Capítulo 41.
Estaba en shock, su mente no maquinaba la información que le daban y creía que su imaginación le estaba jugando una mala pasada. Su respiración estaba acelerada y las lágrimas caían sin cesar. ¿Acaso esto era una maldita broma? Tenía miedo de despertar.
—Jungkook... Háblame —ordenó Jin del otro lado de la línea.
—La... La encontraste —dijo con una voz tan baja que no creyó que su mejor amigo lo haya escuchado.
—Tenemos su paradero, amigo —esto sólo pasaba en sus mejores sueños, pero ahora era real.
—Encontraremos a Chaehyun, Jin.
—Así es.
Después de cinco jodidos años había encontrado a su hermana. Un escalofrío recorrió su cuerpo de tan solo pensar en el estado que podría estar.
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Jungkook estaba muy callado, su mirada se encontraba en la nada y Jimin ya no sabía que hacer. Tardaba demasiado en contestar, estaba en otro planeta.
—Kook. ¿Estás bien? —volvió a preguntar, por quinta vez. Pasó un minuto y el alfa mantenía la vista en algún punto fijo mientras tomaba la taza de té que le ofreció el omega—. Jungkook.
—¿Sí? Lo siento.
—Algo te pasa. ¿Qué tienes? —preguntó preocupado.
—No es nada, Jim. Estoy algo cansado.
No quería contarle esto a su omega. No porque no quisiera, moría por hacerlo, pero no era seguro, sabía con las personas que estaba tratando y Jimin tenía que estar fuera, mientras menos sepa era mejor, no quería que le hagan nada y si eso pasaba estaba seguro que podría llegar a matar a alguien.
—Okay. Pero, ¿estás seguro de que no tienes nada? —Jungkook sonrió, se levantó de la banqueta y rodeó la isla de la cocina para llegar hasta Jimin, quien seguía sentado. Lo abrazó por detrás y le dio un beso en el cuello. Se embriagó con su exquisito aroma.
—Seguro, omega —dijo aún en su cuello. El aliento de Jungkook chocó con la piel del castaño, haciendo que un escalofrío recorra su columna. Jadeó en respuesta ante aquella sensación. Jungkook notó como la respiración de Jimin se hizo pesada y, sin meditarlo, empezó a besar su cuello.
Jimin empezó a ser un desastre de sensaciones, jadeaba con cada beso que Jungkook le brindaba y se le escapó uno que otro gemido cuando besaba de manera lenta la parte donde se suponía que iría una marca algún día.
Jungkook, Jungkook estaba a punto de explotar. Los gemidos de Jimin lo hacían enloquecer, quería más, quería mucho más.
—Jim, si sigues respirando de esta manera no me voy a poder controlar.
—No lo hagas.
Jungkook gruñó y siguió besando y chupando su cuello, sabía que iban a dejar marcas, pero poco le importó en ese momento.
—Bésame —ordenó Jimin. El alfa dejó su cuello y el menor se dio vuelta. Jungkook lo besó de una manera tan necesitada que gimió en el beso.
—Eres tan hermoso —dijo y volvió a besarlo—. Tan perfecto —mordió el labio inferior del castaño quien ahogó un gemido—. Joder, me vuelves loco, omega —fue Jimin quien tomó la iniciativa y lo besó.
Las manos de Jungkook estaban en la nuca del menor para poder profundizar el beso, las manos de Jimin estaban en el rizado cabello del alfa y lo tiraba levemente, cosa que lo volvía loco al alfa.
—Amor... debemos parar —dijo agitado.
—No quiero parar, Kook.
Por primera vez quería esto, por primera vez no sentía que tenía que complacer a alguien, por primera vez moría por ser tocado y besado hasta quedarse sin aliento. Por primera vez se sentía deseado y amado, porque aunque los besos de Jungkook sean necesitados de más contacto, a la vez, podía sentir el amor y respeto que le tenía. No lo estaba obligando, no lo estaba manipulando, no lo hacía sentir un objeto.
