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extra

Ya habian transcurrido 2 semanas luego de aquel incidente, y como precaucion le aconsejo a yuri en quedarse en su departamento durante unos días más, teniendo una mezcla de preocupación y ternura, tras enterarse del inesperado encuentro con el Alfa del cual su joven hermano le habia mencionado. Aun así a pesar de las palabras de advertencia y de las miradas vigilantes de Yor, Yuri no había dejado de pensar en Loid desde aquella tarde en el parque. Ese Alfa tenía algo que lo descolocaba mentalmente, aunque no lograba precisar qué era. Tal vez era la amabilidad genuina o el modo en que se había presentado sin apuro ni arrogancia. Sea como fuera, había algo en Loid que se mantenía fijo en su mente.

—Demonios..,ahh que frustrante.—ya se encontraba agotado de todo eso.

Sin poder evitarlo prefirio descansar nuevamente, ya mañana se haria cargo de sus quehaceres pendientes, solo por esta noche queria tener la mente despejada.

A la tarde siguiente; mientras Yuri revisaba la lista de ingredientes para la cena que pensaba preparar para él y Yor, decidió salir al supermercado más cercano. Tomates, pimienta, fideos... repasaba los ingredientes mentalmente mientras caminaba distraído entre los pasillos. El aroma de las especias y el ruido de las cajas registradoras llenaban el aire, pero Yuri estaba sumido en sus pensamientos, ensimismado en las sensaciones que aquel recuerdo con Loid todavía le provocaban.

Al llegar a la sección de verduras, mientras escogía los tomates más frescos, sintió una presencia detrás de él. Sin necesidad de girarse, supo quién era. Su corazón comenzó a latir más fuerte, un poco de sorpresa, otro poco de expectativa. Se volteó lentamente y ahí estaba Loid, con una expresión igualmente sorprendida, pero que rápidamente se transformó en una sonrisa suave y un rostro amigable.

Como odiaba por dentro que lo mirara así.

—Yuri —saludó Loid, inclinando ligeramente la cabeza—. No esperaba encontrarte aquí.

—Loid —respondió Yuri, recuperando un poco la compostura mientras sostenía la bolsa de tomates—. Tampoco esperaba verte... Parece que el destino nos está jugando una broma.

Loid sonrió y rió suavemente, un gesto que desarmó cualquier muralla que Yuri pudiera haber intentado levantar. La conversación empezó con la misma formalidad que la vez anterior, pero poco a poco fue fluyendo con mayor naturalidad. Mientras ambos recorrían el supermercado, hablando de lo que habían hecho en las semanas que no se habían visto, Loid no dejó pasar la oportunidad de preguntar.

—¿Puedo hacerte una pregunta, Yuri? —dijo, con un leve tono de interés genuino en su voz—. Sé que nuestra primera charla fue algo inesperada, pero... me gustaría mantener el contacto. ¿Te importaría darme tu número?

Yuri dudó unos segundos en responder, pero al ver la expresión sincera de Loid, asintió. Con un leve sonrojo, sacó su móvil y le dictó su número al Alfa, quien lo guardó con una sonrisa a la par. No había nada en sus gestos que sugiriera alguna intención maliciosa; más bien, parecía realmente interesado en conocerlo mejor, lo cual le desconcertaba y, a la vez, lo aliviaba.

Ambos intercambiaron una última mirada antes de despedirse. Yuri siguió su camino, los ingredientes en mano, mientras sentía el calor de la emoción mezclado con la duda. Sabía que aquello podría traer complicaciones, pero una parte de él quería ver hasta dónde podría llevarlo el destino en este juego curioso con Loid.

Esa noche, de regreso en el departamento, Yuri no pudo ocultar su sonrisa mientras preparaba la cena. Yor notó su actitud y, con su característico tono protector, se acercó.

—No puedo evitar notar que estás... diferente —comentó, mirándolo de reojo mientras picaba algunas verduras—. ¿Por casualidad... lo volviste a ver?

Yuri intentó disimular, pero Yor era perspicaz. Avergonzado, asintió, y le contó el encuentro en el supermercado, omitiendo algunos detalles que consideró personales. Yor suspiró y le dio un golpecito en el hombro.

—Solo cuídate, ¿sí? No quiero que ese loco te cause problemas —dijo, aunque sin ocultar una pizca de preocupacion.

Yuri asintió, intentando calmar sus pensamientos mientras preparaban la cena. Al menos, sabía que Yor estaba a su lado para apoyarlo si las cosas se complicaban eso es algo bueno desde lueho .Sin embargo, en su interior, el deseo de conocer más a Loid crecía, como una llama que apenas empezaba a encenderse.

Eso lo hizo debatir consigo mismo, probablemente las cosas a partír de ahora puedan a llegar ah afectarlo drasticamente.

Eso lo hacia sentirse avergonzado consigo mismo.

