11
Las tazas de café se han convertido en uno de sus mejores acompañantes. Debido a la gran noche que tuvieron, sumado al tiempo límite que poseen, ninguno puede tomarse la libertad de caer entre los brazos de Morfeo. Desean disfrutar el uno del otro mientras tengan la oportunidad, entonces deben volver a sus vidas regulares en donde ambos tienen trabajos, hipotecas y, último pero no menos importante: hijas. Tendrían la noche para ellos, pero sigue siendo día de semana, lo que quiere decir que tienen que estar a primera hora en sus respectivos puestos de trabajo y el café parece estar dispuesto a ayudarlos con eso.
Gerard recibe la siguiente taza que le ofrece el avellana y en un suspiro Frank va a sentarse a su lado entre las sábanas, ambos recuestan sus espaldas del barandal y se dedican a beber calladamente. La luz de la lámpara a un lado de la cama es lo que les alumbra la velada, el reloj marca las cuatro con veintiocho ocho de la mañana y para ese entonces ya han disfrutado el uno del otro por tercera vez. Cada vez mejor que la anterior, el pelirrojo admite sentirse orgulloso de sí mismo. Ha dejado ir y descubierto una nueva parte de sí mismo que lo ha dejado embelesado. Sin embargo, la mejor parte es que fue a manos de Frank. Tardaría un tiempo en recuperarse completamente. No es algo fácil de sobrellevar.
Frank deposita pequeños besos sobre su hombro desnudo que lo hacen reír. No necesitan palabras para comunicarse y es asombroso, saber que pequeños gestos pueden significar tanto de la simple nada. El avellana acaricia el labio inferior del ojiverde con los suyos antes de suspirar sobre ellos, dejar un rápido beso en su nariz que vuelve a hacer a Gerard reír y retoma su postura en la cama. Ladea su cabeza tomando de su taza, también esconde su sonrisa.
Hasta el escucharlo reír lo hace sentir feliz.
—Háblame sobre la última vez que estuviste con alguien.
Gerard no se sorprende ante la pregunta del tatuado, más sí se siente algo incómodo con ella. Sabía que en cualquier momento debía contarle sobre aquello, de todos modos no está demás el preguntar.
— ¿En qué ámbito?
—Sexual —hace un mohín, chasquea con su lengua—. Vale, tanto sexual como sentimental. Sólo deseo saber. Está bien si no quieres compartir esa información, comprenderé.
—No, no, está bien —risotea—¸ no es algo que me guste andar difundiendo, pero si quieres saber, por mí está bien —Frank asiente, tomando de su taza al mismo tiempo que despega su espalda del barandal para girar a verlo.
Hace mucho que ninguno tenía esta clase de encuentros, el quedarse a platicar luego de haber tenido relaciones. Frank no está seguro de si alguna vez pudo hacer algo como eso, y puede que Gerard tampoco. Pero son contadas con los dedos de sus manos las veces que el pelirrojo ha tenido un encuentro íntimo como tal, y quién sabe cuántas veces el avellana ha tenido esa oportunidad. Sacude la cabeza, necesita despejarse.
»Sexualmente... La última vez fue hace cuatro años, y puedo asegurar de manera concisa y definitiva, que fue la peor experiencia sexual de toda mi vida.
— ¿Tan malo fue? —el tatuado hace una mueca de desagrado, Gerard ríe.
—No, de hecho, no lo sé —encoje un hombro, Frank frunce el ceño—. A duras penas si puedo recordarlo. Fue... estaba en la fiesta de una amiga, mi madre aún vivía para ese entonces, así que Bandit se había quedado con ella. Era una fiesta a la que debía ir, era de una gran amiga y todo el rollo. Mikey, Bert, Ray y Kristin fueron conmigo, y creo que ese fue el primer error.
— ¿Que tus amigos fuesen contigo?
