7
"¿Lily y Cherry pueden quedarse ésta noche en casa? Posdata: petición de Bandit"
Gerard muerde su dedo mientras espera la respuesta del mensaje, mordería su uña, pero ciertamente no posee éstas y realmente necesita saciar su nerviosismo de alguna manera. A los tres minutos aún no hay respuesta, así que ahora muerde su labio y da punta pies. Cuando a los diez minutos la doble raya que debería estar en azul continúa en gris y comienza a tamborilear con sus dedos sobre la mesa, colma la paciencia de Mikey quien detiene los movimientos de su hermano. Gerard le da una mirada furtiva y acaba por sonreír.
— ¿Se puede saber qué haces?
—... Estoy... ¿pensando?
— ¿Pensando en qué?
—En mi trabajo, Michael, por favor —frunce su ceño, retirando su mano del agarre del rubio—. Yo tengo cosas en las qué pensar, ¿sabes?
Mikey se le queda mirando por un momento de forma analítica, por encima de sus viejas gafas entrecierra los ojos. En un movimiento rápido le arrebata el teléfono a su hermano de la mano.
— ¡Mikey! —grita antes de comenzarlo a perseguir, llama la atención de Bandit y Kristin en el jardín de la casa, Bert y Ray están lo suficientemente lejos como para prestarle atención a los gritos del pelirrojo y las risas del rubio—. ¡Devuélvelo!
A pesar de haber sido padre todavía siendo un adolescente, tuvo sus días de niñez en los que pudo perseguir a su hermano menor cuando éste le arrebataba un juguete o cualquier cosa de su pertenencia. Donna los regañaba, les quitaba el objeto que fuese suyo y mandaba a cada quien a su habitación, Mikey satisfecho y Gerard enojado hasta colorarse de la rabia, pero Donna ya no estaba ahí para poner a cada quien en su lugar, y lástima que ésta sería otra de esas ocasiones en las que el patas chuecas se salía con la suya.
—Uh, ¿con que Frank, eh? —vacila por lo bajo—. Habla, Caperucita Roja, ¿qué es lo que tienes con el enano este y desde cuándo?
—Maldición, Michael, no tengo nada —murmura entre dientes—, ¡regrésame el jodido teléfono ya si no quieres que le diga a Bandit que tú fuiste el que te sentaste en Azúcar la tortuga cuando tenía ocho!
—Ella lo sabe, imbécil —el rubio teñido saca su lengua infantilmente, y Gerard carraspea yendo a perseguir a su hermano alrededor de la mesa de jardín. ¿Para qué demonios esa mesa tiene una sombrilla incluida? ¡Apenas si da sombra! Más vale que comience a llover pronto—. ¿Qué tienes con Frank? Bandit no te pidió nada.
— ¿Y tú cómo sabes eso? No vives aquí —gruñe por última vez antes de al fin arrebatarle el teléfono a su hermano. Lo desbloquea y observa que el tatuado ha respondido. Su estómago da un vuelco, Mikey se ríe cruzando los brazos y él le da una mala mirada.
"Sería genial, pero estos días de vacaciones estaremos en Belleville, mi madre cumple años y me gustaría llevarlas. ¿Seguro que es Bandit la que quiere que Cherry y Lily vayan?"
Baja sus hombros con desgano al comienzo del mensaje, y se tensa al acabar de leerlo. Parece ser que no sólo fue su hermano el que lo ha atrapado en su mentira blanca. Observa a Mikey por encima del teléfono.
—Idiota —farfulla. El teñido se encoje de hombros.
—Treinta hermosos años de convivir con tu cara de culo no pueden ser en vano. Eres muy obvio, Arthur.
Da un suspiro tras presionar su mandíbula y decide ignorarlo. Teclea:
"¿Vamos a tener que cenar solos por otra semana más? Qué pérdida de tiempo. Y me has atrapado, lo siento, supongo que es la costumbre."
Frank enseguida responde:
"Regresamos el viernes a la noche, si tengo suerte será el jueves, Bombón y Bellota comenzarán a extrañar a Burbuja y Mojo Jojo y el Profesor Utonio volverán a estar juntos cuanto antes. Lo prometo."
Gerard sonríe.
"¿Si tienes suerte? Mandaré una caja de tréboles de cuatro hojas, espéralo. Y quiero creer que soy el Profesor Utonio."