Por primera vez supo lo que se sentía ser tratado como persona y no como un maldito juguete que siempre tiene que estar a disposición.
—Yo tampoco quiero parar, Jim, pero Jae se va a despertar en cualquier momento. Ya vamos a tener tiempo para esto, ¿está bien? Además quiero asegurarme que realmente estés seguro.
—Te lo prometo, Jungkook, estoy seguro —dijo mirando sus ojos.
—Te amo —dijo el mayor y sus labios se perdieron con los de Jimin.
El omega bajó sus manos hasta los botones de la camisa del alfa, desabrochando la misma y una vez que lo consiguió comenzó a tocar su abdomen. Sus leves toques hacían que la piel de Jungkook se erice.
—Jimin... —dijo con voz ronca. No sabía que suaves toques podrían causar tal efecto en él.
Jimin seguía sentado y Jungkook parado, así que el menor tenía todo el abdomen del mayor a su alcance. Las leves caricias pararon y acercó sus labios a su piel blanquecina que se encontraba en frente de él, comenzó a dejar pequeños besos en su piel. Jungkook supo lo que es entrar al cielo sin haber muerto.
—Jim... Jae.
—Está dormido, Kook.
—Pero...
—Sólo disfruta, alfa.
—Yo tengo que hacerte disfrutar —dijo, reteniendo un gemido.
—Esos roles son estúpidos, Jungkook.
—Lo sé.
—Déjame...
Un llanto se escuchó a lo lejos y un Jimin con las hormonas a flor de piel quiso ignorarlo, pero el omega razonal supo que tenía que atender a su hijo. Así que se levantó y fue a ver que le sucedía a Jaehyun. Por otro lado, Jungkook tenía un fuerte problema en su entrepierna, la respiración terriblemente agitada y la camisa abierta, se apresuró en abrochar esta lo más rápido que pudo.
—¡Api gook! —dijo Jaehyun al ver la imagen del alfa. Los ojos de Jimin se abrieron con sorpresa y, al parecer, Jungkook no lo había escuchado. La verdad fue que no llegó a oír al cachorro, estaba muy ocupado tratando de esconder el gran problema.
Al ver que el alfa no había escuchado se relajó un poco, no quería asustar a Jungkook, no quería que se vaya por ese comentario de su hijo. Así que solo se acercó a su alfa con su bebé.
—Hola, Jae. Te extrañé mucho —dijo con una sonrisa. El cachorro apuntó con sus brazos a Jungkook, haciendo indicación de que quería que lo cargara, cosa a la que accedió.
—E stane, api —la respiración de Jimin se cortó y el corazón de Jungkook dejó de latir. No tuvo momento de reaccionar ya que una vibración provino del bolsillo de su pantalón haciendo que vuelva a la realidad. Con la mano libre sacó su celular y atendió.
—Tienes que venir, Jungkook, ya es hora de verla —dijo Jin del otro lado. Jeon respiró hondo.
—Voy en camino.
Le entregó a Jimin su cachorro y fue en busca de su blazer. Estaba nervioso, enojado y tenía miedo, sabía que aquellas personas eran peligrosas y temía no volver con su omega y con su bebé, pero esto era por su hermana. Tenía que sacarla de allí.
—Jim —llamó acomodándose el blazer. Jimin apareció en la pequeña sala con el cachorro en brazos.
—¿Sí?
—Te amo omega, nunca lo olvides —miró a Jimin como si fuera la última vez y lo besó, fue un beso tan amargo como dulce, el omega sentía muy extraño aquello y el olor que emanaba el alfa era tan agrio que tenía ganas de cerrar la puerta con llave y no dejarlo salir. Era muy extraño. Jimin cortó el beso.
—¿Pasa algo alfa? Tu aroma es muy extraño.
