Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Prólogo [Dos Almas]

"Hay puertas en la vida que deben cerrarse y otras que deben abrirse, todo forma parte de la Línea continúa, en ese hilo rojo que une todo esto, faltaba un fragmento de esa memoria para recordar a aquella persona que amé de niño".

Sobre una de las mesas dentro de un hogar se encontraba un sobre, en aquel sobre marca una fecha de aproximadamente hace ya más de una década, para ello una mujer mayor veía el sobre curiosa, a lo que preguntó a su acompañante.

— Hija, ¿Y este sobre, que? — preguntó la madre de la joven castaña quien miraba el teléfono sentada en el otro extremo de la mesa.

— ¿Recuerdas el viaje que hicimos hace ya 14 años? — dijo esta muchacha alzando la mirada y bajando los lentes que tenía — Es la carta del chico con el que mensajeaba por correspondencia.

— ¿Hablas de Marek? — la madre se sorprendió por que la chica recordara el nombre — Creí que no lo recordabas para nada Ame.

— En parte, había olvidado un poco cómo fueron esos días con él, pero encontré esta carta que me trajo muy buenos recuerdos — habló con nostalgia.

— ¿Y por qué no vuelves a hablar con él? — propuso la madre de Amé, la cual lo medito con la mano en la barbilla.

— Sería buena idea, y también debería buscar las demás cartas que tengo de él — sonrió la joven.

— Intenta enviarle otra carta — la madre propuso.

— Pues, la verdad escribí muchas, recuerdo que te gaste más de 15 dólares en estampas — la joven se rió nerviosamente.

— Me los debes pagar. — dijo la madre de forma seria.

— Si, si, aun estoy en eso. — dijo de broma.—Pero hablando de Mar... ¿Qué será de él? — preguntó melancólicamente — nunca le pude dar mi número de teléfono.

Los años pasan demasiado rápido, cuando tu mente trabaja el tiempo es relativo, regresemos unos años al pasado donde la niña de aproximadamente de 10 años, se encontraba mirando la maleta que su madre hacía estaba algo confundida.

— ¿Nos iremos de vacaciones? — preguntó la pequeña Ame con una carita desorientada.

— Si cariño — dijo la madre quien guardó unas vendas y trajes de baños en su maleta.

La pequeña estaba emocionada por esta nueva aventura que podría tener, dispuesta a empacar sus cosas importantes que llevaría al viaje para ir rumbo a la estación de autobuses, cuando llegó el autobús los subieron para emprender viaje al Aeropuerto.

En el aeropuerto tuvieron detalles con los pasaportes por lo que el avión se iría sin ellos sin embargo esto no fue obstáculo para detener las vacaciones, Ame llegó a un elegante hotel en la costa. Pero más que las comodidades del lugar, lo que llenó sus días fue el encuentro con un niño de 8 años, de ojos llenos de asombro y una sonrisa que aún permanece grabada en su memoria.

— Hola — el niño saludo, estaba sentado en la mesita frente a la fuente en la recepción.

— Hola — saludaba Ame algo aburrida al niño.

— ¿Cómo te llamas? — el niño volvió a preguntar.

— Soy Ame — se presentó — tengo 10 años y voy en 4to de primaria.

— Yo soy Marek, tengo 8 años y voy en 3do de primaria.

— Marek, ese nombre jamás lo había escuchado — halagó la niña con una sonrisa.

— Gracias, me lo han dicho bastante ya que es unico y detergente — se quedó en silencio — también tu nombre no lo había escuchado — se quedó en silencio solo un segundo — Oye, ¿y tú dónde te quedas? — le pregunta Marek a Ame.

— Mi cuarto es el 148 — explico la chica.

— ¡Oh, el mio es el 149! — dijo Marek sonriente.La niña sonrió por el comentario del niño — somos vecinos.

— Genial podremos ir a muchos lugares juntos — Ame se emocionó — podremos hacer muchas cosas

Los niños pueden hacer amigos fácilmente con otros de su edad, y en aquellos días, la tecnología no dictaba las reglas del contacto, ellos dos se quedaron charlando sobre sus gustos por un buen rato, cuando menos lo espero los padres terminaron los papeleos de las habitaciones por la semana que se quedarían en el lugar, a lo que iban para poder establecerse bien en su habitación/departamento.

— Ame, entremos al cuarto a dejar las maletas — la mamá le comentó quien subió las escaleras rumbo al cuarto.