Un par de minutos después el avellana contesta:
"Es de mala educación dejarme a mí como el malo de la historia. Y además es feo, no lo acepto, pero me agradas en color blanco y creo que mis hijas también te prefieren a ti. Y la suerte la estoy teniendo justo ahora, así que ahórratelo. Cher y Lil mandan saludos, hasta el jueves xx"
Muerde su labio, ¿realmente luce bien en blanco? Quiere decir, ¿es que acaso él se ha visto en un espejo? Se siente completamente nada junto al tatuado, pero qué mierda, si él lo dice es por algo.
"Espero con ansias, y sé que Band también, diles que igual. Hasta el jueves, Frankie x"
Bloquea el teléfono y suelta un pequeño suspiro del que Mikey se burla. Le lanza otra de esas miradas que desearía que mataran.
—No puedo creer que te guste el padre de las mejores amigas de tu hija —ríe su hermano, Gerard sacude su cabeza tras rodar los ojos. Ahora no dejaría de joderlo—. Eso es tan raro, digo, ¿planeas decirle a Band?
Gerard bufa. No ha llegado a nada concreto junto a Frank desde ese beso la semana pasada en la cocina de la casa, Frank le robó uno fugaz antes de retirarse y entonces vino la semana de vacaciones otorgada por el mismo instituto. Es genial, si quitas que por eso paga un monto más. No son de la clase que conversa todo el tiempo por mensajes, pero es agradable el estar al tanto de alguien más que no sea su hija y preocuparse un tanto en diversas cosas. No es como si al llegar Frank, Bandit dejase de ser importante, ella siempre sería su prioridad, pero lo hace sentir bien y regenerado.
Y como si no hubiese pensado en el comentárselo a Bandit.
—Mike, no hemos llegado a nada real, ¿sí? Sólo ha sido... un beso. Nada más.
— ¿Un beso? ¿Hasta ahora?
—Hasta ahora —asiente—. No quiero adelantarme a los hechos. No es por la homosexualidad de la situación, Bandit no es homofóbica, te ama a ti y ama a Ray como desquiciada, pero es la relación en sí. No sé si esté preparada para de la nada considerar a alguien más en nuestra vida. Siempre hemos sido ella y yo. Hasta hace nada me aseguraba que con eso era más que suficiente.
— ¿Frank te hizo cambiar de opinión?
—Frank es una persona increíble, Mikey. Habla sobre sus hijas como si fuese yo hablando sobre Bandit. Yo necesito a alguien que ame a mi hija más de lo que me ame a mí. Y de cierta manera, estoy comenzando a tomarle cariño a las gemelas. Es como... tener una familia.
Mikey suspira, observándolo con compasión. A lo largo de los últimos dieciséis años ha reconocido lo admirable que es su hermano mayor como persona, criar a alguien por tu cuenta no es para nada fácil, pero ha sabido llevarle el hilo. Bandit lo considera su mejor amigo y viceversa —palabras de la castaña, nada sacado a la deriva—, y por primera vez en mucho tiempo, observa lo feliz que éste es.
Gerard lo merece, y él lo sabe.
—Entonces ve por ello —aconseja el rubio, Gerard lo mira—. No tienes nada que perder, ¿o sí? ¿No crees que a Bandit le agradaría el tener a sus mejores amigas como hermanas? Al menos por política —se encoje de hombros—. Yo creo que ésta es tu oportunidad. Mamá te envió a Frank para que dejaras de joder tanto a Bandit y jodas a alguien más.
—Mátate, ¿quieres? —lo fulmina con su mirada, Mikey rueda los ojos—. Está bien, sí, tienes razón. Puede que intente algo con Frank. Pero no se lo haré saber enseguida, iré con precisión. No quiero ser tan gay y tan puta al mismo tiempo.
—Sin darte cuenta lo eres, hermanito —Gerard golpea su brazo con su puño, haciendo al rubio quejarse—. Imbécil.
— ¿Y tú por fin qué?
— ¿Yo por fin qué de qué?
Gerard rueda los ojos.
— ¿Ray no te ha mencionado nada con respecto al matrimonio?
— ¿Acaso debería?
—Mikey, te amo, eres mi hermanito, el mejor tío del mundo y todo lo que tú quieras, pero el tiempo corre, y eres un idiota.
—Gerard, tengo toda una vida por delante, ¿está bien? Si me quiero casar o no, es mi problema. Gracias por preocuparte, pero no, gracias.
