8
Más de una vez ha escuchado que el enamorarse es algo normal, que en algún momento encontrarás a esa persona ideal y te convertirás en la persona más feliz tras pasar el resto de tu vida junto a ella. Sin embargo, también ha visto cómo muchas otras se enamoran como si de eso dependiese su vida, van atrás de una persona diferente siempre que quieren, y realmente nunca lo ha comprendido. ¿Cómo puedes estar enamorado de dos personas, o más, al mismo tiempo? Es difícil de creer, pero aun así, después de tanto pensarlo, llegó a la conclusión de que es posible. Muy posible.
Considera que sólo se ha enamorado dos veces en su vida: cuando Lindsey llegó a él, y cuando se dio cuenta de que no podría vivir sin Bandit. No fueron puntos difíciles a los cuales llegar. Amaría a Lindsey por siempre, así ella estuviese en otro lugar. Y Bandit siempre lo amaría a él tanto como él a ella. ¿Qué más puede pedir?
Frank lo ha llamado diciendo que había convencido a las gemelas para ir al parque de diversiones y que éstas habían hablado con su hija. Pero ha notado que Bandit no ha dicho nada al respecto, y que desde que mitad de su mente flota en torno a Frank, no ha tenido el tiempo de compartir junto a ella. No va a permitir que el avellana utilice todo ese tiempo de calidad que solía gastar junto a Bandit, porque a pesar de que él está comenzando a ser importante; Bandit siempre sería más importante que cualquiera.
—Es sólo sueño, pah.
Gerard frunce el ceño.
—Lamento tener que decirlo, pero conozco ese truco, Band. Lo utilicé millones de veces para despistar a tu abuela, y Mikey también lo hizo —se echa a su lado en el sillón—. No es sólo sueño. Dime qué es lo que pasa.
Bandit no dice nada. Está bastante callada de por sí, el pelirrojo no evita su preocupación. Otras veces la ha visto así, pero no se deja, Bandit es alegre. Ni siquiera porque alguna vez pensó que pasaría por esa etapa "emo" por la cual él y Mikey pasaron. Incluso Bert y Ray también. Estaba preparado contra todo pronóstico, pero a pesar de que Bandit escucha cuanta canción de Rock se le venga encima, es una total fresa. Y esa es una de las cosas que la hace especial.
Sabe que hay una que otra cosa que Bandit no le ha dicho, porque hay cosas que los padres simplemente no pueden saber, y Gerard respeta eso. Pero es ley preguntar. Se mentalizó lo suficiente para toda clase de momento, este puede ser uno de ellos. Ha llegado a verla debatir entre decirle o no las cosas, porque siente que no debería, pero tampoco miente cuando dice que su padre es su mejor amigo.
La castaña termina por suspirar.
—Muchas cosas, no es una sola como tal. Son diferentes.
— ¿Son esos días del mes de nuevo? —el pelirrojo arruga su nariz. Está a nada de esto se convierta en otro episodio de Full House en donde Danny le da un consejo de vida a DJ, entonces el día continúa con felicidad. Su hija chilla, dejando su frente caer en su hombro.
— ¡Sí! Todo lo malo sucede éstos días, papá. ¿Has escuchado la expresión "querer golpearte la cabeza contra una pared hasta hacerle un agujero"?
— ¿Quieres golpearte la cabeza contra una pared hasta hacerle un agujero?
— ¿Puedo responder a eso con malas palabras?
—Estamos en un país libre.
—Como la puta madre —vuelve a dejar caer su cabeza contra el hombro de Gerard y ésta vez su padre hace que se recueste en su regazo.
—Oh, Band —alarga, escuchándola rezongar—, no tienes idea de cuánto quisiera comprenderte, amor —la abraza, acariciando su cabello—. Pero recuerda que estoy aquí para ti, y que puedes contar conmigo. Probablemente no sea de mucha ayuda, pero prometo hacer mi mejor esfuerzo.
—Ya lo sé, papi —murmura ella tras reír y girarse a él, lleva sus dedos a entrelazarse en sus mechones rojos. Lo ha vuelto a teñir y luce aún mejor. Y por supuesto que ese ha sido un cumplido por parte de Frank—. No he podido hablar con Kristin estos días. Llamó hoy en la mañana y se escuchaba triste. Demasiado. Detesto escucharla así.
