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19

Música en Español que ya casi nadie aprecia, arte en todo su esplendor.

Ximena Sariñana es mi diosa
┑( ̄▽ ̄)┍

Jungkook

Jin le estuvo echando el mal de ojo a JiMin por el resto de la tarde. Obviamente, su odio hacia los ratones iba más al extremo de lo que me había imaginado. JiMin todavía no me había delatado como su cómplice, pero me tenía aguantando la respiración. De cualquier forma, cuidaría mis espaldas.

Después de que todos se fueron, JiMin quería tener algunas cosas hechas en su casa antes de venir. Jihoon y Eunbi quisieron quedarse con él, así que me imaginé que estaría solo por un rato. No me esperaba que Tae quisiera venirse conmigo. Por supuesto, JiMin dijo que estaba bien, y definitivamente no me importaba, así que los dos nos dirigimos a mi casa.

– Tu papá me dijo que ustedes platicaron hace un rato... acerca de tu padre biológico. – Desee que JiMin me hubiera dicho de lo que hablaron hace rato. Esto me ponía nervioso.

Tae arrugó su nariz. – Él no es mi papá. Él no me quiso. – Su voz era triste, pero se encogió de hombros como si no fuese la gran cosa.

Aparqué el coche a un lado. – Hey... – Dije suavemente, atrayendo su mirada hacia mí. – Él no te conoció. Si lo hubiera hecho, no habría manera de que él hubiera podido apartarse. A mi entender y parecer, él se lo pierde y yo me lo gano.

– ¿Tú quieres ser mi papá? – preguntó como si no pudiera creérselo.

– Si puedo hablar con tu papá sobre ello – contesté. – ¿Eso está bien para ti?

Sus ojos se iluminaron. – ¡Sí! – Entonces empezó a divagar emocionadísimo. – ¿Podemos ir a pescar? Papá intentó llevarme, pero él atrapó una anguila y brincó fuera del bote. Pa dijo que asustó a todos los peces. Fue divertido.

Solté una risita. – Estaré feliz de llevarte a pescar, pero por ahora lo mejor será que lleguemos a casa antes de que tu papá esté ahí. Pensará que te secuestré.

– ¿Puedo conducir? – preguntó.

– Pregúntame de nuevo cuando puedas alcanzar los pedales – me comprometí.

Tae sonrió. – Tenía que preguntar. Papá hubiera dicho que no.

Si era lo suficientemente afortunado para ser su padre, sabía que me iba a mantener con pies de plomo. El chico era demasiado listo para su propio bien, pero no lo habría querido de otra forma.

Llegamos antes que JiMin, así que Tae tuvo la idea de que deberíamos hornear algo para cuando ellos llegaran. Afortunadamente, tenía una de esas mezclas de galletas de chocolate listas para hornear en la nevera. El producto final nos hizo parecer como chefs gourmet. Mientras JiMin no encontrara el papel de envoltura, no notaría la diferencia.

– Cariño, estamos en casa – canturreó Jihoon mientras caminaban dentro de la casa.

JiMin estaba sosteniendo a Eunbi, quien inhaló profundamente. – Huelo galletas.

Sonreí y los besé. – Tae y yo hemos estado esclavizándonos en la cocina toda la noche para hacerles estas a ustedes, chicos.

– ¿En serio? – dijo JiMin. – Yo uso las que son listas para hornear.

Bueno, mierda. Suspiré. – Nosotros también.

Sonrió. – ¿Esclavizándose, huh? ¿Qué? ¿No pudieron abrir el empaque?

– Yo hice esa parte – dijo Tae orgullosamente.

Nos sentamos alrededor de la mesa, comiendo galletas y bebiendo leche. Los chicos nos estuvieron contando todo sobre su estadía con Bin y Ji Won.

Éramos una maldita familia adorable.

Eventualmente, enviamos a los chicos a lavarse y a la cama. Arrojé a JiMin sobre mi hombro, al estilo de hombre de las cavernas, y me dirigí a mi cuarto.