— Te veo en la playa Ame — Marek le dijo para quedarse mirando el paisaje desde la mesita donde estaba sentado.

Una vez dentro la niña comenzó a desempacar sus cosas al mismo tiempo que los padres analizan a detalle la habitación, observando donde las colocarian fueron a ver el estado de la habitación, cuando terminaron se acercaron a la niña quien veia su pigüino de peluche.

— Ame, ¿a dónde quieres ir primero? — preguntaba el padre a la niña quien lo medito unos segundos.

— La verdad no tengo idea Papá pienso que podríamos ir primero a la playa, pero quisiera al acuario, tambien quisiera ir a la feria, al centro, al muelle, a la cabaña del inconsciente, quizás sería bueno visitar la famosa mansión hsahs — la niña motivada buscaba eso en el mapa.

— Claro hija, elige a dónde quieres ir primero— le dijo el padre,.

— Quiero ir a la playa — sonrió de oreja a oreja.

Recordando la plática con el pequeño niño, los padres lo pensaron y sin ninguna objeción se prepararon para ir a dicha playa que estaba cerca del hotel, cuando llegó se instalaron en un pequeño lugar con una hielera y una sombrilla, Ame se escapa de ellos para ver a unos metros al pequeño niño.

— ¡Si viniste! — Saludo Marek sonriente.

— Claro jaja — se rió la niña.

Ame y Marek se saludaron y se aventuraron hacia la orilla, sus pequeños pies hundiéndose en la arena, el sol dorado pintaba destellos en el horizonte dando una atmosfera de tranquilidad. Las risas infantiles resonaban, mezcladas con el suave murmullo de las olas que acariciaban la playa, cada comentario era un chiste de buen gusto, perfecto para ellos dos que se encontraban solos.

— ¿Y qué hacemos? — preguntó sosteniendo una pala de plástico.

— ¿Y si hacemos un muñeco? — cuestiono chistoso Marek.

— Se va a morir — expresó triste Ame.

Entonces decidieron construir un castillo de arena, un reino efímero del "Mundo exterior" que representaría sus sueños compartidos de la gubernatura en el trono de sillas de plástico amontonadas. Marek, con sus manos llenas de arena, esculpía las torres y buscaba materiales como buen minero, mientras Ame decoraba con conchas y tesoros que encontró en la orilla. La construcción del castillo se convirtió en algo que coordinaron, cada uno contribuyendo con su creatividad y entusiasmo, demasiado detallado para unos infantes de no mas de una decada.

— ¡Oye mi caracola se escapó! — Ame miro que la caracola ya no está ahí.

— Babosa estropeada nomas atoras el cañón — grito al ver al caracol huyendo de la escena.

Entre risas y juegos, crearon un mundo imaginario donde la reglas eran simple: la amistad era el tesoro más preciado, dos niños que se conocieron ese mismo día. si que los minutos se estiran como si el tiempo mismo se deleitara con la pureza de su conexión.

— "En la guerra, la valentía no siempre se mide por la fuerza de los golpes, sino por la resistencia ante la adversidad." — Marek hablaba como militar.

— Usted es muy sabio mi Capitán — contestó en el mismo tono de voz

—Para lograr la paz debemos pelear, atentamente Peacemaker.

Cuando finalmente terminaron su "obra maestra" de arena, el dúo se sentó frente al castillo, contemplando su creación con ojos llorosos, mas que nada por la arena que termino en la cara de ambos debido al viento. El sol se sumergía en el océano, el cielo tenia tonos cálidos y dorados. En ese instante, sintieron la magia de la amistad y la belleza de un momento que parecía detenerse en el tiempo.

Marek tomó una concha brillante y la ofreció a Ame como símbolo de su amistad. Ella aceptó con una sonrisa, sellando un pacto silencioso que trascendiera por aquel dia que compartieron en la playa. Juntos, observaron el atardecer como dos exploradores de la vida, con la certeza de que aquel instante de magia quedaría grabado en sus corazones para siempre.

— ¿Y a donde iras mañana? — preguntó Ame emociona.

— Pues mañana pensamos en ir al acuario — comentó Marek viendo que a lo lejos estaba ya acercándose su hermana.

