5
— ¡¿En serio?!
— ¡De verdad! Jamás había visto nada igual, me refiero a que, sí, he visto a chicos llevarles serenatas a chicas, pero este niño estaba muy metido en su tarea, ¿sabes? Como si en serio lo quisiera.
—No me digas que aun así lo rechazaste, Gerard, por favor.
— ¿Qué? No. No en ese momento.
— ¿Entonces qué pasó?
—Bueno, un día Bandit llegó bastante molesta del colegio, no quería cenar y tampoco salir de su habitación. Entre Mikey, Ray y Bert logramos que nos dijera y fue... —gruñe, sacudiendo su cabeza.
—Cuando supiste que se trataba de Bronx quisiste ahorcarlo —sonríe Frank—. Es increíble.
—Claro que es increíble. Lastimó a mi hija de alguna forma. Bandit no soltó ni una lágrima, pero eso fue en mi presencia. Quién sabe si llegó a llorar por ese niño.
— ¿El día después de la fiesta no le dijiste nada? ¿A Bandit?
— ¿Qué se supone que le iba a decir, Frank?
Frank chasquea con su lengua.
—Gerard, son adolescentes, no son estúpidos, hay un punto en el que llegan a saber más que nosotros, debes dejarlos ser, ¿entiendes? Algo como un balance. Eso lo aprendí a las patadas.
—Pues supongo —suspira el pelirrojo—. De igual forma, hace un tiempo que no oía sobre él. Llegué a conocer a su padre, un completo idiota —bufa—. Sólo espero que no se vuelva a meter con Bandit o si no se las verá seriamente conmigo.
El tatuado suelta una sonora carcajada que por una parte hace sonreír a Gerard, pero no comprende de qué se está riendo con exactitud, hasta que el avellana consigue regularizar su risa.
—Porque un escuálido teñido de rojo es bastante atemorizante. De eso puedo estar seguro.
— ¡Eh! —se queja el ojiverde, lanzándole por encima uno de los sobres vacíos de azúcar. Han terminado sus cafés hace una media hora, pero eso no les impediría seguir conversando—. Tenía que hacerlo o de lo contrario Bandit se iría contigo. No iba a permitir que mi hija se fuese con un extraño.
— ¿Cómo dices? —ríe Frank nuevamente—. ¿Conmigo? ¿Qué es lo que tengo que ver yo con todo esto?
—El día de su cumpleaños, cuando la llevé al colegio, le pregunté que qué quería como regalo de mi parte. Es algo que siempre le pregunto en su cumpleaños, y es algo que siempre responde con lo mismo —termina por apuntar con su índice a su cabeza.
— ¿Ella hace que tiñas tu cabello a su gusto?
—A su total gusto —suspira—. No creas que ya por ser costumbre no me preocupa. En los últimos diez años he tenido mechones rojos, mechones azules, lo he tenido completamente negro y largo, luego negro y corto, entonces fue blanco y luego negro de nuevo, hasta ahora.
—Vaya —alarga el tatuado lanzando un silbido—. ¿En ningún momento has sido rubio?
—Planeo preguntarle lo mismo el año que viene, así que posiblemente lo sea en un futuro —se ríe junto a él.
—Vale, sigues sin decirme por qué tu hija quería venirse conmigo.
— ¡Me amenazó! Cuando supe lo que quería me negué, pienso que en algún momento va a dejarme calvo, pero Bandit es de las personas que no insisten sobre una petición, así que dijo que estaba bien si no quería teñirme el cabello, pero que entonces se iría con el "padre genial de Lily y Cherry" —hace comillas en el aire, los dedos de Frank van a disimular su sonrisa, fallando en el intento—. Todo porque le dijeron algo sobre "instrumentos y muchos tatuajes", y que eso era más genial que teñirse el cabello.
Las señas de Gerard acaban con Frank, no puede ocultar sus ganas de reír ni un segundo más. En toda la hora no han sido más que risas por parte ambos, se nota la comodidad con la que se llevan. Frank ha descubierto que es fácil el hacer reír al teñido, lo cual es genial, porque al menos se reiría de sus chistes sin mucha gracia y sus actitudes espontáneas. Gerard causa lo mismo en él.
Para el pelirrojo, el ser gerente del banco central dejó de ser divertido a la semana. Hay mucha tranquilidad, su oficina es muy espaciosa, Kurt no está a su lado para distraerlo con sus diversas historias —aunque cada cuanto va a su oficina a conversar para ponerse al día de sus vidas—, y todo simplemente es algo a lo que no está acostumbrado. Pero no es estúpido, lograría mantener su puesto.
