18
El que Mikey se opusiera a la unión de Kristin con Brad parece que sólo dejó la estela de lo peor. No hubo boda, los familiares de Kristin se enojaron gracias a la interrupción de Mikey, pero ninguno de ellos sabía en lo que estaban dejando a Kristin caer, así que para Gerard ninguno tiene el derecho a opinar. Quiere creer que lo que su hermano hizo está bien, al igual que Bandit. Ray desapareció por esos días y Kristin se rehusó a cruzar palabra con la familia Way. Bandit comprende que lo único que ella necesitaba era tiempo a solas y mentalizarse al hecho de que Mikey también la ama tanto como ella a él.
A escondidas de su padre, llamó a Bert para pedirle que la llevase al apartamento de Ray, Gerard y Mikey no tenían por qué saberlo, ella sólo sentía la necesidad de hablar con su "tío" al respecto. Ray la recibió extrañado, incluso buscó por los lados a Gerard o alguno de sus amigos, pero Bandit estaba sola. La castaña le dijo que necesitaba hablar con él, y Ray no tuvo otra opción que desistir. El del semi-afro sonó dolido, lo suficiente como para Bandit querer refugiarlo en sus brazos. Comprendió que las cosas a veces no salen tal como se tienen planeadas, y por más que fuese algo que leyó en muchos libros anteriormente, el estarlo viviendo se lo dejó aún más en claro.
Ray no dejaría ser parte de su familia sólo por eso. Seguiría siendo el mejor amigo de su padre y también uno de sus tíos favoritos, se lo explicó y Ray se lo agradeció. No sería fácil el estar en familia y ver a Mikey por ahí, pero tiene un punto, y es que siempre supo que el Way menor no estaba destinado a estar con él. Que lo mantuvo por muchos años, sí, pero no podían engañarse más. Adora a Kristin y le tiene mucho afecto, no se siente ofendido en ese aspecto.
Bandit le dijo que todavía tiene mucho tiempo por delante, que llegará alguien mejor y que de verdad lo mereciera justo cuando menos se lo esperara, y por más que él ya lo supiese, no alejaría las buenas intenciones que ella tenía. Le comentó que la madre de uno de sus amigos estaba soltera, Ray por un momento lo tomó en broma pero luego vio que la castaña hablaba en serio. Sólo quiere lo mejor para él, así que no la interrumpiría en lo que tenía para decir.
La mujer resulta ser una persona asombrosa, a opinión de Bandit, es joven y probablemente un par de años mayor que él, pero que con eso nunca había problema, Ray sólo la escuchó atento. Dijo que se llamaba Christa y que si en algún momento decidía darse una oportunidad, ella no sería una mala opción.
Debe admitir que Ray es una persona increíble. Todos lo aman con el simple hecho de escuchar la inocencia y la sinceridad en su tono de voz, es lo que Bandit toma de él como ventaja. El castaño decide darle una oportunidad a lo que Bandit le propone, pero por el momento se dará un respiro, y ella lo entiende. Luego de un rato llama a Gerard, avisándole que Bandit está con él y su amigo le dice que irá por ella. Al llegar se molesta en abrazarlo con fuerza, en pocas palabras le repite lo mismo que su hija le dijo y con una sonrisa ambos se dirigen de vuelta a la casa. Se extrañan de ver dos autos afuera e intercambian miradas cuando se percatan que son los autos de Mikey y Kristin. A paso apresurado entran a la casa y vuelven a mirarse cuando no se escucha nada.
Bandit se acerca lentamente a las puertas de cristal que dan hacia el jardín, el arranque de felicidad la arrebata y con ansias corre a buscar a su padre para invitarlo a ver la escena recurrente en su patio trasero. Gerard sonríe ampliamente al ver a su hermano y a su amiga abrazarse el uno al otro, deciden esconderse y observar a hurtadillas, los ven simplemente abrazarse y conversar por un rato. No sienten los pasos venir atrás de ellos.
— ¿Qué se supone que vemos? —el murmuro de Frank hace a Gerard y a Bandit sobresaltarse, van responder cuando observan a Mikey y a Kristin compartir un beso. La castaña ahoga un grito, Gerard sonríe dando un par de saltos y las cejas de Frank se elevan—. Ahora veo qué se supone que vemos.
Para el instante en que Bandit abre la puerta y sin resistirse sale corriendo a abrazar a su tío junto a la rubia, Gerard no puede detenerla.
—No sabíamos que esto pasaría —dice Gerard—. Venimos del apartamento de Ray. Bandit llamó a Bert a escondidas para que la llevara.
— ¿Habló con él?
—Más de lo que debería, pero él entendió y comprendió. Supongo que Mikey luego hablará con él, al menos las cosas giraron para bien. Nada más mira eso —sonríe apuntando hacia donde están los otros tres—. Pasó lo que tenía que pasar.
—No puedo estar más de acuerdo con eso —le sonríe el avellana de vuelta.
— ¿Para qué viniste?
