza el otro deja ver su rostro destrozado.
Suspiro. —Tal vez termine así para evitarme un destino más cruel. —Refiriendo a ser una concubina de Sukuna, intentando dar ánimos con eso.
Recuerda que siempre la gente pensaba que ella no era hija de su madre, pues su madre es hermosa, a pesar de la edad ella aún conserva una enorme belleza que aún atrae la mirada de hombres mayores y jóvenes, la única razón porque si la creen su hija es por sus ojos color gris algo distintivo que incluso tienen sus hermanos que nunca conoció... Mientras su cabello pelirrojo fue algo que heredó de su abuela no la conoció pero su madre le hizo saber que de ahí heredó su color de cabello y parece ser que de su progenitor no heredó nada, le llegó a contar solo que su apellido era Zenin lo recordaba bien ya que es un clan que se ha hecho de fama últimamente.
Al tener su mente más clara salió de la habitación, cerró la puerta y se dirigió afuera aunque no estaba segura dónde podía estar la cocina, vio a un sirviente... Parece ser que ya tenía bastante personal Sukuna. —Ah disculpa señor. ¿La cocina donde está?—Moka pregunto, el hombre la miró y después señaló hacia la izquierda, ella sonrió e hizo una reverencia. —Gracias.
Pronto llegó a la cocina en dónde Uraume ya cocinaba algo, el aroma le parecía poco familiar, después dirigió su vista a un bote de basura y supo porque, se esforzó por no vomitar, cubriendo su boca con ambas manos, la expresión de asco que hacía no tomo por sorpresa a Uraume, tan solo se acercó a ella y le entrego una caja con comida. —Bien sabía que no tendrías estómago para esto.—El contesto de mala gana. —Al lado está otra cocina es más pequeña, pero no te encontrarás con esto. —Refiriendo a la carne humana. —Cocina todo lo que te he dado y lo sirves para las concubinas ellas saben a qué horas venir a comer, deja una porción para ti. —Dadas las instrucciones Uraume la empujó sacando de allí y Moka termino en la otra cocina.
Suspiro... Debía dar manos a la obra si quería conservar su cabeza.
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¡Hola! Espero les guste este primer capítulo de mi fanfic.
Sukuna me parece un personaje que es del todo cruel y malo, me gusta como siempre es oscuro y siempre demostró que solo se quería así mismo y no le importaba nada más (hablando de su pasado). Quiero intentar plasmar un poco de eso, al igual que su crueldad.
Usaré a una Oc para esto, aunque no será un fanfic de romance en si. Pero si habrá interacciones de Sukuna con ella.
Sin más que decir nos leemos en el siguiente!
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