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19

El cumpleaños de Frank llegó más rápido de lo esperado. Junto a Bob, Gerard tenía planeado hacer algo como una reunión familiar. Aunque, ¿se pueden hacer esas reuniones sin ser exactamente una familia formal? Ninguno tiene cabeza para pensar en eso, no es como si fuese de mucha importancia. Lo dejarían pasar por alto mientras Frank no estuviese listo para decirles a sus hijas acerca de su relación. Probablemente le darían larga, y esperarían a que ellas se ellas se diesen cuenta, si es que ya no lo han hecho. A pesar de que parece una buena opción, también sería bonito el poder decirles y no que ellas se enterasen por sí solas.

Ese día Frank se levanta con un desayuno listo, sus hijas y su mejor amigo cantándoles un gran "feliz cumpleaños" y tras buenos deseos y fuertes abrazados, sus hijas se sumergen al último día de clases para ir terminar de organizar la fiesta de Halloween de su escuela. El regalo por parte de Bob sería cubrir su puesto de trabajo ese día, es lo que hacían siempre que sus cumpleaños caían día de trabajo, usualmente no era mucho, pero como dicen: la intención es lo que cuenta. Luego las niñas regresan de la escuela, parten un pastel que queda como postre para toda la semana y conversan hasta caer dormidos en el mismo lugar.

Por supuesto que esos eran los planes de antes, pero ahora que Gerard y Bandit han llegado a ellos, la emoción lo carcome sólo de querer saber cuáles serán los nuevos planes. Y por más que tampoco quisiese pensar en ello, por otro lado está Jamia junto a su hijo. Hace un par de días tuvo la oportunidad de hablar con ella por teléfono. Le sorprendió no escucharla insultarlo alteradamente, o simplemente hablando con un tono de las mil mierdas, que bien se sabe, le jode de sobremanera. No quiere tener nada en contra de ella, pero cuando lo ha alejado de uno de sus hijos por casi nueve años era justo el querer sentir rencor.

No sabe para qué Jamia regresó, probablemente quiera volver a pelear por la custodia de las gemelas, o al menos por una custodia compartida. Frank sabe que si quiere tener acceso a su hijo nuevamente, debe dejarla a ella ver a las gemelas también. Lo que no sabe es qué lo está deteniendo de llevar ese juicio a cabo, podría hablarlo primero con Cherry y Lily, saber qué piensan sobre su madre teniendo acceso a visitarlas siempre que ella quisiese, porque por más que Frank no quisiera aceptarlo, Bob tiene razón cuando dice que ellas tienen una madre y que de una forma u otra merece el ver a sus hijas.

Probablemente él se pueda sentar junto a ella a hablarlo, como adultos y personas civilizadas, padres de tres hijos a conversar sobre qué sería más conveniente para su familia. ¿Pero sentarse junto a Jamia a... hablar? ¿Cómo adultos y personas civilizadas? ¿Cómo padres de tres hijos? El chiste se cuenta solo. No recuerda a esa mujer pero ni con un poco de cordura integrada en su sistema. Es por eso que ha preferido el mantenerse alejado a él y a sus hijas de ella, y de alguna manera obligarse a acostumbrarse de que él ya no tendría la oportunidad de ver a su hijo.

Miles puede que no lo recuerde. Los recuerdos han de ser bastante escasos. Se imagina el que el niño pueda odiarlo por nunca haber estado ahí, se imagina el rencor que puede tener hacia él, lo mucho que puede amar a su madre por encima de él y el hecho de que entre Cherry, Lily y él no quieran tratarse como hermanos. Supone que la parte dura es que ellas son conscientes de cada una de las acciones de su madre en el pasado, porque él se encargó se clarificárselas cuando preguntaron por su madre. Se pregunta si Miles sabrá lo mismo o tendrá una versión diferente.

—Feliz cumpleaños —canturrea Gerard pasando sus manos por la cintura del tatuado, Frank sonríe acariciando sus brazos y apegándose más a él. Se estremece cuando Gerard comienza a besar su cuello tal cual siempre. Nunca le ha mencionado que le encanta que haga eso, quizás lo haría en otro momento. El avellana se da la vuelta para rodear el cuello de su novio y se alza de puntas para poder besarlo—. Treinta y dos y no creces.

—Cállate y bésame, ¿quieres?

Gerard ríe rodeando más su cintura con sus brazos hasta que lo alza del suelo y vuelve a bajarlo. Los brazos de Frank continúan alrededor su cuello y sólo las puntas de sus pies tocando el suelo.

» ¿No deberías estar en el trabajo?

—Pues, sí. Pero decidí pasar por acá primero para desearte un gran día y darte la opción de elegir tu regalo de cumpleaños —sus comisuras se estiran, haciendo al avellana mirarlo perspicaz.

— ¿Ah, sí? —Gerard asiente—. ¿Puede ser lo que yo quiera?

—Lo que tú quieras.

Frank hace una mueca con sus labios hacia afuera, va soltando poco a poco el agarre del cuello de su novio y metiendo sus manos a los bolsillos da una mirada insinuadora hacia su parte baja. Gerard alza sus manos.

— ¿Y puedo tomarlo ahora o más tarde? ¿O ahora y más tarde también?

El pelirrojo ladea.

—No sé si entendiste el concepto de "lo que tú quieras".