—Esto es increíble —suspira el pelirrojo con pesadez, Mikey gira a verlo interrogante—. Ray me ha comentado que quiere proponerte matrimonio, pero tú te has negado ante ello diciendo que aún no estás listo, y Kristin se va a casar dentro de unos meses con la plasta de mierda de Brad, y tú estás aquí, perdiendo el tiempo como un desgraciado mientras esa hermosa mujer vive y se desvive por ti.
—Gerard-
— ¿Sabes lo gracioso de la situación? Que usualmente las personas tienden a convencerse a sí mismas de que son heterosexuales, siendo que son más homosexuales que el demonio; pero entonces estás tú, que eres más heterosexual que el demonio y te quieres convencer de ser homosexual para no herir a Ray. ¿Te digo algo? Comprendo tu punto, pero no creo que debas dejar pasar por alto una oportunidad tan grande. Te puedes salvar a ti, la puedes salvar a ella, y Ray... Quizá suene egoísta, pero Ray sabrá qué hacer.
El rubio frente a él presiona su mandíbula con bastante fuerza, dejando que su hermano termine de hablar para poder dar su argumento de una sola vez, pero al escucharlo finalizar simplemente calla, porque lo ha jodido. Gerard sabe cuántas veces él y Ray han intentado hacer funcionar su relación, y es hermoso el que lo intenten, pero una vez escuchó a su hija decir que el amor es como una flatulencia: si tienes que forzarlo, es probablemente mierda. Y fueron sus primeras malas palabras.
Si Bandit pudo saber eso, ¿por qué él no? ¿Por qué debían colocarle las palabras en el cielo, con luces de colores que brillasen en la oscuridad para que pudiese darse cuenta de lo que estaba haciendo? Parece que tiene el derecho de opinar sobre la relación de su hermano, pero que ni siquiera él puede tomar las riendas de sus sentimientos encontrados. Acaba por bajar sus hombros con desgano, derrotado.
—Amo a Ray, Gee.
— ¿Tanto como a Kristin?
—Lo que tuve con Kristin fue algo pasajero, ¿cuántas veces debo repetirlo? —su tono es bajo, casi un susurro, pero aun así puede sentir la defensa en sus palabras—. Deja que la mujer se case si quiere casarse, Gerard. Va a poder formar una familia y cuando menos te lo esperes va a tener hijos y no se va a acordar de que alguna vez formé parte de su vida. Tendrá mayores prioridades que andar detrás de mí.
— ¿Por qué la pones como una perra faldera, Michael? Te pierdes de una buena mujer.
—Oh —bufa, apareciendo de repente una sonrisa irónica en su semblante—, es una buena mujer porque sabes lo que tiene para ofrecer, ¿no es así?
—Mikey, no te atrevas. Ese tema quedó zanjado.
—Zanjado para ti, Gerard —la sonrisa se borra—. ¿Crees que lo voy a olvidar?
— ¡Tú la rechazaste! —masculla con enojo, inclinándose por sobre la mesa—. ¡La lastimaste, y dejaste todo su orgullo y dignidad como mujer arrastrándose por el suelo! — Mikey imita su movimiento.
— ¿Y tú tenías que ir a consolarla, cierto? No me jodas, Gerard —se levanta de la mesa, tomando la mochila con la que ha venido—. Para la próxima, no te metas en asuntos que no son de tu incumbencia, y si vas a tener algo con Frank más te vale no ocultarle nada a Bandit porque eso va a herirla. De nada por el consejo.
Y sale por la puerta deslizante hacia la sala. Gerard exhala sonoramente. Eso fue intenso. Hace mucho que Mikey no hacía referencia a lo ocurrido hace unos años cuando Kristin y él tuvieron algo que ver, pensó que lo había superado, pero parece ser que no es así. Bandit llega a su lado junto a Kristin y todas las herramientas para cuidar el césped del espacioso jardín. Habría flores por todas partes en un par de meses, es su parte favorita de tenerlo.
— ¿El tío Mikey se fue? —cuestiona su hija sentándose frente a él, Kristin ha ido a buscar bebidas y ha regresado, regalándole una a él, la rubia se sienta junto a ellos y lo observa. Gerard le asiente a Bandit.
—Sí, dijo que surgió unas diligencias imprevistas y que regresaba luego.
—Oh, genial —es lo único que su hija dice antes de levantarse nuevamente—. Seguiré, ¿vienes?
—Enseguida —ladea Kristin. Bandit asiente y como niña corre hacia la grama verde. La rubia se gira verlo—. ¿Todo bien?
—Excelente —le sonríe tomando sus manos y luego dejando un beso en cada dorso de ellas.