El pensamiento de Frank estando literalmente a un lado suyo también lo había acompañado todo el día. Y toda la semana desde la fiesta de Bandit. Ha visto a Lily y a Cherry otro par de veces desde entonces, han ido a casa con Bandit luego del colegio en la tardes, pero se iban antes de que su padre fuese por ellas.
El "golpe de suerte" sólo le había durado dos horas, hasta esa misma tarde que un señor pidió hablar exclusivamente con el gerente del banco y Gerard salió para encontrarse con la grata sorpresa sobre que el señor, era Frank. Le ha ofrecido otro café y no se negó, sólo que esta vez insistió en pagarle el café de la última vez, como agradecimiento. Algo clásico por primera vez le resultó bien.
—Iba a caer en buenas manos de ser así —el avellana da vuelo a su camisa con sus dedos, con aire altanero que hace a Gerard entrecerrar los ojos. Luce bien en camisa de vestir blanca y corbata negra, él está usando la misma camisa, sólo que sin la corbata, y puede jurar que no llega a ser ni la mitad de atractivo que Frank.
Tiene la oportunidad de observar su cabello y otros tatuajes más. Ha arremangado su camisa hasta los codos y puede apreciar la secuencia de estos por ambas áreas, e incluso por su cuello. Su cabello es corto, no puede tener más de dos centímetros de largo, pero le gusta. Hasta este punto, ¿qué no le gusta de Frank? A duras penas lo está conociendo, pero lo poco que ha visto lo ha dejado anonado. Parece que, mientras más claridad abarque el lugar, más mejora su físico.
Frank como tal, va mucho más allá de todo lo anteriormente nombrado.
Ansel le ha quedado mirando disgustado por su nuevo color de cabello en todo lo que lleva de la semana, pero nunca ha podido decirle nada. Tiene años trabajando en ese banco, y su amabilidad junto a su carisma es lo que le ha salvado el culo más de una vez por su imagen.
—Imagino que tu esposa ha de ser bastante afortunada entonces —asiente Gerard con desdén, algo de diversión e intención en sus palabras. Mucha intención. Frank suelta otra risa y debe hacerse el desentendido ante su actitud. El tatuado alza sus manos con los dorsos apuntando hacia Gerard.
— ¿Acaso ves algún anillo adornando estas manos?
Sus cejas se alzan y sus labios forman una "o".
— ¿Padre soltero?
—Y con dos hijas —presiona sus labios alzando sus hombros—. Tenía quince cuando Cherry y Lily nacieron, y dieciocho cuando tuve un tercer hijo con la madre de las gemelas. Pero siempre tuvimos muchos problemas, acabó por volarme la cabeza.
— ¿Cómo cuáles? Si se puede saber, claro. No estás obligado.
Frank le sonríe.
—No nos amábamos, con suerte y nos queríamos. Además de que éramos niños. Al parecer lo entendimos ya cuando nos divorciamos.
— ¿Y cómo es que tuvieron un tercer hijo? —el tatuado encoje un hombro.
—Supongo que son sólo cosas de la vida. No es que no lo intentamos, sí lo hicimos. Muchísimo. Nos casamos cuando tenía diecinueve por obligación, ciertamente no queríamos, ella es casi dos años menor que yo y sus padres estaban al borde de la locura, pero terminé enloqueciendo yo antes que ellos. Era controladora, y lo quería todo.
»Intentó quitarme a las gemelas varias veces, al igual que a mi hijo, pero sólo quedó con la custodia del varón. No pudo ganar la de las gemelas. Entonces no la volví a ver más. Nunca las llama, no ha estado en los últimos ocho cumpleaños, tampoco supe más sobre mi hijo y... Simplemente no puedo hacer nada al respecto, así que —vuelve a encogerse de hombros—. Es un tema difícil.
—... Sí que lo es. Lo siento mucho, Frank.
—Nah, no tienes porqué. Mis hijas y yo estamos bien, ¿sabes? Somos una buena familia con principios. Mis padres siempre han estado al tanto y yo no las dejaría por nada en el mundo. Lo son todo para mí.
Gerard siente un calor en el pecho. ¿Ese es Frank hablando sobre Lily y Cherry, o es él mismo hablando sobre Bandit? Dios... Puede jurar que se vio a sí mismo reflejado en cada una de las palabras del avellana. Realmente no hay amor como el de un padre.
—Eso es asombroso —murmura el pelirrojo, viendo a Frank con una pequeña sonrisa postrada en el rostro. Mierda. Frank sí que le gustaba cada vez más—. Estoy totalmente de acuerdo. Yo... Siento lo mismo hacia Bandit.
—Eso sí puedo creerlo —apoya sus codos de la mesa—. Eh... ¿se me permite... preguntar... por la mamá de Bandit? Te hablé sobre mi vida de padre soltero y creo-
—Sí, sí —le interrumpe Gerard con rapidez—. Está bien, no es problema. Ah... La madre de Bandit falleció cuando ella nació.
