(No hice el día 5 porque estaba ocupada 😅)

- Mamá, ¿Papá y tú se aman mucho? - preguntó la pequeña Moroha.
- Claro que sí. - Kagome estiró las manos a los lados lo más que pudo. - Así de grande es nuestro amor.
La niña quedó impresionada, por lo enorme que le parecía aquello.
- ¿Y es verdad que cuando dos personas se aman, son capaces de hacer sacrificios?, Eso me lo contó la tía Lin.
- Es muy cierto, tu papá y yo siempre hemos sacrificado cosas el uno por el otro. Cuando quieres mucho a alguien, siempre le deseas lo mejor, aunque no sea lo mejor para ti.
Moroha quedó emocionada por las palabras de su mamá, y sonrió.
InuYasha entró por la puerta, con un onigiri en la mano. Tenía el ceño fruncido.
- ¿Puedes creerlo?, Sango nos preparó unos, y Shippo se los regaló a sus novias. Solo pude rescatar este.
- Se ve muy delicioso. - comentó Kagome, mirándolo fijamente.
- Papá, papá, ¿Tú quieres mucho comerte ese onigiri?
- Pues... ¿sí?
- No puedes comértelo, tienes que dárselo a mamá, porque ella me dijo que tú siempre sacrificas cosas por ella. - dijo la pequeña. InuYasha miró a Kagome, con algo de fastidio, mientras Kagome se reía nerviosa.
- Morohita, tu mamá sabe que yo he estado todo el día cazando demonios, así que estoy muy cansado, y a ella también le encanta sacrificar cosas por mí. - respondió el mediodemonio, creyendo que estaba haciendo una jugada inteligente.
- Sin embargo... - comenzó a decir la sacerdotisa, mientras le quitaba el onigiri de la mano. - Nosotros amamos muchísimo a nuestra niña, y también sacrificamos cosas por ella.
Le dió el onigiri a Moroha, y la niña sonrió.
- ¡Gracias!, ¡Ustedes son los mejores padres del mundo!