—Que Kristin fuese con nosotros —alza sus cejas, haciendo énfasis en el nombre de la rubia—. Verás, Kristin y Mikey tienen esta... relación, por así llamarlo, desde hace mucho tiempo. Conocí a Kristin la noche en la que Bandit nació, y desde entonces es inseparable con nosotros. Es una mujer hermosa, con principios, inteligente, es muchas cosas, ¿sabes? Pero ella siempre ha estado enamorada de él, y Mikey de ella.
—Espera, ¿Mikey también está enamorado de Kristin? —Gerard asiente—. ¿Entonces por qué está con Ray?
—He ahí el dilema —el pelirrojo hace un mohín—. Mikey siempre ha debatido con su sexualidad, él asegura ser gay, pero incluso Bandit sabe que lo hace sólo por no lastimar a Ray, porque él quiere a Kristin y ya no se echará atrás. Kristin se casará dentro de poco, no es feliz, Mikey continúa con Ray, tampoco es feliz.
—La felicidad del uno está en la del otro.
—Exacto, y mientras los dos sean miserables por separado, seguirán siendo miserables si no dan un primer paso.
—Bien, ¿y dónde entra tu encuentro sexual en todo esto?
—Ahí es a donde voy. El día de la fiesta Mikey y Kristin ya tenían algo, no eran novios ni nada, los sentimientos estaban suspendidos en el aire. Pero Kristin se descontroló, ella... estaba destrozada porque Mikey no la quería, alegaba el ser una idiota por enamorarse perdidamente de un hombre gay que jamás tendría ojos para ella. Pero siempre le he tenido afecto a Kristin, ¿sabes? Amistosamente hablando, jamás podría intentar algo más con ella, estando consciente.
»Esa noche se sintió humillada, desintegrada, dolida, rechazada, y todos los sinónimos que puedas sacar de esas palabras. Es cuando aparezco yo, el consuelo en persona.
Presiona sus labios, llevando su taza a ellos luego. Frank toma un segundo para captar el problema, pero cuando lo hace sus ojos se abren de par en par y sus labios forman un semi-círculo.
— ¡¿Te acostaste con Kristin?!
—Bingo —el pelirrojo dedica otro mohín tras alzar su taza.
— ¡¿Qué mierda...?! Por favor, dime que eso fue el alcohol actuando. Dímelo.
—Absolutamente —Gerard ladea su cabeza, igualándolo en su posición de sentarse—. Te lo dije, no sería capaz de intentar algo más con ella estando consciente. Al día siguiente fue un martirio. Ella estaba aún más destrozada y su orgullo y dignidad estaban arrastrándose por el suelo. Le pedí perdón mil y un veces, yo también estuve mal, Mikey lo supo y dijo un sinfín de cosas, dejó de hablarme por casi dos meses, y créeme que cuando tu hermano es uno de tus mejores amigos y éste deja de hablarte por dos meses, se siente como si fuesen dos años. Aun siento vergüenza ante ello. Bandit es la razón de que ella siga con nosotros, hace cuánto que se hubiese ido.
—Demonios... —masculla tras jadear—. Es difícil de procesar —el pelirrojo asiente quedo, luego de un largo silencio, Frank inhala—. Bien... ¿y en el ámbito sentimental?
El pelirrojo suelta una risa para nada irónica, de hecho, pensarlo le hace gracia. Frank pensaría que tiene muchos problemas en cuanto a su grupo de amistades considerada familia, pero qué puede hacer.
—No voy a mentirte, llegué a intentar algo con Bert una vez, pero fue a eso de seis años, siete, probablemente, no estoy seguro. Nunca llegamos más allá de unos cuantos besos y luego simplemente lo olvidé, Bandit continuó siendo más importante que cualquier cosa y él lo comprendió. No tenía tiempo para algo como una relación estable, luego sucedió lo de Kristin y entonces... —alza la mano con la que no sostiene la taza, dejándola caer después—. Heme aquí.
—Hete aquí —risotea el avellana, Gerard ríe a su par—. Vaya. Tus relaciones han sido... Extremadamente raras. Supongo que gracias también a Bandit, Bert ha seguido con ustedes.
—Correcto. Se enamoró de ella y no pude hacer nada al respecto. Qué puedo decirte —se encoje de hombros—, mi hija es un encanto.
—De tal palo, tal astilla, dicen —ahora es él quien alza su taza tras hacer un mohín. Gerard lo observa, riendo nuevamente. Dos sorbos más y ambas tazas quedan vacías. Vuelven a ser sólo ellos dos.
Vacilante Gerard toma su taza junto a la del avellana, va a dejarlas a un lado del reloj digital en la mesa de noche. De rodillas se arrastra sobre la cama, y haciendo contacto visual con Frank primero, posa sus rodillas a cada lado de su cintura. Las manos tintadas cosquillean y van a acariciar las pálidas piernas del pelirrojo, siguiendo el camino hasta su trasero cubierto por la prenda azulada. No evita el hacer presión contra sí, pero no hace falta, Gerard comienza a moverse rítmicamente sobre él.
El avellana lleva sus labios a encontrarse con los ajenos, sin dejar de moverse bajo él y creando un mejor agarre por su espalda. Gerard acaricia sus brazos. Aun con la luz de la lámpara, seguía siendo imposible el admirar sus tatuajes. Lo necesita, en algún momento debe verlos, saber qué es lo que está en su piel para siempre. A simple vista son más de los que pudo imaginar, pero entonces señalaría sus favoritos y dejaría un beso en el respectivo lugar. Es su meta.
—Los últimos quince minutos antes de que ese aparato suene y debamos volver —murmura el avellana apuntando al reloj en la mesa, Gerard ríe, yendo a besar sus labios superficialmente—. Quiero creer que llegué en un buen momento, ¿sabes?
—Llegaste, en el momento menos esperado, pero llegaste. Y te lo agradezco.
—No sé qué hubiese pasado si Cherry no hubiese llamado para llevarlas a esa pista de patinaje.
—Cuando Bandit te nombró la primera vez fue tan insignificante, creo que ahora me cuesta procesarlo.
—Creías que era un fortachón —el pelirrojo ríe junto a él—. ¿Realmente creíste que te haría daño?
—Acabas de follarme tres veces, ¿tienes idea de lo mucho que eso arde, enano?
—No tendría problema en hacerlo otras tres veces —acaricia su cuello con la punta de su nariz, Gerard se estremece—. ¿Tú sí?
Suspira.
—Que sean dos. La tercera prefiero ser yo el que esté arriba.
—Suerte con eso.
Vuelven a reír, el pelirrojo rodeando el cuello del tatuado con sus brazos. Cuando sus labios regresan a estar juntos, la alarma del reloj suena haciéndoles soltar un quejido. Ciertamente, ninguno quiere volver allá afuera, lejos el uno del otro. Porque de una u otra forma, también están sus hijas, y luego de esto, ¿con qué cara las verían? ¿Cómo tendrían el valor de juntarse en otra de esas cenas? Las manos tintadas de Frank se han obsesionado con las manos de Gerard, de nada se acostumbró a verlo, a hacerlo reír, y ahora a tenerlo.
Frank quiere tenerlo de todas las maneras posibles, pero no sería fácil si Gerard tenía que mentirle a Bandit, y él a Lily y a Cherry. Incluso él les ha enseñado a ser honestas, y ha sido el primero en mentirles. Esconderse es una mierda, pero esconderse, mentir y todo a las únicas personas que han estado ahí para ellos cuando más lo necesitaron, es aún más mierda.
Nota: Publiqué una una fic llamada "Stealers Game", si quieren leerla el prólogo y el primer capítulo están disponibles en mi perfil :). Intentaré que la actualización sea regular en ambas fics, sólo vayan a darle amor y a hacer feliz mi alma en pena(?). xx
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