Gerard suspira, puede hacerse una idea del porqué Kristin actúa así. La boda está a la vuelta de la esquina, y Bandit está atenta gracias a que es una de las damas de honor, pero la rubia no parece del todo contenta con respecto a ello. Usualmente cuando una novia está próxima a casarse, la imaginas luciente, desbordante de felicidad y ansiosa por compartir el resto de sus días junto al amor de su vida. ¿El único problema?
—Sigue enamorada del tío Mikey, ¿sabes? —dice bajamente, pero Gerard logra escucharla. Frunce sus labios antes de asentir—. Ella merece algo mejor que el imbécil de Brad. No sé cómo tuvo las agallas de pedirle matrimonio.
—Kristin se lo pidió —confiesa quedo, Bandit alza sus cejas—. No hubo una proposición como tal. Ella lo convenció. Kristin cree que se está quedando sin tiempo, Band. Quiere tener una familia y su edad se está convirtiendo en un problema. No es imposible, pero ella está lista desde hace mucho tiempo. Eso no quiere decir que tu tío sea algo mejor para ella.
—No estoy diciendo que lo sea. Adoro a Ray tanto como a Kristin, sólo no parece justo, para nadie.
—Mikey está confundido, Bandit —suspira—. Pero eso es asunto de ellos, hay que dejarlos tranquilos. Si esa es la decisión de Kristin, hija... No podemos hacer nada más.
—Sí, sí podemos —asiente retomando su postura en el sofá—. ¡No dejemos que se case con ese tipo! Porque Kristin no es feliz, y el tío Mikey tampoco. Seré una niña, pero no soy tonta, conozco a mi familia y sé que el tío también la quiere, pero sí, está confundido. Estoy a un rollo de sushi de convertirme cupido.
Gerard suelta una risa sacudiendo su cabeza, Bandit siempre lo haría reír. Podría tomar en cuenta la oferta de Bert y pagarle unas cuantas clases de actuación, no le iría nada mal, tiene todas las de llevar. Siempre le pondría ese toque y saldría tan natural que no habría que pensar siquiera en el que está actuando. Va a pasar el brazo por encima del hombro de su hija, deja un beso a un costado de su frente.
—Estoy contigo —apoya su mejilla de su cabeza—, todo lo que tú creas necesario, estoy contigo. Sólo espero que sepas ser sutil. Ahora, ¿eso es todo lo que te tiene de ésta manera?
Y nuevamente la castaña vuelve a callar, pero muerde sus labios y desciende su mirada. Gerard ladea su cabeza intentado hacer contacto visual, pero Bandit lo evade. Da toda señal de lo cabizbaja que se siente, y tuvo razón al decir que es por cosas diferentes y no sólo una, Gerard pensó que sí podría serlo. Se equivocó.
—Ayer saqué todas las cajas de tu armario —juega con los dedos de sus manos—. Y había muchas fotos.
La respiración del pelirrojo se detiene, y al parecer su corazón también lo hace por un milisegundo.
— ¿Qué viste? —pregunta, y ésta vez Bandit lo ve, pero decide volverse a recostar su cabeza en las piernas de su padre. Gerard sabe adónde va. Porque hay una caja completa de fotos, esas que él amaba tomar desde que Bandit era pequeña, y también desde mucho antes de eso. La ha visto hurgando antes, pero siempre llegaba a tiempo para no dejarla ver nada. Ahora simplemente no llegó.
Bandit suspira.
—Mamá era hermosa —murmura, su pecho duele y presiona la mandíbula. En algún punto su corazón se acelera—. Y te quería preguntar sobre ella, pero tenía miedo.
—... ¿Miedo por qué, bonita?
—Porque sé que la extrañas y eres muy sentimental, entonces te dan ganas de llorar y lloro yo también. Pero quería hacerlo.
Gerard estira sus comisuras, yendo a entrelazar una de sus manos con la de ella y bajando a verla. Cuando siente el torbellino en su estómago, puede que Bandit tenga la razón.
—Puedes preguntar lo que quieras. Estás en todo tu derecho.
Ella asiente y se piensa sus palabras un rato.
—Siempre quise saber cómo era. Saber qué hacía, qué le gustaba.
