10
Todas las luces están apagadas, el silencio es torrencial y deja a sus manos recorrer el cuerpo de Frank con soltura. El tatuado lo detiene para tomar unas llaves del tablero al inicio de las escaleras y suben corriendo, deteniéndose en una de las primeras puertas. Gerard besa su cuello mientras el avellana abre la puerta, se encarga de comenzar a desabotonar los primeros botones de su camisa una vez afloja el nudo de la corbata. La puerta se abre y Frank hace que entre, retirando con rapidez su corbata. Vacilante la deja caer en el pomo de la puerta antes de cerrarla con seguro y girarse al pelirrojo.
Él mismo ha comenzado a desabotonar su camisa y removido su calzado, Frank se acerca a paso lento mirándolo a los ojos. Presiona sus testículos por encima del pantalón sin disimulo, está comenzando a dolerle y el hecho de que Gerard luzca jodidamente sexual no le es de mucha ayuda tampoco. Ha notado que puede verse femenino una que otra vez, pero eso no le quita su hombría. Posee un poco de ambos y puede que sea una de las cosas que más le enloquecen.
El avellana vuelve a dar el primer paso y lo tira desde la hebilla del cinturón, acercándolo a él para iniciar un nuevo beso, el pelirrojo se deja a hacer de las suyas. En un movimiento sutil caen a la cama, Frank encima de Gerard. Retiran ambas camisas y gracias a la poca claridad proveniente de la ventana, puede ver su silueta, más no su cuerpo como tal, por lo que le resulta imposible el admirar sus tatuajes. Pero tendría más oportunidades, ¿cierto?
Sus pantalones salen y Frank se encarga de quedarse con su ropa interior mientras que Gerard queda completamente desnudo. Puede ver las expresiones en su rostro y sonríe, llevando las manos del ojiverde sobre su cabeza. Muerde sus labios con parsimonia.
—Si vamos a hacer esto —murmura el avellana sobre sus labios—, necesitas saber que soy activo.
Gerard abre los ojos abruptamente, haciendo contacto con él enseguida. Realmente olvidó que uno de ellos debe ser el pasivo y otro el activo... Pero es su primera vez con un hombre luego de no haber tenido sexo a eso de cuatro años.
Y la última vez no fue la mejor gracias a los problemas que eso contrajo luego.
El avellana se detiene cuando Gerard no corresponde al beso.
—... ¿Eso quiere decir que tu pene entrará en mi ano? —su expresión de horror hacer reír a Frank, pero él no se ríe—. Considera que sería la primera vez.
— ¿Es la primera vez que estás con un hombre? —la sorpresa es sincera en el tono del tatuado, no era exactamente lo que tenía en mente. Gerard no luce como alguien virgen, en todos los aspectos y sentidos de la palabra.
—Pues... sí —hace una mueca, Frank afloja su agarre, pero aun así vuelve a besarlo, esta vez con lentitud. Tendría cuidado de ser así, si debe esperar a que Gerard se adapte, entonces va a hacerlo. Tienen toda la noche sólo para ellos.
—Algún día debía pasar, querido Gee —sonríe el avellana, y Gerard no lo ve pero puede imaginárselo. Frank hace que se siente, entonces él se deja caer en su regazo, rozando ambas erecciones, la de Frank aun cubierta y la de Gerard a merced del tatuado, el pelirrojo no evita jadear yendo a acariciar su cintura—. Puedes acostumbrarte. Prometo que deja de doler cuando hallas el placer.
—Qué alentador de su parte, señor Iero —sonríe el pelirrojo, disfrutando la fricción de su hombría con la contraria. A tientas vuelve a besarlo—. Aceptaré que lo hagas. Voy a permitir que me prepares y te dejaré hacer lo que quieras, sólo por ésta vez. Pero en algún momento también tendrás que acostumbrarte, porque aunque no lo creas —acerca sus labios a su oído—; también me muero por estar dentro de ti.
Bruscamente atrapa sus labios, enredando sus piernas por su cintura y luego con la ayuda de los dedos de sus pies, intenta sacar la ropa interior del avellana. Desde un principio Frank supo que Gerard es posesivo y bueno en lo que se le proponga. No daría su brazo a torcer tan fácilmente y es algo que le llama la atención en cierto punto. Gerard jamás ha sido pasivo, pero si éste es su chance; entonces sería el mejor de los pasivos. Y no se detendría.
El tatuado se separa para ir a buscar una caja de condones junto a un envase de lubricante. Sabía que en algún momento serviría para algo más que no fuesen los masajes musculares.
—De rodillas, dame la espalda —ordena regresando a la cama, Gerard lo mira vacilante antes de obedecerlo e incrustar sus dedos en las sábanas. Sigue preparándose mentalmente para todo lo que venga, porque puede imaginárselo y aun así no le desagrada del todo. Hablamos de Frank, valdrá la pena—. Primero dolerá, sabes que sí, pero debes resistir. Luego se disipará —deja su beso en su hombro—, lo prometo.
— ¿Cómo es que sabes todo eso si nunca has sido pasivo?
Frank sonríe.
— ¿Cómo sabes que no lo he sido?
Gerard calla, e internamente agradece que el tatuado no pueda verlo, porque puede sentir la sangre subir a su rostro y convertirse en sonrojo. Espera pacientemente por el siguiente movimiento del avellana. Frank toma el primer condón, rompe el aluminio con los dientes y lo coloca en su dedo índice. Comienza por acariciar lentamente el trasero del pelirrojo y dejar un beso en su cadera, le pide que se relaje y Gerard lo intenta; entonces siente ese primer dedo introducirse y sus manos se empuñan en las sábanas, dejando salir el primer quejido de dolor.
Después de un unos minutos Frank decide que es suficiente, sale de Gerard para meter el dedo medio en el condón y regresa a la entrada del pelirrojo quien no ha dejado de maldecir por lo bajo y asesinar las cobijas con sus manos. Al introducirse nuevamente con el segundo dedo, Gerard deja salir un gemido ahogado. Su pene duele y el de Frank también. Cómo desearía que el pelirrojo estuviese en su lugar para poder ver tal escena en primer plano. Lo grabaría, pero no es tan idiota como para meterse con la compañía de Apple.
Escucha los jadeos del ojiverde y sonríe cuando éste se comienza a impulsar contra su mano, buscando más. Ahora decide que es momento de avanzar, saca sus dedos de Gerard para ir a colocar otro condón en su hombría. Gerard lo observa por encima de su hombro y se deja llevar cuando el avellana lo acomoda en la cama en la dirección correcta; mirando hacia el barandal de ésta.
Vierte lubricante en su mano y esparce primero por su extensión, luego por la entrada del pelirrojo. Ha tomado aire y limpiado con su mano el sudor de su frente, incluso ha hecho su cabello rojizo hacia a atrás, pero no hay caso. Frank lo toma de las caderas, rozándose contra él mientras besa su espalda, Gerard gime y con cuidado comienza a introducirse en él. El tatuado jadea haciendo a su cabeza hacia atrás. Se siente tan jodidamente bien, es tan estrecho que puede venirse en cualquier momento.
Los gemidos de Gerard comienzan a elevarse, y el tatuado establece que es su sonido favorito de todos los tiempos. El pelirrojo podría hacer una canción sólo con gemidos y él la escucharía sólo para darse placer a sí mismo, ¿pero para qué hacer algo como eso cuando tienes a Gerard pudiendo gemir sola y únicamente para ti?
—Más rápido —gime el ojiverde, moviendo sus cadenas al vaivén del tatuado. Agradece que Frank haya tenido razón al decir que el dolor se disiparía y pronto se convertiría en placer. No del todo, pero es soportable. Muy soportable. Porque éste se ha ido hace un buen rato cuando escuchó a Frank gemir su nombre por primera vez.
Desliza sus manos por toda su espalda y acaba por entrelazar fuertemente su mano en el cabello rojizo, tirando de él y dando una estocada fuerte que hace a Gerard rodar los ojos. Su mano izquierda va hacia su erección, y cuando escucha a la madera de la cama crujir sabe que está haciendo un buen trabajo. Suelta lentamente la erección de Gerard para ir a entrelazar sus manos con las contrarias. Gerard avisa que está por venirse y el avellana hace el esfuerzo por aumentar su velocidad.
Para ser su primera vez con un hombre, el ojiverde resulta ser alucinante. Frank puede asegurarlo, se ha venido en el tiempo justo; cuando él se ha venido antes. Lo deja luciendo como un primerizo cuando es al revés. Nunca antes se había corrido tan rápido, y Gerard ha logrado que lo hiciera.
Caen de espaldas contra el acolchado, jadeantes y aun en la onda de placer, no dicen nada por un buen rato que ambos toman para regenerarse. Ninguno aparta la mirada del techo.
—Eso fue intenso —el primero en hablar es Gerard, que a pesar del rato en silencio, su respiración sigue agitada. Frank asiente de igual manera.
—Demasiado intenso.
— ¿La cama crujió? —el pelirrojo se apoya de su codo, girando al avellana. Frank ríe asintiendo, el pelirrojo vuelve dejarse caer—. No puedo creer que lo hicimos.
—Yo tampoco —jadea el tatuado, suelta una risa—. Quién diría que el reservado y gran padre Gerard puede gemir de esa manera. Me encantó escucharte.
El pelirrojo golpea su pecho con su mano, Frank la toma aun riendo, depositando un beso en su dorso.
—... ¿Quieres escucharlo de nuevo? —el ojiverde muerde su labio ante la pregunta formulada, Frank gira a verlo antes de impulsarse a besarlo nuevamente.
—Me encantaría —roza sus narices abriéndose paso entre sus piernas. Eso le dolería al día siguiente, está seguro. Gerard rodea su cuello bufando.
—A ti te encanta todo.
Frank muerde el labio del pelirrojo lentamente.
—Tú me encantas todavía más. Me encantas, Way.
Nota: Estaré subiendo una nueva fic llamada "Stealers Game", por lo cual si alguno está interesado en leerla la estaré subiendo mañana mismo. Es una idea que he tenido en mente desde hace mucho y deseo el plantearla antes de que lo olvide o me harte de ella, así que atentos :). Gracias por leer xx.
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