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26

Sonríe frente al espejo cuando logra anudar correctamente su corbata. Frank no mintió cuando dijo que Lily podía enseñarle. La castaña no se opuso, aprender tampoco fue difícil, y le agradó el poder pasar un pequeño momento a solas con ella. Quiso decirle un montón de cosas, preguntarle muchas otras y comentarle también sobre otras más, pero nada salió de él. Sólo pudo sonreírle, desearle un feliz cumpleaños con el más fuerte de los abrazos y luego despedirse, entonces él comenzó a anudar su corbata por sí mismo y ahora se arrepiente de no haberle dicho nada.

Nunca ha tenido la oportunidad de conversar con las gemelas estando a solas, Frank siempre está ahí con ellos para amortiguar cualquier cosa, pero él sabe que tarde o temprano deberá sentarse frente a ellas y hablarles. Un matrimonio conlleva a vivir juntos, y eso significa que Bandit y las gemelas vivirán con ellos, Miles sólo iría de visita. La costumbre persiste y él prefiere quedarse con su madre, Frank no tiene ningún problema con eso y por lo tanto Gerard tampoco.

Ni siquiera Bandit ha tenido el chance de platicar con el tatuado, y sin embargo, no hay prisa. Kristin ayudó mucho con los preparativos de la boda, al igual que Christa. Sus hijas exigieron formar parte de ello y nadie pudo negarse. Entonces antes de lo pensado, están a sólo un par de horas de contraer matrimonio. No ha visto a su prometido desde la noche antepasada, decidieron que eso de la despedida de solteros era algo estúpido, por lo cual sólo optaron alejarse por ese par de días y, siendo realmente sincero, Gerard ya lo extraña como el demonio.

Lo último que recibió del avellana fue una imagen de WhatsApp que rezaba: "¡No puedo esperar a casarme contigo!" escrito en una pequeña tarjeta blanca con su manuscrito desordenado y siendo sujetado por sus dedos tintados. Fue más que suficiente para que el pelinegro durmiese plácidamente hasta el otro día y se levantara con total ánimo, arrastrándose a Bandit consigo y disfrutando de ese último día como un dúo. Han sido los mejores tres días desde que se propuso ante Frank hace tres meses. Cherry agradeció a su padre el casarse el día de su cumpleaños y el de su hermana, bromeando con que así no olvidaría el aniversario.

Al menos él tampoco olvidaría la fecha de cuando se conocieron. Están a mano.

Gira su cabeza cuando la puerta suena. Rápidamente va a dejar el retrato con la foto de Lindsey en su mesa de noche, acomoda el saco de su traje por encima y pasa sus manos por su cabello yendo a abrir la puerta de su habitación. Su sorpresa es palpable al ver a Jamia parada frente al marco de la puerta, con una mueca simulando a una sonrisa y tronando los dedos de sus manos con nerviosismo. Gerard frunce su ceño. La incomodidad es inmediata.

— ¿Puedo... pasar?

El pelinegro muerde su labio, asintiendo una sola vez. Titubeante Jamia se adentra la habitación y él lentamente cierra la puerta, recuesta su espalda de ella y con una seña la invita a sentarse al borde la cama. Se cruza de brazos.

—Y... ¿Qué te trae por aquí?

La pelinegra luce consternada por algo, está nerviosa y no lo mira. Suspira.

—Nunca tuvimos la oportunidad de hablar. Tú y yo, ¿sabes? Me... me lo pensé muchas veces. Si era necesario el seguir irrumpiendo en la vida de Frank cuando claramente soy un estorbo, pero... Hay un ciclo que debo cerrar, Gerard. Y es aquí, hablando contigo.

Gerard asiente.

—Bien. ¿Qué quieres decirme?

Ella vuelve a suspirar, soltando una risita. ¿Está queriendo dar lástima? Gerard presiona su mandíbula. No va a dejar que lo convenza con lástima. Pero parece que está haciendo un buen trabajo con aflojarlo.

