Parking
Tzuyu sabía que no era bienvenida en casa de Nayeon, pero aún así intentaba ganarse a su suegro poco a poco, sin embargo el hombre parecía no querer ceder ante la taiwanesa.
Él le dejó muy en claro a Nayeon que no aceptaría esa relación por la diferencia de edad, pero Nayeon fue muy firme al decir que no terminaría con Tzuyu, así que su padre no tuvo más remedio que autorizar de mala gana las visitas de Tzuyu, claro que todo con supervisión, pues al mínimo intento de subir al cuarto de la menor esas visitas acabarían.
Aunque eso molestara a la mayor, no le quedó de otra más que aceptar pues haría lo que fuera por Nayeon.
Un día como cualquier otro, Tzuyu estacionó su lujoso auto frente a la casa de Nayeon y tocó la puerta esperando que su novia fuera quien le abriera. Sin embargo la sonrisa de la taiwanesa decayó cuando se encontró cara a cara con su suegro, quien rápidamente intentó cerrarle la puerta en la cara.
-¡Papá, no seas grosero con Tzuyu!– Nayeon gritó desde el interior y alejó al hombre de la puerta, para abrirle a su novia. En cuanto estuvieron frente a frente se dieron un gran abrazo, Nayeon rodeando a la mayor por los hombros mientras Tzuyu la tomaba por la cintura, cuando se alejaron un poco la coreana juntó sus labios en un beso.
De pronto escucharon una tos exagerada, por lo que se separaron –Distancia, Chou– dijo el hombre que ahora estaba detrás de Nayeon. La mencionada sonrió nerviosa y asintió.
Nayeon rodó los ojos y tomó la mano de la taiwanesa –Ven, entra- ambas entraron apuradas por alejarse del señor Im. Ambas chicas tomaron asiento en la sala, como siempre hacían en esas visitas, Nayeon recargó su cabeza en el hombro de la contraria y entrelazó sus dedos -Me gustaría que mi papá fuera menos intenso con esto- susurró.
Tzuyu acarició con el pulgar el dorso de la mano que sostenía -No te preocupes linda, sabes que no me molesta esto– aseguró.
Nayeon observó de reojo cómo su padre caminaba en dirección al baño, lo que la hizo relajarse -Tenemos unos minutos sin mi custodio– declaró con una sonrisa en los labios.
Tzuyu sonrió traviesa, entendiendo sus palabras -Aprovechemos entonces- en cuanto terminó de hablar, Nayeon la rodeó por el cuello y comenzaron a besarse bastante tranquilas.
El tiempo corría mientras ambas chicas compartían una serie de besos bastante tranquilos, nada del otro mundo, hasta que Tzuyu rodeó la cintura de la menor en un acto posesivo que para nada molestó a la coreana, pues mientras tanto, ella estaba acariciando la nuca y el cuello de la mayor, bajando un poco hasta el inicio de las clavículas.
Algunos minutos más pasaron y la mano de Tzuyu descendió un poco, acercándose al trasero de su novia, nuevamente, Nayeon no se molestó. Sin embargo, su tiempo de privacidad terminó abruptamente cuando el señor Im ingresó a la habitación y se topó con la escena anteriormente relatada.
Su rostro enrojeció por la furia al darse cuenta de la posición tan comprometedora en la que se encontraba su amada hija con esa descarada chica.
-¡Im Nayeon!– gritó el hombre con la voz más irritada y molesta que tenía, ambas chicas al escucharlo se alejaron rápidamente, la mencionada tenía las mejillas sonrojadas por la vergüenza y agachó la cabeza.
-P-Papá…- intentó hablar, aunque el hombre solo la ignoró.
-¡A tu habitación ahora!- gritó furioso.
La coreana se abrazó a Tzuyu pues temía por ella -P-Papá no le hagas nada a Tzuyu, yo fui quien empezó el beso– su voz tembló, así que Tzuyu la rodeó con sus brazos en un abrazo.
El señor Im de solo imaginar que su hija fue la que inició todo sintió más enojo -Es culpa de ella Nayeon, ¡te dije que era una mala influencia! Es más grande que tú, ¡solo busca pervertirte!- el hombre se acercó y las alejó a la fuerza -¡Vete a tu habitación ahora!– gritó de nuevo.
Tzuyu le dio una sonrisa a la asustada chica -Vete Nay, todo va a estar bien– aseguró y le dio un guiño. Nayeon asintió con inseguridad y subió las escaleras.