—Bueno —suspira—, casualmente extrañaba a mi novio, Cherry y Lily han pasado todo el día metidas en sus cosas y sobre todo en sus habitaciones, estaba aburrido, te llamé y no contestaste, te extrañaba, les dije que saldría a distraerme un rato y ahora estoy aquí. ¿Mencioné que te extrañaba?
—Seguro lo hiciste —ríe el pelirrojo—. He estado ocupado, Frankie. Las clases están por terminar y las solicitudes a las universidades me tienen atareado.
—Gee, les falta un año —frunce su ceño—. No quieras mortificarte por eso.
—Quiero que mi hija vaya a la universidad cuando deba ir, Frank. Le prometí hace mucho que su vida no sería igual a la mía, es... un tema diferente, pero captas el punto. Mientras más preparado esté en torno a eso, más fácil será cuando tenga que dejar a mi hija ir porque estudiará.
Frank baja su cabeza, sacudiéndola mientras ríe. Gerard entrecierra los ojos.
—Eres el típico padre posesivo que se pone nostálgico cuando piensa en que su hija se va a la universidad.
— ¿Y eso qué? ¿No sientes lo mismo?
—Gerard, claro que lo siento, pero tienes que soltar en algún punto, no siempre la vas a tener contigo y cuando estés-
— ¡Papá! —Bandit llega a ellos con una sonrisa brotándole del rostro—. ¿Me puedo quedar con Kristin ésta noche?
Atrás de ella, la rubia le sonríe con Mikey a un costado. Le parece increíble que todo haya vuelto a la normalidad puesto a que Kristin y su hermano han tenido problemas por tantos años, conformar una familia finalmente es posible para ambos y realmente desea que todo salga tal como ellos tienen planeado.
Titubea.
—No lo creo, Band, pensé que ésta noche veríamos el maratón-
Calla abruptamente ante el codazo que le da su novio, con una ceja alzada gira a verlo. Frank le insinúa algo que el pelirrojo tarda en comprender, el tatuado pone sus orbes avellanas en blanco.
—No veo por qué no —se encoje de un hombro—. Digo, será como una noche de chicas y hace varios días que no están juntas mientras que ustedes han tenido todos éstos días de padre e hija.
—Por favor, pah —Bandit hace un puchero.
—Prometo tenerla aquí en la tarde —dice Kristin.
—Como siempre —termina por obviar su hija—. ¡Di que sí!
Por un segundo comprende lo que el avellana estaba intentando decirle antes de que Bandit los interrumpiera. De repente se da cuenta de que ella significa mucho, pero que no la tendrá consigo siempre, incluso si se trata de decisiones pequeñas como el dejarla quedarse en casa de Kristin. Suspira bajando los hombros, desistiendo por asentir. La castaña pega un chillido lanzándose a abrazar a su padre y luego sube corriendo las escaleras para comenzar a empacar una mochila. Guía a su hermano y sus otros dos acompañantes a la cocina. Entrecierra sus ojos mirándolos con fijeza, Frank esconde su sonrisa tras presionar sus labios. No impediría que su novio le hiciese de curioso.
— ¿Y en qué acabaron ustedes? —cuestiona el ojiverde, poniendo en una incómoda posición a su hermano y amiga.
—Vamos a intentarlo, por unos meses, antes de que acabe el año —ladea su hermano, Kristin asiente.
—Y pues... si esto resulta como queremos y esperamos, entonces sabremos que es tiempo de dar el siguiente paso —continúa ella. El pelirrojo gira para intercambiar miradas con el tatuado que se apoya de la encimera de brazos cruzados, le hace un mohín.
— ¿Quiere decir que a partir de ahora te puedo considerar mi cuñada? ¿La última? —hace énfasis posando la vista en Mikey. El rubio rueda los ojos, pero ella ríe.
—Sólo si yo puedo considerar a Frank mi cuñado también —apunta su hermano con la barbilla adonde Frank. El avellana se tensa al igual que él—. No creen que seamos idiotas, ¿o sí? A las únicas que hasta ahora han podido engañar han sido a sus hijas, y créanme que más temprano que tarde las tres van a saber. Bandit no es tonta, Gee, tienes un cerebrito como hija, y puedo asegurar que Lily y Cherry no son diferentes.
—No van a reaccionar mal —Kristin mueve sus manos—, sólo dense a explicar, les será más fácil, tampoco le den muchas vueltas. Es cuando algo malo pasa y luego deben buscar la manera de arreglarlo, y es conveniente que ellas sepan sobre ustedes antes de que cualquier cosa pase. Lo digo por experiencia.
El silencio se extiende por la cocina, dejando las palabras de la pareja suspendidas en el aire. Rato después Bandit llega y los tres se van al auto de Mikey. Gerard suspira yendo a abrazar al tatuado, le corresponde sin titubeos.
— ¿Te quedas?
Frank sonríe.
—Son muy pocas las veces que nos quedamos solos en una casa, así que dejaré que respondas esa pregunta por ti.