Las familias pasaron una buena tarde, platicando entre miembros, los niños andaban jugando entre ellos, Marek y Ame son cómplices de aventuras en una tierra debajo de sus fuertes de arena, la playa, testigo silente de su complicidad, guardó el eco de sus risas y la promesa de una amistad que, aunque el tiempo avanzara, siempre sería recordada como un instante eterno en aquel castillo de arena bajo el sol poniente.

— Buenas noches Ame — se despidió Marek a lo que su hermana lo jalo llevándoselo lejos hacia un restaurante de la playa.

— Nos vemos al rato — igual se despidió con la mano viendo como se alejaba.

Así se despidió pero solo por unos momentos ya que sabían que se reencontraron más tarde en las habitaciones de los hoteles, así que Ame llena de felicidad estaba dispuesta a ir con sus padres después de jugar mucho en la arena.

— ¿Te divertiste? — preguntó el hombre.

— ¡Mucho! — respondió una Ame carismática.

— ¿Y bien a dónde quieres ir a cenar? — le preguntó la madre a su hija quien pensó poniendo su dedo en el mentón 

— Quiero un panni.

Decidido la familia iría a comer a un popular restaurante de la zona, donde la pequeña Ame comió el panni que quería, la cena fue acogedora, preparándose para dormir, llegando al hotel ambos padres cayeron rendidos yendo a la habitación, pero como era de esperarse la pequeña no tenía sueño y se escabulló hacia el balcón de su habitación.

— Hallo — saludaba Marek quien estaba sentado al otro lado del barandal.

— Marek — Ame lo saludó sonriente — ¿Qué tal la cena?.

— ¡Uf! — aclamo — deliciosa la comida, cené una hamburguesa.

Después de otra platica mas ambos ya cansados irían a dormir bajo la luz de la Luna, mañana sería otro emocionante,  ya con un sol que brillaba en lo alto mientras  ambos niños caminaban emocionados hacia el acuario seguido de los padres que comenzaban a conocerse entre ellos, un mundo submarino lleno de colores y misterios. La fachada de cristal se alzaba imponente, invitándolos a sumergirse en un océano de descubrimientos.

— ¡Mira, Marek! ¡Aquí es donde empieza nuestra aventura bajo el mar! — exclamó Ame, con los ojos brillando con anticipación.

Entraron, y de inmediato fueron recibidos por las medusas en un tanque iluminado. Marek, con los ojos abiertos de par en par, señaló hacia ellas, admirando la belleza de no tener ojos y o tener brazos.

— ¡Son como criaturas mágicas! ¿Crees que podrían conceder deseos? — preguntó Marek, con una chispa de asombro en su voz, Ame rió y le dio un codazo juguetón.

— Tal vez, pero prefiero disfrutar del espectáculo — sonrió Ame.

Las familias caminaron por pasillos repletos de peces de todos los tamaños y colores. Se maravillaron ante las criaturas que nadaban entre las algas artificiales y las casitas de mar.

— ¿Has visto alguna vez algo tan hermoso? — preguntó Ame, admirando un arrecife de coral lleno de vida, Marek asintió con la cabeza, sus ojos mirando la pecera.

— Es como si estuviéramos explorando un mundo mágico. ¿Crees que podríamos vivir bajo el agua? — Ame rió de nuevo, contagiada por la energía entusiasta de Marek.

— Sería genial, ¿verdad? Aunque nos ahogariamos en dos minutos — sonrió tiernamente mientras sus padres reían por las locuras de las niñas— disfrutemos de esta maravilla. Además, te tengo guardada una sorpresa.

— Le quitas lo divertido a la vida. 

Caminaron hacia el túnel de cristal, donde los peces nadaban a su alrededor, creando la ilusión de estar sumergidos en el océano, el tunel deba la sensación son contar que era completamente un camino entre las grandes peceras.

— ¡Increíble! — exclamó Marek, con la cara pegada al vidrio, Ame le entregó a Marek un pequeño cuaderno y un lápiz.

— ¿Qué te parece si documentamos nuestro día en el acuario? Podemos escribir y dibujar nuestras criaturas favoritas — dijo Ame y los padres solo veian desde lejos.

Los dos se sentaron junto al túnel, sumidos en la tarea de capturar en papel la magia que los rodeaba en cuanto a los padres ellos esperaban pacientemente. El cuaderno se llenó de palabras e ilustraciones, un momento de su día que fue extraordinario. Cuando finalmente salieron del acuario, el sol se ponía en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos naranjas y rosados.