Cuando Tzuyu se quedó sola con su suegro lo encaró -Escuche, yo realmente quiero a Nayeon y por eso es que acepté todas estas visitas de sillón como si tuviera 15 años– su voz seria irritó al hombre frente a ella, quien inmediatamente contestó.
-No me importa lo que sientas Chou, te largas de mi casa en este instante y no quiero que regreses nunca más, aléjate de Nayeon- tomó a la taiwanesa por el cuello de su chaqueta y la arrastró hasta la salida. Abrió la puerta y le dio un empujón que la hizo caer para al final cerrarle la puerta.
...
A partir de ese día fue difícil seguir viéndose con la misma frecuencia que antes, pero Tzuyu no se rendiría y Nayeon tampoco.
Así fue como terminaron encontrándose dos cuadras lejos de la casa de Nayeon para evitar ser vistas por su padre.
El plan era el siguiente: Tzuyu la esperaría en su auto que se encontraba estacionado a dos cuadras de la casa de su novia, así que Nayeon solo se aseguraba de encontrar una mentira para su padre y salir con la mayor, obviamente tenía que regresar temprano o se metería en problemas con el hombre.
Era asfixiante tener que ocultarse, pero ahora al menos podían pasar tiempo juntas sin tener a alguien vigilando cada movimiento que hacían y además, Nayeon mentiría si dijera que no le emocionaba escaparse o mentirle a su padre para estar con la chica que amaba, la sensación de saber que hacía algo que tenía prohibido era totalmente adictiva.
Ahora se estaba alistando para salir, Tzuyu le prometió enseñarle algo que en sus palabras describió como “especial”, así que la coreana no sabía exactamente qué debía ponerse.
El clima estaba muy agradable así que se decidió por un top y una mini falda que a Tzuyu le gustaba, tenía la sensación de que esto era algo que quedaría bien, pues a su novia y a ella les gustaba.
Cuando bajó las escaleras avisó a su padre que llegaría algo tarde y mintió diciendo que iría con Sana a una reunión en su casa, el hombre no sospechó nada.
Nayeon salió de su casa y caminó tranquila esperando encontrarse con el lujoso auto de su novia. En cuanto la vio cruzó la calle y Tzuyu le abrió la puerta con una sonrisa en los labios.
Nayeon ingresó al auto y cerró la puerta, inmediatamente Tzuyu se acercó a ella un poco y le dio un beso en la mejilla derecha -Mi amor, te ves hermosa como siempre– elogió, la coreana sintió un sonrojo pintando sus mejillas con un tono rosado.
-Gracias, tú también te ves muy linda hoy– contestó.
Tzuyu sonrió y ambas se acercaron para darse un beso muy necesario después de no haberse visto en todo el día -Te amo– fue lo que Nayeon dijo cuando se separaron, la taiwanesa le dio un beso corto en respuesta -Yo también te amo– se alejaron y encendió el auto.
Tzuyu condujo hasta llegar a un parque muy alejado de la vida de Nayeon, estacionó su auto y ambas bajaron, caminaron un rato mientras se tomaban de la mano y cuando encontraron un lugar cómodo se sentaron.
-Quiero darte algo especial– la taiwanesa buscó en su bolso y sacó una caja que le entregó a la menor.
Nayeon sonrió emocionada -Oh Tzuyu, no debiste molestarte– miró la caja detenidamente y después la abrió, encontrándose un hermoso collar en forma de corazón.
Tzuyu notó su sonrisa por lo que se relajó -¿Te gustó?– la coreana asintió emocionada y se lo puso.
-Es hermoso, Tzuyu, me encantó- abrazó a Tzuyu rodeandola por los hombros.
Se separaron y la mayor le dio un beso a la coreana -Estoy feliz de saber que te gustó, quería darte algo especial después de todo lo que pasó con tu papá, así que ahorré lo suficiente y aquí estamos- explicó.
Nayeon entrelazó sus dedos y besó la mejilla de la taiwanesa -Te amo, realmente no tenías que hacerlo, pero lo hiciste– la mayor acarició las mejillas de Nayeon y sonrió.
Un rato después fueron a comer algo rápido y pronto fue hora de que Nayeon regresara a casa, por lo que Tzuyu se dispuso a llevarla en el auto.
Estando aún lejos de su casa, Nayeon besó el cuello de la mayor y sonrió cuando esta se tensó -Vayamos a otro lado, aún no quiero regresar– Tzuyu la miró de reojo y sin decir nada puso la intermitente y cambió de carril para desviarse.