Un minúsculo "oh" abandona los labios de Frank. Sinceramente no se esperaba nada como eso. Aplasta increíblemente todo su sermón sobre su ex esposa. Desde el primer momento que pudo conversar con Gerard, supo que se trataba de una persona admirable, ¿pero lidiar con la muerte de la madre de la única razón por la cual te levantas cada jodida mañana?
Ya lo tiene a sus pies. Y eso que es sólo el comienzo.
»Pero Bandit y yo también somos felices, tal cual tú dices —se apresura a acotar antes de que Frank diga cualquier otra cosa. No necesita de su lástima. Está bien así—. Somos una buena familia, ella está para mí, yo estoy para ella. Bandit lo es todo para mí, así que estamos en la misma recta.
—Nadie ama más a nuestras hijas de lo que las amamos nosotros —sonríe el tatuado abiertamente. Gerard imita su sonrisa.
—Absolutamente. A menos que llegue alguien dispuesto a amar a Bandit tanto como yo. O a tus hijas tanto como tú.
—... ¿Estás diciendo que nuestras hijas conseguirán novios, o que yo puedo llegar a amar a Bandit tanto como tú y tú a Lily y a Cherry tanto como yo?
De haber estado bebiendo café o comiendo cualquier otra cosa, se hubiese atragantado. Se paraliza, viendo al avellana con desdén. Harían las cuatro de la tarde y las chicas estarían saliendo de clase, Bandit le ha pedido a Gerard que la fuese a buscar porque lanzaron bombas de pestes en los buses escolares como una broma estúpida de un grupo de estudiantes y quería saltarse eso. Ahí es donde entraba él.
El silencio se prolonga y Frank sólo lo observa, Gerard truena los dedos de sus manos y no corta el contacto visual en ningún momento. Acaba por encogerse de hombros.
—Toma la opción que creas correcta.
Frank muerde su labio tras asentir.
—Créeme que eso voy a hacer.
Y se encuentran sonriendo nuevamente. Su segundo café ya lo ha acabado, pero Frank toma el último trago, y se da cuenta de que la mirada del tatuado puede intimidarlo bastante, siente la necesidad de desviar su mirada de la de él cuanto antes. La conversación se ha tornado extraña e incómoda, no tenía intención de llegar a ese punto, y eso que ha tenido bastantes intenciones a lo largo de la conversación.
Frank tiene esta esencia que le hace sentir descarrilado. Ve que está dispuesto a querer a Bandit como una hija, y puede asegurar que apenas tiene un par de semanas de conocerla, y él acaba de aprender a diferencias a Lily de Cherry. Esto está yendo con prisa, pero a veces las mejores cosas pasan en un segundo, entonces tendría todo el tiempo del mundo para reducir la velocidad e ir a un ritmo moderado. Con Frank puede hacer eso.
Aclara su garganta.
—Tengo que ir a buscar a Bandit al colegio —dice levantándose de su silla, viendo el reloj en la pared atrás de él.
— ¿Lo de las bombas también? —Frank arruga su nariz, haciendo reír al teñido por lo bajo. En serio resulta adorable cuando hace ese tipo de cosas.
—Así es. Pero tengo que terminar un par de cosas en el banco —y no me miente, Ansel puede ser un gran hijo de puta cuando se lo propone. Será gerente, pero su trabajo no sólo consiste en sentarse en la silla de su oficina y comenzar a dar órdenes al resto sólo porque sí.
— ¿Te quité todo tu tiempo? ¿Por qué no me dijiste?
— ¿Me lo quitaste? —jadea—. Amigo, lo hiciste valer.
Ambos ríen, botando los vasos en el cesto de basura antes de salir. Es una cafetería agradable, no comprende por qué nunca había ido. ¿También se lo puede agradecer a Frank?
—Oye, ¿te parece si voy a buscar a los tres terremotos mientras tú terminas con tu trabajo? —pregunta Frank—. De todas formas mi hora de salida fue hace veinte minutos.
—Uh... Sólo si aceptan cenar este fin de semana con nosotros. El viernes —mete las manos en sus bolsillos, encarándolo. Le hace gracia el hecho de ser casi una cabeza más alto que él, pero decide callarlo si no quiere arruinar el momento—. Supongo que Bandit le gustará estrechar lazos con Lily y Cherry.
El tatuado se cruza de brazos, entrecerrando sus ojos.
»Ey, yo acepto si tú aceptas, ¿no?
Frank acaba por reír y negar con su cabeza. Tiende su mano tintada hasta estrechar la contraria.
—Nos vemos en un rato, entonces. Y el viernes.
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