Por supuesto, él se quejó todo el camino. – Si no estuviera asustado de que me dejaras caer, te mordería el trasero.

Lo arrojé sobre mi cama. – No me habría importado de todas formas. – Trepé hasta quedar sobre él.

Escuchar la lluvia golpear la ventana, normalmente me haría dormir más fácilmente, pero teniendo a JiMin tumbado junto a mí, debió cancelar el efecto.

No podía parar de tocarlo.

Tenía que convencerlo de que durmiera con mi camisa otra vez. Ver mi nombre en su espalda me hacía cosas extrañas.

– Jeon, te amo, ¿pero por qué diablos me estás manoseando? – preguntó, girándose.

– Lo siento – dije, acariciando su rostro. – Pensé que estabas dormido.

– Lo estaba – sonrió. – Pero me imaginé que si ibas a tener suerte, quería estar despierto para ello. – Me incliné hacia abajo y lo callé de la mejor manera que sabía.

Hubo un ligero golpe en la puerta, que causó que nos separáramos. JiMin se sentó mientras yo iba a quitar el seguro a la puerta, agradeciendo a Dios de que JiMin insistiera en cambiar las sábanas antes de que nos fuéramos a dormir. Encontré a tres pequeñines en el pasillo.

Tae me vio, disculpándose. – Eunbi estaba asustada de la tormenta.

Jihoon asintió lo mejor que pudo. Eunbi estaba a punto de caer dormida en su espalda.

Había estado tan envuelto en JiMin que ni siquiera me di cuenta de la tormenta que caía afuera. Habría esperado esto de cualquier forma. Jihoon y Eunbi solo venían a mi cuarto en la noche cuando había una fea tormenta.

– Supongo que ya que Eunbi está asustada – me moví a un lado para dejarles pasar. Tomé a Eunbi de Jihoon, para que pudiera moverse más fácil.

Los chicos se metieron de cada lado de JiMin. Él enrolló sus brazos a su alrededor. – No puedo creerles a ustedes dos, despertando a la pobre Eunbi – dijo en broma.

Tae frunció el ceño. – ¿Cómo supiste?

– Soy su papá – sonrió, besándolos en la parte de arriba de la cabeza. – Ustedes no deberían estar avergonzados por tener un poco de miedo. Todos le tienen miedo a algo. Miren a Jungkook, él le tiene miedo a Pa.

Juguetonamente, le puse una mala cara, y tumbé a Eunbi a un lado de Tea antes de echarme junto a ella. – No le tengo miedo a él. Le tengo miedo a su arma.

Los chicos soltaron risitas y Eunbi se dio la vuelta, arrojando su pequeño brazo sobre mí. JiMin sonrió – De acuerdo, ustedes dos, a dormir. Espero que ninguno de los dos tire patadas. – Cuando estuvieron completamente arropados y dormidos, miró por encima hacia mí y sonrió. – Supongo que encontramos otro beneficio de tener una cama grande.

– Te prometo que no lo hacen así de seguido. – No quería que JiMin se preocupara por tener niños en la cama con nosotros cada noche, asumiendo que pudiera tenerlo a él en mi cama cada noche.

– No me importa, ni ahora ni para entonces. En poco tiempo, pensarán que son demasiado mayores para esto, y probablemente nos lo perderemos – dijo, pasando ligeramente sus dedos a través del cabello de los chicos.

Me incliné para darle un beso de buenas noches. – Ve a dormir, trasero lindo – susurré.

– Buenas noches, asno – contestó.

A la mañana siguiente, levanté a todos. Era obvio que solo Jihoon y yo éramos personas madrugadoras. Eunbi encajaba bien con los Parks. Primero, íbamos a dejar a Jihoon y a Tae a la escuela, y después dejaríamos a Eunbi en el preescolar. Ninguno de ellos se veía dispuesto a hacerlo. Ayudé a los chicos a escoger sus ropas, mientras JiMin se hacía cargo de Eunbi.

