25
Su mirada recorre las vidrieras de cristal con total ansiedad, maldiciendo por lo bajo cuando ve el reloj. Si Frank lo llama una vez más, estallará. Da por asegurado que estallará. La chica que dijo que llegaría en cinco minutos probablemente ha tardado unos diez o tal vez quince, y los nervios están comenzando a pasarle factura. Frota sus manos intentando calmarse a sí mismo. No va a decepcionar a nadie, lograría llegar a tiempo.
Da un respingón cuando el teléfono vuelve a sonar en su bolsillo, reza para que no sea quien espera. Pero sus plegarias se ven eximidas por la remitente marcando el nombre de Frank. Su corazón late con fuerza. Tiene dos opciones, y parece que una es peor que la otra.
La primera es: salir de ahí lo antes posible, sin esperar absolutamente nada y desistir ante la idea que lleva consigo desde año nuevo. Después de todo, tiempo es lo que le sobra. Y la segunda: no responder a la llamada, esperar a que la chica salga con lo que tiene todos esos meses esperando y ser asesinado por su novio al llegar a la preparatoria.
Esperar suena bien.
Se persigna antes de contestar. A ese punto: que sea lo que Dios quiera.
— ¿Hola? —responde en voz diminuta. Con su mano esconde su rostro y restriega con fuerte parsimonia. Espera por los gritos.
— ¡¿"Hola"?! ¡¿Cómo que "hola"?! ¡Gerard, estás llegando tarde! ¡¿Se puede saber en dónde coño estás?!
Sabía que no debía dejar eso para último momento, y cuando se lo comentó a sus amigos ellos le dijeron lo mismo. Claramente no prestó atención. Creyó que lo tenía todo bien planeado, y así como se dejó engañar por ese pensamiento, todo se salió de sus manos y ahora está varado en medio de una joyería, esperando por ese simple anillo de compromiso que lo ha estado llevando al borde de la locura por mucho tiempo y a sólo minutos de llegar tarde a la graduación de sus hijas.
Dejaría que Frank gritase todo lo que quisiera.
—Estoy en camino, amor.
—Tienes media hora estando en camino, Gerard. No sé qué demonios estás haciendo y tampoco me interesa, pero nuestras hijas te necesitan y yo también, ¡te quiero aquí en quince minutos! ¡Ni uno más, ni uno menos! ¡Y ésta vez es en serio!
Suspira pesadamente una vez la línea se corta. No diría nada al respecto, ni porque pudiese. Aunque si le dijera la razón por la cual está llegando tarde quizás lo entendería. Pero de eso se trata, del no hacérselo saber para que fuese la más grata de las sorpresas. Es lo asombroso de proponer matrimonio, ¿no?
Tomando un respiro guarda nuevamente el teléfono en su bolsillo, e intenta convencerse mil veces de que Frank lo entenderá, de que Cherry y Lily lo comprenderán, y que por sobre todas las cosas; Bandit también lo hará. A su pesar, también se lo ha tenido que ocultar a ella porque quiere que sea una sorpresa para toda la familia. Y cuando se refiere a la familia, habla de su hija, Frank, y los hijos de Frank.
Probablemente también quiere adaptarse a esa idea. Al fin serían una familia. Si tan sólo Frank accediera a casarse con él, o si tan sólo la chica apareciese con el anillo de compromiso antes de que su cabeza hiciera explosión...
— ¡Señor! —el rubio sube su vista enseguida—. Disculpe por haberlo hecho esperar tanto, pero lo conseguimos.
Con una sonrisa la chica abre el pequeño estuche de terciopelo negro para mostrarle la argolla postrada en el centro. Siente los vellos de su nuca y espalda erizarse, es realmente precioso como para ser un simple anillo de plata. Un simple anillo de plata que, si tiene mucha suerte, adornará el dedo tintado de Frank por el resto de su vida.
Suena escalofriante de sólo pensarlo así, y entonces deja de serlo cuando la imagen del avellana se muestra en su subconsciente.