— Gracias, Ame. Este día fue increíble. — Marek le sonrió, guardando el cuaderno con cuidado.

— Gracias a ti, Marek. A veces, los momentos más simples son los más mágicos..

Ambos se separarian pero no por mucho tiempo, mientras una iba acompañando a sus padres a comprar ropa, el otro iba a mirar unosartefactos de Arquitectura que a su padre le interesaba, ese dia no se vieron hasta en anochecer donde a la falta de energia no se vieron de nueva cuenta.

Y al día siguiente, ahora se encontraron nuevamente, esta vez frente al majestuoso Museo de Historia de la ciudad. Las enormes columnas de mármol se alzaban como guardianas del conocimiento que yacía en su interior. Ame observó a Marek con una sonrisa llena de expectación.

— ¡Wow el museo es tan grande! — Ame se sorprendió demasiado al ver el museo.

— Nunca he estado en un museo así. ¿Qué veremos primero? — Marek estaba ansioso, sus ojos buscaban la vastedad del museo, Ame le guiñó un ojo y señaló hacia la entrada.

— Empecemos por la sección de dinosaurios. ¡Te va a encantar! — sonrió la niña como toda una experta, del lugar.

— Soy el mapa, soy el mapa soy el mapa, ¿lo oyeron? 

Caminaron por pasillos llenos de fósiles y maquetas de enormes criaturas prehistóricas. Marek, con los ojos abiertos de par en par, no dejaba de preguntar sobre cada detalle, Ame que intentaba dar respuesta con su poca experiencia.

— Ame, ¿cómo eran estos animales de verdad? — preguntó señalando un esqueleto de un velociraptor.

— Imagina que caminábamos junto a ellos hace millones de años. Sería emocionante, ¿verdad? — respondió Ame, compartiendo la emoción de Marek.

— Seria terriblemente genial — Respondió con una risa

Después de explorar la antigüedad, se dirigieron hacia la sección de civilizaciones antiguas. Marek se maravilló ante las reliquias de culturas lejanas y antiguas herramientas que alguna vez fueron utilizadas por manos ya olvidadas, en especial lo que más le interesó fue el arte de los ninjas en la época Sengoku..

— ¿Crees que podremos dejar algo para que las personas del futuro descubran sobre nosotros? — preguntó Marek, mirando un antiguo pergamino, Ame sonrió ante la idea de Marek.

— ¡Buena idea! Tal vez dejemos un mensaje en una botella o algo así.

— Un tesoro escondido que roba una carta legendaria por el coste de un cerebro menos — lo que dijo no tenía sentido.

Continuaron su recorrido, adentrándose en la historia de su propia ciudad, descubriendo cómo había evolucionado a lo largo de los siglos. Marek, con su mente inquisitiva, absorbía cada detalle como una esponja debajo del mar que vivía en una piña. Al final del día, salieron del museo con la sensación de haber hecho un viaje en el tiempo. Ame le entregó a Marek un pequeño libro sobre historia que había comprado en la tienda del museo.

—Para que podamos seguir explorando el pasado juntos, incluso cuando no estemos en un museo — Marek asintió, agradecido, y guardó el libro en su mochila.

— Gracias, Ame. Ese día también fue increíble. Cada día contigo es como vivir una nueva aventura — Ame le dio un abrazo amistoso.

— Y aún nos queda más por descubrir. ¿La próxima parada? ¡Tú decides!

Así, con el sol poniéndose en el horizonte, Ame y Marek dejaron atrás el museo, listos para seguir explorando juntos los tesoros de la vida y creando recuerdos que atesoraba en los días por venir. En el tercer encuentro de Ame y Marek, decidieron aventurarse en la colorida feria que se había instalado en el corazón de la ciudad donde se habían hospedado. El bullicio de risas y la música alegre los envolvieron mientras caminaban entre las atracciones.

— ¡Mira esa rueda de la fortuna, Ame! — exclamó Marek, señalando hacia el cielo donde las luces titilaban —¡¿Mamá, podemos ir?!

—Vayan hijo toma —la madre del niño le entregó dinero para pagar el boleto.

— ¡Buena elección, Marek! Subamos y disfrutemos de la vista del cielo. —Ame feliz respondió tomando un gafete qué su mamá le dio.