– Tienen que comportarse – les dijo JiMin. – Si no lo hacen, me harán quedar mal.

– Sé que los chicos serán buenos – dije confidencialmente. – Ninguno quiere ser enviado a la oficina de la Directora Jeon. – Rose amaba a morir a los niños, pero ella sabía cómo mantenerlos bajo control. Me imaginaba que tenía un montón de experiencia por todos sus años con Jackson.

Tae estaba un poquito nervioso, ya que era su primer día en una escuela nueva. Me arrodillé delante de él afuera, mientras JiMin llenaba su papelería. – Un montón de tus compañeros de equipo van a esta escuela, y tienes a Jihoon para mostrarte cómo va todo. Estoy seguro de que serás uno de los chicos más geniales en la escuela dentro de poco tiempo.

– Gracias, Jungkook – contestó.

– ¿Listo para entrar? – preguntó JiMin, regresando. – Conocí a tu profesora, la Sra. Hye. Es muy amable.

Él asintió. – Puedes darme un beso de despedida, si quieres.

El niño le hizo el día. Se agachó y besó su mejilla. – Te amo. Ten un buen día. – Se giró hacia Jihoon e hizo lo mismo. – También te amo. Los veré esta tarde.

Nuestra siguiente parada era el preescolar de Eunbi. Ella se sostuvo de nuestras manos mientras caminábamos al interior. No quería dejarnos al principio, pero luego su profesora, la Señorita Sowon, la convenció de que iban a divertirse juntas. Estaba un poquito indecisa al principio, pero una vez que Sowon le habló sobre galletas para la hora de la merienda, estuvo vendida.

– Tienes todo el día para ti solo – dije mientras manejaba con JiMin de vuelta a casa. – ¿Crees que serás capaz de manejarlo?

– Eso creo. Iré a mi casa a trabajar en mi novela. Mantén un ojo en Jin por mí, de todas formas. Si deja la oficina, llámame. – Era precavido, y no podía culparlo. Su hermano estaba dos cabezas más loco que él. Cualquier cosa podía pasar.

Lo besé bien y con fuerza antes de dejarlo para ir a trabajar. Desde que admitimos cómo nos sentíamos el uno por el otro, lo único que cambió había sido la parte física de nuestra relación. Él seguía siendo sarcástico. Yo seguía siendo un asno. Si funcionaba para nosotros, ¿para qué cambiarlo?

Jin estaba sentado en su escritorio cuando entré. – ¡Buenos días, Jefe! – sonrió. – ¿Se divirtió durmiendo con mi hermano?

Dos podían jugar a este juego. – ¿Te divertiste durmiendo con Nam?

– Touché. – Se veía aturdido e impresionado. – ¿Cómo diablos supiste sobre eso?

Mierda. – ¿Suerte, supongo? – Me miró de arriba abajo con los ojos entrecerrados. Traté de no lucir culpable. – Debería irme a trabajar.

De pronto, jadeó. – ¡Estabas ahí también! ¿Es por eso que la puerta de mi armario estaba cerrada, verdad? – Me señalo acusándome.

– Aguanta mis llamadas – le dije sobre mi hombro. No había manera en que me diera la vuelta. Había entrado en la lista negra de Jin.

Me encerré en mi oficina y me dispuse a trabajar. Ya que mis hermanos y yo éramos propietarios del lugar, no teníamos que hacer mucho por las construcciones actuales. Por supuesto, de vez en cuando lo hacíamos, ya que a todos nos gustaba construir cosas.

De vez en cuando echaba un vistazo para asegurarme de que Jin seguía ahí. Si se las arreglaba para escabullirse mientras yo estaba escondido en mi oficina, JiMin nunca me dejaría escuchar el final de eso. El hecho de que él me ponía las cosas difíciles era una de las cosas que amaba de JiMin.

Mi teléfono sonó, trayéndome de regreso de mis pensamientos. Revisé quién estaba llamando y una sonrisa atravesó instantáneamente mi cara. – Hola, trasero lindo.