Agradeciendo velozmente toma la pequeña caja y la deja el en bolsillo de su saco, saliendo de ahí se adentra al auto y acelera en dirección a la preparatoria. Vería a sus hijas graduarse, no ha hecho de todo por nada. También lograría hacer a Frank orgulloso, por más que será difícil el disiparle su enojo para con él. Pensándolo bien no será tan difícil.
— ¡Oh, joder, estás aquí! —notoriamente observa el pecho del tatuado bajar con alivio al momento de verlo. Ve varios escenarios pasar por él, no sabe si estar feliz, enojado o aliviado de que el ojiverde pudiese llegar a tiempo. Así que primero lo besa y lo abraza, y justo después golpea su pecho—. ¡Eres un imbécil! ¡No ibas a llegar!
—Estaba ocupándome de algo importante, pero ahora estoy aquí y vamos a ver a nuestras hijas graduarse, Frankie —toma su rostro con sus manos, juntando ambas frentes. Frank toma sus hombros—. ¿Cómo pensaste que no vendría?
—Mierda, Gerard, tienes días actuando extraño, realmente no sé qué te sucede y me tienes temblando de los nervios. Tú no puedes simplemente desaparecer en un día que es tan especial para nuestras hijas, Bandit estaba preguntando por ti y yo no sabía-
— ¡Frank, Frank! Respira, eh, eh. Mírame —con sus manos maneja el obligarlo a verlo, luce tan angustiado que podría lanzarse a llorar en cualquier momento y sólo desea abrazarlo, así que lo hace. Los brazos del menor van a rodear su torso—. De verdad siento el haberte asustado así, no fue mi intención. Tenía que hacer algo importante-
— ¡¿Qué es más importante que nuestras hijas, Gerard?! —exclama separándose para mirarlo. Gerard alza su mentón haciendo luego un mohín para transmitirle tranquilidad, y es que el tatuado puede cerrar sus ojos nuevamente y respirar profundo—. Me estoy volviendo loco, Gee. Ahora te estoy gritando. Yo nunca te he gritado. Lo siento, en serio.
—Está bien, está bien —murmura, casi arrulladoramente, calmándolo. Vuelve a acunarlo entre sus brazos—. Comprendo tu nerviosismo, sólo respira. Faltan unos minutos para entrar al auditorio, Mikey y Kristin vienen dentro de un rato, Bert, Ray y Christa también, va a estar toda la familia, amor. Tranquilo. Por cierto, luces hermoso en traje.
Frank eleva sus comisuras y va a besar su mentón. Fue su idea el vestir el mismo traje para la ocasión.
—Ellas se ven hermosas de toga y birrete. Me siento un marica por querer llorar —el rubio hace el ademán de responder, más el avellana lo acalla—. No contestes. Ya sé que relativamente lo soy, no tienes porqué recordármelo. Sólo que es muy sentimental.
Tras suspirar brevemente quedan en silencio, esconde su sonrisa besando el costado de su cabeza. Proponerle matrimonio a Frank conlleva a muchas cosas, se tendría que acostumbrar a este tipo de situaciones en las que el tatuado pierde la cabeza y comienza a hacer cosas inusuales como gritarle. Al igual que cualquier persona a la que se le agota la paciencia. No es nada que no pueda sobrellevar.
A lo lejos observan a las personas comenzando a entrar en el auditorio escolar, así que ellos van a tomar sus asientos. La vista es perfecta, casi de plano completo. Podrían verlas subir y agradecer por su título, mientras que ellos harían todo lo posible por mantener sus lágrimas consigo. Saluda a su hermano y a su cuñada con su panza levemente crecida, a Bert que llega como el mayor admirador de Bandit y a Ray, que está acompañado por la madre del amigo de su hija. Probablemente Bandit debería obtener trabajo como cupido en esas páginas web a los que muchos suelen recurrir. Si a Ray le funcionó su consejo, ¿entonces por qué al resto no?
Miles llega a ellos con una sonrisa, abraza a su padre primero preguntando por sus hermanas y luego pasa a saludarlo a él y cualquier otro rostro conocido que se le pase. La mirada del rubio recorre el espacio. Su ceño se frunce en extrañeza. Miles está ahí, pero Jamia no. Toma asiento a su lado y toca su brazo.
— ¿Frank? —él gira a verlo—. ¿Y Jamia?