Subieron a la rueda de la fortuna, riendo mientras sus carritos se elevaban hacia el cielo y veían a ambas parejas de padres como unas hormigas. Desde lo alto, contemplaron las luces centelleantes de la ciudad extendiéndose hasta donde alcanzaba la vista.

— Es como un mar allá arriba, ¿verdad? — comentó Ame, sus ojos brillando con emoción observando el cielo..

— ¡Sí! Y parece que puedo tocar la nube. — Marek se dejó llevar por el encanto de la vista.

Después de bajar de la rueda de la fortuna, fueron recibidos por las familias que les entregaron algo para almorzar, decidieron explorar los puestos de la feria. Comieron algodón de azúcar mientras paseaban entre juegos y demás atracciones.

— ¡Ame, creo que deberíamos probar el carrusel! — sugirió Marek, señalando hacia el elegante carrusel decorado con luces parpadeantes.

— ¡Buena idea! Vamos a dar una vuelta y sentirnos como niños otra vez.

Rieron mientras elegían sus caballos y se balanceaban al ritmo de la música. El carrusel giraba, llevándolos en un viaje de nostalgia y alegría.

— ¡Este día es como un sueño, Ame! — exclamó Marek, agarrando fuertemente la baranda del carrusel, Ame sonrió, disfrutando de la inocencia y la diversión del momento.

— Y aún nos queda más por descubrir en esta ciudad llena de sorpresas. ¿Qué te parece si probamos la casa del terror después? — Marek, aunque un poco nervioso, aceptó la propuesta con entusiasmo.

— Hay que ver que pasa.

La feria se convirtió en un escenario de risas, juegos y momentos que sellaron su amistad de una manera única, cuando esta cerró sus puertas y las luces parpadearon por última vez, Ame y Marek se despidieron con la promesa de seguir explorando juntos los rincones mágicos de la ciudad que nunca dejaba de sorprendernos.

Último día bajo las estrellas Una Noche de Encuentros.

El último día de su semana de aventuras antes de volver a la vida cotidiana llevó a Ame y Marek a un lugar especial: el observatorio en la cima de una colina. La promesa de una noche estrellada y vistas panorámicas los impulsó hacia lo alto, donde se encontraron con un cielo adornado por millones de destellos celestes.

Caminaron juntos por el sendero iluminado hasta llegar al observatorio. Las luces de la ciudad brillaban a lo lejos, pero la verdadera majestuosidad se encontraba sobre ellos. Ame y Marek se acomodaron en un lugar estratégico, listos para sumergirse en la magia del firmamento.

¡Mira, Marek! Las estrellas son como un océano en el cielo. — Ame señaló hacia la expansión celestial.

Es increíble, Ame. Nunca había visto tantas estrellas juntas. — Marek estaba maravillado, con los ojos fijos en el horizonte estrellado.

Durante horas, compartieron historias y sueños bajo la tenue luz de las estrellas. Hablaron sobre el universo, la posibilidad de vida en otros planetas y los misterios que se ocultaban en la vastedad del espacio. La conexión entre ellos creció mientras compartían pensamientos profundos y confidencias.

A veces, pienso que las estrellas son como mensajes de otros tiempos, ¿no crees? — sugirió Ame, mirando las constelaciones.

Sí, tal vez estemos conectados con algo más grande de lo que imaginamos. — Marek respondió con reflexión en su voz.

—Aunque solo sea basura espacial — río la niña

Con el tiempo, la ciudad que se extendía bajo ellos comenzó a adormecerse, pero el cielo estrellado seguía siendo un escenario lleno de magia. Ame y Marek se recostaron sobre la colina, disfrutando del silencio cómplice entre ellos.

Marek, ¿alguna vez has deseado algo al ver una estrella fugaz? — preguntó Ame, rompiendo la tranquilidad nocturna.

Sí, dicen que los deseos hechos al ver una estrella fugaz se hacen realidad. ¿Tú has hecho alguno? — Marek respondió con curiosidad, ella solo sonrió y asintió.

— Muchos. Pero hoy, solo deseo que nuestra amistad siga brillando como estas estrellas, incluso en los momentos más oscuros.

En esa noche estrellada, bajo el vasto lienzo celestial, Ame y Marek compartieron risas, sueños y la certeza de que, sin importar las distancias entre las estrellas, su conexión seguiría siendo eterna. La magia de esa noche dejó una huella luminosa en sus corazones, marcando un capítulo más en su inolvidable semana de aventuras.