—Eres afortunado de tener a Frank, Gerard. Tomaste ese lugar que yo nunca pude y no hay duda de que te lo has ganado. Lo intenté mucha veces, por tantos años. Pero de la nada llegaste tú, y te los ganaste a todos. Le diste en un año lo que yo no pude darle en diecisiete, eso es... admirable.

La pelinegra sacude su cabeza, yendo a posarla entre sus manos. Le resulta irónico cómo es que después de todo lo que le ha hecho pasar a Frank, ahora llegue a él estando arrepentida. Porque suena arrepentida. Pero él sigue firme, quizás sólo baja sus hombros, pero mantiene su postura.

El ojiverde suspira.

—En diecisiete años le diste a Frank tres razones para seguir respirando, Jamia. Le diste tres maravillosos hijos de los cuales él está sumamente orgulloso. Independientemente si se trata o no de ti, es gracias a ti que hoy en día Frank es feliz. Yo sólo... soy un complemento. Pero no puedes decir algo como eso cuando sabes que no es cierto. Me estás haciendo decir lo que quieres escuchar.

Las comisuras de la pelinegra se estiran. Quizás sí era eso lo que quería escuchar, después de todo. Mueve sus manos.

— ¿Pero...?

— ¿Pero? —Gerard frunce su ceño.

—Debe haber algún "pero", Gerard. Vamos. Tienes muchas cosas que decirme, o preguntarme. Lo sé. Adelante.

El banquero desciende su mirada, analizando sus palabras y buscando qué otra cosa se supone que tiene para decirle. Se topa con un par, entre ellas preguntas.

—... ¿No viniste a arruinar mi boda con Frank?

Jamia jadea tras titubear.

—Qué fácil sería pararse en medio de plena boda y oponerse, teniendo que afrontar las consecuencias. Honestamente, no, Gerard. Me cansé. Debo madurar en algún momento, ¿no? No siempre va a ser lo que yo quiera.

—Lo aprendiste por las malas... —él muerde su labio, suspirando Jamia asiente—. Bien... ¿Por qué le impediste a Frank ver a Miles por tanto? ¿O... por qué quisiste quitarle a los tres en primer lugar?

—Porque tenía mucha rabia y rencor hacia él. Era una niña tonta, y demasiado caprichosa. Me sentía dolida y ofendida. Miles me lo ha dicho muchas veces; mis decisiones no son las mejores. Él no se guarda las cosas, ¿sabes? Tiene ese... Parecido a Frank. Si siente algo sólo lo dice, sin importarle lo que el resto pueda pensar. Siempre habla con la verdad, siempre elocuente.

—Sí, así es Frank —suspira—. ¿Por qué decidiste volver?

Y ésta vez ella tarda en responder, se toma su tiempo. Se pone de pie y comienza a ojear la habitación, Gerard sólo espera por su respuesta. Tiene cierto sentimiento de alarma que lo hace despegarse de la puerta y caminar hacia Jamia cuando ésta toma el retrato de Lindsey.

— ¿Quién es?

—Ah... Eh... Es- la madre de- de Bandit —pasando por alto su balbuceo, Jamia alza sus cejas y lleva su vista de vuelta al retrato, lo vuelve a dejar en la mesa haciéndolo bajar su pecho en alivio. Está comenzando a pensar que no fue buena idea el dejarla entrar a su habitación.

—Es muy bonita. ¿En dónde está ahora?

Ahí. Está ahí con ellos. Porque Lindsey siempre está acompañándolos y es algo que tanto Bandit como él siempre han sabido. Siempre apoyándolos, siempre cuidándolos. Hace poco tuvieron otra de esas conversaciones emotivas en donde tuvo la oportunidad de saber que su hija denominó a su madre la estrella más brillante en el cielo. Así que si cada vez que mire al cielo una estrella vislumbra más que otra entre el resto; entonces esa es Lindsey.

Pero no le diría eso a Jamia. Es algo que sólo ellos dos saben, no se lo comentaría a Frank tampoco. Probablemente sí, en un tiempo, pero ahora no.

—Falleció cuando Bandit nació.

Jamia se sorprende, no esperaba algo como eso. Quizás haría un comentario de mal gusto en cuanto a la ausencia de la mujer en la boda, pero esa simple frase la acalló. Gerard no tiene ni la menor idea, pero es mejor no probarlo.

—Lo lamento —presiona sus labios, el pelinegro asiente. Ella se aleja hacia la puerta y él sólo la mira—. Regresé porque el rayo de esperanza nunca falta. Tal vez fue para esto, abrirme los ojos de una buena vez. Claro que no contaba con que Frank tuviese otra pareja, y menos que fuese...

— ¿Un hombre? —jadea una risa, Jamia presiona sus labios.

—Sí, un hombre. ¿Algo más?

—... ¿Por qué faltaste a la graduación de las gemelas? Ellas te-

—No falté.

Gerard frunce su ceño.

— ¿No faltaste?

—No. Estuve ahí. Que no estuve con ustedes fue diferente. Miles no iba a ir por su cuenta, aun... no le doy esa libertad. Pero les prometí que estaría ahí, y estuve. Incluso vi cuando te propusiste a Frank, fue... Muy hermoso.

El ojiverde entrecierra sus ojos, busca algún indicio de que Jamia esté jugando, o mintiendo. Tiene todas las de llevar, pero no halla nada. Jamia está siendo sincera, al parecer por primera vez en mucho tiempo.

»Gerard, escucha. Sé que no soy la mejor madre. Y probablemente Frank te ha dicho mil y un cosas acerca de mí, has escuchado muchas otras y sé también que no hago lo mejor para demostrar lo contrario, pero amo a mis hijos. Ocho años fueron duros, tú más que nadie debe saber lo que es el amor de un padre hacia un hijo, y mi intención era llamar la atención de Frank, pero acabé lastimándolos a ellos también y eso... No me lo perdonaré jamás.

»Miles no es feliz conmigo, ha necesitado a Frank todo este tiempo y puede que sea una de las razones por la cual decidí volver a intentarlo, pero esto va más allá de todo lo que esté a mi alcance.

Gerard suspira, va a restregar su rostro con sus manos.

Las palabras de Jamia son honestas, puede sentirlo. No está yendo hacia él con malas intenciones, está haciendo lo que dijo desde un principio: está cerrando un ciclo, y todo termina con él. Está arrepentida, y si ya se disculpó con Frank y con sus hijos, supone que sólo falta él para poder caminar en paz. No va a impedírselo.

—Quiero que sepas que amo a tus hijos, y que comprendo lo que sientes. Debió ser duro. Pero si lo que quieres es enmendarte, nunca es tarde para comenzar de nuevo. Es más, estás llegando justo a tiempo. Lily y Cherry estuvieron ocho años sin una figura materna, y te aseguro que mientras te mantengas ajena a la relación entre Frank y yo, porque claramente es lo que menos importa, tu relación tanto con ellas como con Miles va a ir en mejoría.

»No vienen con un manual, tampoco nos regalan uno a mitad de camino. Nosotros hacemos lo que podemos y es lo único que tenemos. De nosotros nace el ser buenos padres, Jamia. Y... acepto tus disculpas por todo lo antes ocurrido. También quiero disculparme por haberte subestimado. No eres la mejor madre, pero con el tiempo lo serás. Sólo debes estar ahí.

El labio de la pelinegra tiembla.

—... ¿Ya di el primer paso?

—El día de su graduación. Si realmente estuviste ahí y se los hiciste saber, entonces sí. Ya diste el primer paso.

La ve suspirar, bajando sus hombros. Gerard sonríe, porque ha notado cómo un peso que ha llevado consigo por tanto tiempo al fin bajó, y está feliz de haber sido testigo de ello. Ella asiente, pero no le dice nada.

A tientas ve el reloj y da un respingón cuando se percata de la hora. Es momento de ir al salón en donde se llevaría a cabo la ceremonia. Bandit debe estar esperándolo abajo con Kristin y las gemelas, pero ni siquiera sabe cómo Jamia llegó ahí en primer lugar. No parece importar demasiado.

La lleva fuera de la habitación una vez deja todo acomodado dentro y antes de bajar las escaleras, Jamia lo detiene para murmurar:

—Dije que eres afortunado de tener a Frank, pero me retracto. Frank es el afortunado de tenerte, Gerard.

Y jamás creyó hacerlo, pero la abraza.

*

Frank ríe en medio del beso cuando la canción que ambos han elegido para bailar culmina, dándole paso a una tanda de aplausos y aullidos de celebración por parte de todos los presentes. Ha manejado el no llorar desde que vio a Gerard parado en el altar esperando por él, pero no dudaría en hacerlo una vez estuviese solo. De la mano tira a su esposo, sacándolo de la multitud que se ha formado casi inmediatamente en la pista de baile.

Agradece a unos cuantos que los felicitan en el camino, incluyendo a Kurt, uno de los amigos de Gerard en el banco, y luego tira de él otro poco más hasta encontrar un baño vacío. Cierra la puerta rápidamente y enciende la luz. Suspira viendo a Gerard sonreír, entonces él también sonríe, y se lanza a besarlo rodeando su cuello.

— ¡Te amo, te amo, te amo! —gruñe, besándolo fuertemente luego. El pelinegro sólo puedo reírse—. ¡Joder, te amo!

—Te amo. No puedo creerlo. No pensé que también necesitaras este momento —niega con su cabeza cuando juntan sus frentes, sus manos rodean la cintura de Frank y las manos tintadas siguen en su cuello. Lo besa—. Estamos casados.

—Nos casamos. Es una locura. Una completa locura. No creí que me fuese a casar de nuevo.

—No creí casarme alguna vez —el ojiverde encoje sus hombros sonando agitado. Frank carcajea alzándose a besarlo nuevamente—. Joder, estoy tan enamorado de ti. Sabía que I Do de 911 sería la canción perfecta. ¿Recuerdas cuando-?

—Estábamos en mi auto, me pediste ser tu novio con esa canción —sus hombros se encogen con cada risa. Gerard no evita tomar los costados de su cabeza y comenzar a esparcir besos a lo largo de su rostro que hacen al avellana reír, deja un último y duradero beso sobre sus labios antes de separarse—. También estoy enamorado de ti. Eres mi esposo, ¿cómo no voy a estarlo? Te extrañé, te amo. También amé que decidieras esperarme en el altar para recuperar algo de tu masculinidad, pero te amo más a ti, y no te quita lo pasivo. Seguirás siendo el mejor de los pasivos.

Gerard carcajea haciendo eco en las paredes del baño, inclinándose a besarlo otra vez. Después de toda una vida sin conocerse, dos días les resulta una eternidad estando lejos del otro. Ya no saben cómo vivir estando lejos, se necesitan, como agua a una flor. Crecen del otro. La pálida mano del ojiverde ahora luce espléndida con su anillo de matrimonio, idéntico al de Frank. No quieren asustar al resto preguntándose en dónde se han metido o si se han escapado, pero ese momento les era esencial. Su primer momento a solas como recién casados, para celebrarlo el resto de sus vidas.

—Jamia fue a hablar conmigo hoy —murmura el pelinegro luego de un rato en silencio, se molesta en pasar uno de los largos mechones de cabello de Frank atrás de su oreja. Ha crecido bastante, va camino sus hombros. Luce perfecto ante los ojos de Gerard.

Frank frunce su ceño inmediatamente horrorizado.

— ¿Qué te dijo, Gerard?

—Oye, oye, calma. Ella sólo fue a hablar. Tuvimos una buena y muy madura conversación. Frank, ella no es una mala madre. Está intentando esforzarse. Esos ocho años que estuvo lejos de Lil y Cher fueron duros para ella también, así como los tuyos estando lejos de Miles.

—No, Gerard, tú no la conoces. Ella-

—Frankie, dale una oportunidad. Sé lo que hablé con Jamia. Dudé de sus intenciones por un momento, pero resultó que sí está arrepentida. Es complicado enmendarse cuando tienes un historial repleto de errores, pero no es perfecta. Y sí asistió a la graduación, estuvo ahí. Ellas sabían que ella estaba ahí.

