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D O S



En el interior de una pequeña carpa color verde militar, situada en una autopista que daba paso al distrito siete, se encontraba Ladybug entablando una conversación con el jefe de policías y un escuadrón de rescate especializado. La chica había tenido que asistir a distintas reuniones que se celebraban en motivo de la situación que vivía París, discutían durante horas los daños que la ciudad podría recibir y la baja de las personas que no pudieron escapar a tiempo.

— Tengo entendido, señorita Ladybug, que su compañero a ido por su cuenta a buscar civiles rezagados en las zona residenciales y comerciales, ¿estoy en lo correcto? — Le miraba expectante el hombre de uniforme.

— Así es, señor. Chat Noir se a comunicado conmigo a las dieciséis horas dando aviso que estaba por terminar de recorrer los lares sin haber encontrar a un civil sobreviviente. — Informo la heroína — Desde entonces he estado a la espera de un nuevo aviso.

— Ahora dime, Ladybug. ¿A qué nos estamos enfrentando?

Su faz que hasta ahora había mantenido seria se distorciono en un ceño fruncido, cerro los puños y tenso cada musculo de su cuerpo antes soltarse. Suspiro comenzar a hablar.

— La víctima akumatizada, autodenominada: "Metamorfosis" se encuentra identificada hasta ahora con el nombre de: Bénédicte Moulian, nos comunicamos con su prometido y este a querido cooperar con nosotros.

Dio un paso al frente un hombre de no más de veintiocho años, delgado, ojeroso y consternado, se veía débil entre los hombres de uniforme que portaban armas.

— Todo... — Sollozo — ...Todo es mi culpa, ella no tenía que ser akumatizada de esta forma. — Se lamento masajeando sus sienes.

— Cuéntenos lo que sabe. — Ordeno el jefe de policías con las manos en su cinturón.

— Ella colecciona insectos — Comenzó a relatar —, uno de sus favoritos era la Mantis Religiosa. Yo nunca entendí esa obsesión por este bicho en particular pero siempre que lo mantuviera lejos de mí no había problema, esta mañana mientras Bénédicte se duchaba este... Bicho se escapo y lo he terminado matando por instinto al verlo, ella se enojo demasiado estoy totalmente seguro que fue por ese insecto que ella fue akumatizada... — Confeso limpiando las lagrimas lastimeras que se escaparon de sus ojos de solo pensar en el daño que estaba causando su novia.

— ¿Estas diciendo que nos estamos enfrentando a... insectos gigantes? — Cuestiono incrédulo el jefe del escuadrón de bomberos soltando una risa barítono

— A eso quería llegar yo... — Interrumpió su regocijo la heroína — Nuestra villana imita la metamorfosis de estos insectos, utiliza los cuerpos de las personas como sus crisálida endureciendo su exoesqueleto con cada cuerpo al que salta y las personas que han sido "usadas" se vuelven sacos de huevos....

— .....Esparciendo más de esos bichos y estos mas y mas, una cadena de reproducción, fantástico. — Completo el militar en tono sarcástico.

— ¿Cuántas veces a saltado esta cosa?

— ¡Es mi esposa! — Reclamo el hombre ofendido por cómo la trataban.

— Sáquenlo de aquí, ya nos a dicho lo que sabe. — Mando otra autoridad.

La chica observo con pena al abatido hombre que era escoltado por dos policías.

— Al menos cinco veces, la primera vez que me enfrente a ella solo huyo pero ahora esta dispuesta a contraatacar.

— Ladybug, contamos contigo para hacer frente a este nuevo villano, nosotros no encargaremos de la seguridad de los demás distritos y los ciudadanos.

Todos los presentes se levantaron y saludaron militarmente, la chica asintio y salio siendo recibida por la oscuridad absoluta de la noche. Camino exhausta hacia la parte trasera de las carpas donde se reunía la ayuda y tomo su yoyo, deslizo la superficie de este e intento contactar a Chat Noir.

— Contesta... contesta, por favor. — rogaba con urgencia.

No había sabido nada de su compañero después de esa llamado a las cuatro de la tarde y comenzaba a preocuparse, se había ido tan rápido que ni siquiera le dio tiempo a preguntar donde reunirían después para hacerle frente a la chica.

. . .

Caminaron durante unas horas más y cuando supusieron que era lo suficientemente tarde como para seguir decidieron pasar la noche en el hotel Le Grand París pues era el edificio más cercano que conocían. Tomaron todas las llaves disponibles en la recepción y fueron abriendo puerta por puerta, en busca de una habitación con un par de camas, pero solo encontraban camas matrimoniales o solo una individual.

— Esta es la última, habitación 234 no nos falles. — Rogó el pelirrojo insertando la tarjeta en la cerradura eléctrica.

Escucharon el sonido característico que les permitía el paso y abrieron la habitación y se encontraron con un solo colchón.

— Nos quedamos con esta. — Aviso el rubio de brazos cruzados y asintiendo con aprobación.

— ¿Cual es la diferencia con las otras habitaciones? — Cuestiono ante la decisión.

— Esa es una cama king, es mas grande y ambos podemos dormir allí y no nos notaremos en ningún momento. — Aseguro sentandose en uno de los sofás individuales que decoraban una esquina de la gran habitación.

— Se nota que eres un chico rico... — Murmuro el artista caminando hacia una cajonera baja para dejar su mochila y sacar al perrito que ya había despertado después de dormir mientras caminaron.

Cuando el cachorro estuvo seguro en el suelo comenzó a perseguir al kwami que, al instante, comenzó a gritar por ayuda. Nathaniel ignoro eso y decidió ver el contenido de su mochila, tenía el cambio de ropa para la clase de deportes y un par de hojas con garabatos que se habían salvado de ser desechadas esa mañana.

— Oh, aun tengo mi almuerzo — Informo sorprendido.

— ¡Dame eso! — Grito plaga arrebatando de sus manos la lonchera plástica una vez había escapado de las fauces del perrito.

— ¿Qué más tienes ahí? — Quiso saber el rubio acercándose con curiosidad.

Nathaniel giro un poco el rostro al sentir un peso en su hombro y una respiración en su cuello, Adrien había apoyado su barbilla sobre su acromion y al sentir la mirada del pelirrojo giro el rostro para encararlo sonriente. Sus ojos se encontraron durante varios segundos.

— Demasiado cerca. — Indicó sin dejar de verle con su expresión impasible.

— Solo ignorame. — Pidió estrechando los ojos y a Nathaniel no se le ocurrió hacer lo contrario.

Continúo sacando el contenido de su mochila, lápices, más hojas, su celular sin batería, una botella de agua...

— Eso es para mi. — Exclamo el modelo arrebatando de sus manos el agua que bebió al instante.

— Bueno eso es todo... — Notificó tomando para si mismo su foto familiar.

— Mphf... — Gorgoteo el agua en su boca intentando hablar — ...Es muy bonita, tu madre es muy bonita. — Aclaro su balbuceo ante la confusion del pelirrojo.

— Gracias, también lo creo.

— Te pareces a ella. — Informo dando el último sorbo a la botella y disculpándose con una sonrisa por habersela acabado — Grandes ojos turquesa, piel muy blanca y ademas eres muy delgado... — Fue enumerando sus parecidos mientras se asomaba para ver la fotografía una vez más — ¡Oh! Sacaste lo pelirrojo de tu padre. — Comento por último dirigiendo su atención al moreno de piel, tal vez por el sol, y de cabello rojizo.

— Acabas de dañar mi hombría de una forma que no sabría decidir si es buena o mala. — Murmuro dejando la foto a un lado de todo el desorden.

— No pasa nada, yo también me parezco a mi madre. — Confeso viendo como el pelirrojo se encaminaba hacia el baño.

— Eso lo note, señor largas pestañas. — Giro el rostro para sonreírle burlón antes de cerrar la puerta.

Dentro del espacioso cuarto de baño suspiro cansado y adolorido.

Camino hacia la bañera con una cojera y tomó asiento en el borde de la pieza de fibra de vidrio. Alzó el rostro, después de haberse pasado unos segundo mirando al suelo, encontrándose con su reflejo en el espejo que se extendía a lo largo de la pared que tenía enfrente; Hizo una mueca con sus labios y frunció la nariz con disgusto al notarse tan desarreglado, Cabello despeinado, tierra y sudor en sus mejillas, ropa sucia y arrugada, ¿realmente estuvo con esas pintas paseando de la mano junto con un famoso modelo? Paso sus manos por sus hebras y las despeino aún más ¿a quien le importa su aspecto cuando París estaba en estado de emergencia?

Ignorando su estado estético se inclino para comenzar a remangar la pierna derecha de su pantalón, había estado sintiendo demasiado dolor desde que ese niño enterró sus dígitos en su pierna mientras intentaba devorarlo, probablemente, aún no sabía qué eran esas cosas pues de humanos sólo tenían la apariencia.

Observo su piel, no parecía tener nada más que un enrojecimiento en la espinilla pero el dolor era demasiado fuerte como para ser solo eso. Giro un poco y soltó un grito ante la sorpresa. Un gran hematoma coloreaba su blanca piel de morado, se podía apreciar con claridad la forma de las pequeñas manos del niño y unas cuantas rasgaduras en su piel en forma de media luna le indicaba que esta había podido atravesar la tela de su pantalón con sus uñas.

Pasos apresurados se escucharon y rápidamente Nathaniel bajo el pantalón ocultando su pierna herida. La puerta se abrió y se asomo Adrien con el perrito en manos, tenía una ceja alzada y miraba el interior del lugar en busca de peligro, recorrió la habitación un par de veces más hasta que sus ojos se encontraron.

— ¿No sabes tocar? — Cuestiono cruzándose de brazos.

— Escuche un grito y creí que estabas en peligro, no había tiempo para formalidades. — Explicó entrando por completo.

— ¿Y qué? ¿Pensabas lanzar al perro en mi rescate? — Frunció los labios en una sonrisa y estrecho los ojos bromista.

— Claro que no... — Murmuro dejando al cachorro en el suelo y este, al instante, salio corriendo tras plaga, parecía que el kwami se había vuelto su juguete.

El rubio camino hacia la bañera y tomo asiento a su lado.

— ¿Por qué gritaste? — Pregunto con más seriedad inspeccionandolo con suma artención.

— Me he sorprendido, es todo. — Aclaro flexionando las piernas para esconder la pequeña rasgadura en la tela de su pantalón.

— Ajá, ¿Y cúal es la sorpresa?

— Nada que te.... ¡Ay! ¿Por qué hiciste eso?

El rubio le había empujado hacia atrás y, al desequilibrarse, cayó de espaldas en la bañera, sus corvas quedaron en el borde de la tina y sus piernas hacia afuera. Intento incorporarse pero sus pies fueron tomado con brusquedad por el rubio.

— ¿Te lastimaste? Vi que cojeabas hace un momento. — Comenzó a luchar contra el para poder sacar los zapatos e inspeccionar sus tobillos.

— ¡No me lastime, estoy perfectamente! — Aseguro rindiéndose ante la idea de conservar su calzado. Las manos del rubio pasaron de sus pies a sus pantorrillas — ¡Hmpf! — Reprimió el grito de dolor mordiéndose la lengua ante la presión que había hecho.

— "No me lastime, estoy perfectamente" — Citó sus palabras con incredulidad comenzando a descubrir su pierna.

— Si lo digo, es porque es cierto. — Le miro con el ceño fruncido mientras intentaba recuperarse del dolor que aún recorría su pierna entre jadeos.

— ¿Y que es esto? ¿Una picadura de mosquito? — Estrecho los ojos, ambos se desafiaron unos segundos con la mirada pero finalmente Nathaniel giro el rostro abatido — Se ve realmente doloroso, debiste decirme y así no te hacía caminar... — Murmuro pasando sus dedos con cuidado sobre las marcas.

— Disminuiría nuestro ritmo, tardaríamos más en llegar, pasaríamos más tiempo afuera, no quiero eso. — Confeso extendiendo una mano para recibir ayuda al enderezare.

— Después de esto terminare conociéndote de memoria, eres terco, miedoso, te aferras a las cosas y pocas veces te pones a ti antes que a los demás... — Enumero con una mano lo que, hasta ahora, sabía mientras brindaba su hombro como apoyo para conducir al pelirrojo a la cama.

— Que tu sepas dos o tres cosillas sobre mi no es nada comparado con lo que yo se sobre ti, Chat Noir. — Sonrió con superioridad.

— Oye, prometiste que guardarías el secreto... — Le recordó ayudándolo a sentarse en el colchón.

— Yo no prometí nada.

— ¿Y qué harás?... ¿Revelaras la identidad del héroe que te salvo la vida y tu compañero de clases? — Cuestiono posando su mano sobre su frente con dramatismo.

— Claro que no, jamás revelaría tú identidad... gratis. — Se carcajeo ante la expresión que se formó en la faz del modelo.

— Eres malévolo. — Señalo sacándose los zapatos y gateando en el colchón hasta posicionarse a un lado del artista.

Ambos se quedaron recostados con solo una lámpara ofreciéndoles luz, miraban el techo ensimismados en sus pensamientos.

— Adrien... — Le llamo el pelirrojo en un momento dado.

— ¿Uhm?

— ¿Qué son esas cosas? No son zombies... ¿verdad? — Urgió saber girando sobre su lugar para quedar de frente al modelo.

— ¡Haha, claro que no son zombies! — Calmo los temores del más bajo girando, para quedar ambos en posición decúbito lateral, viéndose los rostros.

— ¿Que son?

— Para mi fortuna o no, todavía no he peleado con la mente maestra de estos seres pero... My Lady si lo a hecho. Cuando hable con ella de lo que sucedía ambos concordamos en que estas personas han sido... consumidas desde el interior y su cuerpo esta siendo habitado por alguna clase de parásito...

— ¿Por eso cuando mueren solo queda la piel? — Le miro expectante.

— Eres listo, pelirrojo. Si, es por eso, cuando el huésped termina con su portador por completo comienzan a buscar presas fáciles para alimentarse, gatos y perros domésticos hasta ahora, y nuevos recipientes.

— ¿Para que necesitan estar en un cuerpo? — Interrogo más curioso.

— No he llegado a descubrirlo pero lo que si se es que cada vez que saltan de un cuerpo a otro se vuelven... Más difíciles de aniquilar.

— Eso es terrible, preferiría los zombies. — Murmuro cerrando los ojos para procesar la información.

— Si fueran zombies, ahora mismo serías uno... — Refiriéndose a su pierna — Me alegra que no lo sean. — Sonrió aliviado.

— Heh...Nunca pensé estar en la misma habitación de hotel que el famoso modelo Adrien Agreste que resulta ser el mismísimo Chat Noir. — Comento cambiando el tema pues el anterior le había dejado ligero de cabeza — ¿Qué es esto? ¿Una pijamada? ¿Ahora me trenzaras el cabello y yo pintare tus uñas? — Le miro divertido.

Ambos adolescentes estallaron en risas y continuaron bromeando hasta que el cansancio venció primero a uno y el aburrimiento termino con el otro.

. . .

Abrió los ojos y tuvo que cubrir su rostro de los fuertes rayos del sol que se colaban por las translúcidas cortinas de la ventana. Intentó incorporarse pero sus piernas enredadas en las sabanas le dificultaron la tarea, finalmente, después de patalear durante unos segundos, lo consiguió e inmediatamente sus ojos recorrieron la habitación en busca de Adrien, pero solo encontró al cachorro dormido en un sofá, plaga tampoco estaba.

Inseguro camino hacia el baño y toco dos veces pero nadie respondió, abrió la puerta encontrando el lugar vació. Frunció los labios ligeramente disgustado pero de inmediato se relajo, no creía capaz su compañero era capaz de abandonarlo allí así que pensó que tal vez había sucedido algo con Ladybug y el tuvo que ir en su ayuda.

No le dio más vueltas al asunto y tomó de la cajonera su ropa de deportes, si el chico se había ido él aprovecharía para ducharse.

Camino de vuelta al baño y esta vez entro para comenzar a llenar la tina con agua, busco una toalla en las puertas de un pequeño armario bajo el lavamanos y encontró un par, tomo una y la dejó sobre el tanque del escusado. Comenzó a desvestirse y cuando bajo los pantalones noto que no solo en su pantorrilla tenía hematomas, su muslo también contaba con marcas moradas y se sintió fatal pues ni cuando era niño se hizo tan horribles heridas. Sumergió todo su cuerpo en el agua y recorrió la cortina lo suficiente para que desde su posición se pudiera ver la puerta entre abierta del baño.

Se enjabono y maldijo en voz baja el dolor en su pierna. El agua estaba llena de espuma que nada tenía de blanca, había quitado demasiada suciedad de su cuerpo. Dreno el agua y abrió la llave de la regadera y se enjuago, ya había terminado y no hubo presencia de Adrien. Se vistió con su pantalón de chándal, que era lo suficientemente holgado como para no lastimarlo, y se coloco la camisa de tiras blanca que solía usar en clase de educación física.

Salio del baño en el momento justo que la puerta de la habitación se abría y Chat Noir entraba de forma atolondrada.

— Hola. — Saludo el rubio.

— Hola. — Contesto de vuelta — ¿Fuiste a algún lugar? — Cuestiono tomando asiento en el borde de la cama para continuar secando su cabello.

— Fui a la cocina del hotel, no encontré nada más que esto. — Extendió una bolsa plástica y Nathaniel la tomo.

El artista alzó una ceja mirando el contenido en lo que escuchaba como su compañero se destransformaba y la voz de plaga que rogaba por comida seguido de un ladrido animado por parte del cachorro recién levantado.

— ¿Cómo supiste que me encanta desayunar porquería? — Preguntó con una sonrisa socarrona.

— Te dije que comenzaba a conocerte más ¿no? — Exhalo sobre sus uñas y las pulió en su camisa.

Comieron sin muchas ganas las frituras y galletas, bebieron un poco de agua y eso fue todo, habían quedado sumergidos en sus pensamientos mientras observaban al cachorro terminar la bolsa de frituras que le habían dejado junto a plaga, el pequeño kwami había dejado de preferir el camembert.

— Creo que tomaré una ducha también, encontré algo de ropa mía en la habitación de Chloé y.... — dio un silbido — Vaya que no veía esto desde hace años, no sabía que ella la había guardado. — Comento viendo con melancolía la camisa de estampado a rayas.

— Seguramente esperaba que se empolvara un poco más y poder venderla por Internet, aunque dinero no le falta. Como sea, adelante, toma una ducha yo estaré por aquí.

— Solo no salgas, hay unos cuanto de esos afuera. — Informo caminando hacia el cuarto de baño seguido de plaga.

Pronto se escucharon pequeñas risas y comentarios apocados por el sonido del agua. Nathaniel balanceo sus piernas que colgaban en el borde de la cama sonriendo inconscientemente ante las risas ajenas, pensando que debían llevarse muy bien para ser una relación de "portador, kwami".

Pasados unos minutos comenzó a aburrirse y camino hacia el balcón, posó su mano en la manija de las puertas francesas que le llevarían a el exterior.

— ¡Nathaniel! — Le llamo Adrien desde el baño. — ¡Hahaha, ven! — Urgió su presencia entre risas.

Dejo lo que iba a hacer y camino hacia el lugar. Entro con los ojos cerrados y pidió permiso para abrirlos.

— ¡Maldición, si te pregunto si estas decente y respondes que si es porque estas vestido, no desnudo! — Se quejó girándose y cubriendo sus ojos pues su compañero apenas y estaba colocándose una toalla alrededor de la cintura.

— ¿Acaso no estoy decente, así? — Pregunto alzando una ceja mientras sus comisuras se estiraban una más que otra en una sonrisa ladina.

— Modelo engreído, ¿para que me llamaste?

— Para que veas esto, enséñale plaga. — Ordenó a la criatura que salio detrás de la cortina con un montón de espuma sobre su cabeza — Es adorable ¿cierto? — Sonrió enternecido ignorando la queja del kwami.

Nathaniel iba a comentar que, mas que lindo era ridículo pero el lloriqueo del cachorro resonó en todo el lugar. Sintió su corazón saltar en su pecho cuando un nuevo alarido atravesó sus oídos, camino hacía la puerta y antes de tomar el pomo para abrirla una mano, aún húmeda, rodeo su brazo deteniendolo. Miró con urgencia al rubio y este le indicó que guardara silencio con un dígito en sus labios.

"¿Una de esas cosas había entrado? ¿Como?"

Su corazón comenzó a latir con más fuerza, taladrándole el pecho con angustia, de solo pensar que habían devorado, de la misma forma que al gato, al pobre cachorro. Adrien dio un paso adelante pero aun desnudo no podía salir, así comenzó a vestirse con rapidez.

Un par de lágrimas se formaron en la comisura de sus ojos y le fue imposible retenerlas, limpio con brusquedad su rastro y tomando el pomo con decisión abrió la puerta.

— ¡Espera, Nath! — Grito en un susurro el rubio saltando en una pierna para colocarse los pantalones.

El artista salio encontrándose a un hombre dándole la espalda devorando lo que quedaba del cuerpo de cachorro, eso heló su sangre pero su ira superaba a su miedo. Llamó su atención con un silbido y el mayor se giró al instante, dejando caer el ensangrentado cadáver del animal al suelo.

Barba de algunos días decoraba su mentón, ojeras hundían sus rasgados ojos, vestía un traje formal azul marino y sus cabello opacos lucían desarreglados.

El hombre caminó hacía él con pasos torpes pero rápidos, estiró sus brazos tratando de atraparlo pero gracias a su complexión baja logró esquivarlo a tiempo, de cuclillas en el suelo se apoyo hacía atrás con sus palmas de soporte y pateo las piernas del hombre en traje.

Escucho ese familiar sonido de sus huesos quebrarse y un hormigueo surgió en la boca de su estómago. El dolor no pudo con la criatura y tumbado en el suelo aun intentaba arrastrarse para alcanzarlo. Nathaniel se incorporo y camino hasta posicionarse a un lado de su cabeza, los dientes del adulto castañeteaban en busca de un bocado del pellejo del animal que yacía a un costado, eso fue lo último que necesito el pelirrojo para alzar su pierna izquierda y pisar con fuerza el cráneo del hombre. Fueron una, dos, tres e incluso cuatro veces las que hundió su zapato en su cabeza, pisando sus ojos, nariz y boca con furia hasta que ya no sentía el crujir de su cráneo bajo su suela y solo la piel y viscosidad chapoteaban con sus pisadas.

Con los hombros caídos y su faz deformada por el dolor y la ira se giró sintiendo la tela del chándal pegarse a su piel por la humedad de la sangre, sus ojos se encontraron con la presencia del rubio ya vestido y plaga a su lado, ambos frente a la puerta del baño.

— Deje el maldito balcón abierto. — Lamento con culpabilidad.

— Ven aquí... — Susurro acercándose.

Nathaniel avanzó los metros que los separaban y observó, entre lágrimas de enojo, la mano de su compañero alzarse y tomarlo por la nuca, enredando sus dedos entre sus hebras, le hizo inclinar la cabeza hasta que su frente choco con su pecho, escalo sus manos por el cuerpo de su compañero hasta que logro aferrarse a su camisa. Solo podía sentir el subir y bajar del pecho del rubio acorde a sus respiraciones y eso fue suficiente para que su ira se aplacara y su corazón desbordara su dolor.

. . .

Caminaban en silencio, nuevamente solos. En el brazo del artista se aferraban los dígitos y garras del héroe obligándolo a seguir su ritmo. Habían estado perdiendo el tiempo, concluyó Adrien. Se habían entretenido paseando y bromeando, posponiendo inconscientemente el desenlace donde dejaba al pelirrojo en custodia de las autoridades, a salvo, y él se ponía en marcha para encontrar a su compañera y detener todo de una vez.

— Nath, debemos apresurarnos... — Le recordó acelerando su paso y denotando urgencia en su tono.

Pero ahora que las prisas por salir de ese infierno estaban en la conciencia del héroe parecía que se habían esfumado de la mente del pelirrojo, ya no era él el que imponía el ritmo veloz y sugería saltarse algunos lugares donde debían revisar con tal de no pasar más tiempo allí.

Y no, el artista no estaba deprimido por la muerte del cachorro, su mente simplemente divagaba entre los rostros de las personas que había visto hasta ahora.

"¿Como se llamaban? ¿Tenían familia? ¿Eran hijos, esposos, hermanos o abuelos? ¿De dónde venían y donde vivían?"

No sabía nada de ellos y aun así no hizo más que destrozar sus cuerpos, eso era lo que lo dejaba ignorante de lo que sucedía en su entorno, dolía demasiado pensar que aquellas personas eran desesperadamente buscadas por alguien y que jamás volverían a reencontrarse y que sus cuerpos ni siquiera serían reconocidos por su culpa.

— ¡Ay! — Exclamó adolorido cuando en algún momento el rubio le hizo saltar un letrero de "alto" tumbado por algún conductor descuidado.

— ¡Lo siento! — Se disculpó en automático soltando su mano por la sorpresa.

Después de haber acabado a pisotones el cuerpo del hombre asiático había tenido que volver a usar sus ajustados pantalones y eso no se lo estaba agradeciendo su pierna, no podía darse el lujo de recargar todo su peso en ella pues al instante sentía miles de punzadas recorrerle cada nervio de ida y vuelta.

El héroe se agacho y con una de sus garras rasgó la tela con cuidado de no herirle, tomó los extremos y rompió la pierna del pantalón hasta la rodilla.

— ¿Esta mejor? ¿Te duele mu...

— ¿Cuántas veces han sido? — Interrumpió observando como los rayos del sol se reflejaban en los cristales de los edificios, estaba atardeciendo.

— ¿De que estas hablando? — Elevo una ceja incorporándose.

— ¿Cuantas han sido las veces en las termine con una persona? — Poso la punta de sus dedos en su sien y ladeo la cabeza pensativo — ¿Cuantas veces escuche sus huesos quebrarse?

— Hey, ya basta. Ellos ya estaban muertos y tú lo sabes. — Le miro mal.

— Muertos o vivos, ¿que mierda hice con sus cuerpos? — Giro el rostro y se encararon después de mucho tiempo.

— Oh, vamos. Si tu estas mal por unos tres o cuatro ¿que dices de mi? ¿¡Eh!? Termine con mas en unos minutos que tu en un día, es egoísta de tu parte cargar con toda la culpa. — Sus iris verdes centellearon con enojo.

— ¿Entonces no te afecta aunque sea solo un poco? ¡Mierda, Adrien, siguen siendo personas! — Vociferó con reproche en su tono.

— ¡Baja la voz, idiota! — Exclamó empujándolo hacia atrás.

Nathaniel trastabilló y tropezó cayendo al suelo de espaldas, su rostro se pinto en dolor y Adrien inmediatamente se arrepintió.

— Lo siento, no quería...

— ¡Deja de disculparte por cada cosa, no soy una chica para recibir cuidados de este tipo!

Incorporándose corrió hacia el y, abrazándolo por el abdomen, lo hizo retroceder hasta que cayera. El héroe de espaldas en el suelo abría los ojos después de haberlos cerrado por el dolor que surgió en su cuerpo.

— Tu, maldito... — Mascullo molesto —  ¡Estoy tratando de ayudarte! — Rugió levantándose de un salto.

Se sostuvieron la mirada denotando ira, ambos estaban afectados, cansados, lastimados, cada uno por sus propias razones, pero era imposible que llegaran comprenderse de manera más profunda, después de todo seguían sin saber lo suficiente el uno del otro.

"Su terquedad y altruismo me enferma"

"Se compadece y cree estar en lo correcto, es estúpido"

Intentaron transmitirse sus sentimientos durante los segundos que pudieron sostener sus miradas pero fallaron en el intento y giraron el rostro rendidos. El silencio los rodeo haciéndoles sentir el peso de sus culpas.

— Tsk...  Chasqueo la lengua y dio media vuelta — Es tu decisión seguirme o no... Ya no tomare tu mano para mantenerte a mi lado.

Nathaniel pinto sorpresa en su faz al ver como el héroe de traje negro se iba sin siquiera esperarlo, alzó una mano para alcanzar la suya pero simplemente dejo que se fuera por su lado, era un chico, podía cuidarse por sí mismo en lo que todo terminaba.

El rubio se rascaba la nuca ofuscado, había peleado con el unico chico que había podido rescatar, que resultaba ser su compañero de clases y el unico que ahora sabía su identidad. Suspiro relajando los hombros y ralentizando su ritmo. Habían pasado unos cuantos minutos y no lograba escuchar siquiera la respiración de Nathaniel, ¿continuaba siguiéndole? Aludió a la idea de girarse pero se detuvo en cuanto un ruido provino de su arma, la tomó y atendió el llamado de su compañera.

— Ladybug...

— ¡Chat, por dios... me tenías tan preocupada! — Un suspiro de alivio provino de la heroína — ¿Donde estas? ¿Te encuentras bien? ¿Encontraste a algún civil? — Urgió saber.

— Estoy bien, si encontré a uno, estoy con Natha... — Se interrumpió a sí mismo cuando al darse vuelta no se encontró con los ojos turquesa de su compañero, su corazón dio un vuelco de preocupación absoluta. — My Lady, temo que perdí de vista a cierto chico...

— ¿¡Perdiste de vista a un civil!? ¡Chat! — Le llamo con queja — ¿Donde estas? ¡No! ¡Ni siquiera es necesario que me digas, te estoy viendo! — Terminando la llamada la del traje de motas y aterrizó a su lado — ¿Quien era, a quien perdiste? ¿Sabes cuántas de esas cosas están rondando por aquí? ¡Incluso visualice a Metamorfosis entre un puñado de ellos?

— Es Nathaniel Kurtzberg.... ¿Demoilustrador? — Hizo memoria a su nombre de villano

— ¿Que a sucedido? La verdad, Chat Noir... — Le dedico una mirada severa.

— Hemos peleado hace un rato y seguramente se fue cuando le di la espalda. No tenía idea de que se iría por su cuenta, digo... ¡Estaba aterrado de estas cosas! — Paso la mano por sus cabellos y jalo de ellos — Y por eso mismo es que no debí retarlo, soy un idiota....

La chica asintio totalmente de acuerdo, un suspiro cansino se escapó de sus labios tratando de imaginar el escenario en el que ambos torpes, tercos y estúpidos chicos habían discutido para terminar yendo cada quien por su cuenta.


— Idiota, idiota, idiota... — Murmuraba con molestia — Soy un idiota.

Había estado caminando durante algunos minutos que parecieron horas, jamás dejaba de estar alerta y ante cualquier movimiento, incluso siendo de las molestas e inoportunas palomas, daba un brinco en su lugar, completamente aterrado. No le gustaba estar solo, no en estas situaciones, y tampoco le gustaba esa sensación de peligro constante que hacía que su corazón taladrada su pecho con tanta fuerza que le daba la sensación de que, en cualquier momento, atravesaría sus costillas para escapar.

No tenía ni siquiera un arma con la cual defenderse por si se encontraba con alguna de esas horripilantes cosas.

Sus apresurados pasos pronto se volvieron lentos hasta que se detuvo en medio de una calle, observo a su alrededor y contemplo la soledad en la que se encontraba, autos sin asegurar a completa merced de cualquier maleante, claro si hubiera uno con vida, edificios desconocidos a los cuales no le apetecía entrar y, nuevamente, una calle vacía.

Suspiro, suspiro por sus pies cansados, por los mareos que le hacían caer por culpa de su mala alimentación de ese día y los anteriores, porque se encontraba perdido, porque había peleado con su héroe y compañero de clases, suspiro porque era un idiota y ahora era un idiota completamente desamparado.

No sabía donde estaba, la zona turística y comercial siempre fue la que más evito ir porque simplemente estar rodeado de personas yendo de un lugar a otro no era lo suyo y, ahora, deseaba que hubiera alguien que le dijera donde estaba la salida de ese infierno.

Siguió caminando, esperando encontrar una calle conocida o por donde siquiera hubiera pasado una vez para poder ubicarse y que le fuera más fácil llegar a algún lugar seguro.

En una bifurcación tomó el camino de la izquierda sin ponerse a pensar demasiado, mirando al suelo y con las manos en los bolsillos de su chaqueta pateo una piedra con enojo y escucho como esta chocaba con algo.

Alzó la vista, encontrándose con dos hombres y una mujer de expresiones vacías mientras engullían a las aves más molestas de la ciudad. Detuvo su andar abruptamente y retorno sobre sus pasos igual de rápido que esos seres comenzaron a correr hacia él.

"No tengo arma, mi pierna duele e incluso si no lo hiciera soy un pésimo atleta, son demasiados como para enfrentarlos yo solo"

Se encontró una vez más en aquella amplia calle repleta de coches mal estacionados, corrió hacía el más cercano y abrió la puerta y entró cerrándola de golpe. Al instante escucho el choque de los cuerpos de esas cosas contra el vehículo y como con sus manos golpeaban los cristales ansiosos de llegar a él.

No podía quedarse allí para siempre, ellos nunca dejarían de intentar alcanzarlo y sabía que con tantos golpes en el cristal este, en algún momento, cedería. Tenía que salir de allí así que comenzó a buscar las llaves, primero en el tablero para seguir con la guantera y el suelo, no había encontrado nada más que chicles masticados y una cajetilla de cigarros, bufo y echó la cabeza hacía atrás con frustración.

Mirando al techo se dio cuenta de que el vehiculo en el que estaba contaba con un quemacocos, sus ojos brillaron al pensar que después de todo si tenía un escape. Se enderezó y comenzó a buscar con la mirada la ruta más factible, pero la calle estaba cerrada por más vehículos, su única manera de escapar sería en uno y en el que se encontraba ahora era imposible.

Estrecho los ojos agudizando su mirada y alcanzo a ver un automóvil algo viejo pero con las llaves aún colocadas, necesitaba llegar a él pero no podía simplemente abrir la puerta, si lo hacía sería atacado al instante, necesitaba una distracción, cualquier cosa que alejara la atención de su persona para poder escapar.

No, no podía solamente esperar a que el destino se pusiera a su favor, tenía que actuar. No todo el tiempo vendría un héroe a rescatarlo, debía comenzar a ver la realidad en la que se encontraba.

Metiendo la mano en el bolsillo de su chaqueta saco su fotografía y contemplo el rostro de sus padres, sonrio y rápidamente prosiguió a sacarse el abrigo. Se puso de pie en los asientos y deslizo la compuerta con facilidad, recibiendo los rayos del sol directo en la cara. Saco la mitad de su cuerpo hacia afuera y enredando la prenda hasta hacerla compacta, tomo impulso y la lanzo lejos. Los dos hombres inmediatamente cayeron en su trampa y persiguieron su chaqueta totalmente desesperados. Salio por completo y salto del techo del vehículo al cofre y después al suelo, corrió viendo de reojo como la mujer, la única que no había logrado engañar, le seguía con una rapidez casi animal.

Entro al coche y cuando cerro la puerta se dio cuenta de que el cristal estaba abierto, la mujer adentro su cabeza y asestó un mordisco al aire, Nathaniel abrió los ojos con terror antes de cerrar su puño con fuerza y golpear su nariz infringiendole el suficiente daño como para tirarla al suelo, aprovecho eso para girar la llave y dar vida al motor.

Una sonrisa de excitación surgió en sus labios y hundió su pie en el acelerador no sin antes cambiar la palanca a retroceso. Girando la mitad de su cuerpo en el asiento se aseguro de no chocar con ningún poste u otro vehículo y cuando salio de su incómodo lugar freno con brusquedad y cambio la palanca a drive para finalmente escapar de allí.

Condujo unos minutos con total descontrol, pues aunque había practicado algunas veces con su padre aún era un novato.

No se había dado cuenta en qué momento y como pero se encontraba en una calle paralela al río sena. El cielo, en sus matices vespertinos, se reflejaba en el agua con sosiego, todo se sentía calmado, el ruido del motor era similar a un ronroneo y el sonido que producía el asfalto en fricción con las llantas era una dulce melodía que había extrañado escuchar. Jamás le cruzó por la cabeza que un día sería completamente feliz de oír esos ruidos tan urbanos a los que solía proclamarles su odio.

Cerro los ojos unos segundos, disfrutando de esa paz que hace mucho no le rodeaba hasta que sintió como el vehículo golpeaba algo y después pasaba por encima de lo que se apreció como un bache. ¿Había atropellado a alguien, o mejor dicho, algo?

Sus ojos se posaron con desespero en el espejo retrovisor sintiendo esa ansiedad que le recorría cuando estaba en problemas pero pasaron los segundos y nada se levantaba del suelo. suspiro y regreso su mirada hacia el frente encontrándose con al menos diez de esas cosas corriendo en su direccion con desespero. Nuevamente hizo lo mismo, retroceso y girar, frenar, botón y drive. Salio de la calle aun siendo perseguido, sus ojos denotaban urgencia, si chocaba era su fin y probablemente el de ellos también.

Pronto se dio cuenta de las dos siluetas que le seguían, saltando desde los techos, Ladybug y Chat Noir.

¿Así que hacia falta solo que se fuera para que la pareja de héroes se reuniera?

Se encogió de hombros ante la evidente respuesta y cambiando a segunda piso el acelerador, iba directo a estrellarse con el río sena y esos bichos le seguirían. Con las ventanas de todas las puertas abiertas podía sentir el viento despeinarlo, se inclinó hacia adelante y palpo bajo el tablero hasta dar con un pequeño botón que presionó y al instante la cajuela, integrada con los asientos traseros, se abrió. Algo cayó en sus pies, desvió segundos su mirada hacía el extraño objeto y lo tomo con inexperiencia.

Un arma.

Sintió el peso de alguien subirse y miro por el retrovisor que dos hombres habían saltado al interior del vehículo, intentaban pasar los asientos traseros para llegar a él, pronto mas de ellos comenzaron a aferrarse al maletero abierto.

— ¡Nathaniel, vas a estrellarte! — Grito la dulce voz de la chica de rojo y negro.

— ¡Nath, están detrás de ti! — Le siguió su compañero.

Su sonrisa se ensanchó, apretujo en su mano la foto de su familia y en la otra el arma, abrió la puerta y salto en el momento justo que el automóvil arrasaba con la valla de contención y se hundía en el agua junto con los que saltaron al interior del vehículo y los que lo siguieron.

Cayó al suelo y rodó golpeándose con todo lo que estaba a su paso hasta que su espalda choco contra un muro dejándolo aturdido, sintió los pasos torpes pero insistentes de uno que otro que había eludido su trampa pero estaba demasiado adolorido y mareado por la caída como para levantarse.

¿A quién le importa morir ahora?

La silueta de un hombre cubrió el sol que le cegaba al inclinarse sobre su cuerpo para tomarlo por los hombros y acercar sus rostros con hambruna. Su aliento apestaba pero era obvio con su cuerpo en estado de putrefacción. Sus ojos dieron con los del monstruo que le tomaba por la mandíbula para obligarlo a abrir la boca.

¿Iba a saltar a su cuerpo? ¿Le devoraría por dentro y sentirá todo hasta que las hemorragias internas acabaran con su vida?

¿A quién le importa morir ahora?

A él, claro que le importaba. Con la culata del arma que había encontrado golpeó la sien del hombre a punto de condenarlo, sintió la piel resbalarse y pudo ver el hueso blanco, un líquido transparente proveniente de la boca del hombre cayó en su mejilla y resbaló colándose por sus ropas. Propinó el segundo golpe pero el hombre seguía con la tarea de saltar a su cuerpo.

¿Por qué no podía destrozarle la cabeza como lo había hecho con otros? ¿Dónde estaba ese familiar sonido que ahora anhelaba escuchar?

Un fino hilo mágico se enredó en el cuello del adulto y fue jalado hacia atrás liberando al artista. Nathaniel intento enfocar su vista en la superheroína que acababa a golpes a esas cosas que se habían librado de su trampa.

— ¡Hey, ¿estas bien!? Esa fue una fuerte caída.

En contra de su voluntad el héroe le tomó por las axilas para ayudarlo a levantarse por completo, ya de pie se separó con brusquedad y tambaleo un poco pero logro mantenerse.

— Te dije que dejaras esas preocupaciones absurdas ¿cierto? — Logró darle una mirada severa y llena de rencor aunque su cabeza seguía dando vueltas.

— Saltaste de un coche en movimiento mientras eras perseguido por más de veinte de esas cosas ¿como no quieres que me preocupe? — Cuestiono con enojo rodeando con sus dígitos el delgado brazo del pelirrojo.

— Estoy bien, joder. Solo importaba deshacerme de ellas y lo hice...

— Oh, claro que no lo hiciste. — Se unió a la conversación la chica después de haber acabado con los remanentes de su trampa.

Extendiendo su brazo y con su índice señalo las calles por las que había arrasado. Venían más y más de esas seres que habían acabado con la persona en la que habitaban, venían con hambre, venían con ganas de encontrar un nuevo recipiente al cual explotar hasta que se deshiciera, venían por ellos.

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