—No pasa nada, mi amor —mintió. Jaehyun estaba a un lado viendo con el ceño fruncido la escena, estaba indignado porque aquel alfa no le dedicó ni una sola muestra de afecto a él. Jungkook observó eso con adoración y, acto seguido, lo cargó—. A ti también te amo, cachorro, como a ningún otro. Siempre los voy a amar —al terminar la oración llenó su rostro de besos y fueron tan ruidosos que el bebé comenzó a reír. Jungkook estaba enamorado de su tierna risa.
Una vez acabado su pequeño momento de amor fue hasta su auto, Seokjin le había pasado la ubicación, era lejos, pero no importaba, estaba a tan solo ocho horas de su hermana.
El trayecto fue demasiado largo, no veía la hora de llegar. Sus ojos picaban por la falta de sueño, no había parado en las siete horas que llevaba de viaje y no iba a parar. Las únicas paradas eran para cargar gasolina e ir al baño, más que eso no. Compró café en cada estación de servicio, eso le ayudó bastante.
Miraba la pantalla del GPS de su auto, cada vez faltaba menos para llegar. Una vez que entró al lugar sintió que su corazón latía con más fuerza. Era un descampado enorme, como el sitio donde atraparon a uno de los tipos que secuestró a su hermana, una pequeña casa se veía, tomó aire, bajó del auto y comenzó a caminar. Sus manos sudaban más con cada paso que daba, no sabía que mierda se encontraría.
Con cada centímetro que avanzaba sentía que sus pulmones no tenían el aire suficiente para soportar aquello, sus manos sudaban, su corazón estaba entre que latía demasiado o quería dejar de latir. Era mucho para cada parte de su sistema, su hermana estaba a sólo pasos de distancia, ya no eran llamadas de la policía, ya no eran las migajas de las evidencias, ya no era llorar cada noche preguntándose donde estará. No. Ya no más. Ella estaba allí, en una casa descuidada, una que se veía tan maltratada que tenía rastros de pintura blanca que poco a poco se fueron consumiendo por la humedad. Podía divisar un foco encendido que titilaba, dando a entender que estuvo tanto tiempo sin ser cambiado que estaba a poco tiempo de quemarse y dejar de proveer luz. Podía ver una ventana, no se veía el interior de la casa por las cortinas y el vidrio estaba sucio. Joder, si aquella casa estaba en tan mal estado, ¿cómo estará Chaehyun? No podía ni quería imaginar a su hermana.
Sus pasos acabaron, ya no tenía que avanzar más, estaba en frente de la puerta, una de un metal ya oxidado. Tanto tiempo buscó y aquí estaba, al abrir esa puerta vería a una de las personas mas importantes de su vida.
Golpeó. No hubo respuesta. Lo hizo nuevamente y vio como la puerta se abrió, Jin estaba ahí.
—Hola, hermano.
En su rostro tenía una sincera sonrisa, una que le decía que no debía buscar más, que hoy era el día. Jungkook no podía hablar, si lo hacía rompería en llanto y no quería eso, quería estar fuerte para su hermana. No sabía como mierda su mejor amigo pudo encontrarla, sabía de sus contactos, pero joder, eso era más que unos simples números de teléfono. Dio un paso al costado para dejar pasar al alfa, el asintió preparándose mentalmente.
—Jungkook —el nombrado lo miró—, ella no se encuentra como lo imaginas.
Dentro de la casa estaba igual de maltratado que afuera, el olor a humedad era terrible, pero no le importó. Solo quería a su hermana. Seokjin lo guio hasta un cuarto, la puerta era de madera, tenía un letrero atornillado en ella que decía "Haru", supuso que alguien realmente vivió allí. Respiró hondo, llenando sus pulmones de dióxido de carbono, para tratar de estar listo para lo que seguía. Estaba a punto de ver a su hermana después de tanto tiempo.
Él ya no era un crío y ella tampoco era la Chaehyun que recordaba.
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