—Entonces camina a la sala —susurra sobre sus labios, comenzando a empujarlo desde el pecho. Con una sonrisa Gerard vuelve a besarlo, retrocediendo sus pasos fuera de la bonita cocina.

La casa Iero es un poco más espaciosa que la Way, quizás porque hay tres viviendo en ella en vez de sólo dos. Siempre pensó en que Bandit tenía mucho espacio para sí sola, y que él no sería suficiente para llenar todo ese espacio junto a ella. Es cuando Mikey, Bert, Kristin y Ray entran en escena. Es la razón por la cual Bandit se ha sentido siempre en compañía y es tan apegada a todos.

Gerard cae sentado en el sofá entero de la sala, invitando a Frank a sentarse a horcajadas sobre él. Las manos del pelirrojo van a acariciar su espalda por debajo del suéter del avellana, poco a poco lo va alzando, Frank sube sus brazos para hacerle el trabajo de removerlo más fácil. Regresando a sus labios baja por su mandíbula hasta su cuello, empezando a desabotonar la camisa del ojiverde.

— ¿Frankie?

— ¿Uh?

— ¿Estás bien?

Los besos de Frank se detienen al igual que las acciones de sus manos, frunce su ceño.

— ¿Por qué?

—Nada, nada, es sólo... Lucías consternado cuando entré a la cocina.

Frank relaja su semblante, suspira bajando los hombros. Desliza las manos por el pecho de su novio que lo mira con atención. Sí está consternado, y es gracias al tema de Jamia, pero es algo que no ha querido comentarle porque no lo cree necesario. Jamia no es nadie más que la madre sus hijas, que aunque suene como mucho, para él es realmente poco. No hay razón para que ella le esté mortificando su vida mental, personal e incluso ahora sentimental. Gerard no merece verlo de esa forma.

No cuando ha dicho que lo ama.

—Estoy bien, Gee.

—No me consta. ¿Tiene que ver con las gemelas?

— ¿Seguro que no tienes que ir al trabajo? Se te hace tarde-

—Mi novio está de cumpleaños, soy el gerente, puedo hacer lo que me venga en gana, Ansel no me manda y no me evadas, Frank.

—Prometo decirte luego, ¿está bien? Es de nuevo uno de esos temas que no quiero tocar ahora mismo —besa su mentón, pero Gerard se inmuta fijando su vista en él—. Por favor.

El pelirrojo suspira, parpadeando una vez antes de acariciar sus piernas por encima del pantalón. La erección del avellana comienza a apretar dentro de sus pantalones, y la de Gerard igual. El tatuado es el primero en notarlo cuando acaba por cautelosamente desabotonar su camisa de trabajo.

—Me preocupas. Si hay algo que te incomoda realmente puedes decirme, podría encontrar la manera de ayudarte y no va a ser un problema, Frankie.

—Escucha, es mi cumpleaños, quiero estar con mis hijas, con Bob, quiero estar contigo y con Bandit también, incluso tus amigos si es posible. Es mi día, y algo como eso no va a arruinarlo, ¿bien?

Las comisuras del pelirrojo no tardan en elevarse, susurra un "bien" como respuesta y tras un "gracias" por parte del tatuado, sus caricias vuelven en acción. Con lentitud Frank se desliza fuera de su regazo, arrodillándose en el suelo. Mordiendo sus labios va a bajar los pantalones de vestir del ojiverde.

— ¿Q-qué haces? —jadea cuando los dedos tintados de su novio rodean su pene—. Y-yo debería estarle... haciendo eso a ti.

—Silencio —el avellana sube hasta sus labios para murmurarle, delinea los labios del pelirrojo con su lengua—. Lo que yo quiera.

Y debe callarse para disfrutar de la lengua de su novio hacer maravillas en él. Se lo compensaría, un día no muy lejano.

*

Sonríe leyendo los mensajes de Gerard, quien asegura que el pastel es enorme y que esa vez no quedaría de postre para la semana. Planeaban el competir nuevamente contra las tres castañas en algo que implicaran a los restos del pastel, algo se les ocurriría, pero ninguno estaba en desacuerdo. Frank le ilusiona el verlo tan entusiasmado sólo por un pastel.

Desde la mañana ha pasado el día encerrado, viendo simplemente series, y eso ha sido más que suficiente para los días que puede hacer algo como eso. Con dos hijas no se puede dar el gran lujo, pero supone que si es su cumpleaños lo mejor es pasarlo bien. Y qué mejor que perder el tiempo en cosas geniales mientras sus hijas llegan del colegio y Gerard y Bob salen de sus trabajos.

Está indeciso entre un maratón de series viejas o intentar con alguna nueva cuando el timbre suena. Extrañado se levanta. Aún queda tiempo para que cada quien salga de sus trabajos y Cherry, Lily y Bandit salgan del colegio. Ambas de sus hijas tienen llaves, al igual que Bob, y siendo Gerard hubiese avisado que iba. La idea de una sorpresa por parte de su novio le llega a la cabeza, sonriendo gira el pomo.

Y toda sonrisa se desvanece al ver la cabellera negra de una mujer. Jamia le sonríe abiertamente y se lanza a abrazarlo, dejándolo estático.

No ha sido por parte de su novio, eso está seguro, pero de que es una sorpresa, es una sorpresa. Y es la peor que ha tenido en años.

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