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Capítulo 2 [Exceso de Confianza]

Los jóvenes amigos Marek y Hector eran los últimos en retirarse de Gardenia, aquel restaurante Boutique de plantas y macetas que cerró sus puertas a media noche ese día, el arduo trabajo de todos los dejó satisfechos con un lugar limpio y bonito para su apertura al día siguiente.

—Ame, mañana ¿Puedes venir a abrir? —preguntó Hikari sonriente ella volteo entrecerrando los ojos.

— ¿Por qué? —cuestionó al no saber la razón de su sugerencia, de ladeando un poco la cabeza.

—Ya comenzamos nuestro 3er período en la universidad y es nuestro primer día de clases mañana, donde ya se pone algo pesado —explicó la rubia.

—Je... Recuerdo mis días en la universidad era toda una cerebrito —hablo Ame nostálgica y miró el techo.

— Oye no soy telepatía para ver tus recuerdos —dijo Black molestando a Ame quien sonrió.

—Lo se, pero Homura si lo es y puede leerme la mente— respondía ella burlonamente y Homura solo parecía asentir a la nada de la misma manera que la castaña.

— Interesante recuerdo no sabía que tu amigo y tu del mar se mensajeaba mucho por correspondencia —Homura atacó a Black quien se cruzó de brazos y fue consolado por Hikari abrazando su espalda.

— Exactamente tuve un buen amigo con quien charlaba mucho por correspondencia. — afirmó lo que reveló la chica

—Hay hermano, siempre humillado —Tailer se unía al juego.

— Mínimo digo cosas lógicas y tengo una novia cuerda de neuronas completas — Hikari no supo si sentirse halagada con su comentario o ofendida con el.

— ¡Hey! —la pareja expresó al unísono su descontanto dando un buen momento de risas.

— Vaya dúo —Ame rodó los ojos con una sonrisa —me retiro chicos entonces nos vemos por las 2:30pm —se despedía Ame.

— Oye, oye, antes de que te vayas cuéntanos la historia de ese amigo por correspondencia —interrumpió Tailer soltanose del agarre de Homura.

—Oye déjala ir ya trabajó mucho, que tu hayas mal acostumbrado o que quieras dormir muy noche por luego andar jugando con Willy no es mi problema —dijo Hikari atacando a Tailer.

— ¡Hey, no metas a Willy en esto! —se defendió Tailer.

— Si, si lo dice el que quiere "espacio".

—Bueno la razón por la que le conté a Homura de mi historia sobre las cartas fue la extraña nota que alguien escribió aquí en el restaurante —explicó Ame al mismo tiempo Black alzaba una ceja.

— ¿Una nota? — pregunto indiferente mirando a la joven —¿Y que dice? — Black estaba interesado.

— Es privado —dijo Ame sonriendo y los otros tres bufaron molestos — Pero por la letra fea me recordó a Marek un amigo por correspondencia que hice en un viaje a la playa, aunque no se si sea la de el por qué es más fea de lo que recordaba — contó Ame teniendo un dedo en la barbilla.

— Mañana nos cuentas son más de 12:30am debemos despertar temprano e ir a la escuela, orale par de sonsos —Hikari los arreó a los tres que no tenían ganas de dormir.

— Ame cuéntanos tu historia mañana —un eco cómico por parte de Tailer se escucha como baja el volumen de su voz pese a solo caminar unos metros.

Ame río por el comentario, medito después de unos segundos sobre lo que dijo quería pensar más en ello pero ya que era demasiado tarde, ddipuests iría caminando hacia su casa.

Las calles estaban envueltas en una oscuridad asfixiante, las farolas parecían haber sido devoradas por las sombras, fundidas completamente. La acera era apenas iluminada por las luces intermitentes de las casas, un camino siniestro que se extendía ante Ame lentamente. Reflexionando sobre los acontecimientos del día, la nota misteriosa seguía pesando en su mente, un enigma sin resolver.