El tatuado bufa, negando por bajo. Tal parece que él sí sabe el porqué de la ausencia de la pelinegra. Le intriga en cierta parte saberlo porque, si bien recuerda haber escuchado, ambas gemelas esperan poder ver a su madre entre los espectadores. La reacción de Frank sólo le está dando indicio para crearse un aura de decepción.
—Dijo que no vendría, que tiene que viajar a Kearny porque su madre está enferma. No le creí ni una sola palabra, Gerard.
El ojiverde suspira mordiendo su mejilla interna.
La relación de Miles y Frank va viento en popa, ambos resultaron llevarse mejor de lo pensado y el tatuado está cumpliendo su palabra al recompensar todo ese tiempo perdido. Pero entre Jamia y las gemelas, las cosas no son necesariamente iguales.
Cherry y Lily también decidieron darle una oportunidad porque después de todo, Jamia es su madre, y si está ahí es por algo. No puede ser nada más por Frank. Quieren creer que son ellas el pilar de su madre, o al menos una parte importante de ella. Pero entonces Jamia no se esfuerza por hacer valer el tiempo y los sentimientos de sus hijas. Y es una de las cosas que más molestan a Gerard.
—Cher y Lil van a estar tan desilusionadas —murmura sintiendo una ola de tristeza llevárselo por el medio—. No la merecen, Frank. Cherry y Lily son más de lo que ella piensa. Me pegaría un tiro a faltar a la graduación de mi hija sabiendo que es importante para ella y cuenta con que yo esté ahí.
—Jamia nunca lo ha comprendido, Gee —el avellana sacude su cabeza—. Ella cree que no las lastima. Cree que no lastima a nadie. Pero oye, no vamos a mortificarnos. Jamia no está, pero nosotros sí. Es lo que importa.
— ¿Es cuando tengo que empezar a actuar como el otro padre?
Va a responderle, pero la ceremonia da paso y lo hace callar abruptamente. Actuar como el otro padre. ¿Gerard acaba de adoptar a sus hijas? Lo observa por un buen momento hasta que la persona hablando por el micrófono toma toda su atención.
Reprime una sonrisa todo el rato, simplemente recordando las palabras de su novio. No tendría ningún problema en compartir a sus hijas con Gerard, ¿no es lo que han estado haciendo por todo ese tiempo que llevan juntos? Bandit adora a Frank, y las gemelas y Miles a Gerard. Entonces, ¿cuál es el problema con denominarse su otro padre? El sólo pensarlo revuelve su estómago, en todo el buen sentido de la palabra.
— ¡Bandit Lee Way!
El rubio está entre aplaudir o tomar fotos, así que Frank lo ayuda a tomarlas mientras él aplaude y silba junto a sus amigos. Bert es quien más ánima junto a él gritando "¡esa es mi chica!", ve a Mikey sonreír como nunca lo ha visto e incluso Ray alza sus brazos, chocando manos luego con su novio y su cuñada. Sonríe viéndolos celebrar el triunfo de la castaña y le regresa la cámara a Gerard, enfocando cuando Bandit baja del escenario tras lanzar un beso al aire. Su padre hace como si lo tomara y lo deja en su pecho del lado de su corazón.
Amaría por siempre el ver a esos dos juntos, siendo un equipo desde el primer día.
Se sientan nuevamente esperando por el turno de las gemelas, están yendo por orden alfabético así que primero iría Cherry y luego un poco después iría Lily. Es cuando las manos del banquero comienzan a sudar y cosquillear. Tenía planeado el proponerse estando aquí, con su familia presente, en donde estuviesen reunidos y ellos fuesen testigos de la propuesta, por más que sería un momento íntimo donde sólo ellos se verían involucrados.
Gerard deja que llegue el turno de Cherry, ellos vuelven a ponerse de pie y animan tal cual hicieron con Bandit, sólo que esta vez es Frank el que aplaude y es él el que toma las fotos. Puede ver al avellana sonreír y limpiar sus ojos con el dorso de su mano, pronto se percata de que está llorando, pero está sonriendo. Entonces él también sonríe y va a besar su mejilla mientras el tatuado baja la cámara y gira la cabeza para corresponder a su beso. Intenta girarse de vuelta al frente, pero el rubio se lo impide tomándolo de los hombros. Frank frunce su ceño.
— ¿Qué pasa?
— ¿Te he dicho lo mucho que te amo? —se acerca para susurrarle al oído. El avellana enseguida sonríe, besando primero su mejilla y luego, pasando un mechón rubio atrás de su oreja, descansa su mano en su mejilla alzándose a besarlo. El resto de las personas pueden irse muy a la mierda. Esos momentos en donde alguno de los dos realiza el cuánto ama al otro son de los mejores momentos en su relación.
El decolorarse el cabello fue una idea patentada por el mismo Frank. Bandit dio la iniciativa en su último cumpleaños y él no tuvo más opción que desistir porque, obviamente detrás de ellos dos; se fueron Cherry y Lily. Pronto todos estaban queriendo que fuese rubio, la curiosidad lo consumió, ellos ganaron. Aun así, personalmente estaba dejando de gustarle, quizás no le duraría demasiado el ser rubio.
Bajando la mano tintada de su rostro, desliza sus manos por los brazos del avellana hasta dar con las de éste. Las toma entre las suyas, posándolas a la altura de su cintura y encima de los bolsillos de su traje.
Gerard se separa para mirarlo. Frank tiene su entrecejo levemente fruncido, genuinamente intrigado por las intenciones de su novio. Hace presión sobre su mano cuando tanteando por encima da con el objeto en su bolsillo, y tras hacerle una seña la mano de Frank se adentra hasta tomar el objeto aterciopelado.
En sus ojos se denota la expectativa. Sus labios y ojos se entre abren mirando fijamente al ojiverde y Gerard sólo puede sonreír con el corazón casi saliendo de su pecho. Entonces cuando el objeto llega a su campo visual, el tatuado jadea sintiendo todos sus vellos erizarse. Con una mano Gerard abre la cajita. El anillo de plata vislumbra. Frank balbucea.
—Por esto he actuado extraño estos días y casi llego tarde hoy, pero valió la pena —puede ver los orbes avellana llenarse rápidamente de lágrimas. Juntando sus frentes, temblorosamente articula—: Cásate conmigo, Frankie. Hazme un favor, y cásate conmigo.
Entre la C y la L no debe haber muchos estudiantes, porque enseguida llega el turno de Lily para subir a recibir su título y las emociones del avellana pasan a dividirse, no sabe si estar aquí o allá, pero de alguna forma maneja el prestar atención a su hija graduándose y a su novio proponiéndole matrimonio. Gerard toma la cámara capturando todo momento mientras Frank llora y aplaude aun con más emoción. Probablemente no debió proponerse sabiendo que los sentimientos del tatuado se encontrarían de tal manera, pero ya no hay marcha atrás.
Antes de que Lily baje, Frank arrebata la cámara de las manos al rubio y la deja en el asiento, entonces tira de su cuello para poder besarlo con furor.
— ¡Sí, acepto! ¡Sí, sí!
Con pequeños saltos vuelve a besarlo y suspirando con total alivio, el ojiverde prosigue a colocar el aclamado anillo de plata en el dedo anular de la mano izquierda del tatuado, entonces vuelve a besarlo. Para cuando se separan Lily ya está camino a bajar del escenario. Frank alza sus brazos y da saltos intentando llamar la atención de su hija, Lily capta las señas de su padre, y cuando éste apunta con su dedo hacia su mano izquierda, Gerard carcajea viéndola posar su mano en su boca, luego dar saltos y por fin bajar del escenario.
No puede verlas, pero se percata de que Lily ha tirado a su hermana y a Bandit contra su voluntad para llegar hasta donde están ellos. Entonces la misma reacción de Lily traspasa a las otras dos castañas que sumen a sus padres en un fuerte abrazo, Cherry jalando a Miles para unirse a ellos.
Quizás Lily tendría menos fotos que Bandit y Cherry recibiendo su título de bachiller, pero no se preocupa porque ahora es que vendrán fotos de todos juntos, como una verdadera familia.
Nota: Creo que el siguiente es el último capítulo. Muchísimas gracias por leer xx.
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