Para Loíd era una de esas tardes grises de la semana, tratando de concentrarse en sus tareas habituales. Como Alfa y profesional en su campo, estaba acostumbrado a mantener la mente clara y enfocada, sin permitir distracciones. Pero esa tarde, una serie de pensamientos y sensaciones perturbaban su tranquilidad. Cada vez que intentaba centrarse, una fragancia tenue, suave pero persistente, invadía el ambiente. No importaba cuánto ventilara el departamento o intentara ignorarlo, el aroma volvía a él, como una brisa inesperada.

Era el aroma de Yuri.

Era curioso cómo un simple encuentro podía dejar un rastro tan duradero, y no se trataba solo del aroma. Había algo en la presencia de aquel joven Omega que lo había cautivado. Era el mismo Yuri quien, aún con su mirada cautelosa y actitud formal, había despertado en Loid una serie de sentimientos que no podía ignorar. Recordaba la conversación en el supermercado y la forma en como Yuri había mantenido la compostura, sin mostrarse demasiado accesible pero tampoco distante. Era como si aquel Omega equilibrara a la perfección la distancia y la cercanía, dejándole ver apenas una parte de él.

Loid respiró hondo y miró su bata. El aroma estaba allí, impregnado en la tela como un recuerdo persistente, casi como si Yuri estuviera con él en ese momento. El aroma tenía algo de serenidad, un tono dulce y, sin embargo, tranquilizador, que parecía envolverlo sin esfuerzo. Pero era más que el aroma: era la presencia que Yuri transmitía, esa mezcla de prudencia y calidez que lo hacía tan único.

"Es solo un aroma, nada más," se dijo a sí mismo, intentando convencer a su mente de que todo esto no tenía sentido. Después de todo, él era un Alfa, acostumbrado a controlar sus instintos y emociones. Sin embargo, una parte de él no quería desprenderse de esa sensación, de ese rastro que Yuri había dejado en su vida de manera casi accidental.

Dudó por un momento, mirando su teléfono. Había guardado el número de Yuri, pero no había escrito ni una sola palabra desde entonces. En su mente, repasaba posibles mensajes que podía enviar, pero cada vez que intentaba escribir, sus dedos se detenían sobre la pantalla. ¿No sería demasiado pronto? ¿No parecería demasiado insistente? Después de todo, Yuri había mostrado una prudencia casi extrema en su primer encuentro. No quería que pensara que estaba siendo invasivo o, peor aún, que intentaba dominar la situación de alguna forma.

Pero el recuerdo de esa conversación le volvía, interrumpiendo sus pensamientos una y otra vez. La manera en que Yuri había respondido a cada una de sus palabras, su manera de expresarse, su mirada que alternaba entre la cautela y un interés genuino. ¿Sería posible que él también sintiera algo especial?

Finalmente, tras varios minutos de debate interno, Loid se convenció a sí mismo. No perdía nada al intentarlo, y aunque no solía ser impulsivo, esta vez sentía que debía dejarse llevar un poco. Escribió un mensaje breve, casi formal, pero en el último segundo, decidió borrarlo. Después de todo, las palabras no parecían transmitir lo que él quería expresar. Optó por una opción más directa: ¿por qué no proponerle verse en persona y permitir que la conversación fluyera de forma natural?

Con la decisión tomada, respiró hondo y escribió un mensaje claro y conciso para que no sonara tan vulgar o inrrespetuoso.

"Hola, Yuri. Espero que estés bien. No sé si te gustaría, pero pensé en invitarte a un café, si tienes algo de tiempo. Prometo no quitarte mucho."

Loid revisó el mensaje al menos tres veces, asegurándose de que sonara lo más natural y respetuoso posible. No quería parecer ansioso, pero tampoco podía negar que la idea de verlo nuevamente lo emocionaba. Sin pensarlo más, presionó el botón de enviar y dejó el teléfono sobre la mesa, sintiendo una mezcla de alivio y expectación.

Pasaron unos minutos que se sintieron eternos, durante los cuales intentó distraerse con otras tareas, aunque cada sonido del teléfono lo hacía mirarlo de reojo, esperando una respuesta. Finalmente, el dispositivo vibró, y Loid lo tomó con una mezcla de ansiedad y emoción contenida.

El mensaje de Yuri era breve, pero demasiado claro:

—"Claro, no tengo problema. Siempre y cuando no intentes nada extraño."—

Loid sonrió al leer la respuesta. A pesar del tono cauteloso, podía percibir cierta disposición en las palabras de Yuri. Había accedido, aunque con una breve advertencia que Loid solo encontró un tanto divertida pero comprensible. Después de todo, Yuri apenas lo conocía, y era algo lógico que quisiera protegerse a si mismo.

Aun con ese mismo pensamiento tenia algo en claro. Aquel joven pelinegro de actitud serena y cautelosa hiba ser su pareja.

Su omega.

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