De repente, una mano fría y desconocida se posó sobre su hombro, enviando un escalofrío por su espina dorsal. Ame se preparó para lo peor, temiendo ser víctima de un robo en la noche oscura. Pero en lugar de arrebatarle sus pertenencias, la mano descendió lentamente por su espalda, cada movimiento aumentando la sensación de peligro que la envolvía. Un sudor frío comenzó a recorrer su cuerpo mientras una punta fría se apoyaba en su espalda baja, haciéndola temblar de miedo.

La mano continuó su descenso implacable, aumentando la tensión en el aire hasta hacerla casi palpable. Ame se sentía atrapada en una pesadilla, sin saber qué peligro acechaba en la oscuridad de la noche, un objeto puntiagudo se coloca en la espalda baja tensando aún más a Ame.

"¡¿Es un arma?!" los pensamientos de Ame son confusos llenos de miedo, las piernas comenzaron a temblarle, dispuesta a mirar hacia atrás sintió que toda esa presión se detuvo instantáneamente, ella se extraño pero al mismo tiempo se alivio al escuchar un grito de alguien más.

— ¡Monse! — La voz de un joven llamó la atención de Ame.

Al voltear confirmó algo que la tranquilizó completamente era una joven que tenía un bolso puntiagudo y que estaba tirada en el suelo.

— ¡Lamento las molestias señorita! —se disculpó el chico y Ame solo hablo algo "molesta".

—Me saco el alma y pensé que me asaltaron —dijo con una seriedad rara en ella.

—Una gran disculpa señorita — el muchacho volvió a disculparse — Perdóneme y perdone a mi amiga, ¡Monse levántate maldita sea! —volvió a disculparse y ya regañando al final a la chica.

— ¡Amor! —habló Monserrat histérica — ¡No dejaré que escapes con ella!

— ¿De que habla? —Ame de ladeo la cabeza al preguntar eso.

—Bueno, creo que de espaldas te pareces a su novio.

— ¿Ora? — ella tiene el ceño sorprendida.

—Si, el usa cabello largo y además es castaño sin contar qué viste cosas similares ...

— ¿Ma..taste a mi.. familia?— preguntó Monserrat claramente ebria con un tartamudeo no tan notable en sus palabras.

— ¡No de nuevo! —reclamó el joven molesto — No, fue Cris — respondió haciendo una voz más gruesa

—Pero tuve una visión de ti — le dijo soltando varios "hip" en el momento.

— Ven, te llevo a tu casa —le ofreció cargarla pero al intentarlo no pudo aguantarla — ¡Dua! —se queja.

—Ahí, a ver deja te ayudo a llevarla a su casa — Ame estaba algo cansada por lo que paso.

—Gracias sería de mucha ayuda, ya que ando algo lastimado —agradeció y por alguna razón esto sonó sospechoso, la joven cayó inconsciente, por lo que emprendieron el viaje a la casa de la chica, universitaria.

Así entre los dos la cargaron con cuidado a la joven inconsciente y la llevara a su casa cada quien de un hombro. Con cada paso, la preocupación se reflejaba en sus rostros, pero también había una determinación compartida para asegurarse de que Monserrat estuviera bien.

Al llegar al departamento de la joven, colocaron con cuidado a Montserrat en el sofá y se aseguraron de que estuviera cómoda. El joven buscó una manta para cubrirla mientras Ame observaba con preocupación.

Después de un momento, ambos se miraron ya cansados por el momento se volvieron el uno hacia el otro, y en medio de la situación tensa, se presentaron formalmente.

— Soy Ame, un gusto conocerte. Gracias por tu ayuda —dijo Ame rascándose la nuca.

— Hector. El gusto es mío, aunque desearía que fuera bajo circunstancias mejores. — Ame asintió con comprensión, agradecida por la ayuda de Hector en esta situación inesperada.

— Bueno, ahora que Montserrat está segura, ¿cómo podemos ayudarla? — pregunto Ame al mirarla toda cansada.

— Creo que lo mejor será dejarla descansar. Mañana por la mañana, cuando se despierte, podremos hablar con ella y asegurarnos de que esté bien — explicó el chico.