Gerard besa su cuello.
—Entonces te quedas.
Por lo bajo ríen, uniendo sus labios y dejándose llevar hasta la habitación del ojiverde.
*
La habitación callada, sólo con el sonar sus respiraciones tranquilas. Gerard traza círculos invisibles en la espalda tatuada de Frank, con la otra mano acunando su cabeza. La respiración de Frank es tranquila, pero a pesar de que la mayor parte del tiempo luego de hacer el amor ambos quedan exhaustos, prefieren mantenerse despiertos y seguir disfrutando de la compañía del otro.
— ¿Qué fue eso? —pregunta Gerard, el avellana endereza su cabeza sobre el pálido pecho del pelirrojo frunciendo su ceño.
— ¿Qué cosa?
—Defendiste a Bandit cuando le estaba diciendo que no.
—Saqué muchas ventajas de ahí, Gee. ¿Sabes? Como... si llegamos a decirles que estamos juntos, ella tendrá confianza en mí. Se empiezan por las cosas pequeñas. Te estaba comentando que no siempre estaría contigo, que la necesitas dejar ir poco a poco.
—Frank, es mi hija.
—Ya lo sé, amor, pero escucha —se acomoda encima de su regazo—, los hijos siempre se van, pero mientras tengamos la pequeña certeza de que hicimos o seguimos haciendo algo bien, ellos siempre van a regresar. Muchas veces no es culpa de los padres, pero tampoco de los hijos. Las cosas simplemente... pasan. Ella encontrará a alguien, va a formar una familia, se va a casar, tendrá hijos. ¿Eso no te ilusiona?
Contando con la luz proveniente de la luna, observa los ojos de Gerard brillar, como si en cualquier momento fuese a llorar. Estirando levemente sus comisuras el avellana se acerca a besar su mentón, lo hace sonreír también.
—Quiero que sea feliz. Pero tengo miedo de que yo deje de ser parte de su felicidad cuando ella encuentre a ese alguien más.
El tatuado risotea por lo bajo, escondiendo su nariz en el cuello contrario.
—No va a dejar de amarte. Ni un poco. Su amor va a seguir intacto hacia a ti, como si ese alguien no estuviese ahí. Te lo pondré de ésta manera: son como dos vidas diferentes. En una vida, ella tiene a esa otra persona, la ama, la quiere, no puede vivir sin ella; pero está ésta otra vida, en la cual estás tú. El amor que se siente hacia un padre rebasa cualquier tipo de amor, Gee. Tus hijos siempre te van a amar por encima de todas las cosas, sólo debes darle esa certeza.
Gerard parpadea dejando de hacer círculos en su espalda para mirarlo fijamente a los ojos. En su pecho y en su estómago siente la revolución de cosquilleos característicos en él desde que Frank apareció. Y si su memoria no le falla, es exactamente lo que se siente cuando te enamoras.
— ¿Es por eso que tú no tienes miedo de dejar ir a Lily y Cherry?
— ¿Te soy sincero? —susurra, Gerard asiente—. Me aterra. Cada día de mi vida. El saber que no siempre podré protegerlas, que en cualquier momento dejarán de depender de mí. Pero mientras no me olviden yo no voy a tener ningún problema, ¿sabes? No hay nada más bonito que mi relación con mis hijas. Pero así como yo tengo una vida, ellas también merecen una, y mucho más. Entonces, si tengo la oportunidad de que tú hagas lo mismo con Bandit y pueda guiarte en lo que esté a mi alcance, voy a hacerlo, Gerard.
El pelirrojo vuelve a parpadear varias veces, con sus ojos comenzando a picar. El tatuado lo nota y ríe haciendo notar su dentadura, se inclina rozando sus pechos desnudos y besa ambos de sus párpados, dejando sus labios para el final. La mano de Gerard va a acariciar su cuello y éstas se mantienen aun cuando se separan.
—Te amo, Frankie —susurra, rozando sus narices. Los ojos de Frank se abren enseguida, mirando los ojos entrecerrados de su novio. Está a nada de caer en sueño—. Ha pasado poco tiempo, pero me has hecho sentir tan bien y no lo había sentido de esa manera desde hace mucho, mucho tiempo. Pasaste de ser el padre de las mejores amigas de mi hija, a ser mi mejor amigo también, y el hombre que amo. Porque te amo.
Frank observa sus párpados obligándose a no cerrarse, quiere verlo, quiere escucharlo. Pero el avellana está estupefacto, su mente queda en blanco y en su garganta se forma un nudo. Decide no contentar. Besa su frente, su mejilla y entonces vuelve a esconder su rostro en su cuello. Lo aprieta estando aun encima de él, y puedo sentir los brazos de Gerard regresar el aprieto luego de la estela de humedad que los labios del pelirrojo dejan en su frente.
Gerard nota el que Frank no le contesta, pero probablemente lo haga luego, no tiene la intención de presionarlo con palabras tan grandes como esas. En cambio, termina por cerrar sus ojos y descansar.
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