– Hay alguien en mi casa.

– ¿Qué? – Ya estaba fuera de mi silla y tomando mis llaves.

– No sé quién diablos es. No reconozco su voz, pero me conocen.

Me apresuré a mi auto. – Voy en camino. ¿En dónde estás ahora?

– Sentado en mi camioneta. Voy a huir si ellos salen.

JiMin se quedó en el teléfono conmigo hasta que estuve ahí. Cuando aparqué detrás de su camioneta, corrí hacia él y lo puse en mis brazos. – ¿Estás seguro de que hay alguien?

– No tengo voces en mi cabeza, si es lo que estás preguntando – contestó. – Él dijo mi nombre, y entonces empezó a burlarse de mí. Es una jodida película de horror.

Lo primero que pensé fue que eran Yesung y SooJin, pero teníamos órdenes de restricción contra ellos. No podía ser Wonho, porque Joong lo corrió del pueblo. Yo no era el único al que le asustaba ser disparado. No estaba cien por ciento seguro de que Wonho lo lograra sin ser disparado. No te metas con la niñito de un hombre, especialmente del jefe de policía. – ¿Qué quieres que haga? Debemos llamar a Namjoon.

JiMin sacudió su cabeza. – Creo que podemos arreglárnoslas. Solamente estoy histérico – admitió. – Cargo un bate de béisbol en mi camioneta justo ahora. Puedo usarlo. ¿Tú traes algo? – preguntó.

– Tengo un desmontador de llantas – contesté, sacándolo de la camioneta. – ¿Estás seguro de esto? ¿Qué pasa si él tiene una pistola o algo?

– Corres – dijo JiMin. – Pero creo que si tuviera un arma, ya me habría llegado.

Ese pensamiento hizo que mi sangre se helara. Podría matar a cualquiera que hiriera a mi JiMin. Ahora tenía una recién descubierta necesidad de atrapar al intruso. – Hagámoslo.

Cuando abrí la puerta, lo escuché. – Sal, JiMin, sal de donde sea que estés.

– Creo que está en mi habitación – susurró.

Nos deslizamos por el pasillo. Me aseguré de que él permanecía detrás de mí; el asqueroso seguía llamándolo. Cuando llegamos a su cuarto, abrí la puerta de una patada y retrocedí. Las burlas se detuvieron. Apreté mi agarre en el desmontador e hice mi camino con precaución con JiMin justo detrás de mí.

– ¡Ataca!

JiMin gritó y yo me empecé a balancear. Un maldito loro voló hacia abajo y se abalanzó sobre nosotros, yendo hacia el pasillo.

– ¿Qué diablos? – grité. Estaba atónito porque ese maldito pájaro me había sacado un susto de muerte.

JiMin estaba en el piso, riéndose ahora. – Lo siento. Hicimos todo esto de James Bond sobre un loro.

– ¡Vamos! – grité. – El bastardo sigue en la casa.

Se puso de pie, tratando de recomponerse. – Tienes razón. Necesitamos defender nuestros dominios.

Asentí. – Malditamente cierto.

– ¡JiMin! ¡JiMin! Sal, sal de donde sea que estés. – La maldita cosa se estaba burlando de nosotros. No iba a dejar que siguiera con esto.

Hicimos nuestro camino por la casa otra vez; solo que ahora, mantuvimos la mirada por encima de nosotros. JiMin negoció nuestro bate y desmontador por fundas para almohadas. Quería matarlo. Él quería atraparlo. Supongo que estaba sobreactuando un poquito.

– ¡Mira! – gritó JiMin.

– ¡Ataca! – El maldito pájaro se lanzó hacia mí otra vez. Me arrojé hacia eso con la funda para almohada, pero fallé, chocando con el sofá. JiMin trató de atraparlo, pero cayó sobre la mesita para café. – ¡JiMin! – esto continuó por varios minutos. No podíamos atrapar a la maldita cosa.

– ¿Cómo llegó hasta aquí? – pregunté.