Ame estuvo de acuerdo, y juntos se quedaron vigilando a Monserrat, esperando a que se despertara y pudieran asegurarse de que todo estuviera bien. La noche pasó lentamente, llena de preocupación y ansiedad sobre todo para Ame quien no aviso de su falta a su hogar, aunque también de una conexión emergente entre Ame y Hector, nacida de la adversidad compartida.

La noche transcurrió con una quietud tensa en el hogar de Monse. Ame y Hector permanecieron junto a ella, alternando entre momentos de silencio reflexivo y conversaciones en voz baja. La preocupación por el bienestar de Monserrat los mantenía alerta, pero también había un sentimiento de camaradería que se desarrollaba entre ellos, una conexión que surgía de la experiencia compartida.

— ¿Y que le paso? —preguntaba Ame.

—Creo que se emborracha rápido.

Con el paso de las horas, la tranquilidad de la noche envolvió el departamento, y los primeros destellos de luz del amanecer comenzaron a filtrarse por las cortinas. Fue entonces cuando Monserrat finalmente comenzó a recobrar la conciencia, parpadeando lentamente mientras se despertaba.

— ¿Dónde estoy? ¿Qué pasó?.

Su voz sonaba débil y confundida, a lo que Ame y Hector se apresuraron a tranquilizarla, explicándole lo que había sucedido. Monserrat asintió lentamente, todavía aturdida por la situación, asi que después de un momento de ajuste y un poco de Té de matcha, Monserrat se puso de pie con ayuda de los chicos.

Agradecida por su preocupación y cuidado, les ofreció una sonrisa débil, expresando su gratitud por haber estado allí para ella.

— Gracias por todo. No sé qué habría hecho sin ustedes. — agradeció Monse.

— No hay de qué preocuparse. Estamos aquí para ayudarte — Dijo Ame con una sonrisa.

— Exactamente. Si necesitas algo, no dudes en decírnoslo.— dijo Hector sonriente.

Monserrat asintió, visiblemente reconfortada por sus palabras. Juntos, compartieron un momento de complicidad, fortaleciendo los lazos que los unían. Con Monserrat recuperándose lentamente, el dúo de recién conocidos se prepararon para dejarla descansar. Antes de salir, intercambiaron miradas significativas y números teléfononicos para que Héctor le pagará a Ame por su ayuda para asi reconociendo la conexión que habían forjado en medio de la adversidad.

— Como que soy muy confianzuda — expresó Ame molesta de si misma.

Mientras salían del departamento, el sol comenzaba a elevarse en el horizonte, iluminando el inicio de un nuevo día y marcando el comienzo de una amistad que solo prometía crecer con el tiempo, pero vaya que la chica tenía el sueño pesado y no pudo regresar a casa ese dia.

Ame con un suspiro cansado, agradecida por haber podido ayudar a su nueva amiga. Aunque su cuerpo anhelaba descanso, sabía que tenía que regresar a Gardenia para abrir el lugar y comenzar su jornada laboral.

Con pasos pesados, Ame salió del departamento para encaminarse hacia su lugar de trabajo. El sol brillaba con fuerza en el cielo, pero su brillo no podía disipar la fatiga que pesaba sobre sus hombros.

Al llegar a Gardenia, Ame abrió las puertas con determinación, dispuesta a enfrentar el día que tenía por delante. Aunque su mente y su cuerpo estaban agotados, sabía que tenía un trabajo que hacer y clientes que atender peor pr qué se encontraba totalmente sola.

Durante todo el día, Ame luchó contra el cansancio, sirviendo con una sonrisa a los clientes que entraban y salían del café. A pesar de la falta de descanso, se mantuvo firme en su compromiso con su trabajo, encontrando fuerzas en la amistad compartida y la conexión que había experimentado la noche anterior.

—Moriré si no me tomo un descanso.

El cuarteto de amigos llego para apoyarla y después para ella poder descansar un rato así que cuando finalmente llegó el momento de cerrar Gardenia, Ame se despidió de sus amigos con un suspiro de alivio.

Aunque el día había sido agotador, se sentía satisfecha de haber cumplido con su deber y haber sido capaz de ayudar a una amiga en apuros. Con paso cansino, Ame se dirigió a casa, anhelando el merecido descanso que le esperaba al final del día. Aunque sabía que había desafíos por delante, se sentía reconfortada por la fortaleza que había encontrado en sí misma y en las personas que la rodeaban.