—Bueno, era asombrosa, como podrás saber. Siempre estaba vestida con ropa genial, con un par de coletas a los lados, cabello muy negro a pesar de que llegó a ser rubia, no le gustó al final —ríe al recordar—, labios rojos... Amaba dibujar, al igual que yo. Planeaba tener tatuajes y estar en una gran banda. Un compañero la había enseñado a tocar el bajo y era bastante buena, en el escenario era increíble y la primera vez que le hablé estábamos en uno de sus conciertos. La banda había tocado y los conocí a todos junto a tus tíos. Cuando le pedí ser mi novia, fue tras bastidores en otro concierto y... Estaba muy feliz.
—Ella tenía mi edad cuando nací, ¿cierto?
—Cierto —asiente—. Fue bastante inesperado, pero fue lo mejor que nos pudo pasar entonces —lleva sus manos a sus labios—. Tienes que saber que ella siempre te amo. Y que siempre lo va a hacer.
El labio de la castaña tiembla y tal como hacía antes, va a refugiarse entre los brazos de su padre. Se sienta sobre sus piernas y va a rodear su cuello con sus brazos. Gerard recibe el abrazo con fuerza y lo regresa de igual manera. Había estado esperando a que Bandit le preguntara por Lindsey desde mucho antes, pero si éste le ha parecido un buen momento, entonces para él no hay ningún problema.
—También quiero decir que la extraño, pero no puedo si nunca la conocí.
—Tú la conoces mejor que nadie, Band —besa su frente—. Está bien decir que la extrañas, gracias a ella estás aquí conmigo justo ahora. Y no te tienes que sentir culpable por lo que sea que haya pasado. Ella te dejó conmigo para que ambos fuésemos felices, el que tú y yo estemos juntos se lo debemos a ella.
—No me siento culpable, pero no puedo evitar sentir que algunas veces la necesito —Gerard asiente, todavía estrujándola en el abrazo—. Quiero salir con Cherry y Lily, Frank dijo que nos llevaría al parque de diversiones y que te preguntara si querías ir, pero primero me gustaría ver las fotos de mamá y que me hablaras de ella. ¿Puedes?
Gerard la mira, entonces le asiente dejando un beso en su mejilla. Le hablaría sobre su madre todo lo que quisiera, porque aún si tuvieron un par de años de relación, Gerard siente que la conoció mejor que todos, y tal cual él hizo, Bandit también merece conocerla.
*
Sostiene su mano de la de Frank, ayudándolo a caminar a él al mismo tiempo que Frank ayuda a caminar a Gerard, y sin importar el que las personas giren a verlos raro continúan riendo como colegiales.
— ¡Te vas a caer! —exclama Gerard carcajeando—. ¡Frank!
— ¡Tú sólo camina, ¿quieres?! —carcajea Frank de vuelta, pero el pelirrojo ríe tanto que en un momento deja de sentir sus piernas. Lucen como indigentes que acaban de salir de un bar a media noche.
Ambos llegan a la mesa de un restaurante al aire libre dentro del mismo enorme parque, Gerard por tener más estabilidad ayuda a Frank a sentarse en una de las sillas sin que éste caiga, enseguida lo ve posar sus manos en su cabeza y él va a sentarse a un costado de él. Toma los cuatro peluches que han ganado en la feria y los deja a un lado. Una chica llega pidiendo su orden y acaba por pedir un par de refrescos. Frank deja salir un quejido.
—Oh, enano, eres tan sensible.
—Jódete —golpea su brazo, Gerard ríe. La chica llega con las bebidas de ambos y lo hace tomar. Después de un rato, Frank vuelve a su color natural y deja de lucir tan mareado.
— ¿Estás mejor?
—Algo, pero juro que no me vuelvo a subir a una jodida montaña rusa en lo que me queda de existencia. Debimos dejar que las chicas subieran solas, nos estaríamos ahorrando todo éste circo —escucha al pelirrojo reír nuevamente—. ¿Qué es tan gracioso, rojito? ¿Cómo es que no estás muriendo?
—Bandit y yo amamos esa montaña rusa, Frankie. Cuando la inauguraron ella ya tenía edad para subirse, así que desde entonces siempre que venimos la dejamos de última. Es regla.
—Los Way son extraños —frunce sus labios, Gerard se acerca rápido, dejando un casto beso sobre éstos. Frank sonríe.
—Sugiero que te acostumbres —murmura con su vista en los labios del avellana—, porque en familia venimos muchas veces. Tú sólo te adelantaste en preguntar.