El avellana no encuentra cómo sentirse al respecto. Confía en Gerard, y ahora lo hace todavía más. Si él dice que debe darle una oportunidad a la madre de sus hijas para retomar su puesto, entonces no halla razón para no hacerlo. Va más allá de todas las imágenes que se ha hecho de ella a lo largo de los años, sus hijas merecen tener a su madre.

Y al parecer Jamia merece tener a sus hijas.

— ¿No va a meterse entre nosotros, cierto? —pregunta en voz minúscula, luciendo consternado. El pelinegro estira sus comisuras, y apretándolo más entre sus brazos va a besar la punta de su nariz.

—No lo hará. Y necesito que me prometas que no la dejaremos si llega a ser así. ¿Lo prometes?

Frank hace su cabeza hacia un lado, mirando a su esposo con desdén. Pestañea lentamente una sola vez antes de asentirle.

—Te lo prometo.

Tras sonreírse y compartir un último beso, salen del baño tomados de las manos. En algún momento pierde contacto con el tatuado, él se va por un lado y Frank camina hacia otro, atendiendo cada quien a sus invitados. Cuando eso se ve saldado de la lista, va a pedir que pongan una canción lenta para poder bailar a gusto. Pero no con Frank, con él ya ha bailado lo suficiente esa noche, y seguro se vendrían más bailes, pero justo ahora desea bailar con alguien más.

Con su mirada busca a Bandit, teniendo que pararse de puntillas para poder encontrarla entre el resto. Siente una mano entrelazarse con la suya desde su espalda, al darse vuelta los ojos cafés de su hija vislumbran bajo las lejanas luces de los reflectores. Lleva tacones, por lo cual se le facilita el estar a la misma altura, aunque de por sí ella es alta. En su cintura posa sus manos, entrelazándolas luego por su espalda. Las manos de Bandit van a encontrarse tras el cuello de su padre. Entonces juntan sus frentes y debe retener sus lágrimas, ignorando el nudo que se forma en su garganta.

—Eres la chica más bonita de este lugar.

El labio de la castaña tiembla.

— ¿Incluso más que Kristin con su pancita?

—Incluso más que Kristin con su pancita —concede riendo, la hace reír a ella también—. Eres la más hermosa de todas, amor.

—Estoy feliz de que hayas elegido a Frank.

—Estoy feliz de haberte elegido a ti.

—Papi.

—Déjame ser sentimental por esta vez, Band. Sólo por esta vez. Probablemente te voy a hacer llorar y el maquillaje se va a correr-

—A la mierda el maquillaje. A veces detesto usarlo, pero me veo bonita. Podemos llorar juntos.

—Te ves bonita de todas las formas habidas y por haber.

La castaña no se contiene más, deja caer el primer par de lágrimas que él se ocupa de remover con sus pulgares. Con sus manos toma las de ella y deja un beso en cada una, entrelazándolas luego. Decide sólo abrazarla dejando que ella recueste su cabeza de su hombro y moverse cautelosamente de un lado a otro, tarareando la canción en su oído.

—El tío Mikey me habló sobre las promesas que me hiciste cuando estaba recién nacida —su voz tiembla—. Sí las cumpliste todas.

—Y las volvería a hacer de nuevo. Una y otra vez. Porque te amo.

—También te amo, papi.

Lagrimeando besa su frente y la estrecha con más fuerza entre sus brazos hasta que la canción termina, y se sonríen siempre que se encuentran por el resto de la noche.

Desde afuera, parada en el marco de la puerta y de brazos cruzados, Lindsey los observa, y sonríe. Su vista va desde ellos hacia la luz blanca al fondo de la habitación, y suspirando da una última mirada al par de personas por las cuales se ha mantenido ahí todo ese tiempo. Entonces camina hacia donde irradia la luz.

Fue ese apoyo que él siempre necesitó, y sería la ayuda que ella siempre necesitaría.

Su trabajo en tierra estaba hecho, pero esa estrella en el cielo jamás dejaría de brillar para ellos.

FIN.

25 de junio de 2017. 11:19pm.

Esto no acaba aquí, los veo en mis otras fics<2+1.

Monika x.

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