A la mañana siguiente, Ame se levantó con pesadez de nuevo ahora en cada movimiento. El cansancio se aferraba a cada fibra de su ser, pero sabía que no podía permitirse ceder ante él. Con determinación, se preparó para otro día en Gardenia, dispuesta a enfrentar lo que fuera que el día le tuviera preparado.

Al llegar al café, se encontró con un día particularmente mas agitado de lo normal. Desde el momento en que abrió las puertas, fue recibida por una marea interminable de clientes ansiosos por su dosis matutina de café y desayuno. La fila parecía no tener fin, y Ame se encontró corriendo de un lado a otro, tomando pedidos, preparando bebidas y asegurándose de que todos estuvieran satisfechos.

El estrés y la fatiga comenzaron a acumular se peor que el día anteruor, Ame se aferró a su trabajo con tenacidad intentando no morir en el intento. A pesar de las dificultades, mantuvo una sonrisa en su rostro y trató de atender a cada cliente con la misma atención y cuidado que siempre a pesar de que se dieran cuenta de sus grandes ojeras.

El reloj parecía avanzar a paso de tortuga, cada minuto se sentía como una eternidad. Ame se esforzó por mantenerse en pie, encontrando fuerzas en la determinación de cumplir con su deber y en el apoyo de sus compañeros de trabajo.

Finalmente, cuando el día llegó a su fin y cerraron las puertas de Gardenia, Ame se dejó caer en una silla con un suspiro de alivio. Estaba exhausta, pero también se sentía orgullosa de haber superado otro día difícil en el trabajo.

—Señorita nocturna —Tailer hablo — ¿Van dos días así, te encue tras bien?

—No me he podido recuperar desde ese día que me desvele cuidando a una borracha.

— No deberías estresante tanto ¿si? — Tailer le ofreció un jugo de grosella de alto voltaje.

Con el último vestigio de energía que le quedaba, se despidió nuevamente de sus amigos y salió del café aunque estos estaban preocupados por su estado esperaron qué mañana se compondrá.

El sol comenzaba a ponerse en el horizonte, pintando el cielo con tonos cálidos y reconfortantes. Ame respiró hondo, saboreando la sensación de haber superado otro día, listo para enfrentar lo que el mañana le trajera.

Daremos la vuelta al otro lado ahora con Marek y Hector quienes se  encontraban en el ático de la antigua casa de Marek, explorando entre las viejas cajas y recuerdos de la infancia. Entre las telarañas y el polvo, encontraron un antiguo álbum de fotos, cuidadosamente guardado en una esquina.

— Mira esto, Hector. Es el álbum de fotos de cuando éramos niños. — saco el polvoriento libro.

Hector se acercó con curiosidad, admirando las páginas descoloridas del álbum. En ellas, encontraron recuerdos de días pasados: fotos de Marek y Hector jugando en el parque, celebrando cumpleaños juntos y compartiendo risas en las fiestas de la escuela primaria.

— ¡Vaya, cuántos recuerdos! Parece que fue ayer cuando tomamos estas fotos. — tomaria el libro para desempolvarlo.

Marek asintió con nostalgia, recordando los momentos felices que habían compartido juntos. Sin embargo, su expresión se volvió melancólica cuando llegaron a las últimas páginas del álbum, donde las fotos se volvían más escasas.

—Es una lástima que perdiéramos el contacto después de la secundaria. Extraño esos tiempos — Marek sonrio a lo que Hector colocó una mano en el hombro de Marek, reconociendo el peso de los recuerdos perdidos.

— Lo sé, amigo. Pero estamos aquí ahora, ¿verdad? Y podemos crear nuevos recuerdos juntos.— Marek sonrió, agradecido por las palabras de su amigo. Juntos, cerraron el álbum de fotos, sabiendo que, aunque el pasado no podía cambiarse, el futuro aún estaba por escribirse.