—Oh, joder, veo doble —Frank lo toma del rostro—, ¡doble Gerard! ¡Gané!
Estampa sus labios contra los del pelirrojo, riendo en medio de éste.
—Las niñas —dice Gerard separando sus labios brevemente, Frank deja un último beso antes de apartarse por completo.
—Están del otro lado de la feria, pero comprendo tu punto —alza sus manos, restregando su rostro luego. Gerard suspira, dejando su espalda tocar el asiento. Su sonrisa repentinamente se ha borrado y lo ha intercambiado por una mueca, Frank lo nota—. ¿Gee? ¿Estás bien?
El ojiverde le regala una sonrisa sin mostrar los dientes. Se han acostumbrado a llamarse el uno al otro con diminutivos de sus nombres, y le encanta. La voz de Frank lo hace querer escucharlo hablar horas tras horas. Está seguro de que nunca se cansaría.
Por debajo de la mesa toma la mano del tatuado, descendiendo la mirada para apreciar el arco de flechas con las iniciales "C", "L" y "M" a un lado de la mitad de un corazón con la palabra "romantic" encima. Supone que las primeras iniciales son las de las gemelas, y la tercera la de su hijo que se ha ido con su ex esposa. También se lee la palabra "ween" y las letras "o", "k" "o" y "m" en sus dedos. En algún momento descubriría qué dice.
— ¿Gerard?
—No pasa nada, Frank.
— ¿También utilizas esa mentira barata? —hace reír al pelirrojo. Suspira.
—Antes de venir acá, Bandit me pidió que le hablara de su madre. Encontró muchas fotos que tomé hace tiempo. Siento que no hubo un detalle que no le haya dicho, y me sentí...
— ¿Triste? —completa el avellana cuando él calla. Gerard niega.
—Lo contrario. Bandit miró con nostalgia cada una de las fotos y sé que su madre está orgullosa de ella, ¿sabes? Bandit... Yo... Iba a darla en adopción, Frank —sus ojos se han cristalizado, pero ríe ante la barbaridad que sale de su boca. Frank se sorprende por su confesión—. Iba... a regalar a mi hija, a mi luz, ¿comprendes eso? Kristin fue la que me convenció de no hacerlo, y no puedo estar más agradecido, porque no sé cómo estaría de no tener a Bandit conmigo.
Un par de lágrimas se deslizan por sus mejillas y Frank lo observa con ternura. Gerard le ha dicho varias veces lo adorable que es, pero justo en este momento, es él quien quiere decirle al pelirrojo lo adorable que luce al realizar lo mucho que ama a su hija, y que no sería nadie sin ella. Se acerca a abrazarlo y Gerard lo recibe, entonces entrelaza su pálida mano con la tintada.
»Bandit me ha hecho feliz por dieciséis años, pero he descubierto una nueva manera de ser feliz en sólo tres meses —vuelve a reír, Frank sólo puede mirarlo. Puede sentir cómo sus ojos brillan—. Y me di cuenta de que me gustas, Frank. Como... en serio, realmente, me gustas. Y quiero a Lily y a Cherry también. No sé a lo que conlleve esto-
— ¿Indirectamente dijiste que me quieres?
No están a una larga distancia, pero sí a una considerable, la suficiente como para verse a los ojos y sentir una tormenta llena de sentimientos. Se observan el uno al otro por un largo momento, hasta que Gerard asiente.
—Sí. Te quiero. Te quiero.
El tatuado entre abre sus labios, tomando aire para contestar, pero ninguna palabra sale de ellos. Escuchan risas venir en dirección a ellos y por instinto Gerard suelta su mano, haciéndolo sobresaltar. Frank no entiende hasta que sus hijas llegan hacia él. Balbucea.
— ¿Ya nos vamos? —pregunta, Cherry y Lily asienten, mientras que Bandit va a abrazar a su padre, no sabe por qué lo hace pero regresa el abrazo—. Entonces nos vamos. ¿Quién quiere pizza?
El coro de "yo" se hace escuchar y determinan que la casa de los Way volverá a ser el punto de encuentro para otra de esas cenas, pero que ésta vez no habrá apuestas porque nadie cocinaría. Sin embargo, al llegar al auto el avellana toma su teléfono, teclea algo y luego codea al pelirrojo en el asiento del piloto para que lea lo que ha escrito.
"Yo también te quiero"
Gerard muerde su labio para no sonreír.
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