Aproximadamente 20 minutos después Tzuyu se estacionó en un viejo estacionamiento vacío y gracias a que era bastante tarde todo estaba oscuro. Nayeon se quitó el cinturón de seguridad y abrió la puerta para bajarse del auto y subirse a la parte trasera, Tzuyu imitó su acción.
Estando frente a frente ambas se acercaron e iniciaron un beso lento, Tzuyu se inclinó y recostó a la menor en el asiento mientras la sostenía un poco con la mano izquierda, Nayeon afirmó su agarre alrededor de cuello de la mayor y suspiró cuando los besos descendieron a su cuello.
Tzuyu amaba la forma en que su novia cerraba los ojos para dejarse llevar por los movimientos de la más grande.
La mano izquierda de la taiwanesa descendió poco a poco, sin perder la oportunidad de acariciar la cintura y cadera de la chica, incluso paró en ese lugar solo para tocar la piel que el top dejaba expuesta. Mientras tanto, sus labios besaron un poco el inicio de las clavículas de la coreana.
Finalmente decidió ir más allá y acarició las piernas de Nayeon, todo con delicadeza pero sin olvidar provocarla -¿Estás bien cariño?- Preguntó sobre la garganta de la chica, quien solo atinó a asentir mientras un jadeo abandonaba sus labios.
Tzuyu sonrió con los labios sobre la blanca y tersa piel de su novia, cuando de pronto Nayeon tomó su rostro y la hizo subir la mirada -Tzuyu, te amo– dijo agitada.
Ambas volvieron a besarse y esta vez la mano derecha de Tzuyu apretó el interior del muslo izquierdo de Nayeon para indicarle que separara un poco las piernas, cuando obtuvo lo que quería su mano subió hasta toparse con las bragas arruinadas de su novia -¿Impaciente?– preguntó con un tono juguetón, Nayeon no respondió con palabras, solo la miró fijamente, tragó saliva y volvió a besarla.
Tzuyu comenzó con ligeras caricias sobre las bragas de la chica, quien en respuesta rodó sus caderas contra el toque.
Nayeon mordió y tiró ligeramente del labio de su novia para después dejar salir un gemido necesitado, el aliento de esta rebotó en los labios de la mayor, lo que solo la incentivó para hacer a un lado la ropa interior de la coreana.
-Tzuyu…- Nayeon gimoteó sin romper el contacto visual con la taiwanesa, sus ojos vidriosos y mejillas sonrojadas demostraban lo arruinada que estaba en ese momento.
Tzuyu masajeó en círculos el clítoris -¿Sí?– preguntó inocente.
Nayeon jadeaba y gemía sobre los labios de Tzuyu, todo sin dejar de verla, pues le gustaba la sensación de estar siendo observada por la lujuriosa mirada de la mayor.
Cuando el momento llegó Tzuyu llevó dos dedos a la entrada de la chica -¿Puedo entrar?– preguntó tranquila, Nayeon mordió su labio inferior, parpadeó con los ojos llorosos y respondió.
-Sí…- tomó las mejillas de Tzuyu con fuerza y soltó el gemido más fuerte de la noche en el momento en que su novia ingresó.
Tzuyu comenzó a entrar y salir poco a poco para esperar a que Nayeon se acostumbrara, cuando eso ocurrió pudo aumentar la intensidad de sus embestidas.
-¿Te he dicho lo hermosa que te ves con esa falda?– preguntó sin dejar de observar la forma en que los pechos de la chica se movían con cada embestida -Eres perfecta, Nayeon, y no sabes cuánto te amo– besó la frente de la mencionada.
El sonido que provocaban los dedos de Tzuyu entrando una y otra vez en su novia eran casi imperceptibles pero para ella sonaba muy erótico, sobre todo si venía acompañado de los melodiosos gemidos de Nayeon.
-Tzuyu… voy a acabar– anunció la menor con una voz temblorosa, Tzuyu aumentó el ritmo al escucharla.
-Hazlo, Nay– ordenó con un tono firme.
Nayeon cerró los ojos cuando el orgasmo la inundó y su cuerpo se tensó por completo por unos segundos para después relajarse sobre los brazos de su novia. Tzuyu salió de Nayeon, acomodó un poco su falda y le dio un beso en la frente.
Algunos minutos después se intentaron arreglar un poco y decidieron que era hora de volver a casa.
-Papá va a matarme– fue lo que dijo la menor en cuanto revisó la hora en su teléfono.
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