Con una determinación renovada, Marek y Hector continuaron explorando el ático, desempolvando más recuerdos de su infancia compartida. Entre las cajas de viejos juguetes y libros, encontraron objetos que evocaban historias y risas pasadas.

Encontraron un viejo balón de fútbol, desinflado y cubierto de polvo, que recordaba los días en que pasaban horas jugando en el parque. También descubrieron una caja llena de cartas y dibujos que se habían intercambiado durante su amistad, cada uno lleno de bromas y secretos compartidos.

— Ame Hedri hmmm —Héctor veía una carta qué estaba lejos —me lo robo — se embolsó la carta.

— ¿Recuerdas cuando construimos esa fortaleza en el jardín? — Marek tomo uno de los bichos de plastico.

—— ¡Por supuesto que sí! Pasamos horas construyéndose y defendiéndose de los ataques imaginarios. —se sentía ahora con nervios

Entre risas y nostalgia, los dos  revivieron esos momentos, compartiendo historias y anécdotas mientras exploraban el ático. A medida que pasaban las horas, el ático se convirtió en un santuario de recuerdos, un lugar donde el tiempo se detuvo y los lazos de amistad se fortalecieron.

Al final del día, mientras el sol se ponía en el horizonte, los amigos descendieron del ático con el corazón lleno de gratitud por los recuerdos compartidos. Sabían que, aunque el tiempo podía llevarse muchas cosas, los momentos que habían pasado juntos permanecerán para siempre en sus corazones.

Despues de que Marek se fuera a hacer los bocadillos Hector se quedo serio mirando uno de los cuadros de la habitación, en silencio tomo su celular y marco a un numero.

— ¡Hey!, ¿Todo está bien? — saludo a la persona al otro lado del celular.

— Diria que todo esta bien — una voz femenina sono del otro lado —— ¿Me vas a decir por que hice eso, si sabes que no me pongo nunca ebria? — pregunto Monserrat molesta

— Es parte de mi plan — contesto frotando las manos.

— ¿Y esa pobre chica sera tu siguiente víctima? — cuestiono algo seria.

— No esa clase de planes, esta vez es para conseguirle novia a mi amigo — explico el orgulloso.

— ¿Cual de todos? — seguia interrogando.

— Marek, esa chica no dejaba de verlo cuando estábamos en Gardenia, además sospecho qué ya se conocen.

—Por eso no tienes novia.

Después de colgar con un quejido fue con su amigo, un largo día de rememorar viejos recuerdos en el ático,  decidieron relajarse y compartir una comida reconfortante. Optaron por pedir una deliciosa pizza de su lugar favorito en la ciudad y disfrutarla juntos en la comodidad del salón de Marek.

Mientras esperaban la llegada de la pizza,los dos se sentaron en el sofá, conversando animadamente sobre los momentos destacados que habían encontrado en el ático.

— ¿Recuerdas cuando encontramos aquel antiguo balón de fútbol? Me sorprende que todavía lo tengas.

— ¡Sí! Es increíble cómo algunos objetos pueden transportarnos instantáneamente a nuestra infancia. Ahora, ¿qué te parece si encendemos una película mientras esperamos la pizza?

Hector asintió con entusiasmo y comenzaron a buscar una película para ver. Pronto, el aroma tentador de la pizza recién horneada llenó la habitación, anunciando su llegada. Con apetito se dirigieron a la puerta para recibir el pedido.

Regresaron al salón con cajas de pizza humeante en las manos, listos para disfrutar de un festín. Se acomodaron en el sofá, sirviéndose generosas porciones y compartiendo anécdotas mientras devoraban las rebanadas cubiertas de queso derretido y toppings sabrosos.

— ¡Esta pizza está increíble! Definitivamente tenemos que hacer esto más seguido.

— Totalmente de acuerdo. No hay nada como una buena pizza y compañía para recargar energías.

Entre risas y conversaciones animadas, compartieron momentos de alegría y camaradería, fortaleciendo aún más su amistad. Mientras saboreaban cada bocado de pizza, se dieron cuenta de que los recuerdos compartidos eran aún más deliciosos cuando se disfrutaban juntos.

Fin del Capítulo 2.

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