*
La semana se ha pasado entre Kristin horneando muchos pastelillos y Gerard y Bandit echados en el sillón violando la factura de Netflix y degustando de cada postre. Otras veces Bert iba y violaba la factura con ellos, e incluso habían visto la misma película más de una vez, su amigo —que ahora ha regresado a ser pelinegro porque "se aburre rápido"— y él estaban hartos de ver al pobre perro morir y reencarnar, pero para Kristin y Bandit era como si nunca lo hubiesen visto. De Mikey y de Ray no se ha sabido, y el jueves llegó más rápido de lo pensado.
El timbre suena y es él quien va a abrir la puerta acomodando su cabello por encima y caminando con rapidez. Debe teñirlo nuevamente, las raíces comienzan a aparecer y delatan el que apenas si ha tomado cuidado de éste. Ensaya un respiro antes de abrir y recibe a los Iero con una sonrisa. Lily y Cherry lo saludan con un abrazo, dejando a Frank de último para sus ansias.
—Bandit está en su habitación, tienen permiso para ir a invadirla —apunta a las escaleras atrás de él, el par ríe y corriendo suben las escaleras, espera a que la puerta del cuarto de Bandit suene para avisar que están fuera de su alcance, y entonces se gira a Frank.
Vacilante toma la muñeca del avellana, guiándolo hacia la cocina. Al entrar muerde sus labios, observa al tatuado regresar sobre sus pasos y sacar la cabeza por la puerta, asegurándose de que están solos. Con emoción va a engancharse al cuello del pelirrojo, atacando sus labios con furor. Ríe en medio del beso, pero le corresponde.
— ¿Cómo estuvo Belleville? —pregunta separándose, pero vuelve a sus labios.
—Aburrido, mis padres pelean demasiado —lo besa—, van a terminar teniendo un ataque al corazón de la rabia —Gerard vuelve a reír, regresando sus labios a él—. ¿Qué hay de ustedes?
—Ugh, vimos la misma película un millón de veces —murmura besando sus labios por encima, ésta vez es Frank el que ríe, pero no se separa—. "La razón de estar contigo", Band y Kristin lloraron todo el tiempo.
— ¿Y tú no? —acaricia su mejilla tras otro beso, dura más que todos los anteriores.
—Lloré hasta la cuarta vez. Creo que a la séptima ya me había quedado dormido.
Ambos ríen, y deciden callar para profundizar el contacto de sus labios. Gerard acaricia su cintura, atrayéndolo más hacia él y lo rodea por completo cuando ya no hay espacio entre los dos. Los dedos de Frank va a enredarse parcialmente en su cabello, y su lengua le da paso a la del teñido para comenzar otra de esas guerras entre ellos. Poco después las manos tintadas del avellana se deslizan por sus hombros, encontrándose de nuevo en la parte trasera de su cintura. El contacto de sus labios va disminuyendo con el paso de los segundos hasta que sólo queda el juntar sus frentes y rozar sus narices.
Gerard siente su pecho querer estallar. La última vez que sintió algo así, Bandit estaba cumpliendo dieciséis.
—Gerard —el avellana remueve su cabeza, queriendo hacer al pelirrojo abrir sus ojos, pero no lo logra.
— ¿Uh?
—Si quieres decir algo, sólo dilo.
Gerard abre sus ojos, encontrándose inmediatamente con esos orbes avellana que lo han estado llevando al borde la locura en tan sólo unas cuantas semanas. Mierda.
— ¿Qué cosa?
—Lo que sea que quieras decir, sólo dilo.
—Frankie-
—Dilo —ladea su cabeza hacia arriba, rozando fugazmente su nariz con la del pelirrojo y alzando su cabeza levemente. Frank no deja de verlo en ningún momento. Gerard estira sus comisuras.
—Te extrañé.
Frank deja a su dentadura relucir, regresando sus manos nuevamente al rostro del ojiverde y comenzando con una nueva sesión de besos.
—Frank, las niñas pueden- bajar en- cualquier momento —habla entrecortadamente, siendo que el tatuado lo sigue besando, no le presta la más mínima atención, es lo de menos justo en ese instante. Se dedica a reír y corresponder.
Frank da un último gran beso antes de tomar aire con fuerza y luego suspirar para apartarse de él. Ciertamente, tampoco le conviene el que sus hijas bajen y lo cachen besando al padre de su mejor amiga. Sería demasiado para lo que lidiar.
—También te he extrañado. Ahora a cocinar. Ésta vez les vamos a ganar en Uno.
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