— ¿Qué será de él? — la Ame adulta dijo al aire recordando esos momentos con el.

— ¿Y si lo buscas? — la Madre propuso — a mi me agrado su madre.

Las cartas se volvieron sus confidentes. Ame y Marek, dos almas niñas, se comunicaban a través de mensajes escritos a mano, enviándole cartas que llevaban consigo las risas, los descubrimientos y las emociones compartidas durante su mágica semana en la playa.

— ¡Cierto, mira Ma! — Ame le muestra una carta de hace 10 años — esta es del 3 de Marzo, su cumpleaños.

— Vaya, quién lo diría — la madre sonrió — entonces hoy es su cumpleaños.

Las cartas, con su encanto atemporal, se convirtieron en los momentos que atesoraban cada Domingo haciendo un vínculo más allá de la distancia y el tiempo. A medida que Ame hojea las cartas, revive las experiencias compartidas con Marek: los castillos de arena, las travesuras en la orilla del mar y las noches iluminadas por las estrellas.

— ¡Feliz Cumpleaños Marek! — lo dijo al aire y alguien estornudo.

Aunque el tiempo ha pasado y las responsabilidades de la adultez se ciernen sobre Ame, las cartas son tesoros que resisten el paso de los años. Cada palabra escrita es un recordatorio de la pureza de una amistad que floreció en una época más sencilla, donde las conexiones eran más lentas pero, tal vez, más profundas.

Las cartas son las que la transportan a aquellos días llenos de magia, demostrando que la verdadera esencia de la amistad perdura más allá de las barreras del tiempo y la tecnología, su amistad después de esas vacaciones no cambió, siendo constantes mensajes que se enviaban.

Seguía pensando que en algún momento podría recuperar esa amistad, que cree que puede seguir, por que un solo día las cartas no volvieron a llegar a su domicilio.

¿Qué será de mi futuro?

— Soy uno más del montón — la voz de un hombre habló al mirar un cartel — Se ve interesante la película — se estaba limpiando la nariz tras haber estornudado.

Marek, el niño que una vez construyó castillos de arena y exploró observatorios bajo las estrellas, creció en un hombre que llevaba consigo la esencia de aquellos días mágicos.

Después de la separación temporal con Ame, la vida de Marek tomó rumbos inesperados. Siguió su pasión por la exploración y el descubrimiento, convirtiéndose en un aventurero audaz. Recorrió tierras lejanas, ascendió montañas imponentes y exploró selvas exuberantes. Cada nueva experiencia fortalecía su espíritu y ampliaba su perspectiva del mundo.

— Dinosaurio de dos comas, ¿Qué se fumo el autor de este? —  cuestiono chistoso.

—  Ni idea. 

A medida que los años pasaron, Marek también encontró su camino en el ámbito profesional. Se convirtió en un arquitecto comprometido, dedicando su vida al estudio de las estrellas y los secretos del las estructuras. 

A pesar de sus éxitos y aventuras, Marek nunca perdió la conexión con la magia de la infancia. Conservó un cuaderno lleno de recuerdos, dibujos y cartas de aquellos días compartidos con Ame. Cada vez que necesitaba inspiración, o simplemente quería recordar la inocencia de la niñez, volvía a esas páginas llenas de tesoros atemporales.

— Nuevamente Tu. —  dijo en voz alta al ver mas de la cartelera de pelicular.

—  Se ve buena esta hermano —  su compañero le señalo otra pelicula.

— "Me alegra haberme topado contigo" un titulo algo simple, ¿no crees? —  cuestiono.

—  Si, pero se ve que esta interesante, démosle una oportunidad.

—  Aun así no me convence del todo —  Marek explico.

—  O esta llamada "Sentimientos" secuela de "Confianza Cero"  

A lo largo de los años, las estrellas siguieron siendo sus compañeras silenciosas. En noches solitarias de observación, Marek recordaba la promesa que hizo bajo su resplandor: mantener viva la luz de la amistad. Aunque la vida adulta lo llevó por caminos separados, el lazo con Ame perduraba en su corazón.

Marek, ahora un hombre de vasta experiencia y sabiduría, continuaba explorando el mundo con la misma pasión que lo caracterizó en su juventud. Cada rincón descubierto, cada estrella observada, era un tributo a la esencia del niño que una vez fue, llevando consigo la magia de la amistad que resistió al paso del tiempo.

Fin del Prólogo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro