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Epílogo

La puerta estrellándose contra el marco resuena en la soledad del gran pasillo. Una estérica Bandit sale dando a zancadas de ahí, las lágrimas no tardan en brotar de sus ojos e incluso puede sentir la vena de su cuello marcarse. Agradece que no hay nadie cerca, porque de ser así golpearía a quien sea sin importarle la más mísera mierda. Se detiene un segundo en medio del pasillo, restregando su rostro con fuerza. Joder. No recuerda haber estado tan enojada en su vida. Ni siquiera cuando los Dodgers pierden algún partido, y vaya que eso suele molestarla bastante.

— ¡Bandit! —la voz de Frank también resuena por el pasillo, pero la castaña lo ignora tras seguir caminando. El tatuado frunce su ceño y tomando las carpetas sobre su regazo se levanta de su asiento para seguir sus pasos—. Bandit.

La hija del Way mayor rueda sus ojos. Las ganas de golpear a alguien aun no la abandonan, y si Frank sigue jodiéndola, entonces que su padre la perdone, pero ella no se retendrá. Descubrió que en cierto punto la voz de Frank puede llegar a tornarse bastante molesta, y no sabe cómo es que su padre lo tolera tanto, o cómo es Cherry, Lily y Miles también lo hacen. Quiere convencerse de que está exagerando y dramatizando cuando piensa acerca de eso, pero en ese instante no puede hacerlo. Haría lo que fuese por obtener algo de tranquilidad y tiempo a solas. Lejos de cualquiera que pueda hacer a su paciencia rebosar.

Estando a nada de llegar a la puerta principal de la preparatoria, la voz de su infierno la llama. Y por alguna razón ella titubea, estando entre detenerse y seguir caminando, también restándole importancia a Frank llegando a su lado y luego tomando ventaja delante de ella. Desde un pasillo que no recuerda con exactitud en todos esos años que estudió ahí, Frances se desliza por las cerámicas logrando impedirle el paso cuando está por volver a caminar. Tira de su brazo y ella forcejea, haciéndola a un lado.

— ¡¿Podrías dejarme en paz?! ¡Mierda!

El grito los paraliza ambos, tanto a la ojiazul como a Frank, quien mira expectante a la escena frente a él. En su memoria rebusca a la chica que Bandit aleja de sí y llega a la conclusión de que es la hija de Kurt, el amigo de Gerard. La chica está llorando, y Bandit respira aceleradamente. Es lo más furiosa que ha llegado a verla desde que la conoció, puede asegurarse. Y probablemente sea uno de los primeros en presenciarla de esa manera, porque duda que Gerard haya tenido la oportunidad.

—Por favor... —la ojiazul solloza, Frank la ve querer acercarse a la castaña, pero su miedo es tan palpable que hasta a él se lo transmite—. Yo- yo lo si-siento, Band. De v-verdad... Por favor...

— ¿Por favor? ¿Por... favor? —Bandit jadea—. ¡¿Por favor qué, Frances?! ¡Por favor yo a ti!

— ¡No fue mi intención!

— ¡No! ¡Nada nunca es tu intención! ¡Nada nunca es tu culpa! ¡Tú nunca nada! ¡Me tienes hasta el culo con que "no fue tu intención"! ¡Hasta el culo!

Petrificado, Frank observa a Bandit hacer el ademán de caminar hacia afuera, todavía ignorándolo a él, pero Frances vuelve a tomar de su brazo y la hace girar hacia ella.

— ¡Tenía que hacerlo porque si no yo no iba a tener ninguna oportunidad! ¡Te ibas a ir!

Incluso él detona confusión cuando Bandit suelta una risa.

— ¿Creías que con eso ibas a obtener una oportunidad? Pues déjame decirte algo, Frances —da un paso hacia ella—: Las perdiste todas.

Y al parecer el siguiente movimiento sucede tan rápido que debe parpadear repetidas veces para asegurarse de que lo que está viendo en vivo y directo, es aterradoramente real.

De la muñeca Frances ha vuelto a tomar a Bandit para evitar que la castaña se vaya, y ha tirado con la fuerza suficiente como para tomar la parte trasera de su cabeza y acercarla a ella para atrapar con sus labios los de Bandit. La boca y ojos del tatuado se abren, totalmente sorprendido. Bandit forcejea contra Frances intentando hacer que la suelte. Claramente no lo logra porque a unos cuantos segundos después, la castaña está desistiendo y deslizando sus manos desde los hombros de la ojiazul hasta su cintura, atrayéndola hacia sí para corresponder al beso.

Por el pasillo de donde llegó Frances, Kurt entra corriendo y mirando hacia los lados. Al ver la escena que se muestra frente a ellos adopta la misma expresión que el avellana, hasta que éste con una seña le dice que vaya hacia él y lentamente el rubio rodea el par de chicas ensimismadas. Con sus miradas puestas en ellas logran salir de ahí.

Por falta de aire, Bandit es la primera en separarse. Su rostro sigue húmedo tanto por sus lágrimas como por las contrarias, pero no se molesta en hacerlas a un lado. Recuperando el aliento prefieren quedarse en silencio y las manos de la ojiazul van a encontrar en la espalda de la castaña. Ninguna dice nada por un buen momento.

—No debiste hacer algo como eso. Sabías lo importante que es para mí, y tú... Lo arruinaste, por... egoísmo, Frances.

—Sé que estuvo mal, pero fue un impulso, y me arrepiento de no haber pensado en ti, o en lo que sentías. No quería lastimarte, Band. Juro que era lo último que quería hacer. Pero se me fue de las manos, y lo siento. Por favor, perdóname.

Bandit se separa para mirarla. Parpadea un par de veces. Frances tiene la punta de su nariz rojiza, y sus ojos son más claros de lo que los ha visto jamás. Es increíble lo hermosa que es, y quiere decírselo tanto que podría golpearse a ella misma con todas esas ganas que tenía hace unos momentos. Pero no hace nada. Sólo se preocupa por pasar los mechones de cabello que estorban en el rostro de la ojiazul tras sus orejas, y acunando su rostro con sus manos vuelve a unir sus labios.



Frank suspira, posándose incómodamente ante Kurt con sus manos en los bolsillos. Ambos a duras penas pueden despegar la vista de la puerta de entrada, aun si han perdido a las chicas de vista al bajar las escaleras. El avellana balbucea.

— ¿Sabías... algo sobre... esto? —su tono curioso es sincero, hace a Kurt soltar una risa.

—Sí, de hecho... sí. Yo... tengo un tiempo observando.

— ¿Un tiempo? —Frank alza una ceja, el rubio asiente—. ¿Quiere decir que esto no es de ahora?

Kurt silba.

—No, mi amigo, para nada. Más bien, estás llegando tarde al concierto. Pero esto es un gran, gran avance. Sabía que a Frances le gustaba Bandit, más no que fuese recíproco.

Frank deja salir aire. ¿Se ha perdido de todo eso por tanto tiempo? ¿Quién sabe desde cuándo todo esto se ha venido formando? Pudo haber pasado frente a él y nunca darse cuenta. Tuvo que tenerlo literalmente frente a él para percatarse de una buena vez, sin embargo.

Sacude su cabeza.

— ¿Gerard sabía?

—Hasta donde sé, sabe lo mismo que sabía yo —se encoge de un hombro, Frank asiente quedo. Puede ver al rubio reprimir su sonrisa, como obligándose a mantenerse serio. Ignora el ceño fruncido del tatuado y aclara su garganta—. Hablando de Gerard, ¿aún no regresa de viaje?

—Ah, sí, sí, uhm... ésta noche. Han sido tres largas semanas. Eso de los gerentes teniendo reuniones en distintos estados no me la sabía.

—Supuestamente es algo nuevo, tampoco estoy muy metido en el tema pero me alegra que regrese. ¿Tus hijas siguen en Michigan?

—También, la universidad está yendo de maravilla, es... genial tener-

Su frase queda corta por Bandit bajando las escaleras con rapidez. Está sonriendo y su rostro sigue hinchado, más no hay rastros de humedad en él. Agradece internamente el que lo haya salvado de la incómoda conversación con Kurt. No es por nada, pero siempre ha creído que está algo loco.

— ¿Ya nos vamos? —la castaña alza sus comisuras. Por encima intenta ver, pero no encuentra a Frances, entonces sin relajar su semblante le asiente. Ambos se despiden del rubio que corre escaleras arriba y ellos se dirigen al auto del avellana. Ahora la incomodidad toma lugar entre ellos. Bueno, para él, porque Bandit no tiene indicio de incomodidad. Sólo observa por la ventana y hace como si él no estuviese ahí. Tal como ha estado haciendo desde que Gerard se fue de viaje.

Desistiendo baja sus hombros, centrándose en la carretera. Busca qué hacer, o al menos intentar adivinar qué es lo que su esposo haría en este caso. Las tres semanas que Gerard ha estado fuera gracias a su trabajo, han sido tres semanas agregadas a las otras dos desde que Cherry y Lily se fueron a Michigan para cumplir con sus carreras universitarias puesto a que no fueron adquiridas en la universidad de Nueva Jersey, y después de darle tantas vueltas —con Gerard haciendo algo de peso sobre él—, decidió por fin dejarlas ir.

Pero el trato era que Bandit fuese con ellas. ¿El problema? Todas las solicitudes a las universidades que Gerard había enviado anteriormente habían sido canceladas. Cuando intentaron reenviarlas ya era demasiado tarde, el primer semestre ya había dado inicio y Bandit no había podido lograrlo. Eso la dejó destrozada. Sus hermanas no están, su padre tampoco, sus tíos están cada vez más ocupados con sus familias y él... Él está intentando que lo poco que ha avanzado con ella desde que se casó con Gerard no se vaya al caño en una cruzada de palabras.

Gira entrando al estacionamiento de la cafetería en donde siempre almuerza con su esposo. Apaga el auto, abre su puerta e ignora a Bandit con su ceño fruncido.

— ¿Qué hacemos aquí?

—Sólo baja, pasa seguro antes de cerrar la puerta.

Sale del auto y espera a que ella también baje. La encamina hacia los adentros de la cafetería. Encontrar una mesa es fácil y después de hacer su pedido por ambos apoya sus codos de la mesa, mirándola. Bandit se recuesta del espaldar con sus brazos cruzados, desviando su mirada y volviendo a adoptar esa expresión de enojo.

El tatuado está comenzando a desesperarse, seriamente.

— ¿Qué hacemos aquí? Le dije a Kristin que iría a cuidar a Rowan, Frank.

—Ya lo sé, ya lo sé, pero tu tía entenderá, Band. Necesito hablar contigo.

—Y yo necesito cuidar de Rowan —asiente moderadamente. Gerard le ha comentado lo mucho que eso le molesta en ocasiones. Está comenzando a ver porqué—. Sí recuerdas que me pagan por hacerlo, ¿no?

— ¿Cuidas a tu prima por dinero?

—También porque la quiero, pero necesito el dinero, no puedo depender de ustedes por siempre, ¿o sí?

Frank suspira, llevando su rostro a restregarse contra sus manos. Agradece cordialmente a la chica que trae su pedido y ve a la castaña frente a él vacilar entre tomar las pequeñas donas o no, pero Gerard le dijo que esas le gustaban, así que esconde su sonrisa tras su vaso de café cuando toma una.

Luego de casarse con Gerard, le pidió exclusivamente hablarle sobre las cosas que le gustan y no a Bandit, porque se supone que él la conoce mejor que todos y realmente no se equivocó. Él haría lo mismo sobre sus hijos, pero luego de que su marido le diese una extensa conversación sobre el comportamiento de su hija; puede asegurar que Bandit jamás ha actuado de esta manera con nadie. Entonces, ¿cómo sentirse al respecto cuando su actitud rebelde sale ante él y hacia él, sin tener cómo defenderse? Está solo, con ella, no están las gemelas ni Gerard tampoco. Sabía que eso pasaría, pero no creyó que pasaría así.

—Bandit... —titubea, ella sube a verlo. Luce apenada—. ¿Qué está pasando?

Bandit suspira, comiendo de sus donas. Se encoge de un hombro y absorbe por la nariz.

— ¿Qué está pasando de qué?

El tatuado jadea, negando con su cabeza.

—Desde que tu padre se fue de viaje has... me has estado tratando con total indiferencia. Y me extraña, porque antes claramente no era así. Teníamos... una buena relación, nos llevábamos bien, qué... ¿qué pasó?

Lentamente Bandit empieza a hiperventilar. Siente el nudo formarse en su garganta, impidiéndole tragar el postre. Deja la dona a medio comer en el plato, llevando sus manos a cubrir su rostro. Pronto Frank se percata de que está llorando nuevamente, y ésta vez es un llanto que duda poder controlar. El tatuado no encuentra qué hacer, no es como si hubiese estado en una situación similar anteriormente. Realmente llegó a la familia Way para descubrir todo un nuevo mundo.

—Lo siento mucho, de verdad —logra articular limpiando sus ojos—. No estoy... en mis mejores días. No es excusa pero... Lo siento, Frank. De verdad.

El avellana suspira.

—Todo está bien. Pero Bandit, habla conmigo —por encima de la mesa toma sus manos—. Te lo pido. Dime. Dime, por favor, qué es lo que lo que te tiene tan consternada, qué es lo que te tiene tan fuera de lugar. Así no es como tú sueles actuar.

La castaña cierra sus ojos, y le asiente. Está pálida, y luce agotada. Así no es como debe lucir una chica que acaba de cumplir sus dieciocho años. Aprieta el agarre de sus manos, acariciando el dorso tatuado con su pulgar.

—Frances fue la que consiguió que cancelaran mis solicitudes a las universidades. No sé cómo lo hizo, tampoco quiero saberlo, es sólo... Estaba tan... enojada con ella, y luego... —risotea—. Bueno, luego tú viste lo que pasó. Pero al momento fue tan jodido el saber que fue ella porque...

—La quieres —completa él ante el silencio de su hijastra. Bandit sube a verlo, nota sus ojos inyectados en sangre. Quiere abrazarla tanto.

Ella le asiente.

—Mucho. Entonces... la perdoné. Pero no quita haya perdido un año o que haya sido por culpa de ella. Ella sabía lo que significaba para mí, y prefirió ser egoísta. Eso estuvo mal, ¿comprendes? Dice que me quiere, y yo le creo, ¿pero cómo no ponerlo en duda si haces algo como eso, sabiendo que podrías estar arruinando una oportunidad única y de por sí lastimando a la persona que dices querer? Yo... Eso no tiene sentido, Frank.

Toma aire para responderle, pero ella parece haber encontrado una manera de desahogarse, y Frank no va a detenerla.

»Extraño a Lil y a Cher, ¿sabes? No es lo mismo si ellas no están. Y sé que sienten lástima por mí porque ellas saben cuánto yo quería ir a la universidad y hacer a papá orgulloso, pero entonces papá... ¡Desde que se casaron, tú abarcas todo su tiempo ahora! Y eso... ¡Me estresa tanto! Todo eres tú, y comprendo que esa también es una actitud egoísta-

— ¡Bandit! —exclama haciéndola callar abruptamente, la castaña se estremece y suelta sus manos. Vuelve a esconder su rostro. Y ésta vez sí llora con ganas, dejando ir todo lo que ha venido acumulando ese tiempo.

La culpa lo invade de inmediato. Es por eso que Bandit está como está. Gerard ahora le presta atención a alguien más que no es ella. Ella no está acostumbrada y tomó una actitud defensiva para con él. ¿Cómo no sentirse de la mierda? Extraña a su padre, todo ese tiempo lo ha hecho. Todo ese tiempo él ha sido un estorbo.

Arrimando su silla hasta ella, la rodea fuertemente con sus brazos, disculpándose repetidas veces y lagrimeando también un poco. Deja que llore todo lo que tenga que llorar.

La siguiente hora se basa en ella diciéndole que no tiene la culpa de nada. Después de todo, Gerard es su esposo. Ambos son una pieza importante para él, pero le cuesta hacérselo comprender al tatuado. Frank le repite que sin importar qué, Gerard siempre estaría orgullosa de ella, y Bandit le cree. Le habla sobre Frances, ríen un poco y él la aconseja otro poco más. Gerard no sabe nada con respecto a los gustos de su hija, pero según su padrastro no sería difícil el hacérselo saber. Para cuando creen dar su conversación por terminada, ya ha obscurecido y se percatan de que probablemente ya Gerard esté en casa, pero no ha llamado, así que no se preocupan.

Un fuerte abrazo es suficiente para ambos, y se prometen el volver a compartir una merienda juntos cuando vuelva a darse la oportunidad. Claramente faltó por conversar, y Frank no puede esperar por ello.

*

Al llegar a casa, Gerard está sentado en el mueble de la sala ojeando los canales de televisión. Su hija casi se lanza sobre él, repitiéndole lo mucho que lo extrañó mientras Frank sonríe viendo todo desde el umbral de la entrada. Pronto Bandit sube las escaleras hacia su habitación, no sin antes darle un guiño de ojo a su padrastro, él le regresa el gesto con una sonrisa. Por encima del sofá la cabeza de su esposo se gira, buscando por él. Decide caminar lentamente en su dirección. Bandit no bajaría en un rato y ellos tendrían un momento a solas que no desperdiciaría.

A horcajadas sube encima de él, sintiendo las manos del banquero enseguida adaptarse a sus piernas por encima del pantalón. Sus dedos tintados van a desordenar su cabello ahora teñido de tonos naranjas, Gerard ríe deslizando sus manos hasta el trasero de su esposo. Le aconsejó no hace mucho el que dejara de preguntarle a Bandit qué quería como regalo de cumpleaños de su parte, pero al ojiverde ya no le interesaba el teñirse el cabello o el verse ridículo en la calle. Sabe bien que con hacer a su hija feliz, él lo haría todo, por lo cual no insistió.

Sus labios se ajustan a los contrarios con facilidad, y comienza a moverse sobre él en un vaivén que hace al teñido gemir en medio de beso. Frank sonríe sobre sus labios.

—Te extrañé —lo besa—. Muchísimo. ¿Por qué no llamaste para avisar que llegaste a casa?

—Sabía que estabas con Bandit —besa de regreso—. No quise molestarlos.

—Uhm... ¿instinto paternal?

—Uhm... no, un poco más como... Kurt —el avellana ríe, dejándose caer en el sofá y llevándose al teñido consigo. Gerard se abre paso entre sus piernas, recostando la barbilla de su pecho. Frank acaricia su cabello—. ¿Hablaron mucho?

—Demasiado. Pude conocerla mejor. La invité a comer otro día en donde estuviese menos alterada. Ahora me gustaría que pasaras más tiempo con ella, Gee. Te necesita.

Gerard frunce su ceño.

— ¿Estuvo alterada? ¿Por qué lo dices?

—Bandit tiene muchas cosas que decirte, pero lo dejaré de su parte.

—No planeas decirme nada, ¿cierto?

—Tan cierto como que te amo y te extrañé mucho. Por favor, no vuelvas a irte por tanto tiempo.

El ojiverde ríe, alzándose sobre sus codos para besarlo. Pasa un mechón de cabello tras su oreja y deja uno casto antes de separarse.

—Hagamos algo —propone, el tatuado asiente—, mañana voy a pasar un buen día junto a Bandit, sólo nosotros dos. A mí también me hace falta, no estoy acostumbrado a estar tan distante a mi hija, Frank. Yo también la necesito, y sé que a ella le puede afectar mucho más que a mí. Pero esta noche quiero estar contigo, sólo contigo. ¿Está bien?

— ¿No estás cansado?

—Sí, pero tres semanas fue un martirio estando lejos de ustedes. Sólo ámame, ¿sí?

Las comisuras del avellana se elevan, asintiendo nuevamente. Gerard va a besarlo.

—Sólo escucha lo que tenga para decir, ¿bien? Bandit es asombrosa, Gee.

—Eso haré. Y lo sé.

Cerrando con un último beso deciden levantarse del sillón para ir a preparar la cena. Rato después Bandit baja y los ayuda, se sonríen cómplices todo el tiempo, mucho más cuando Gerard les pregunta que cómo estuvo su día. Dicen que no tuvo mucha emoción, y que fue un día tal cual otro. Ellos saben que es una total mentira, pero prefieren quedarse con los grandes detalles.

Gerard después los sabría.

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