La puerta se abrió y Chanyeol entró. Silbó y sostuvo su brazo, cubierto por un guante. El loro voló por encima y aterrizó calmadamente sobre su brazo. – Buen trabajo, Hunnie – le sonrió a JiMin. – Eso es poco para una venganza. – Entonces, hizo su versión de una risa malévola.

– Gorda – dijo Hunnie.

– Tú, hijo de perra – gruñó JiMin.

– Hora de irnos, Hunnie. – Chanyeol se fue, llevándose a la diabólica ave con él.

JiMin se arrastró hacia donde yo estaba tumbado en el piso. – Esa fue una buena – admitió.

– ¿Cosas como esta te pasan a menudo? – pregunté.

– Mantienen la vida interesante – contestó. – Lamento haberte sacado del trabajo por esto.

Acomodé algo de su cabello detrás de su oreja. – Nunca estoy demasiado ocupado para salvar a mi damisela en peligro. – Bromeé.

Él resopló. – No pudiste arreglártelas con un maldito pájaro. Odiaría verte contra un dragón.

– Tampoco fuiste de mucha ayuda, aventándote a mesitas para café – contesté.

– ¿Soy la damisela, recuerdas? ¡No se supone que tenga que ayudar! – sostuvo. Estábamos llenos de mierda. Se tumbó junto a mí. – Tenemos que esperar un tiempo antes de tomar la revancha. Necesitamos darle una falsa sensación de seguridad.

Tenía el presentimiento de que estaríamos en sillas de ruedas y esta disputa seguiría en pie. Tomé su mano con la mía, entrelazando nuestros dedos mientras nos tumbamos en nuestras espaldas, mirando al techo. – Así de insano y aterrador como estuvo, tuve un ataque.

– Oh, gracias Dios. Tenía por seguro de que ibas a dejarme después de esto – dijo JiMin.

– De ninguna maldita manera – contesté. ¿Estaba loco? – No iré ninguna parte. – Gemí y me senté. – Excepto de vuelta al trabajo. Jin sabe que estuvimos en su armario, así que ahora los dos tenemos que cuidarnos las espaldas.

– Eso es bueno. Que te jueguen una broma es más divertido cuando tienes un compañero – sonrió.

Me puse de pie y lo ayudé a incorporarse en sus pies. – Te amo, trasero lindo.

Seguía frunciendo el ceño por ese apodo. – También te amo, asno.

Después de trabajar, me detuve en el hospital para una rápida visita con Bin. Él me recibió en su oficina. – ¿Qué puedo hacer por ti, hijo?

– Quiero casarme con JiMin – solté.

– Sabía que eras un chico listo – contestó.

– ¿No crees que es demasiado pronto para que se lo pregunte? No quiero echar a perder esto. – Había mucho de por medio. No solo era entre él y yo. Si lo perdía, perdería a Tae, e Jihoon y Eunbi iban a perder a su otro padre.

Bin se recargó hacia delante, poniendo sus brazos en su escritorio. – Hijo, el tiempo no importa. Es diferente para todas las parejas. Si amas a JiMin, y quieres pasar tu vida con él, ¿entonces por qué esperar?

– Es solo que estoy nervioso – admití. – Quiero hacer las cosas bien esta vez.

– Lo harás – prometió.

– ¿Por qué tienes tanta fe en mí? – pregunté.

– JiMin significa mucho para ti – contestó. – Ellos significan mucho para ti. No tengo duda en que harás todo lo que puedas para hacerlos felices, y sé que él haría lo mismo por ti.

Asentí. Por supuesto que lo sabía, pero que papá me lo confirmara me hizo sentir mucho más seguridad. Sabía qué era lo que tenía que hacer, y no buscaba ir por ello.

Iba tener que visitar a Joong.

Nada que agregar mas que me siento muy mal :c me duele full mi cabecita
> . <

Y que amo a Jeon Jungkook  ( ^ω^)

Pd. Ya actualicé bebé ^^ user63234910

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